Como deduce Descartes la existencia de la realidad exterior

3.1) VIDA Y OBRA

Nace en 1566, en seno de familia noble de la Turena francesa. Estudia en La Flèche y conoce la filosofía escolástica. Desengaño > se propone encontrar un método similar al matemático, para hacer de la filosofía un saber definitivo. Persigue convertir a la filosofía en una ciencia en la que no quepa el error y acabe con la diversidad teórica; una fundamentación para todo el saber.

En 1618 empieza la Guerra de Los Treinta Años y se alista. En 1619, tiene en sueños la intuición del método buscado. Lo interpreta como una señal. Escribe en 1628 «REGLAS PARA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU». Reside en París hasta 16629, cuando se traslada a Holanda en busca de tolerancia y tranquilidad. Escribe una tésis aceptando el Heliocentrismo, que no publicará debido al castigo a Galileo en 1633. Esa es una muestra de conflicto entre la autoridad y la libertad de pensamiento.

Aún evitando problemas religiosos, Descartes fue acusado de ateísmo y pelagianismo en Holanda. Escribe «MEDITACIONES METAFÍSICAS» en 1641, «PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA» en 1644 y «TRATADO DE LAS PASIONES» publicado en 1649. «DISCURSO DEL MÉTODO», su obra más importante, fue presentada en 1837.  En 1649 es llamado a la corte de Cristina de Suecia. Muere aquejado de neumonía en 1650.

La filosofía cartesiana supondrá una revolución por su crítica racional y porque pone acento en el sujero que piensa y conoce.

3.3) EL MÉTODO

Lo primero que se plantea es conocer la estructura de la razón. La razón conoce gracias a dos operaciones fundamentales: la INTUICIÓN (luz o instinto natural que permite conocer una concepto con absoluta certeza) y la DEDUCCIÓN (la cadena de conexiones necesarias que se establece a partir de conceptos que conocemos con certeza, las intuiciones). 

Las reglas que garanticen el empleo correcto de estas dos operaciones de la mente son las siguientes:

– EVIDENCIA: admitir únicamente como verdadero a aquello que se presente a nuestra razón como evidente.

– ANÁLISIS: descomponer los conocimientos hasta llegar a los elementos más simples, pudiendo llegar a las percepciones claras, a intuiciones.

– SÍNTESIS: a partir de las ideas simples empezar un proceso de deducción mediante una cadena de intuiciones, hasta reconstruir lo más complejo.

– ENUMERACIÓN: revisar y comprobar todo el proceso de análisis y síntesis.

Descartes propone aceptar únicamente aquel principio que resista toda crítica. Así, la duda es el punto de partida de la filosofía cartesiana.

La duda metódica

Descartes confía sólo en la razón del sujeto que conoce. Las carácterísticas de la duda cartesiana son las siguientes:

– UNIVERSAL y RADICAL: cuestiona todas las certezas, aunque parezcan evidentes.

– METÓDICA y no escéptica: La duda escéptica es una duda permanente. La cartesiana es provisional y constructiva, un punto de partida para buscar la certeza. Y es metódica porque forma parte del método; un instrumento para alcanzar la verdad y construir la filosofía.

– TEORÉTICA: solo debe afectar al nivel de la reflexión filosófica, y no al de las creencias y la conducta. El proyecto cartesiano incluye una filosofía práctica, la ética, que Descartes dejó para el final de su sistema. Entretanto propone una moral provisional que no cuestiona las creencias comúnmente aceptadas.

Para justificar la necesidad de esta duda universal se esgrimen las siguientes razones:

– EL ENGAÑO DE LOS SENTIDOS: debemos dudar del conocimiento sensible.

– LA IMPOSIBILIDAD DE DISTINGUIR ENTRE LA VIGILIA Y EL SUEÑO: podríamos estár soñando lo que creemos estar viviendo y confundir sueño y realidad.

– LA HIPÓTESIS DE UN GENIO MALIGNO que nos engaña y hace que nos equivoquemos en nuestros propios razonamientos.

Sin embargo la duda cartesiana tropezará con una primera certeza de la que no se puede dudar y que tiene su origen en la misma duda: la propia existencia del sujeto que piensa y duda.


3.5) LA METAFÍSICA DE Descartes: LAS TRES SUSTANCIAS

Descartes consideraba a la Metafísica como el cimiento del saber. El punto de partida es una primera verdad evidente de la que es imposible dudar y del que se puede desarrollar un sistema de deducciones.

La sustancia pensante: «Pienso, luego existo»

El hecho de pensar y dudar nos obliga a admitir la existencia de un yo, que es el que piensa y duda, luego existe: «Pienso, luego existo» (cogito, ergo sum). No debemos dejarnos engañar por la expresión «luego»: el cogito cartesiano no es una deducción, sino una intuición.

Al afirmar mi propia existencia lo único que afirmo es la existencia de algo que piensa: todo lo que esa cosa percibe o piensa sigue siendo objeto de duda. Esto tendrá que ser probado a partir de la primera verdad innegable. Encuentra en el cogito un ejemplo de certeza indudable, un criterio de verdad aplicable a partir de ahora: desde entonces aceptará como cierto todo aquello presentado con la misma claridad y distinción.

