FILOSOFÍA: CONOCIMIENTO Y VERDAD
PUNTO 1: EL ÁMBITO DEL CONOCIMIENTO
1.2. LOS GRADOS DEL CONOCIMIENTO
En ocasiones, nos atrevemos a opinar sin conocer demasiado del tema. El pensar sobre esto condujo a Immanuel Kant a distinguir entre tres grados de conocimiento:
- Opinión: Es un estado de conocimiento en el que el sujeto considera algo como verdadero sin tener seguridad de lo que sea. Esto se comprende bien por dos razones: desde el punto de vista objetivo, porque la persona no encuentra ninguna justificación, es decir, no encuentra pruebas suficientes para convencer a los demás; una justificación es objetivamente válida cuando la puede aceptar cualquier persona que la examine. Desde el punto de vista subjetivo, porque no se atreve a afirmar que está seguro de lo que dice y, por ello, prefiere decir «es lo que opino» o «a mí me parece así».
- Creencia: Consiste en que alguien está convencido de lo que piensa, pero no puede aducir una justificación objetiva suficiente.
- Saber: En sentido estricto, es una opinión fundamentada, tanto subjetiva como objetivamente. Quien afirma «yo sé que P» está subjetivamente convencido de aquello que sabe y, además, tiene razones objetivas. Saber algo es poder dar razón de ello ante los demás. Podemos distinguir entre el saber cotidiano, el científico, el tecnológico, el filosófico, el artístico, el religioso, etc.
Cuando formulamos ante los demás las razones por las que opinamos, creemos o sabemos, estamos entrando en el plano de lo intersubjetivo, porque cualquiera puede criticar o aceptar nuestro conocimiento, de manera que ya no pertenece solo a nuestra vivencia privada, sino también al ámbito de lo compartido, de lo intersubjetivo.
Las razones que justifican nuestro conocimiento son aceptadas por los demás. El conocimiento pasa a ser considerado como intersubjetivo, porque no solo lo conoce el sujeto, sino que todo sujeto racional puede verlo.
1.4. ¿ES POSIBLE CONOCER?
El problema más radical que presenta el conocimiento en su posibilidad es: ¿es posible conocer con verdad la realidad? Esta decisiva cuestión ha provocado diversas respuestas:
- Dogmatismo: Parte de una confianza total en las facultades cognoscitivas del ser humano; quien lo defiende considera que ya está en posesión de la verdad, entendida esta como un conocimiento cierto, seguro, innegable e incuestionable.
- Escepticismo: Considera imposible obtener conocimientos fiables como verdaderos. Algunos escépticos proponen que, para no caer en el error, lo mejor es suspender el juicio, no afirmar ni negar nada. Algunos críticos del escepticismo argumentan que las acciones que realizamos ya transparentan transferencias.
- Criticismo: Está a caballo entre el dogmatismo y el escepticismo. Ofrece una respuesta que nunca supera a ambos: afirma que es posible obtener conocimientos verdaderos, pero siempre que realicemos al menos una de las dos tareas siguientes: o bien que tratemos de aclarar hasta dónde pueden llegar nuestras facultades de conocer, o bien que intentemos contrastar críticamente nuestros conocimientos con la realidad. Es una crítica de las facultades del conocimiento. El segundo es propio del racionalismo crítico, que busca saberes fiables. Sus principales representantes son Karl Popper y Hans Albert.
- Subjetivismo y relativismo: Niega la posibilidad de alcanzar verdades universalmente válidas. Para el subjetivismo, averiguar qué es verdadero depende de cada sujeto. El relativismo entiende que reconocer algo como verdadero o falso depende de cada cultura, época o grupo social.
- Filosofía analítica del lenguaje: Defiende que los conceptos, categorías, términos y reglas gramaticales de nuestro lenguaje son los que determinan las posibilidades de nuestro pensar y, por tanto, de nuestro conocimiento del mundo. Ludwig Wittgenstein mantenía que los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo, es decir, podemos entender aquello para lo cual contamos con un vocabulario, y además, solo lo entendemos bajo los condicionamientos que impone la gramática de nuestro idioma materno.
- Perspectivismo: Propuesto por José Ortega y Gasset, mantiene que sí se puede llegar al conocimiento de la realidad, pero conjugando diferentes perspectivas, dado que cada uno de nosotros, y cada generación histórica, tiene su propia visión de la realidad.
1.5. MODELOS DE CONOCIMIENTO
- EMPIRISMO: Prioridad de la experiencia sensible. Razonamientos inductivos. Nuestra mente está en blanco y se llena de datos aportados por los sentidos. El conocimiento depende de la experiencia sensible. Filósofos más destacados: John Locke, George Berkeley y David Hume. Pensadores más destacados: René Descartes, Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz.
- RACIONALISMO: Prioridad de la razón. Intuición y razonamientos deductivos. Nuestro entendimiento contiene ideas claras y distintas, previas a los datos de los sentidos. Las ideas fundamentan el conocimiento. Pensadores más destacados: René Descartes, Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz.
