Las Vías de Santo Tomás de Aquino para Demostrar la Existencia de Dios
La Vía de los Grados de Perfección (4ª Vía)
En su 4ª vía para demostrar la existencia de Dios, Santo Tomás de Aquino recurre a la «participación» o «grados de perfección» de los seres. Parte de la premisa de que existen diversos grados de perfección en las cosas, cuya perfección es siempre limitada. El hecho de que existan grados de perfección limitados en las características de los seres implica la existencia de un «Ser Perfectísimo», al que el resto de las cosas se aproximan en mayor o menor medida. Si no existiese ese Ser Perfectísimo, que nos sirve como modelo de cómo deben ser los seres, no habría una referencia que nos permitiese comparar las cosas entre sí y determinar que una es más perfecta que otra. Por lo tanto, debe existir la máxima perfección, un Ser que posea en su esencia todas las perfecciones máximas, que es Dios.
La Vía de la Causa Final o Inteligencia Ordenadora (5ª Vía)
En su 5ª vía para demostrar la existencia de Dios, Santo Tomás de Aquino se basa en su teoría de la «causa final» como explicación del orden del cosmos. Parte del hecho de que los seres naturales surgen, se desarrollan, se multiplican y desaparecen de acuerdo con un orden, con su propio objetivo intrínseco. Los seres que carecen de inteligencia no han podido darse a sí mismos la finalidad de su existencia, puesto que no son conscientes de lo que hacen y no tienen la capacidad de actuar con la intención de conseguir dicha finalidad. Los seres que no tienen conocimiento solo pueden actuar con un fin si son dirigidos por alguien con inteligencia hacia ese fin. Por lo tanto, debe existir una «Inteligencia Ordenadora», que es Dios.
La Existencia de Dios y el Problema del Mal en Santo Tomás de Aquino
Primera Objeción: La Omnibenevolencia y la Existencia del Mal
Planteamiento de la Objeción
Santo Tomás de Aquino se plantea el problema de la existencia del mal en relación con la existencia de Dios en la primera de las objeciones por las que parece que Dios no existe. Si Dios es un Ser Perfectísimo al que le pertenecen todas las perfecciones, debe ser un Ser omnisciente, omnipotente y sumamente bondadoso, el Bien Absoluto. La objeción que Santo Tomás se plantea parte del hecho de que, además del bien, existe el mal, lo cual parece implicar que Dios no existe; si existiese ese Bien Absoluto, no habría lugar para el mal. Puesto que el mal existe, hemos de suponer que Dios permite su existencia, lo que implicaría que no es el Bien Absoluto o que no puede evitar que se produzca el mal en el mundo, lo cual a su vez significaría que no es omnipotente.
Respuesta de Santo Tomás
La respuesta de Santo Tomás de Aquino a esta primera objeción, por la que parece que Dios no existe, viene a decir que Dios, por el hecho de ser omnipotente y bondadoso, de ninguna manera permitiría la existencia del mal. Él no sería el creador del mal que existe en el mundo, «a no ser que del mal sacara un bien». El mal no tiene, como el bien, existencia sustancial; no existe por sí mismo. Fue creado por Dios el bien, y el mal es solo una ausencia del bien. Es decir, el mal, para su existencia, necesita de la existencia previa del bien. Sabemos que algo es malo al compararlo con el bien. Al crear el Universo, Dios no deseó los males que contiene, porque no podría crear aquello que se opone a su infinita bondad.
Segunda Objeción: La Naturaleza como Causa de Todo
Planteamiento de la Objeción
En la segunda objeción por la que parece que Dios no existe, se plantea que la razón de la existencia de todo lo que existe se encontraría en que los seres naturales serían producto de la naturaleza.
Primera Respuesta: La Necesidad de una Dirección Inteligente
La primera respuesta que Santo Tomás de Aquino daría a esta segunda objeción es que la naturaleza no podría darse a sí misma una finalidad, ya que no tendría conciencia para decidir por sí misma lo que desea hacer. Sería necesario que alguien la dirigiera, y el Ser que la dirige es Dios. El mal natural existe aunque Dios no lo cree; las cosas creadas forman parte del mundo material y están sometidas al paso del tiempo, por eso, son imperfectas y existen males naturales. La naturaleza no tendría la capacidad de decidir lo que hace y necesitaría a alguien que la dirigiese.
Segunda Respuesta: La Libertad Humana y el Mal Moral
La tradición cristiana considera que el ser humano es libre, de modo que sus actos son intencionados. La segunda respuesta que Santo Tomás de Aquino da a esta segunda objeción es que lo hecho a propósito tiene una causa superior. Aunque Dios creó al ser humano dotándolo de conciencia y libertad y lo dirigió hacia la búsqueda del bien, el ser humano es imperfecto y, por lo tanto, no es omnisciente. Aunque su intención sea hacer el bien, se equivoca y acaba cometiendo el mal. Dios no desea que exista el mal y orienta al ser humano hacia el bien, pero permite su existencia con el fin de obtener un bien mayor: que el ser humano sea libre para elegir por sí mismo hacer el bien y servir a Dios. El mal proviene del ser humano que hace un mal uso de su libertad.