David Hume: Empirismo, Conocimiento, Ética y Crítica Metafísica

La Filosofía de David Hume: Empirismo, Moral y Escepticismo

1. Los Elementos del Conocimiento: Impresiones e Ideas

Hume no estaba satisfecho con la utilización del término «idea» para todo lo que conocemos, tal como lo había descrito Locke. Por esta razón, reservó el concepto de idea para designar solamente ciertos contenidos del conocimiento. Hume divide los contenidos del conocimiento en dos clases:

Impresiones

Es el conocimiento por medio de los sentidos. Son datos inmediatos de la experiencia, ya sea interna (impresiones de reflexión: angustia, agrado, etc.) o externa (de sensación: color, sabor, etc.), caracterizados por su viveza y su sentido de la realidad. Las impresiones son todas nuestras sensaciones.

Ideas

Son las representaciones o copias de las impresiones en el pensamiento. Son datos mediatos, reproducidos o derivados de las impresiones y, por esa razón, menos vivos y más débiles. Las ideas son las imágenes débiles de las impresiones.

2. La Ética de Hume: Crítica al Racionalismo Moral

La parte más conocida de la filosofía de Hume es la teoría del conocimiento, su radical interpretación de los presupuestos empiristas. Sin embargo, Hume vivió en el siglo XVIII y fue el principal representante de la Ilustración inglesa. Por lo tanto, encarnó el espíritu e intereses de la Ilustración. Además del conocimiento, Hume se ocupó de la religión, la historia, la política y la ética. Por lo que respecta a esta última, dos son las afirmaciones fundamentales:

  • La crítica al racionalismo moral.
  • El sentimiento como fundamento de los juicios morales.

Crítica al Racionalismo Moral

Como ya hemos mencionado, un código moral es un conjunto de juicios a través de los cuales expresamos la aprobación o reprobación de determinadas conductas y actitudes. Por ejemplo, aprobamos la honestidad en los políticos y reprobamos la corrupción.

La mayoría de los filósofos, al abordar la ética y preocuparse por fundamentar esos códigos morales, han señalado la razón como origen y fundamento de dichos códigos. Su origen se remonta a la filosofía griega (recordemos el intelectualismo moral de Sócrates, la ética platónica con la razón dirigiendo al individuo, o la ética aristotélica, con su sabiduría o razón práctica realizando el cálculo que nos permite elegir un término medio).

Hume considera que la razón, el conocimiento intelectual, no es ni puede ser el fundamento de nuestros juicios morales. El conocimiento en Hume es de dos tipos: relaciones entre ideas y cuestiones de hecho. Los juicios morales no son ni relaciones entre ideas ni cuestiones de hecho. Cuando emitimos un juicio moral, estamos haciendo una valoración de los hechos que, lógicamente, no reside en los hechos mismos. Por ejemplo, cuando decimos que “los políticos no deben ser corruptos”, no estamos describiendo si se da o no la circunstancia de que los políticos sean corruptos; lo que estamos haciendo es una valoración acerca del hecho de la corrupción política.

3. La Crítica al Concepto de Yo y la Identidad Personal

Por idénticas razones, no podemos afirmar la existencia del yo o de una identidad personal. Si alguien pregunta de dónde proceden nuestras impresiones, dado que no podemos justificar racionalmente la existencia del mundo exterior, Dios o el yo, Hume contesta que no lo sabemos ni podemos saberlo. Pretender contestar esta pregunta es ir más allá de nuestras impresiones, y estas constituyen el límite de nuestro conocimiento.

Recordemos: a toda idea ha de corresponderle una impresión, y no hay impresión de las sustancias. Es cierto que tenemos impresiones sensibles dispersas, pero no de una sustancia corporal; es cierto que tenemos impresiones internas, de reflexión, pero no hay una de conciencia. Podemos admitir con Descartes que hay pensamientos indudables, pero no podemos demostrar que haya algo tras esos pensamientos, es decir, una sustancia (llámese alma, conciencia o yo). Suponemos que tras esas impresiones dispersas hay algo que las unifica, pero solo lo suponemos, no podemos demostrarlo.

Lo que podemos hacer es, en todo caso, tratar de justificar la creencia en la existencia del mundo exterior o de la identidad personal, o, en general, de las sustancias. Hume lo intenta con la ayuda de las leyes de la asociación y con el recurso a la memoria.

4. El Rechazo a la Metafísica: Fenomenismo y Escepticismo

Hume se convierte en el primer gran crítico de la filosofía entendida como metafísica: disciplina o saber que trata de explicar el ser de las cosas, de conocer la realidad última. Los tres grandes contenidos de la metafísica y de la filosofía son aquellos que Hume acaba por cuestionar: el mundo, el hombre y Dios. Su teoría del conocimiento conduce a la negación de la metafísica. La razón es muy sencilla: solo podemos contar con nuestras impresiones, pero no podemos saber a qué se deben. De la realidad externa no tenemos conocimiento estricto.

El conocimiento se reduce a conocimiento de fenómenos (lo que aparece, lo que se muestra), de ahí la calificación de fenomenismo al pensamiento de Hume. Fundamentada en la coherencia y constancia de las impresiones, suponemos la existencia de una realidad exterior, pero nada más. La costumbre y la creencia, fundamentadas en la costumbre, no pueden generar conocimiento. Esa imposibilidad de fundamentar el conocimiento se denomina escepticismo.

5. La Crítica a la Existencia de Dios y la Religión

Para fundamentar la existencia de Dios se acude al principio de causalidad. Lo hemos visto en Tomás de Aquino y en Descartes. Esta inferencia es inválida o injustificada exactamente por las mismas razones que la del mundo exterior o de los cuerpos. Hume es un crítico de la religión. Niega validez a todas las pruebas que pretenden demostrar la existencia de Dios racionalmente: el argumento ontológico de San Anselmo o Descartes, las vías tomistas con el principio de causalidad, o las que establecen un orden en el universo con una causa inteligente de ese orden (la 5ª vía tomista).

Hume va más lejos: considera que la religión es una superstición que puede provocar bastante más daño que utilidad, especialmente en épocas o pueblos con sentimientos religiosos exaltados (vinculando la religión, al igual que la moral, a los sentimientos). Establece una génesis de las ideas religiosas:

  • Las primeras religiones eran politeístas y estaban fundamentadas en la ignorancia y el miedo a lo desconocido.
  • A partir de ahí se pasa al monoteísmo, que, si bien tiene sus ventajas frente al politeísmo (tiende a racionalizarse), también presenta inconvenientes: potencia el fanatismo y la intolerancia (puesto que sus preceptos son los verdaderos, deben imponerse a los demás, lo que da origen a las persecuciones religiosas) y, cuanto más poderosa sea la divinidad, más sentimientos destructivos genera en los hombres: autohumillación, sometimiento, penitencia, mortificación, etc.

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