Marx: Alienación e Ideología
Karl Marx fue un filósofo, sociólogo y economista alemán del siglo XIX. Su pensamiento influyó en los ámbitos social, económico y político. El marxismo no es solo una teoría histórica, sino también una propuesta para transformar la sociedad. Su objetivo principal es criticar el capitalismo y superar la alienación y explotación del trabajador.
Marx parte del análisis del ser humano, del que destaca tres aspectos:
- No tiene una naturaleza fija y debe realizarse.
- El trabajo es esencial para esa realización y es una forma de humanización.
- Es un ser social.
Sin embargo, en el capitalismo, el trabajador no se realiza: se aliena, es decir, se siente extraño a sí mismo.
La alienación tiene dos formas:
- Respecto al producto, que no le pertenece ni lo representa.
- Respecto al acto de trabajar, que se impone en condiciones infrahumanas, sin permitir el desarrollo personal ni intelectual.
Esta alienación económica se refleja en la plusvalía, que es el valor que genera el trabajador y que el burgués se apropia sin retribuirlo justamente. Los burgueses, dueños de los medios de producción, obtienen beneficios a costa de pagar a los obreros solo lo necesario para sobrevivir.
Marx también denuncia otras formas de alienación que derivan de la económica:
- La alienación social, provocada por la división en clases que niega derechos y dignidad a los más pobres.
- La alienación religiosa, que sirve para mantener pasiva a la clase oprimida. Marx afirma que “la religión es el opio del pueblo”, porque ofrece esperanza en un mundo mejor, en vez de impulsar a cambiar el actual.
Como solución, Marx propone el comunismo, al que considera una evolución inevitable del capitalismo. La transición pasaría por una etapa de dictadura del proletariado, que prepararía el camino hacia una sociedad sin clases ni propiedad privada. En el comunismo, los medios de producción pertenecerían a toda la humanidad, y con la desaparición del Estado y las clases sociales, cesaría la lucha social que ha impulsado la historia. La humanidad viviría en igualdad, libertad y paz.
Nietzsche: Crítica de la Cultura Occidental
Friedrich Nietzsche fue un filósofo alemán del siglo XIX que realizó una crítica profunda a la cultura occidental, especialmente a la moral tradicional y la religión. Su pensamiento es vitalista, ya que defiende que la vida es la realidad fundamental, por encima de la razón o lo eterno. Su filosofía busca celebrar la vida, la individualidad y romper con los valores establecidos.
Nietzsche denuncia que la cultura occidental, desde Sócrates y Platón, ha puesto la razón por encima de la vida. Sócrates representa el triunfo del “hombre teórico”, que reemplaza la visión artística del mundo por una racional. Platón profundiza esta ruptura al inventar el «mundo de las ideas», eterno e inmaterial, despreciando el mundo sensible, que para Nietzsche es el único real. Esta tradición filosófica ha conducido al desprecio de la vida real y al miedo al cambio y al caos.
Nietzsche contrapone el arte trágico griego, que unía lo dionisíaco (vida, caos, pasión) y lo apolíneo (razón, orden), con la filosofía racionalista que rompió ese equilibrio. Para él, el pensamiento occidental ha degenerado en una filosofía de la decadencia, basada en conceptos falsos y en el rechazo del devenir, del cambio y de los sentidos.
Asimismo, Nietzsche critica duramente la moral judeocristiana, que considera antinatural y fruto del resentimiento de los débiles hacia los fuertes. Esta moral se basa en la culpa y la promesa de recompensa en un más allá, lo que niega la vida terrenal y fortalece valores contrarios a la vitalidad humana. Es lo que él llama “moral de esclavos”, en oposición a una moral más afirmadora de la vida.
Nietzsche advierte que esta situación llevará al nihilismo, es decir, a la pérdida total de valores y sentido. Al destruirse los valores tradicionales, no habrá una meta clara para el ser humano, lo que obligará a crear nuevos valores. Esta crisis es inevitable, pero también una oportunidad para superar la decadencia y afirmar la vida desde nuevas perspectivas.
Platón
Teoría del Conocimiento y la Realidad
Platón, filósofo griego del siglo IV a.C. y discípulo de Sócrates, propuso una teoría dualista tanto sobre la realidad como sobre el conocimiento. Frente al relativismo de los sofistas, defendió un conocimiento objetivo basado en la razón, más allá de las opiniones sensibles.
Según Platón, existen dos mundos:
- El mundo sensible, cambiante e imperfecto, al que accedemos con los sentidos.
- El mundo de las ideas, eterno, perfecto e inmutable, solo accesible mediante la razón.
El mundo sensible es una imitación (mímesis) del mundo inteligible, y su relación es de participación (méthexis). Un ser divino, el Demiurgo, es el encargado de ordenar el mundo físico según el modelo de las ideas.
Las ideas, ordenadas jerárquicamente, culminan en la Idea del Bien, la más alta de todas. Para alcanzarla, Platón propone la dialéctica, un proceso de ascenso intelectual que parte del mundo sensible y culmina en el conocimiento del Bien. Esta ascensión incluye dos tipos de conocimiento:
- Opinión (doxa): basada en los sentidos, incluye la imaginación (imágenes) y la creencia (objetos físicos).
- Ciencia (epistéme): conocimiento racional, compuesto por el pensamiento (ideas matemáticas) y la inteligencia o sabiduría (Idea del Bien).
Platón también formuló la teoría de la reminiscencia, según la cual conocer es recordar. El alma, inmortal, ya conocía las ideas antes de unirse al cuerpo, y mediante el uso de la razón puede recordarlas. Esta visión se apoya en su antropología dualista, donde el alma (perfecta e inmortal) pertenece al mundo de las ideas, y el cuerpo (material y corruptible) al mundo sensible.
El alma, para Platón, está dividida en tres partes, representadas en el mito del carro alado:
- Concupiscible (deseos y placeres).
- Irascible (valentía, impulso noble).
- Racional (conduce y guía hacia el Bien).
La parte racional debe dominar a las otras para alcanzar el equilibrio y el conocimiento. Esta búsqueda se representa también en el mito de la caverna, donde la mayoría vive atrapada en la ignorancia (viendo solo sombras), y solo la filosofía y la educación permiten ascender hacia la verdad.
Ética y Política
Platón, filósofo griego del siglo IV a.C., discípulo de Sócrates, fundó la Academia, donde desarrolló sus teorías sobre la realidad, el conocimiento, y especialmente la ética y la política. Según Platón, la felicidad humana solo se alcanza cuando el alma se libera del cuerpo y llega al mundo de las ideas, específicamente al conocimiento de la idea del bien. La razón, el conocimiento, la sabiduría y la virtud son los medios que acercan al hombre a esta liberación. Los sabios son los más felices, ya que, al conocer las ideas, logran la armonía con el bien.
La virtud para Platón es un saber interno sobre el bien, que permite la purificación del alma y su liberación. La virtud se expresa a través del dominio de la razón sobre las pasiones del alma, que está dividida en tres partes:
- La parte racional, que debe gobernar y es la sede de la sabiduría.
- La parte irascible, relacionada con la fortaleza, encargada de las pasiones nobles como el coraje.
- La parte concupiscible, relacionada con los deseos y placeres, y moderada por la templanza.
La justicia surge cuando cada parte del alma cumple su función adecuadamente, creando así una armonía interna. En la sociedad, Platón considera que esta organización debe ser reflejada en la estructura política. Según él, el gobierno ideal debe estar a cargo de los más sabios, los filósofos-reyes, quienes, al ser los más capacitados para conocer la verdad, deberían tomar las decisiones más justas para la polis.
En su obra La República, Platón describe una sociedad ideal formada por tres clases sociales que corresponden a las tres partes del alma. El Estado debe ser justo con cada grupo, permitiendo que cada uno cumpla su rol:
- Los filósofos: gobernantes, que tienen la virtud de la sabiduría, propia del alma racional.
- Los guardianes: soldados y defensores de la paz, con la virtud de la fortaleza.
- Los productores: trabajadores que proveen las necesidades básicas de la sociedad, con la virtud de la templanza.
Cada ciudadano debe ocupar una posición según su naturaleza y capacidades, tal como Platón explica en su mito de los metales, donde compara las clases sociales con metales preciosos (oro, plata, bronce), reflejando que algunos nacen con mayores aptitudes para gobernar, defender o producir. La justicia consiste en que cada clase cumpla su función sin interferir en las otras, creando así una polis ordenada y armónica.