Sensibilidad y entendimiento Kant

El problema del conocimiento y/o realidad en Kant (resumen).
Kant es un filósofo alemán que pasó toda su vida en la ciudad de Königsberg, entonces Prusia Oriental. Durante la mayor parte de su vida, defendíó una filosofía racionalista (que defendía que el conocimiento se basaba en las ideas innatas de la razón)
. Sin embargo, la lectura de Hume le hizo entrar en crisis y abandonar esta postura. La filosofía posterior, ya avanzada su vida, es la filosofía del llamado periodo crítico (frente al precrítico) y es la que estudiamos aquí. Sus obras principales son Crítica de la razón pura, para teoría del conocimiento, y Crítica de la razón práctica y Fundamentación de la metafísica de las costumbres, para ética.
En teoría del conocimiento, Kant cree que debe superarse la oposición entre Racionalismo y Empirismo. Se debe reconocer que el conocimiento necesita de experiencia y de razón. Para abordar el problema del conocimiento, parte del hecho de que existe la ciencia.
En particular, la lógica, la matemática y la física han demostrado su carácter científico. El asunto es aclarar en qué consiste la ciencia y qué es lo que la hace posible en el caso de las matemáticas y la física. Aclarado esto, nos preguntaremos si la metafísica es posible como ciencia. 
La ciencia tiene dos tipos de condiciones: empíricas, dadas por la experiencia (y propias de cada ciencia) y trascendentales o a priori (las dadas por la razón, comunes a todas las ciencias). Son las segundas las que estudiamos. Para ello, debemos preguntarnos por los tipos de juicios que se hacen en ciencia. En este sentido, la ciencia en Kant se caracteriza por presentar juicios sintéticos a priori. Es decir, juicios cuya validez no depende de la experiencia (a priori) y en los que se aporta conocimiento nuevo, pues el predicado no depende del sujeto (juicios sintéticos). El asunto es, ¿cómo son posibles? 
Para resolver esta cuestión, debemos estudiar las facultades de la razón y determinar sus estructuras a priori. Estas facultades son la sensibilidad, el entendimiento y la razón. 
La sensibilidad es la capacidad de recibir datos de los sentidos. Es la facultad de las intuiciones (datos que se captan individualmente e inmediatamente). Se estudia en la primera parte de la Crítica de la razón pura, la “Estética trascendental”. En la sensibilidad, hay dos estructuras a priori: el espacio y el tiempo, aportadas por la razón en toda experiencia sensible. Son intuiciones puras de la sensibilidad o formas puras de la sensibilidad. Como vienen dadas por la razón, el conocimiento obtenido de ellas será universal y necesario, contendrá juicios sintéticos a priori. Esto es lo que hace posible la matemática como ciencia. En particular el espacio es condición de posibilidad de la geometría y el tiempo de la aritmética.
Por su parte, el entendimiento es la capacidad de pensar con conceptos lo recibido en la sensibilidad (es, por ello, la facultad de los conceptos). Se estudia en la Analítica trascendental. La mayor parte de los conceptos provienen de la experiencia. Pero hay unos conceptos básicos que vienen dados por el entendimiento mismo y son a priori. Estos son los conceptos puros del entendimiento o categorías. Son los conceptos de unidad, pluralidad, totalidad; realidad, negación, limitación; sustancia-accidente, causa-efecto, acción recíproca; posibilidad, existencia, necesidad. 
Estos conceptos se aplican a lo recibido en la sensibilidad. Su aplicación se hace cabalmente, esto es, según sea oportuno de acuerdo a las intuiciones sensibles recibidas (el modo concreto como se dé ese encaje cabal es mediante la imaginación trascendental, uno de los puntos más complicados de Kant). Como estos conceptos puros vienen dados por la razón, lo que podamos decir con base en ellos será universal y necesario, y como se irán ajustando a intuiciones que recibamos, podrán ser sintéticos. Por ello, los conceptos puros del entendimiento o categorías hacen posible la física como ciencia (entendida la “física” como “ciencia de la naturaleza”). Sin embargo, los conceptos puros están ajustados a lo dado en las formas puras del espacio y del tiempo. Por consiguiente, sólo se emplearán válidamente para lo dado en el espacio y el tiempo. Esto tiene una consecuencia importantísima que veremos enseguida.
La razón es la tercera facultad de la razón teórica. Con ella enlazamos los juicios del entendimiento hacia síntesis cada vez más generales, hacia lo “incondicionado”. En la razón, encontramos tres ideas: mundo, yo y Dios. El mundo es la totalidad de los fenómenos de la experiencia interna, el yo la totalidad de los fenómenos de la experiencia interna, y Dios la plenitud de toda realidad. No obstante, ninguna de estas tres ideas encuentra apoyo en la sensibilidad. Por otro lado, para hacer juicios sobre el mundo, yo y Dios, solo podríamos emplear los conceptos del entendimiento. Pero estos conceptos puros solo valen para las intuiciones sensibles, porque están ajustados al espacio y el tiempo. Por ello, los juicios que hagamos sobre el mundo, Dios y el yo, no aportarán conocimiento. Ahora bien, el mundo, Dios y el yo son los temas de la metafísica. Por consiguiente, la metafísica es imposible como ciencia. Sin embargo, estas ideas de la razón son impulsoras del conocimiento. Cumplen, por tanto, un papel positivo, son reguladoras de la razón. Igualmente, en la razón práctica, servirán para articular los postulados de la razón práctica.
Recapitulando todo lo anterior, la teoría del conocimiento de Kant afirma el alcance pero también los límites de la razón humana. Por una parte, la ciencia se ocupa del “fenómeno” (de lo que se muestra a la razón humana, de la realidad tal y como viene dada a través de las estructuras de la razón) no de la realidad en sí misma (la cosa en sí, o el noúmeno, “lo pensado”). Igualmente, el conocimiento solo se aplica a lo dado en la sensibilidad. No puede ocuparse de temas que siempre han interesado a la razón, como el mundo, yo  y Dios.
La repercusión de la teoría del conocimiento en Kant es enorme. Marca un antes un después. Y es imprescindible hoy en día. Se esté a favor o en contra, nadie en nuestra época puede tener una opinión sobre el problema del conocimiento sin tener en cuenta a Kant.

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