Santo Tomás: Epistemología y el Conocimiento
Santo Tomás de Aquino integró la razón con la fe en una síntesis coherente. Inspirado en Aristóteles, propuso que el conocimiento comienza en los sentidos y se perfecciona con el entendimiento. Distingue entre el entendimiento activo, que abstrae los conceptos universales, y el pasivo, que los recibe.
El proceso cognoscitivo se inicia con la experiencia sensible, que genera imágenes mentales en la fantasía. Estas imágenes son analizadas por la razón, que identifica las características esenciales de los objetos. Así, el conocimiento progresa desde lo particular a lo universal mediante la abstracción. Aunque reconoce la importancia de la fe, Tomás valora la razón como camino válido hacia verdades naturales, e incluso hacia la existencia de Dios.
En contraposición a San Agustín, quien privilegia la iluminación divina y la introspección, Santo Tomás defiende una epistemología inductiva y racional que armoniza razón y fe desde el análisis de la realidad sensible.
David Hume: Empirismo y la Crítica al Conocimiento
Hume, figura central del empirismo, sostiene que el conocimiento humano proviene únicamente de la experiencia. Niega la existencia de ideas innatas y distingue entre impresiones (vivas, directas) e ideas (pálidas copias de aquellas).
Para él, solo podemos conocer aquello que se deriva de la experiencia sensorial. Critica el principio de causalidad, sosteniendo que la conexión entre causa y efecto es una costumbre psicológica, no una verdad racional. Así, la ciencia no puede garantizar certezas absolutas, y la metafísica queda deslegitimada. Hume reduce el conocimiento a hechos empíricos, lo que desemboca en un escepticismo moderado: aceptamos ciertas ideas útiles, aunque indemostrables.
En contraposición a Descartes, que fundamenta el conocimiento en ideas claras y distintas, Hume afirma que toda certeza deriva de la experiencia y rechaza toda pretensión de verdad que no se base en impresiones sensibles.
Nietzsche: Crítica a la Epistemología Tradicional
Friedrich Nietzsche (1844–1900), pensador alemán del siglo XIX, realiza una crítica profunda a la moral tradicional occidental, especialmente la judeocristiana. Su filosofía moral se basa en la inversión de los valores establecidos, que considera decadentes y contrarios a la vida.
Nietzsche critica radicalmente la epistemología tradicional por sostener una noción falsa y estática de la verdad. Sostiene que el conocimiento es una construcción cultural, no una descripción objetiva del mundo.
Para él, los conceptos y palabras son metáforas fosilizadas que simplifican la realidad, ocultando su carácter dinámico y caótico. El pensamiento conceptual es un intento de detener el devenir constante del mundo. Propone, en cambio, un pensamiento intuitivo y creativo, capaz de expresar la pluralidad mediante la metáfora. Además, la verdad no es una correspondencia con la realidad, sino una interpretación impuesta por la costumbre o la voluntad de poder.
En contraposición a Kant, que defiende un conocimiento objetivo delimitado por estructuras racionales universales, Nietzsche rechaza toda universalidad y propone una verdad subjetiva, cambiante y perspectivista, centrada en la vida y el poder.
San Agustín: La Búsqueda Interior de Dios
San Agustín entiende a Dios como el fundamento absoluto del ser, la verdad y el conocimiento. Su visión está profundamente influida por el platonismo, aunque transformada desde la fe cristiana. El alma humana está hecha para Dios y solo en Él encuentra su descanso.
La existencia de Dios no se demuestra racionalmente como en la escolástica, sino que se experimenta interiormente mediante la introspección. Dios es eterno, inmutable, omnipresente, y su presencia es evidente cuando el alma reconoce su dependencia. Además, Dios es amor (caritas) y se revela a través del alma que busca la verdad. No es una conclusión lógica, sino una certeza espiritual nacida de la relación entre el ser humano y su Creador.
En contraposición a Santo Tomás, que argumenta a favor de Dios desde la experiencia sensible mediante las «cinco vías«, Agustín afirma que el conocimiento de Dios proviene de la iluminación interior del alma.
Santo Tomás: Las Cinco Vías para Demostrar a Dios
Santo Tomás sostiene que la existencia de Dios puede demostrarse racionalmente mediante el análisis de la realidad sensible. Su concepción de Dios es la del Ser necesario, eterno y perfecto, cuya existencia es fundamento de todo lo demás.
Dios es el «Acto Puro«, el Ser por esencia, inmutable y autosuficiente. El conocimiento de su existencia se alcanza a través de cinco argumentos (las “cinco vías”), que incluyen:
- el movimiento
- la causalidad
- la contingencia
- los grados de perfección
- el orden del mundo
Estas vías muestran que todo lo contingente necesita un fundamento necesario: Dios. Aunque reconoce la importancia de la fe, Tomás insiste en que la razón puede llevarnos a verdades teológicas básicas como la existencia de Dios.
En contraposición a San Agustín, que busca a Dios en el interior del alma mediante la iluminación, Santo Tomás recurre a la observación del mundo físico para probar racionalmente su existencia.