Intelectualismo Moral y Sócrates
La teoría ética defendida por Sócrates identifica el bien con el conocimiento. Si se conoce qué es el bien y la justicia, se puede ser bueno y justo. De donde se puede deducir que la maldad es solo ignorancia. El sabio es el hombre bueno y el malo no es más que un ignorante. El hombre que conoce el bien y hace el mal no conoce qué es el bien. Todos los filósofos griegos defienden en mayor o menor medida el intelectualismo moral, pero el precursor y su principal defensor fue Sócrates.
La Visión de Aristóteles
Aristóteles considera que el conocimiento no es condición suficiente para la conducta justa y buena; desde el punto de vista de Aristóteles, para ser justo sería necesario saber qué es la justicia, pero es más importante querer hacerla.
La Ética Estoica
Para Zenón de Citio y los estoicos, el universo y el ser humano están regidos por un orden cósmico que ordena y regula todas las facetas de la realidad de forma inexorable. Los estoicos prefieren la libertad que comprende y acepta la voluntad del ser divino en cada momento, combatiendo las pasiones.
Racionalidad Estoica
Razón, divinidad, libertad, naturaleza y felicidad son elementos comunes. La razón, así, depara unas conductas:
- Individuales: dominio de los instintos y pasiones.
- Sociales: justicia y acatamiento de las leyes.
- Políticas.
Principios de la Ética Estoica
La ética del estoicismo es una ética de la fatalidad y se basa en oponer una resistencia constante a las pasiones o sentimientos dañinos. Sus enseñanzas se centraban en dotar a las personas de recursos y herramientas para enfrentarse a sus conflictos. Un arte para conseguir el autodominio y la apatía. Para los estoicos, los seres humanos debemos comportarnos con entereza y responsabilidad, pues solo así podemos desarrollar la virtud y la fortaleza.
Legado y Continuidad del Estoicismo
La ética de Zenón perduró y llegó a ser durante un tiempo la predominante en Roma, con notables modificaciones, abandonando gradualmente el interés en la física y la lógica y quedándose casi exclusivamente con una ética del esfuerzo y la disciplina.
Pirrón y el Escepticismo
La figura más representativa fue Pirrón de Elis.
El escepticismo de Pirrón fue una reacción contra la seguridad y el dogmatismo de las filosofías helenísticas. El escéptico se sitúa en una posición de permanente indagación, que le produce un estado de duda. Según Pirrón, nuestras percepciones son relativas, ya que nos muestran la realidad tal como aparecen a nuestros sentidos.
La Epoché y la Aphasía como Postura Moral
La solución escéptica de Pirrón fue suspender el juicio (epoché) y abstenerse de hablar sobre ninguna cuestión (aphasía). El pirronismo se alinea con la ética, pues la pretensión de Pirrón es que solo un escéptico puede aspirar a la felicidad al poder abstraerse de las angustias de la vida.
El Utilitarismo Ético
El criterio ético del utilitarismo busca el máximo bienestar del mayor número de individuos, la felicidad general (General Happiness). Esta doctrina ética sostiene que la felicidad de los individuos depende de la de los demás. El utilitarismo comenzó con Jeremy Bentham y John Stuart Mill.
Lo Útil como Conocimiento Práctico
Valora las cosas de manera distinta según el uso que se haga de ellas. Por tanto, lo malo es lo inútil y lo bueno es lo útil. Esta consideración ética perdura en nuestros días con el nombre de pragmatismo, el cual se caracteriza por hacer depender el juicio ético de los resultados prácticos y así medir la conducta bajo el criterio de su eficacia social.
El Hedonismo Utilitarista
El hedonismo utilitarista persigue el bienestar colectivo, bajo la idea de que del bienestar colectivo es del que se puede derivar el individual.
El Egoísmo Altruista
El utilitarista piensa que el individuo es fundamentalmente egoísta, pero intenta hacerle ver que la mejor dirección para alcanzar la felicidad pasa por alcanzar el bienestar de los que le rodean. Lo útil para el hombre, como ser social, es la mejora de la sociedad. De ahí que la mejora de la sociedad sea el camino que debe emprender quien sea egoísta y busque lo que le resulta más útil y placentero. La tesis de fondo es que yo no puedo ser realmente feliz si no lo son también todos los que me rodean.
