Contexto del Empirismo de Hume
El empirismo constituye el segundo gran movimiento de la filosofía moderna junto con el racionalismo. La doctrina empirista surge como una teoría opuesta al racionalismo en cuanto al origen del conocimiento: según el racionalismo sería posible deducir el edificio entero de nuestros conocimientos acerca de la realidad a partir de ciertas ideas y principios innatos en el entendimiento. La corriente empirista, por el contrario, sostiene que el entendimiento no posee ni ideas ni principios innatos: con anterioridad a la experiencia, nuestro entendimiento es como una página en blanco en la que nada hay escrito. De este modo se derivan cuatro consecuencias importantes:
- Establecimiento de la evidencia sensible como criterio gnoseológico de verdad: frente a la evidencia intelectual del racionalismo cartesiano, el empirismo mantendrá que el criterio que nos permite diferenciar lo verdadero de lo falso es la evidencia del dato sensible. El conocimiento sensible nos puede poner en contacto con lo real y la evidencia sensible nos permite diferenciar entre lo real y lo no real.
- La hipervaloración empirista del conocimiento sensible conlleva el rechazo como legítimo de cualquier contenido que no tenga un correlato previo en la experiencia. Se rechaza, por ejemplo, la idea de sustancia o la idea de alma.
- Negación de la posibilidad de un conocimiento universal válido y verdadero: puesto que del conocimiento sensible solo percibimos los seres concretos que son cambiantes. No hay, pues, verdades absolutas.
- Esta concepción del conocimiento está vinculada a sus ideas políticas, a las ideas democráticas y liberales: puesto que ningún hombre puede reivindicar el derecho a poseer la verdad absoluta, no puede afirmar que sus creencias son más verdaderas que las de los demás y no debe imponer sus creencias a la fuerza. El marco de convivencia sociopolítico debe ser la tolerancia.
Teoría del Conocimiento
1. Los Elementos del Conocimiento: Impresiones e Ideas
La experiencia sensible es la fuente y el límite de nuestro conocimiento. Hume divide las percepciones en impresiones e ideas:
- Las impresiones: Son los datos inmediatos de la experiencia, como las sensaciones y las reflexiones. Las impresiones son actos originarios en nuestro conocimiento mediante los cuales conocemos las cualidades de los objetos del “mundo exterior”.
- Las ideas: Son descritas por Hume como las representaciones, copias o imágenes atenuadas de las impresiones del pensamiento. Hume intenta hacer derivar todo nuestro conocimiento de las impresiones, de los datos inmediatos de la experiencia sensible.
Hume describe la diferencia entre las impresiones y las ideas en términos de intensidad y viveza: la diferencia consiste en los grados de fuerza y viveza con que inciden sobre la mente y se abren paso en nuestro pensamiento o conciencia. Las impresiones son aquellas percepciones que penetran con mayor fuerza. Las ideas son las imágenes de las mismas al pensar y razonar. Las impresiones se diferencian, por tanto, de las ideas, en que aquellas son mucho más vivas y tienen mucha más fuerza que estas.
Hume hace una distinción entre percepciones simples y percepciones complejas:
- Las percepciones simples: No admiten distinción ni separación, es decir, no se pueden descomponer en elementos más simples. Para Hume, las percepciones simples son las de mayor valor cognoscitivo.
- Las percepciones complejas: Admiten distinción y separación dentro de ellas, es decir, pueden descomponerse en partes.
2. Asociación de Ideas
Las ideas se enlazan entre ellas: es el fenómeno de la “asociación de ideas”. Las ideas se asocian “naturalmente” por economía y simplicidad. Hume establece una diferencia entre memoria e imaginación. Cuando la mente ha recibido impresiones, estas pueden reaparecer de dos modos:
- Con un grado de viveza intermedio entre el de una impresión y el de una idea. La facultad por medio de la cual repetimos nuestras impresiones de este modo es la **memoria**.
- Como meras ideas, como débiles copias o imágenes de impresiones. La facultad mediante la cual repetimos las impresiones de este segundo modo es la **imaginación**.
La diferencia entre la memoria y la imaginación radica en su distinto modo de proceder:
- La memoria conserva las ideas simples, su orden y su posición. En la memoria hay una conexión inseparable entre las ideas.
- La imaginación puede combinar las ideas simples arbitrariamente o descomponer ideas complejas en otras simples y reagruparlas después.
La imaginación contiene una combinación libre de ideas. Esta opera según algunos principios generales de asociación. Hume habla de la existencia de un “principio unitario de las ideas” y lo describe como una fuerza “suave”. Hume formuló tres leyes mentales básicas de la asociación de ideas:
- Ley de semejanza.
- Ley de contigüidad espacio-temporal.
- Ley de causa y efecto.
3. Tipos de Conocimiento
Hume introduce una distinción relativa a los modos o tipos de conocimiento. Nuestro conocimiento es de dos tipos: conocimiento de las relaciones existentes entre las ideas (Relaciones entre ideas) y conocimiento factual (Cuestiones de hecho).
- Relaciones entre ideas: Cuando todas las ideas proceden, en último término, de la experiencia de los hechos, la relación entre las mismas es independiente de la experiencia. Se trata de un conocimiento que no se refiere a hechos, sino a una relación, y por ello su verdad no depende de la experiencia. Las relaciones entre ideas se expresan en juicios analíticos, que son aquellas proposiciones en las que el predicado está contenido en el sujeto. Los juicios analíticos son universales y necesarios, son “a priori”. A este tipo de conocimiento pertenecen la **lógica** y las **matemáticas**.
