Fundamentos del Pensamiento Filosófico: Mito, Logos y Racionalismo

Del Mito al Logos: El Origen del Pensamiento Filosófico

El paso del mito al logos representa el origen del pensamiento filosófico en la Antigua Grecia, a partir del siglo VI a.C. Hasta entonces, los seres humanos habían explicado la realidad mediante mitos: relatos tradicionales cargados de simbolismo, en los que los dioses y fuerzas sobrenaturales eran responsables de los fenómenos naturales y del comportamiento humano. Estos relatos no se podían cuestionar, pues se transmitían por tradición y autoridad.

El mito, por tanto, es una narración basada en la imaginación, con una estructura fantástica y arbitraria. Por ejemplo, en la mitología griega, el rayo se explicaba como un arma lanzada por Zeus, o el origen del invierno como el dolor de Deméter por la pérdida de su hija Perséfone.

Sin embargo, a partir del siglo VI a.C., en las colonias jónicas (Asia Menor), los pensadores comenzaron a buscar explicaciones racionales, naturales y universales a los fenómenos. Este cambio de mentalidad es el paso del mito al logos.

El logos es el discurso racional, argumentado y crítico. Los primeros filósofos, como Tales de Mileto, buscaron un principio racional del universo: en su caso, el agua como principio de todo (**arjé**). Anaximandro propuso el ápeiron (lo indefinido), y Heráclito defendió que todo está en constante cambio (**panta rei**), pero regido por una razón universal (el logos). Parménides, por el contrario, afirmó que el ser es eterno e inmutable, negando el cambio.

Este paso fue fundamental para el nacimiento de la filosofía, ya que rompió con la tradición mítica y fundó una nueva manera de pensar basada en la razón. A partir de ahí, se desarrollaron las ciencias, la lógica y el pensamiento crítico.

Platón y el Conocimiento: La Teoría de las Ideas

Platón desarrolla su teoría del conocimiento como parte fundamental de su filosofía. Para él, conocer es alcanzar una verdad universal, y esto solo es posible si se accede a una realidad permanente y no cambiante. Por eso, distingue entre dos niveles de realidad y, por tanto, de conocimiento: el mundo sensible y el mundo inteligible.

Mundo Sensible y Mundo Inteligible

El mundo sensible es aquel que percibimos con los sentidos. Está en constante cambio, por lo tanto no puede ofrecer conocimiento verdadero, sino solo opinión (**doxa**). Por ejemplo, una flor nace, crece y muere; nunca permanece igual. En este mundo todo es imperfecto y mutable.

En cambio, el mundo inteligible está formado por las Ideas o Formas: realidades eternas, inmutables, perfectas y universales. La Idea de Justicia, por ejemplo, no cambia, mientras que las leyes humanas sí. Solo mediante la razón (**logos**) el ser humano puede acceder a estas Ideas, y por tanto al verdadero conocimiento (**episteme**).

La Alegoría de la Caverna y la Línea del Conocimiento

Para explicar cómo se conoce, Platón utiliza la Alegoría de la Caverna, en la que los prisioneros (la mayoría de los hombres) viven encadenados viendo sombras (**opinión**). Uno se libera (el filósofo) y asciende hasta contemplar el mundo exterior (las Ideas), culminando en la contemplación del Sol (el Bien, Idea suprema).

Platón explica este proceso en la línea del conocimiento, que va desde:

  1. Eikasia: imaginación, conocimiento de sombras e imágenes.
  2. Pistis: creencia, percepción directa de las cosas sensibles.
  3. Dianoia: pensamiento discursivo, razonamiento matemático.
  4. Noesis: conocimiento puro e intuitivo de las Ideas.

La Reminiscencia y el Rechazo al Relativismo

Conocer es recordar (teoría de la reminiscencia), porque el alma ha vivido antes en el mundo de las Ideas y, al encarnarse, olvida. Aprender es recordar lo que el alma ya conocía.

Finalmente, Platón rechaza el relativismo de los sofistas, que sostenían que no hay verdad universal, sino opiniones diferentes según cada cultura. Para Platón, sí existe una verdad universal: las Ideas. El conocimiento no es relativo, sino racional.

Aristóteles: Filosofía para el Examen

Aristóteles (384-322 a. C.) fue discípulo de Platón, pero desarrolló un pensamiento original que se distancia de su maestro en aspectos fundamentales. Mientras Platón pertenecía a una tradición idealista, Aristóteles funda el realismo filosófico, que se basa en la experiencia y en el análisis racional del mundo natural. Su método es empírico y lógico, centrado en la observación de los seres concretos y el estudio de sus causas, fines y estructuras.

