Friedrich Nietzsche: Un Legado Filosófico Radical
Friedrich Nietzsche (1844-1900) fue un filósofo alemán cuya obra se fundamenta en una crítica radical a los cimientos de la cultura occidental. Esta crítica se dirige principalmente a una religión y una moral que, según él, han suplantado e intervenido en los valores propios del ser humano.
La Crítica Nietzscheana a la Moral
La crítica de Nietzsche hace hincapié en los valores morales, ya que sostiene que el principal error de la moral es ir en contra de la naturaleza y de la vida. Es una moral que, a través de normas y leyes surgidas en una sociedad, se opone a los instintos vitales. Esto no significa que el autor esté totalmente en contra de la moral en sí, sino que no acepta la moral actual, proponiendo la necesidad de un cambio y la corrección de las costumbres humanas.
Moral de Esclavos y Moral de Señores
A partir de esta crítica, Nietzsche distingue dos tipos fundamentales de moral:
La Moral de los Esclavos
- Se caracteriza por ser una moral del dolor, la humildad, la amabilidad y la compasión.
- Estos valores son propios de personas inmersas en una cultura donde predomina la servidumbre ante ídolos (Dios, Ciencia, Razón).
- Esta moral impide al individuo ser dueño de sí mismo, convirtiéndose en una necesidad seguir ciertas reglas; prefiere someterse antes que decidir.
- Representa los valores que nacen del judaísmo y que hereda el cristianismo; es la moral del pueblo cristiano y de la cultura occidental.
La Moral de los Señores
- Es una moral que ama la vida, el poder y la grandeza.
- Es propia del Übermensch (superhombre), quien desea la «muerte de Dios».
- Esta moral surge antes del cristianismo, donde el señor es dueño de sí mismo e inventa sus propias reglas.
- No necesita de un dios que lo guíe y le dé sentido a su vida.
El Nihilismo y el Übermensch (Superhombre)
Quienes no creen necesaria la existencia de un Dios como guía poseen un estado de nihilismo, el cual implica un estado de existencia del hombre debido a la «muerte de Dios».
El hombre superior, el noble, es quien se ríe de los valores del mundo y el detentador de la moral de los señores, que poseen valores activos y afirmativos de la vida. En cambio, el esclavo, el débil, el impotente, es aquel que dice «no» y defiende valores como la compasión, la humildad y la resignación. Nietzsche sostiene que donde se habían colocado todos los valores, en el mundo suprasensible, no hay nada. Y ahí, en la nada misma, se encontraba Dios, concebido como sinónimo de nihilismo.
Sostiene que la «muerte de Dios» permite, de algún modo, la superación del hombre y, consigo, el surgimiento del Übermensch (superhombre), quien establecerá la moral de los señores.
Características del Nihilista Activo (el Übermensch)
- Fidelidad a la vida: No acude a nadie más para vivir, no busca un sentido trascendental, sino que disfruta, goza, siente y se apasiona.
- Creación de valores: No cree en valores absolutos, sino que inventa los suyos propios.
- Individualismo: Busca diferenciarse de la realidad y es solitario, ya que es considerado incomprendido.
- Pragmatismo: Para él, las cosas son verdaderas o falsas si son útiles.
- Arraigo: Rechaza la prudencia y la cobardía, y acepta perder o ganar.
- Eterno Retorno: Vive como si la vida se fuera a repetir eternamente.
La Crítica a la Religión Cristiana
En cuanto a la religión cristiana, Nietzsche sostiene que toda religión nace del miedo y de la angustia del ser humano ante sí mismo, por lo que ninguna religión contiene una verdad absoluta.
Esta religión, concretamente, ha invertido los valores de la antigüedad grecorromana, que eran valores de vida, y ha inventado un mundo celestial que conlleva una desvalorización del mundo terrenal.
Para Nietzsche, este mundo, la Tierra y la vida, es lo único que hay; no existe una vida distinta a esta y, por eso, desde una postura ateísta típica del autor, la vida termina donde comienza el reino de Dios. Solo se fomentarán valores mezquinos como la obediencia, el sacrificio y la humildad, que son sentimientos propios de un rebaño. Además, para acabar con la moral vulgar que se opone a los valores de la verdadera virtud (nobleza, poder), hay que acabar con el pilar fundamental de la religión: Dios.
Implicaciones de la «Muerte de Dios»
La «muerte de Dios» puede ser, para quienes se aferran a él, una desorientación en su vida, ya que encuentran sentido en ella aferrándose a un ser superior. Dios es considerado por estos el fundamento absoluto de la verdad, ya que es quien juzga, por lo que su muerte es difícil de superar y soportar.
Frente a esta realidad, hay personas que optan por enfrentarse a la «muerte de Dios» y crear su propia autoridad, pero otros no lo soportan y buscan señales en la misma autoridad. Aquí podemos distinguir dos actitudes del ser humano:
- El hombre pasivo: Es quien necesita de una autoridad que le marque el sentido moral de su existencia.
- El hombre activo: Es quien inventa sus propias reglas y no obedece ninguna.
¿Por qué el hombre activo no obedece ninguna regla? Porque sabe que nadie tiene la certeza absoluta y cree que puede rebelarse a cualquier ser humano, ya que ninguno es privilegiado. Nada es natural, por lo que nadie puede exigir el cumplimiento de ninguna regla.
La Voluntad de Poder
Y de ahí es donde surge la voluntad de poder, que permite al individuo trascender la moral de esclavos o señores, y establecer sus propias reglas, ejerciendo su influencia y auto-superación.