- Cuestiones de hecho: Nuestro conocimiento puede referirse a hechos. Puesto que las cuestiones de hecho se refieren a los hechos mismos, este tipo de conocimiento no puede tener, en último término, otro fundamento y justificación que la experiencia sensible misma, ya que se refiere a ella. Las cuestiones de hecho se expresan en juicios sintéticos, que son aquellas proposiciones en las que el predicado no está contenido en el sujeto. Los juicios sintéticos no son universales ni necesarios, son “a posteriori”. A este tipo de conocimiento pertenecen la **física** y las **ciencias experimentales**.
Crítica a la Idea de Sustancia: Las Tres Sustancias
- La sustancia material: Problema de la existencia del mundo: La idea de sustancia material es la que concebimos como un sustrato o “soporte” en el que se apoyan muchas cualidades. Lo único que captamos por las impresiones son tales cualidades; no podemos saber si tal idea compuesta, la sustancia material, responde a algo real. Lo real, para nosotros, solo puede ser concebido como una multiplicidad de cualidades, sin que podamos racional y lógicamente saber si existe una sustancia material o no. Hume no niega la existencia de tal sustancia; lo que dice es que no podemos demostrar racionalmente su existencia o inexistencia.
- La sustancia divina: Problema de la existencia de Dios: Sobre la base de un empirismo tan radical, y suprimido el principio de causalidad, las diversas demostraciones de la existencia de Dios quedan invalidadas: de Dios no tenemos experiencia directa, está más allá de nuestras impresiones, no sabemos si existe; así que no podemos remontarnos a él a través de supuestos efectos.
- La sustancia psíquica: Problema de la identidad personal: Consideramos ahora el yo personal como realidad. La crítica de Hume alcanza también al yo como realidad distinta de las impresiones o ideas. La existencia del yo como sustancia, como sujeto permanente de nuestros actos psíquicos, no puede justificarse por una intuición, ya que solo tenemos intuición de nuestras ideas e impresiones y ninguna impresión es permanente, sino que todas son pasajeras. Para explicar la conciencia de la propia identidad personal, Hume recurre a la memoria, y gracias a esta, reconocemos la conexión existente entre las distintas impresiones que se suceden: el error consiste en que confundimos sucesión con identidad.
Ética
En el análisis de la moralidad humana, Hume aplica las mismas distinciones establecidas en su teoría del conocimiento. La moralidad tiene lugar dentro de las percepciones de la mente humana. Mediante la percepción conocemos hechos, establecemos relaciones entre ideas, distinguimos entre el vicio y la virtud, censuramos o elogiamos determinadas acciones y aprobamos o condenamos ciertos modos de ser. Así, utilizamos los conceptos morales fundamentales que son: bien, mal, virtud, vicio. La moralidad no depende de la razón.
Escepticismo y Acción: Razón y Pasión
El escepticismo de Hume supone una teoría de la acción, es decir, una ética. La necesidad que tiene el hombre de actuar proviene de que los objetos externos ejercen tal presión sobre nosotros y las pasiones nos solicitan de tal manera que es imposible dejar de actuar, lo que implica, en cierto modo, creer. Hume establece una distinción entre el terreno de la razón (el conocimiento) y el terreno moral (acciones y pasiones). La razón es la fuente por la que obtenemos conocimientos cuyo objetivo es la captación de la verdad mediante juicios. El conocimiento es pasivo y tiene diversas clases que van de más a menos certeza: relaciones entre ideas (conocimiento por demostración) y cuestiones de hecho (conocimiento por probabilidad). Las pasiones son aquellas instancias que nos llevan a actuar, como el placer, dolor, miedo. Son existencias originarias.
Hume afirmó: “La razón es y debe ser esclava de las pasiones”.
El Emotivismo Humeano y la Simpatía
Hume va a defender un emotivismo moral según el cual toda moralidad (o ética) depende de nuestros sentimientos: cuando una acción o una cualidad de la mente nos produce una impresión agradable, decimos que es virtuosa, y cuando es desagradable, es viciosa. A este sistema ético, que sostiene que el origen de las distinciones morales está en los sentimientos y emociones humanas, se le denomina “emotivismo moral”.
Al hablar de sentimientos morales, se podrían confundir con el egoísmo. Para Hume, se trata de un ingrediente fundamental de la naturaleza humana, aunque no lo entienda radical y exclusivamente como Hobbes, sino conviviendo con sentimientos altruistas.
Hume denominará “simpatía” al origen del sentimiento moral no interesado, o también sentimiento de humanidad, benevolencia, generosidad o filantropía universal (y altruismo). La simpatía es la comunicación o contagio de un estado de ánimo de un hombre a otro.
Las Distinciones Morales se Derivan de un Sentimiento Moral
El curso de la argumentación nos lleva a concluir que, dado que el vicio y la virtud no pueden ser descubiertos simplemente por la razón o comparación de ideas, solo mediante alguna impresión o sentimiento que produzcan en nosotros podemos señalar la diferencia entre ambos. Nuestras decisiones sobre la rectitud (bondad) o depravación (maldad) morales son percepciones. La moralidad es más propiamente sentida que juzgada. La impresión surgida de la virtud es algo agradable, y la procedente del vicio es desagradable.