La Ilustración: Un Cambio de Paradigma en el Siglo XVIII
La Ilustración se define como un periodo, el siglo XVIII, en el que una mentalidad específica se vuelve predominante, reflejándose en acontecimientos de índole filosófica, artística, política, social y ética. La Ilustración no constituye tanto un sistema filosófico como un ambiente cultural que busca iluminar, con la luz de la razón humana, todos aquellos campos que habían permanecido oscurecidos durante la Edad Media.
La mentalidad medieval había considerado a Dios como el centro de la realidad, en quien se justificaba el mundo y el propio conocimiento. El mismo Dios se constituía en el único centro de atención para la mente humana.
Con el Renacimiento, el interés del hombre se traslada de Dios a sus creaciones; es decir, al mundo natural y al propio ser humano. La naturaleza empieza a ser considerada como un mecanismo y, por tanto, sujeta a una serie de leyes mecánicas y cognoscibles que pueden ser descubiertas a través de la razón. Durante el siglo XVII, especialmente representado por el racionalismo, Dios sigue siendo el fundamento último de la realidad y del conocimiento humano. Sin embargo, el siglo XVIII, la Ilustración, hará el esfuerzo de llevar el proceso de secularización a sus últimas consecuencias, intentando prescindir de Dios en todas sus explicaciones, tanto del mundo como del propio conocimiento.
Dios es sustituido por la diosa Razón. Así, esta, y la luz que proporciona, se convierten en el pivote sobre el que girará el siglo XVIII.
La Secularización del Conocimiento del Mundo
Respecto al conocimiento del mundo, el papel de Dios va disminuyendo paulatinamente. En el siglo XVII, Dios seguía siendo considerado como el relojero que dio cuerda al mundo. Sin embargo, ya Newton (1642-1727) declara, aunque su sistema no sea completamente coincidente con sus afirmaciones, “yo no finjo hipótesis”, señalando con ello que para su modelo del mundo no es necesario Dios, lo cual formará parte del proyecto ilustrado en su aplicación a la ciencia.
Por otro lado, en el marco general de una teoría del conocimiento, el proceso de secularización es llevado a cabo desde el empirismo propugnado por John Locke (1632-1704). Este pensamiento va cobrando mayor influencia y convirtiéndose en el enfoque gnoseológico preferido por los científicos, en contraste con el racionalismo que basa sus ideas innatas en Dios.
La Secularización en el Ámbito Humano: Ética y Política
En cuanto al segundo tema que aparece en el Renacimiento, el ser humano, se va produciendo el mismo proceso de secularización.
En el ámbito humano, dos esferas verán cómo la razón expulsa gradualmente a Dios para producir explicaciones exclusivamente racionales: la ética y la política.
La Justificación del Poder Político: De lo Divino a lo Racional
Durante la Edad Media, la existencia de la sociedad se basaba, de acuerdo con el modelo griego, en la naturaleza humana. La propia naturaleza humana hace del hombre un ser social y, por tanto, propicia que de modo natural se produzca una sociedad.
La Edad Media hará intervenir en ese esquema explicativo la noción de Dios. Dios crea la naturaleza humana y la destina a realizarse en un marco social. En esta concepción medieval, la justificación del poder político en la sociedad reside en Dios. Una sociedad necesita un gobernante para funcionar. Así, si Dios hizo al ser humano social, y para que exista una sociedad operativa debe haber una autoridad que dirija, entonces, en última instancia, la legitimidad de la autoridad política procede de Dios.
Pues bien, durante el siglo XVII se produce el intento de explicar el poder político y la propia sociedad, prescindiendo de esa intervención divina. Se tratará de lograr que la explicación y legitimación de la autoridad social tenga un carácter totalmente racional, no trascendental. Esto dará lugar, en la política real, a la aparición de regímenes parlamentarios, como en Inglaterra, y en la filosofía política, a la reaparición de los modelos denominados contractualistas, que ya tuvieron un precedente con los primeros sofistas.
El Contrato Social y el Estado de Naturaleza
En estos modelos, la sociedad no surge por naturaleza, sino como consecuencia de un pacto social. Para este modelo explicativo, el individuo parte inicialmente del denominado estado de naturaleza, que es el estado en el que vive el individuo antes de la existencia de un Estado. En ese estado natural, no existe para el individuo más ley legítima que la propia. Vive libre y solo, sin ninguna autoridad que lo coarte.
Desde ese estado de cosas, las distintas explicaciones contractualistas intentarán explicar cómo aparece la sociedad y el poder político, mostrando que tal suceso es lo que racionalmente le interesa al ser humano.
El Proyecto Ilustrado y sus Consecuencias
El proyecto ilustrado consistirá, básicamente, en la aplicación de la luz de la razón a todos los ámbitos humanos. Lo primero con lo que se encuentran los ilustrados es con un cuerpo de conocimiento, basado en la autoridad de Aristóteles y de la Iglesia, que ha dejado de tener efectividad y validez. Mantenerlo solo puede ser expresión de aquellos que desean mantener sus privilegios a través de la explotación de los demás. Una explotación que puede manifestarse en ideas religiosas, políticas o sociales, pero que en todo caso no es más que la expresión de un pensamiento dogmático que solo en la oscuridad de la superstición puede sobrevivir.
El Afán Enciclopedista y el Progreso
Como intento de sustituir esa superstición y oscuridad, surge, entre los ilustrados, el afán enciclopedista que da como fruto la Enciclopedia. Esta obra es una recopilación de todos los conocimientos filosóficos y científicos actualizados, realizada para contraponerse a la ignorancia y la superstición, y como instrumento de educación puesto al alcance de todas las inteligencias.
Y es justamente ese inicio de la andadura racional el que hace aparecer la noción ilustrada de progreso. El progreso se caracterizará como un camino que debe recorrerse a la luz de la razón y la instrucción, mediante el cual el ser humano puede delinear la sociedad ideal basada en el conocimiento completo de la realidad. Y así, poder alcanzar la felicidad y plenitud que esta nueva “mayoría de edad” le permite.
La Doble Tarea de los Pensadores Ilustrados
Así, los pensadores ilustrados se lanzan a una doble tarea. Por un lado, la tarea intelectual; entonces surge como proyecto social, plenamente ilustrado, extender esa Ilustración a todos los hombres y razas, además de producir una crítica feroz al oscurantismo del Antiguo Régimen. La otra tarea, esta vez activa, consistirá en producir el cambio efectivo en las distintas instituciones humanas, lo que resultará en el progreso y la felicidad.
Impacto Político y Social
Por eso, esta es una época de declaraciones de derechos de la persona, una época de revoluciones —es decir, de intentos de obligar a la realidad a establecer la pureza de la idea—, una época de ciencia y de crecimiento científico. En todos los órdenes, e incluso en toda geografía, la razón avanza imparable, alumbrando cómo deben ser las cosas y luchando contra las viejas ideas preconcebidas que se consideran solo oscuridad y superstición. Así, en vez de ser la razón quien se pliegue a lo real, será lo real quien deba plegarse a la razón; esto es, una “dictadura de lo ideal”.
En política, eso se traducirá —a través de las revoluciones norteamericana y francesa— en el fin del antiguo orden social. El ideal ilustrado, donde todo hombre, en tanto que racional, puede expresar su opinión con el mismo derecho, se contrapondrá al ideal aristocrático y monárquico, terminando por alumbrar una nueva clase de sociedad: la sociedad democrática.