Crítica a Platón y Teoría Hilemórfica

Aristóteles critica la Teoría de las Ideas de Platón por separar el mundo sensible del mundo inteligible. Según él, no existen dos mundos distintos (uno ideal y otro material), sino uno solo, compuesto por sustancias concretas formadas por dos principios inseparables: materia y forma. A esto lo llama hilemorfismo (del griego hyle, materia, y morphé, forma).

  • Materia: es el sustrato indeterminado que puede adoptar distintas formas.
  • Forma: es lo que actualiza la materia y la convierte en un ser determinado.

Por ejemplo, en una estatua, la materia es el mármol y la forma es la figura del cuerpo esculpido. Esta teoría le permite explicar la unidad del ser sensible sin necesidad de recurrir a un mundo separado de ideas.

Teoría del Cambio: Acto y Potencia

Uno de los grandes problemas de la filosofía griega era explicar el cambio sin caer en contradicción. Parménides afirmaba que el cambio era imposible, porque implicaba pasar del “no ser” al “ser”. Heráclito, en cambio, defendía que todo estaba en constante cambio y nada permanecía. Aristóteles supera este dilema con su teoría del cambio basada en los conceptos de acto y potencia.

  • Potencia: lo que algo puede llegar a ser (una semilla es potencia de árbol).
  • Acto: lo que algo es actualmente (el árbol ya formado).
  • El cambio es el paso de la potencia al acto, y esto solo es posible si hay un sujeto que permanece, es decir, una materia que cambia de forma.

Por eso Aristóteles dice: “Para que algo cambie, algo debe permanecer”. Esta frase resume su explicación racional del cambio, en la que el ser no se destruye ni surge de la nada, sino que se transforma.

Teoría de las Causas

Para Aristóteles, entender un ser completamente implica conocer las cuatro causas que explican su existencia:

  • 1. Causa material: de qué está hecho (ej: mármol).
  • 2. Causa formal: qué forma tiene o qué es (ej: estatua de un dios).
  • 3. Causa eficiente: quien lo hace o produce (ej: el escultor).
  • 4. Causa final: para qué se hace, su finalidad (ej: ser admirada).

La más importante es la causa final, ya que toda la naturaleza tiende hacia un fin (**teleología**). Por eso su filosofía es también finalista: todo ser actúa en función de un propósito natural.

Sustancia y Accidentes

Aristóteles define al ser como sustancia y accidentes.

  • La sustancia es aquello que existe por sí mismo (ej: un caballo).
  • Los accidentes son características que pueden cambiar sin que deje de ser lo que es (color, tamaño, posición).

Esta distinción es clave en su filosofía del ser y permite diferenciar los cambios esenciales de los accidentales.

Descartes y el Escepticismo: ¿Un Filósofo Escéptico?

René Descartes (1596–1650) es considerado el padre de la filosofía moderna y un representante del racionalismo, corriente que defiende que el conocimiento verdadero se alcanza mediante el uso exclusivo de la razón. Aunque en el inicio de su pensamiento filosófico parece adoptar una actitud escéptica, no podemos considerarlo un autor escéptico en sentido estricto.

El escepticismo es una corriente que, desde Pirrón y Sexto Empírico en la antigüedad, sostiene que no podemos alcanzar certezas absolutas. Esta postura resurge en la Edad Moderna como una reacción a las dudas sobre la fiabilidad de los sentidos y del conocimiento tradicional. Descartes, influido por este ambiente, comienza su filosofía aplicando la duda metódica, pero con un propósito totalmente opuesto al de los escépticos: no quiere quedarse en la duda, sino superarla para encontrar una verdad firme y segura sobre la que construir todo el conocimiento.

En sus Meditaciones Metafísicas, Descartes decide dudar de todo lo que puede ser puesto en cuestión: los sentidos, el cuerpo, el mundo exterior e incluso las verdades matemáticas, al imaginar la hipótesis de un genio maligno que podría estar engañándolo constantemente. Sin embargo, descubre que hay una verdad que resiste incluso esta duda extrema: el hecho de que está pensando. Aunque todo lo demás sea una ilusión, si piensa, es que existe. De ahí la célebre expresión “Cogito, ergo sum” (pienso, luego existo).

A partir de esta primera certeza, Descartes reconstruye todo su sistema filosófico. Demuestra racionalmente la existencia de Dios, a partir de la idea de un ser perfecto que él no podría haber inventado siendo imperfecto. Como Dios es bueno y no engañador, entonces podemos confiar en las ideas claras y distintas, y con ello, en la existencia del mundo exterior. Es decir, Descartes supera la duda inicial y demuestra que el conocimiento cierto es posible.

Por tanto, no podemos considerar a Descartes un escéptico, ya que su intención es precisamente refutar el escepticismo: usa la duda solo como método para alcanzar la certeza. A diferencia del escéptico, que se queda en la suspensión del juicio, Descartes parte de la duda para fundar el conocimiento sobre bases sólidas, racionales y objetivas.

Descartes y el Solipsismo: ¿Una Superación?

René Descartes, filósofo racionalista del siglo XVII, parte de la duda metódica para encontrar una verdad absolutamente cierta. En ese proceso, llega a afirmar únicamente la existencia del pensamiento, es decir, del propio yo. Esto puede parecer una postura solipsista. El solipsismo es una posición filosófica según la cual solo puede conocerse con certeza la existencia del propio yo, negando o poniendo en duda todo lo que existe fuera de la mente.

En la primera fase de su filosofía, Descartes duda de todo: del cuerpo, del mundo exterior, incluso de las matemáticas, y concluye que lo único indudable es que “pienso, luego existo”. Es decir, reconoce su existencia como sujeto pensante (*res cogitans*), pero aún no tiene justificación para afirmar la existencia de ningún otro ser, ni siquiera de su cuerpo. En este momento, Descartes se encuentra, efectivamente, en una postura solipsista.

Sin embargo, Descartes no se queda ahí. El solipsismo es una fase provisional de su método, no su conclusión. A partir de la certeza del “yo”, busca demostrar la existencia de Dios, argumentando que tiene en su mente la idea de un ser perfecto e infinito, idea que él mismo, como ser finito e imperfecto, no podría haber generado por sí solo. Por tanto, Dios debe existir.

Una vez demostrado que Dios existe, y siendo Dios un ser perfecto y no engañador, Descartes puede confiar en que sus ideas claras y distintas no son falsas. Así, recupera la fiabilidad del pensamiento racional y afirma la existencia del mundo exterior, incluido su propio cuerpo (*res extensa*), porque la idea de cuerpo también es clara y distinta.

En conclusión, aunque Descartes comienza desde una posición que recuerda al solipsismo, lo supera al demostrar la existencia de Dios, que le permite garantizar la verdad del conocimiento y la existencia de realidades externas al yo. Descartes no es solipsista, sino un filósofo racionalista que usa el solipsismo como paso provisional para llegar a la objetividad del conocimiento.

El Cambio en Aristóteles: «Para que algo cambie, algo debe permanecer»

Aristóteles, filósofo griego del siglo IV a. C. y discípulo de Platón, desarrolla una filosofía realista basada en la observación de la naturaleza. Una de sus preocupaciones fundamentales es explicar el cambio. Frente a las posturas extremas de sus predecesores —Parménides, que negaba el cambio por completo, y Heráclito, que afirmaba que todo cambia constantemente—, Aristóteles busca una solución intermedia que explique cómo es posible el cambio sin caer en contradicción.

Para Aristóteles, todo cambio implica que algo permanece y algo se transforma. Por eso dice que “Para que algo cambie, algo debe permanecer”. El elemento que permanece es el sustrato material, y lo que cambia es la forma que ese sustrato adopta. Por ejemplo, cuando una estatua es esculpida a partir de un bloque de mármol, el mármol es la materia (lo que permanece), y la forma cambia de bloque informe a figura escultórica.

Aristóteles explica esto a través de los conceptos de acto y potencia. Todo lo que cambia pasa de la potencia (lo que puede llegar a ser) al acto (lo que efectivamente es). Así, el bloque de mármol tiene la potencia de convertirse en estatua, y ese cambio se realiza cuando un escultor lo lleva al acto.

Gracias a esta teoría, Aristóteles puede afirmar que el cambio no es una ilusión, como decía Parménides, ni es absoluto, como sostenía Heráclito, sino que es un proceso real que ocurre porque hay una parte del ser que se mantiene (la materia) y otra que se transforma (la forma).

Contexto y Filosofía de Descartes

Contexto Histórico y Filosófico de Descartes

René Descartes (1596–1650) es un filósofo francés considerado el padre de la filosofía moderna. Su pensamiento marca una ruptura con la escolástica medieval y da paso a una nueva etapa: la Modernidad, caracterizada por el giro hacia el sujeto, el uso de la razón como fuente principal de conocimiento y una fuerte influencia del desarrollo científico. Pertenece a la corriente del racionalismo, que defiende que el conocimiento verdadero no proviene de los sentidos (que pueden engañar), sino de la razón, capaz de producir verdades universales, necesarias e indudables.

Objetivo Filosófico: Encontrar una Verdad Indudable

El objetivo de Descartes es fundar el conocimiento en una base absolutamente cierta, de modo que todo el saber científico pueda construirse con seguridad, como si fuera una estructura matemática. Para ello, necesita encontrar una primera verdad indudable sobre la que edificar todo su pensamiento.

La Duda Metódica: Camino hacia la Verdad

Para alcanzar esta verdad, Descartes propone la duda metódica, una duda radical y provisional que no se basa en negar todo, sino en poner en duda todo lo que no sea absolutamente seguro, como estrategia para descubrir una base firme.

Duda de tres grandes cosas:

  1. Los sentidos: pueden engañar (ej. ilusiones ópticas), por tanto, no son fuente de conocimiento seguro.
  2. El cuerpo y el mundo exterior: pueden ser producto de un sueño.
  3. Incluso las verdades matemáticas: si existe un genio maligno capaz de engañarnos en todo, tal vez incluso 2 + 2 no sea 4.

Pero si dudo… estoy pensando, y si pienso, existo.

De aquí surge la primera certeza absoluta:

Este es el punto de partida del sistema cartesiano: la existencia del yo como sujeto pensante es la primera verdad indudable.

El Cogito y las Sustancias

A partir del “cogito”, Descartes distingue tres sustancias:

  1. Res cogitans (sustancia pensante): el yo, la mente, que piensa, duda, imagina, etc.
  2. Res extensa (sustancia extensa): el cuerpo y el mundo material, que ocupan espacio y están sometidos a leyes mecánicas.
  3. Dios: sustancia infinita y perfecta, causa de sí misma y garante del conocimiento verdadero.

La Existencia de Dios: Garantía del Conocimiento

Tras descubrir el “cogito”, Descartes necesita salir del solipsismo: demostrar que no solo existe él como mente pensante, sino también Dios y el mundo exterior.

Para ello, utiliza varios argumentos, especialmente el argumento ontológico:

  • En mi mente existe la idea de un ser perfecto.
  • Yo soy imperfecto, por tanto, no puedo haber creado esa idea por mí mismo.
  • Luego, esa idea debe haber sido puesta en mí por ese ser perfecto: Dios.

Como Dios es perfecto y no engañador, puedo confiar en las ideas claras y distintas que tengo. Así, se recupera la validez del conocimiento racional y se confirma la existencia del mundo exterior.

El Criterio de Verdad: Ideas Claras y Distintas

Una vez demostrado que Dios existe y no engaña, Descartes establece que: Todo aquello que se percibe con claridad y distinción es verdadero.

Este será su criterio de verdad. Las ideas claras y distintas (como las matemáticas o el cogito) son absolutamente fiables.

Dualismo Ontológico y Antropológico

Descartes establece una separación radical entre:

  • Alma (*res cogitans*): pensamiento, conciencia, razón.
  • Cuerpo (*res extensa*): materia, movimiento, extensión.

Este dualismo tiene profundas consecuencias: el ser humano es una unión accidental de dos sustancias distintas, y aunque interactúan (por la glándula pineal), son de naturalezas separadas.

Conocimiento y Método

Descartes propone un método racional inspirado en las matemáticas:

  1. Evidencia: no aceptar nada que no se presente de forma clara y distinta.
  2. Análisis: dividir el problema en partes más simples.
  3. Síntesis: reconstruir el conocimiento desde lo simple a lo complejo.
  4. Enumeración: repasar todo para no omitir nada.

Este método tiene como objetivo asegurar el conocimiento cierto en cualquier campo (filosofía, ciencia, moral).

¿Qué es el Conocimiento para Descartes?

Para Descartes, el conocimiento es:

  • Cierto y seguro: Surge del uso de la razón, no de los sentidos, y parte del cogito como fundamento indudable.

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