El Utilitarismo como Ética Social
En Mill, la visión social no es un atomismo de los individuos, sino un organicismo.
Para los utilitaristas, el Todo es mayor que la suma de las partes. De ahí que un elemento simple no podrá lograr sus propósitos.
La Moral Marxista
El marxismo es la filosofía de Karl Marx y es fruto de la Revolución Industrial y de las duras condiciones de vida de los trabajadores de aquella época. Marx considera que la esencia del ser humano es el trabajo. Para Marx, la sociedad de su época está dividida en dos clases: la clase burguesa, que posee los medios de producción capitalistas, y la clase proletaria, que no posee nada más que su fuerza de trabajo. Esta situación es aceptada por el proletariado porque los burgueses han creado una superestructura ideológica que tiene la misión de esconder, disimular y justificar esta situación. Los marxistas creen que la «vieja moral» es una ideología que sirve para ocultar la explotación de la clase obrera. Según esta visión, los viejos códigos morales religiosos deben ser abandonados. Para Marx, la acción moralmente correcta es la necesaria para alcanzar la victoria del proletariado sobre la burguesía.
La Moral de los Señores en Nietzsche
Nietzsche realizó un estudio aplicado a la aparición de los valores de «bueno» y «malo». Esto le permitió distinguir entre una moral de los señores (una moral noble y superior) y una moral de esclavos (una moral enferma y resentida). Por obra del socratismo, del platonismo y del cristianismo, se ha efectuado una inversión de los valores, rechazando los valores “dionisíacos” en detrimento de los valores “apolíneos”. Esta moral invertida se impone gracias al cristianismo.
En Genealogía de la moral, Nietzsche propone que el hombre superior, el «noble», toma los valores inspirados en el antiguo héroe griego: la fortaleza, la ambición, la valentía, el honor. El auténtico sentido moral del término “bueno” corresponde a aquel que se ríe de los supuestos valores del mundo suprasensible de los cristianos y es el portador de la moral de los señores que dicen sí a la vida. Solo a partir de él se forma el concepto “malo”.
Ética Existencialista
El existencialismo es un movimiento filosófico inspirado en las ideas originarias de Kierkegaard. Para esta corriente, la existencia se convierte en el objeto de estudio esencial de la filosofía. El rasgo básico que define al existir es la libertad. Pero ser libre (estar condenado a ser libre, en palabras de Sartre) significa tener que elegir lo que uno quiere ser o hacia dónde debe dirigirse. Esa necesidad de tomar decisiones continuamente (en eso consiste precisamente vivir) conduce al hombre a la angustia. Para conjurarla, algunos seres humanos buscan consuelo en las ideologías o las religiones; ellas le dicen lo que debe hacer y le evitan de esa manera el tener que elegir a cada paso de su vida. Ahora bien, esa será una existencia inauténtica, un consuelo bajo forma de ideología. El hombre auténtico debe aceptar que no existen leyes inmutables, ni en la naturaleza ni siquiera en Dios puesto que no existe, y que su existencia es una ‘pasión inútil’ que surge de la nada y a la nada vuelve. Sin embargo, desde su actuación ética, el ser humano no debe ser pasivo socialmente. Para el existencialismo, el sujeto tiene la obligación moral de actuar sobre la sociedad para transformarla mediante valores puramente humanos.
La Ética Dialógica
La ética dialógica, cuyo precursor fue Sócrates, famoso por el método mayéutico o de diálogo, resurge con fuerza en la ética discursiva creada por Karl Otto Apel y Jürgen Habermas. Ambos autores creen que la aportación kantiana es óptima, pero adolece de un defecto: considerar que la racionalidad moral es «monológica», cuando en realidad es dialógica. Es decir, las personas llegamos a la conclusión de que una norma es ley moral a través del diálogo con los demás.
Los partidarios de la ética del discurso centran su preocupación en la dignidad humana. La ética del discurso afirma que cada persona ha de reconocerse como interlocutor válido en cuantas normas le afecten. Cuando se delibere sobre la corrección de esas normas, somos dignos de ser tenidos en cuenta en las decisiones:
- Cualquier sujeto capaz de lenguaje y acción puede participar en el discurso.
- Cualquiera puede discutir.
- Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades.