Tomás de Aquino: La Transformación de la Filosofía Medieval y el Legado Aristotélico

El Declive del Mundo Clásico y el Amanecer de la Edad Media

La caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V marca para los historiadores el comienzo de la Edad Media en Europa. Este periodo suele verse como una ruptura con la tradición cultural grecolatina, provocada principalmente por la profunda decadencia de los modelos sociales, políticos, económicos e ideológicos en los que se asentaba el mundo clásico.

Estancamiento Económico y Cultural en la Alta Edad Media

La crisis económica hizo que desaparecieran prácticamente las actividades industriales y comerciales, así como la clase social burguesa que surgía de las mismas. De este modo, las ciudades sufrieron un fuerte retroceso y Europa se convirtió en una sociedad rural, gobernada por una nobleza terrateniente y con una economía de subsistencia basada casi exclusivamente en la agricultura. Como consecuencia, la cultura sufrió un profundo estancamiento. Toda actividad cultural se refugió en los monasterios y en el omnipresente marco ideológico del cristianismo.

Toda la sociedad medieval estuvo dominada por un pensamiento teocéntrico. En esta situación, el logos griego se vio arrinconado, aunque aún sobrevivió la filosofía. Eso sí, bajo la forma desvirtuada de una filosofía oficial cristiana, sometida a la religión, a la que no podía discutir sus preceptos.

La Transformación del Siglo XIII: Hacia la Baja Edad Media

Sin embargo, en el siglo XIII, el siglo en el que vivió Tomás de Aquino, este panorama había cambiado significativamente. Estamos en la llamada Baja Edad Media, y poco a poco Europa se fue preparando para entrar en la Edad Moderna, recuperando muchos de los elementos que hicieron posible el esplendor de la cultura clásica. Asistimos a un renacimiento de la vida urbana debido a la revitalización de la artesanía y el comercio y, con ellos, el resurgimiento de una incipiente burguesía que ya empezaba a reclamar mayor protagonismo social. El románico dio paso al gótico y, junto a las catedrales, se construyeron también ayuntamientos, palacios y universidades. Estas últimas irían convirtiéndose con el tiempo en los principales centros culturales, quitándole la exclusividad a los monasterios. La Suma Teológica de Tomás de Aquino es, de hecho, un manual universitario.

Persistencia de Estructuras Feudales y la Influencia Cristiana

Aun así, la tierra siguió siendo la base de la economía y de la sociedad. La mayor parte de la población seguía viviendo en el campo, sometida por relaciones de vasallaje a una aristocracia feudal terrateniente que seguía siendo la clase dominante. Tampoco había perdido vigor la omnipresencia ideológica del cristianismo y del pensamiento teocéntrico, aunque también la Iglesia fue sensible a los nuevos tiempos, experimentando cambios significativos como la aparición de las órdenes mendicantes, como los franciscanos y los dominicos (orden a la que pertenecía Tomás de Aquino), que combatían nuevos peligros para la hegemonía de la fe, como el judaísmo, el islam o las herejías del propio cristianismo.

La Revolución Aristotélica en la Escolástica Medieval

La escolástica había estado dominada hasta entonces por la síntesis platónica realizada en el siglo V por Agustín de Hipona. El platonismo era el pensamiento dominante en la filosofía griega en el momento en que irrumpió el cristianismo, pero también el más fácil de encajar en su visión del mundo. Sin embargo, todos los cambios producidos durante la Baja Edad Media acabarían repercutiendo en la filosofía escolástica oficial, que también experimentó cambios significativos a partir del siglo XIII. Pero en este caso, fue un suceso accidental el que precipitó los acontecimientos: la aparición de las obras originales de Aristóteles que se creían perdidas.

El Desafío del Averroísmo Latino y la Síntesis Tomista

Fueron los árabes (que vivían por entonces un momento de ilustración cultural) quienes un siglo antes realizaron este descubrimiento. Cuando las obras de Aristóteles y las de sus comentaristas árabes se conocieron en la Europa cristiana, se descubrió, en contra de lo que se creía, que el pensamiento de este filósofo se contradecía con varios preceptos fundamentales del cristianismo. Una corriente crítica, conocida como averroísmo latino, puso de manifiesto esta contradicción. Esto provocó una gran conmoción, debido al inmenso prestigio que por entonces tenía Aristóteles, al que se conocía por fuentes indirectas de comentaristas de corte platónico, por lo que se tenía un conocimiento deformado de su pensamiento. Solo el genio de Tomás de Aquino fue capaz de resolver la crisis al salir airoso del reto de encajar a Aristóteles con el cristianismo, en una nueva y monumental síntesis que dominaría la escolástica en lo sucesivo. A pesar de todo, la hegemonía ideológica de la religión cristiana quedó en evidencia, viéndose obligada a reaccionar al ritmo que la filosofía le marcaba. El logos griego mostró una inesperada fortaleza en una actividad, como la filosofía, a la que se creía sometida y desnaturalizada bajo el yugo de la fe. El empuje de la razón ya no pararía a partir de aquí, preparando a Occidente para la entrada en la Modernidad.

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