Descartes solo puede partir del pensamiento para demostrar la realidad. En él encuentra las ideas que piensa el yo. El concepto de idea cambia a partir de Descartes: la idea no garantizaba la existencia de la realidad que le corresponde. El pensamiento piensa ideas y no cosas, y a partir de ahora habrá que demostrar que a la idea le corresponde una realidad.

Descartes entiende que todas las ideas son igualmente reales en cuanto a que son actos mentales -una realidad subjetiva-, pero no todas tienen la misma realidad si se considera que la idea representa un objeto -realidad objetiva-. El cogito defiende la realidad subjetiva de las ideas, pero no dice nada acerca de la realidad objetiva de estas. Para intentar saberlo, Descartes investiga el origen de las ideas, y en función de ese origen las divide en tres tipos:

– ADVENTICIAS: las que me llegan de la experiencia externa

– FACTICIAS: las que construye la mente a partir de otras ideas.

– INNATAS: ideas claras y distintas que el entendimiento parece encontrar en sí mismo, pero no las construye la mente ni proceden de la experiencia.

El único hilo posible de investigación son las innatas, ya que no dependen de la realidad exterior, la misma que Descartes aún no ha demostrado.

La sustancia infinita: Dios

Entre las ideas innatas, Descartes encuentra la de infinito. Descartes, contradiciendo a la versión tradicional, afirma que el concepto de finito proviene del de infinito, que no es una idea con origen en mí: ha debido ser puesta por una naturaleza más perfecta que yo, porque la causa de la idea de una sustancia infinita solo puede ser una sustancia infinita: Dios. Descartes prueba la existencia de este mediante dos argumentos:

– EL ARGUMENTO DE LA OBJETIVIDAD DE LAS IDEAS: la idea como realidad objetiva requiere una causa real proporcionada. Así, la idea de un ser infinito requiere una causa infinita, y la idea de un ser más perfecto que yo solo puede haber sido puesta en mí por un ser que reúna todas las perfecciones en las que pueda pensar.

– EL ARGUMENTO ONTOLÓGICO, que Descartes toma de San Anselmo.

Una vez demostrada la existencia de Dios, queda garantizado el principio de evidentcia, porque Dios en su infinita bondad no permitiría que me equivocara al percibir algo con total claridad y distinción. Dios encuentra así su papel fundamental en la filosofía cartesiana: ser la garantía de la verdad.

La sustancia extensa: el mundo

El cogito no ha podido demostrar la existencia de la realidad. Sin embargo, Descartes afirma que la veracidad de Dios garantiza que existe el mundo exterior al pensamiento: la infinita bondad de Dios no permitiría que nos engañásemos al percibir los cuerpos como dotados de extensión.

Dios garantiza las CUALIDADES PRIMARIAS -extensión, figura, y movimiento-, cualidades objetivas sobre las que es posible tener un conocimiento claro y distinto. Todo cuerpo es extenso, y la extensión es medible y cuantificable. Descartes ha geometrizado los cuerpos. Las CUALIDADES SECUNDARIAS -color, olor y sonido- son subjetivas; son causadas en nosotros. Son eliminadas de la física cartesiana, igual que las fuerzas que actúan desde el interior de los cuerpos.

El universo carteriano se reduce a MATERIA y MOVIMIENTO. No obstante la materia no explica por sí misma el movimiento, y como es obvio que el movimiento existe, Descartes se ve obligado a explicarlo.

El movimiento del universo se explica recurriendo a Dios como causa primera: Dios creó la materia y con ella el movimiento, y conserva invariable en el universo la cantidad de movimiento, aunque esté movimiento se esté continuamente transfiriendo de un cuerpo a otro. Descartes lo deduce a través de la inmutabilidad divina: Dios es inmutable y no puede estar sometido al cambio.

La comunicación de las sustancias

A patir del cogito, Descartes llega a la existencia de tres «cosas» (res, en latín) o sustancias, cada una definida por un atributo, una cualidad inseparable de la misma sustancia:

– SUSTANCIA PENSANTE (res cogitans):El yo o alma. Le corresponde el atributo del pensamiento.

– SUSTANCIA INFINITA (res infinita): Dios, al que le corresponde la perfección.

– SUSTANCIA EXTENSA (res extensa): Los cuerpos, la materia. Le correponde la extensión.

La SUSTANCIA es aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir. En sentido absoluto, esta definición solo correspondería a la sustancia infinita. Sin embargo, en sentido relativo también es aplicable a las otras dos sustancias, puesto que materia extensa y pensante son independientes la una de la otra, aunque ambas dependientes de Dios.

En el ser humano hay dos sustancias separadas: cuerpo y alma. Descartes habló de la independencia entre estas dos sustancias al definir el yo como «una cosa que piensa», y subrayar que «ese yo -es decir, mi alma, por la que soy lo que soy- es entero y absolutamente distinto de mi cuerpo, y puede existir sin este.

Las dos sustancias son heterogéneas y están comunicadas. Descartes se ve obligado a justificarla, y recurrirá a la glándula pineal. El propio Descartes acabará reconociendo que no hay una idea clara y distinta sobre la forma de comunicación. El dualismo cartesiando separa el alma del cuerpo de manera mucho más radical que Platón, al considerarlos sustancias autónomas e independientes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *