La Ética y la Política: Legalidad y Legitimidad en el Estado
La legalidad se refiere a aquello que está establecido en las leyes, mientras que la legitimidad hace referencia al problema de la justicia o injusticia de las leyes. Cuando las leyes entran en conflicto con la conciencia moral de un individuo, es posible la llamada desobediencia legítima o desobediencia civil, la cual no es reprobable desde el punto de vista ético, aunque sea castigada desde el punto de vista legal.
El Derecho es el conjunto de leyes que han sido establecidas en un Estado. Un Estado es una asociación política con dominio sobre un área determinada, una agrupación de individuos que viven bajo un mismo poder político en un mismo territorio. Normalmente, incluye una serie de instituciones que afirman su autoridad para crear y modificar las leyes que controlan a la población.
Históricamente, han existido distintas formas de legitimación del Derecho, las cuales están relacionadas con las formas de legitimación de los Estados. Las principales son:
Iusnaturalismo: Fundamentos del Derecho Natural
De modo general, se basa en la distinción entre el Derecho natural (aquel derecho que existe por naturaleza y que podemos captar a través de la razón) y el Derecho positivo o conjunto de leyes existentes en un momento y tiempo determinados. El iusnaturalismo fundamenta el Derecho positivo (las leyes puestas en un Estado) en el Derecho natural, por ser este superior.
Dentro del iusnaturalismo, es posible distinguir dos versiones que corresponden a diferentes momentos históricos. Una de ellas es el iusnaturalismo teológico, en el cual el fundamento último de la ley positiva es la ley de Dios, creador de la naturaleza. Son representantes del iusnaturalismo teológico San Agustín y Tomás de Aquino. Predomina en la Edad Media, aunque continúa vigente en la legitimación del Absolutismo. Se vincula a regímenes de tipo teocrático, en los cuales el poder se halla justificado por haber sido otorgado por Dios al gobernante.
Positivismo Jurídico: La Ley como Fuente de Legitimidad
Representado por pensadores como Hans Kelsen, el positivismo jurídico sostiene que el Derecho es legítimo por haber sido promulgado; lo justo es, por tanto, lo que dice la ley. Esta corriente surge en los siglos XIX y XX.
Aristóteles: La Filosofía Política y el Hombre como Animal Político
El ser humano es social por naturaleza, una postura que se contrapone a las teorías de los sofistas, quienes consideraban que la sociedad humana era producto de la convención. Para Aristóteles, el hombre tiende por naturaleza a vivir en sociedad; es un «animal político» (zoon politikon). La naturaleza ha dotado al hombre de logos (pensamiento racional y palabra), una capacidad mediante la cual puede comunicarse sobre lo justo y lo injusto. Los animales, sin embargo, son solo seres gregarios; poseen voz, que es suficiente para comunicar el placer y el dolor.
Niveles de la Vida Comunitaria según Aristóteles
La vida comunitaria, según Aristóteles, se desarrolla en tres niveles:
- Familia o Casa (Oikos): Cubre las necesidades básicas y cotidianas. Se entiende la familia en sentido amplio, como unidad económica básica, ya que no solo incluye a las personas con lazos de sangre, sino también a las posesiones y los esclavos.
- Aldea: Es la comunidad formada por varias familias, y su finalidad es satisfacer las necesidades no cotidianas.
- Estado o Polis: Es la forma más perfecta de asociación, que surge de la unión de varias aldeas. Su finalidad es que el hombre pueda alcanzar la felicidad (eudaimonia), y debe ser capaz de autoabastecerse y autogobernarse. También se ocupa de la educación.
Formas de Estado o Gobierno en la Filosofía Aristotélica
En cuanto a las formas de Estado o de gobierno, Aristóteles diferencia entre los regímenes rectos o justos, que buscan el bien común de los gobernados, y los injustos o desviaciones de los anteriores, que buscan el bien particular de los gobernantes.
Entre los regímenes justos se distinguen:
- Monarquía: Gobierno de uno, buscando el bien común.
- Aristocracia: Gobierno de un grupo selecto, buscando el bien común.
- República (Politeia): Gobierno de la mayoría, buscando el bien común.
Sus respectivas desviaciones o formas injustas serían:
- Tiranía: Desviación de la monarquía.
- Oligarquía: Desviación de la aristocracia.
- Democracia (en su sentido peyorativo): Desviación de la república, donde la mayoría gobierna en su propio interés.
Teorías del Contrato Social: Origen del Poder Político
De modo general, las teorías del contrato social emplean el siguiente esquema para explicar el origen y la legitimidad del poder político:
- Se establece la hipótesis de un estado previo a la constitución de una sociedad regulada por leyes, al cual se denomina «estado de naturaleza«. Este no corresponde a ningún momento histórico concreto, sino que sirve como un constructo teórico para estudiar la génesis del poder del Estado.
- Dado que en el estado de naturaleza no es posible la convivencia armónica (porque las leyes naturales, que son normas morales, no son suficientes para garantizar el orden), los individuos han de establecer un pacto o contrato social. Mediante este pacto, se instaura un Estado o poder político capaz de garantizar el cumplimiento de las leyes positivas y la convivencia.
La Dimensión Moral del Ser Humano: Libertad y Responsabilidad
Como hemos estudiado en la parte de antropología, los animales se enfrentan principalmente a problemas de supervivencia que resuelven de modo instintivo. De alguna manera, sus acciones están determinadas biológicamente; no tienen capacidad de decidir, carecen de libertad y tampoco poseen capacidad de pensamiento abstracto. Por ello, su comportamiento es amoral.
La vida, en cambio, plantea al ser humano problemas más complejos, ante los cuales puede elegir distintas formas de actuar, teniendo en cuenta las consecuencias de sus actos. Para ello, emplea su capacidad racional: reflexiona sobre lo que está bien o lo que está mal, y posee conciencia moral. El problema moral se plantea cuando elegimos un determinado criterio o punto de vista para actuar.
Libertad y Responsabilidad: Pilares de la Ética
El ser humano posee una estructura moral. Es libre porque puede elegir al no estar predeterminado, a diferencia de los animales. Es libre gracias a que es un ser racional que puede reflexionar, valorando las consecuencias de sus acciones. Sin embargo, el hecho de ser libres nos hace responsables. Estas dos condiciones, libertad y responsabilidad, hacen posible la ética.
La libertad se define como la capacidad para elegir entre distintas posibilidades. Se puede distinguir una libertad puramente física (para moverse de un lugar a otro) de la libertad moral.
La responsabilidad es la capacidad de responder o justificar la propia conducta y sus consecuencias.
Determinismo y Circunstancias en la Acción Moral
Existen teorías que niegan la libertad de los seres humanos, denominadas deterministas. El determinismo puede ser de distintos tipos:
- Determinismo físico/natural: Nuestros actos son consecuencia de las leyes físicas y naturales.
- Determinismo teológico/cósmico: Una divinidad o fuerza cósmica establece todo cuanto sucede de modo necesario.
- Determinismo social/cultural: El comportamiento humano está determinado por la sociedad y la cultura a la que el individuo pertenece.
Sin caer en el determinismo absoluto, hay que reconocer que los seres humanos no son libres por igual en todas las situaciones. Pueden existir circunstancias atenuantes, que son factores que en una situación hacen menor la responsabilidad de la persona que actúa porque su libertad se reduce. También pueden existir circunstancias eximentes, factores que en una situación eliminan la responsabilidad del sujeto, ya que no es libre en absoluto.
El comportamiento del ser humano puede ser moral (si sigue las normas de una moral determinada) o inmoral (si actúa de modo contrario a una determinada forma de moral).
Immanuel Kant: La Ética Formal y el Imperativo Categórico
Immanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán del siglo XVIII, figura central de la Ilustración, rechaza todas las teorías éticas materiales y propone una ética formal.
Crítica de Kant a las Éticas Materiales
La crítica de Kant a las éticas materiales se fundamenta en los siguientes puntos:
Son empíricas y a posteriori: Su contenido procede de generalizaciones a partir de la experiencia. La pretensión de Kant es formular una ética cuyos imperativos sean universales, y la universalidad no puede derivarse de la experiencia.
Emplean imperativos hipotéticos: Kant distingue dos tipos de imperativos o mandatos:
- Imperativos hipotéticos: Aquellos que ordenan el cumplimiento de una acción solo si se dan ciertas condiciones (ej., «Si quieres X, debes hacer Y»).
- Imperativos categóricos: Aquellos que ordenan absolutamente y sin condiciones (ej., «Debes hacer Z»).
Las éticas materiales y teleológicas emplean imperativos hipotéticos: si queremos un fin, debemos realizar ciertas acciones. Los preceptos de las éticas materiales son hipotéticos o condicionales, solo valen como medios para un fin, por lo que no pueden ser universalmente válidos.
Son heterónomas: Esto significa que la voluntad es determinada por principios ajenos a la razón. La autonomía, por el contrario, consiste en que el sujeto se dé a sí mismo la ley. Las éticas materiales son heterónomas porque la voluntad es determinada a obrar por inclinaciones o deseos, no por la razón pura.
El Imperativo Categórico Kantiano: Obrar por Deber
Kant propone un imperativo categórico como fundamento de su ética, y lo formula del siguiente modo:
«Obra de tal modo que puedas querer que tu máxima se convierta por tu voluntad en ley universal.»
Para entender esta formulación, es preciso comprender sus componentes:
- Querer: Implica el uso de la razón y la voluntad. Querer no es lo mismo que apetecer o desear.
- Máxima: Norma o principio concreto que dirige una acción individual.
- Universal: Se trata de generalizar la norma y comprobar si racionalmente podemos aceptarla como válida para todos, en todo momento.
El imperativo categórico exige hacer en cada caso lo que se debe hacer. La obligación se la impone cada persona a sí misma; es su propia razón quien le ordena las normas. Por eso, la ética de Kant es autónoma.
Según Kant, solo es moralmente correcto obrar por deber, y no por ningún otro motivo (como la inclinación o el interés). No basta, por tanto, con realizar acciones conforme al deber (cumplir el deber por una razón externa), sino que es fundamental obrar por deber (la acción se realiza porque es el deber mismo). Kant tiene en cuenta la intención del sujeto, no el resultado de las acciones. Solamente es buena la voluntad que obra por deber. Si se actúa por deber, no importan las consecuencias, lo que caracteriza a esta como una ética deontológica. Las acciones en sí mismas no son buenas ni malas; únicamente la voluntad que las impulsa.