- REALISMO: Prioridad del objetivo. El objeto de conocimiento son «las cosas». Actitud receptiva del sujeto. La realidad puede conocerse tal como es. Tiene su formulación más característica en Aristóteles y pervive hasta hoy con matices muy diversos.
- IDEALISMO: Prioridad del sujeto. El objeto de conocimiento son «las ideas». Actitud constructiva del sujeto. El conocimiento de la realidad depende del sujeto que la conoce. Además de Descartes, defienden este modelo Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
1.6. CONOCIMIENTO, INTELIGENCIA Y EMOCIONES
HACIA LA IDEA DE UNA INTELIGENCIA EMOCIONAL
El precedente más inmediato del concepto de inteligencia emocional lo encontramos en el psicólogo Eduard Thorndike, quien fue el primero en distinguir tres tipos de inteligencia: la inteligencia abstracta, entendida como la capacidad para entender y manejar ideas; la inteligencia mecánica, entendida como la habilidad para manejar objetos; y la inteligencia social, entendida como la habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres, y actuar sabiamente en las relaciones humanas.
Otro precedente importante lo encontramos en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. Esta teoría destaca que todas las personas tenemos ocho tipos de inteligencia que operan en nosotros de forma compleja pero relativamente independiente y que se pueden adquirir y desarrollar mediante la educación. No existen inteligencias superiores e inferiores, sino solo mayor o menor habilidad con una inteligencia o con otra.
Pero fue Daniel Goleman quien difundió la expresión “inteligencia emocional”, uniendo en ella las habilidades de la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal que había definido Gardner. Por inteligencia emocional hay que entender la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar las emociones, tanto en uno mismo como en los demás. Es importante señalar que no se trata de reprimir sentimientos, sino de encauzar, dirigir y equilibrar nuestros estados emocionales, para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento de la manera que consideramos más adecuada.
DIMENSIONES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
- Hacia dentro o consigo mismo: Se trata de conocerse a sí mismo, autorregularse y automotivarse, siendo capaz de expresar lo que uno siente.
- Hacia fuera o con los demás: Consiste en tener empatía y capacidad de persuadir, influir, escuchar activamente y ser asertivo.
MAPA DE COMPETENCIAS EMOCIONALES | |
1. Conciencia de uno mismo | – Conciencia emocional – Valoración adecuada de uno mismo – Confianza en uno mismo |
2. Autorregulación | – Autocontrol – Fiabilidad – Responsabilidad – Adaptación – Innovación |
3. Motivación | – Motivación de logro – Compromiso – Iniciativa y optimismo |
4. Empatía | – Comprensión de los demás – Desarrollo de los demás – Orientación hacia el servicio – Aprovechamiento de la diversidad – Comprensión social |
5. Habilidades sociales | – Comunicación – Liderazgo – Catalización del cambio – Resolución de conflictos – Establecimiento de vínculos – Colaboración y cooperación – Habilidades de equipo |
PUNTO 2: SOBRE LA VERDAD
2.2 TENER POR VERDADERO
Muchos filósofos han coincidido en afirmar que nuestra tarea fundamental, tanto en ciencia como en filosofía, es la búsqueda de la veracidad. Por ello, el objetivo de la investigación es buscar esos resultados verdaderos. De nuestra seguridad respecto a su veracidad se pueden indicar los siguientes estados mentales:
- Ignorancia: Estado de la mente en que se admite el desconocimiento sobre un determinado asunto.
- Duda: Estado en el que no se puede afirmar o negar la verdad de un juicio, porque las razones a favor y en contra tienen una fuerza similar. Este estado mental es el que está asociado a la mera opinión.
- Certeza: Estado en el que la mente afirma la verdad de un juicio; el sujeto tiene seguridad completa de que lo que dice es verdad. Este estado mental es el que corresponde al saber propiamente dicho.
2.3. CRITERIOS DE VERDAD
Se llama “criterios de verdad” a aquellas pautas o reglas que nos permiten distinguir la verdad o falsedad de un enunciado y nos proporcionan un estado de seguridad plena acerca del mismo.
- La autoridad: Se acepta una afirmación como verdadera por proceder de alguien a quien se concede crédito por su conocimiento en una materia, de alguien en quien confiamos. En la actualidad, es habitual que, cuando se trata de ciertos temas muy complejos, confiemos en la autoridad de personas expertas en dichos temas, aunque lo prudente en tales casos es consultar a varias y no solo a una.
- La tradición: Se toma por verdadero aquello que recibimos de las generaciones anteriores y que a lo largo del tiempo se acepta como verdadero.
- La evidencia: Es el criterio que se basa en pruebas objetivas, comprobables de modo intersubjetivo, tanto si son racionales (demostraciones). En principio, se considera evidente, y por ello verdadero, lo que se nos desvela sin necesidad de mediación alguna. En el orden de la razón, se han considerado evidentes los primeros principios.
PUNTO 3: TEORÍAS DE LA VERDAD
3.1. LA VERDAD COMO CORRESPONDENCIA O ADECUACIÓN
Se trata de una forma de entender la verdad que recoge lo que en nuestra cultura nos parece de sentido común. Afirma que la verdad consiste en la correspondencia o adecuación entre lo que decimos o pensamos y la realidad.
Esta teoría plantea algunos problemas:
- No proporciona un procedimiento claro para averiguar si hay correspondencia entre lo pensado y la realidad, puesto que no podemos salir de nosotros mismos ni de nuestro lenguaje para comprobar la correspondencia entre nuestro pensamiento y la realidad.
- No podemos saber si el lenguaje describe realmente los hechos o no.
La comprensión de la verdad como correspondencia o adecuación se la debemos a Aristóteles y Tomás de Aquino.
3.2. LA VERDAD COMO COHERENCIA
Cuando nos preguntamos por la verdad de un conocimiento nuevo o de un enunciado cualquiera, lo hacemos teniendo en cuenta el sistema de conocimientos que ya poseemos. Según la teoría de la coherencia, ese conocimiento nuevo será verdadero si es coherente con el sistema de conocimientos en el que se integra y será falso si entra en contradicción con dicho sistema. Lo que hace que un enunciado sea verdadero o falso, según esta teoría, es el contexto de enunciados o conocimientos en el que lo introducimos. Por eso decimos también que lo verdadero, según la teoría de la coherencia, no es un conocimiento aislado, sino el sistema completo. La teoría de la verdad como coherencia ha tenido un enorme desarrollo en las ciencias formales, pero también tiene aplicación en las ciencias empíricas y en el análisis de los códigos morales. Sin embargo, encontramos en ella algunos problemas:
- Cuando desechamos un enunciado como falso, por no ser coherente con el sistema de nuestros conocimientos en un área determinada, puede suceder que estemos prescindiendo de una verdad capaz de revolucionar todo el sistema. Es decir, siempre cabe la posibilidad de que, en la comparación coherencial, lo falso sea el sistema y no el enunciado.
3.3. TEORÍA PRAGMATISTA DE LA VERDAD
Así, la teoría pragmatista introduce una dimensión práctica en la comprensión de la verdad. El criterio para distinguir lo verdadero de lo falso en esta teoría es la utilidad. Se trata de una concepción dinámica de la verdad, porque las creencias se verifican, se hacen verdaderas, mostrando su utilidad o su eficacia en determinados contextos problemáticos. No hay, por tanto, verdades fijas y definitivas, pues un enunciado que resuelve un problema hoy puede ser perfectamente inútil en el futuro. Aunque el pragmatismo hace aportaciones importantes para la comprensión de la verdad, también presenta dificultades.
3.4. TEORÍA CONSENSUAL O DIALÓGICA DE LA VERDAD
Se basa principalmente en que, cuando una persona dice que un enunciado es verdadero, está afirmando implícitamente que tiene razones y argumentos en los que basarse para considerarlo verdadero y para convencer a cualquier interlocutor de la verdad del mismo. La búsqueda de la verdad es una tarea cooperativa, en la que el diálogo con los demás acerca de la validez de nuestras razones y argumentos es el mecanismo más fiable para alcanzar la verdad, o al menos para avanzar hacia ella.
La verdad se entiende como resultado de un acuerdo o consenso que se alcanza cuando se ha llevado a cabo un proceso de diálogo argumentativo en serio, es decir, cumpliendo unas condiciones elementales para que sea un auténtico diálogo.
Esta teoría se inspira en los procedimientos que se deberían seguir los científicos en los métodos de fijación de los conocimientos. Estos procedimientos pueden extenderse a otros campos de interés, como la moral y la política. Los autores que defienden esta teoría de la verdad son conscientes de que los consensos a los que se llega habitualmente en la comunidad científica, en la comunidad ética y política son siempre consensos fácticos, es decir, parciales, limitados, porque los diálogos reales donde se alcanzan esos consensos no respetan todas las condiciones de una situación ideal de comunicación. Por eso, estos autores insisten en que hay que diferenciar entre tales consensos fácticos y el consenso ideal, que sería el acuerdo último al que toda la humanidad podría coincidir acerca de la verdad de un enunciado o la validez de una norma. Este consenso ideal, aunque imperfecto, presupone que se alcanzará algún día, pero ya hoy sirve de guía a la hora de realizar los acuerdos fácticos.
La aportación más relevante de esta teoría consiste en mostrar que los seres humanos no tenemos otra forma de acceder a la verdad que no sea aduciendo razones y escuchando las de otros. La teoría consensual o dialógica de la verdad fue elaborada a partir de los años 60 del siglo XX por Apel y Habermas.