Platón y su influencia en la filosofía griega

Aristocles nació en Atenas en el 427 a.C.

Perteneciente a una familia aristocrática, fue el magisterio de Sócrates y su injusta condena a muerte lo que determinó el pensamiento de Platón. Conoce a Sócrates en el año 407 a. C. y se hace discípulo suyo hasta su muerte en el año 399 a. C. Vivió una época convulsa. En una de sus obras más importantes, La República, Platón nos presenta un modelo ideal de estado, un lugar en el que no tenga cabida una injusticia como la condena a Sócrates. Platón no se limita a formular un modelo teórico, sino que trata de llevarlo a la práctica: por tres veces viajó a Siracusa para intentar poner en práctica el gobierno de los filósofos. A esta implicación práctica se une la fundación de la Academia, una institución en la que Platón trataba de formar a los futuros gobernantes.

Contexto cultural

La filosofía nace en Grecia siglo VI a.C. favorecida por la peculiar concepción de la religiosidad griega donde no había libros sagrados, ni casta sacerdotal, ni dogmas de fe. Incluso dioses y hombres se encuentran sometidos a la moira (o destino) que «adjudica a cada uno su parte», así a unos les toca ser dioses y a otros hombres. Los dioses son seres con las mismas pasiones y deseos que los humanos, pero inmortales. La relación entre dioses y hombres se establecía a través de los oráculos, que tenían una finalidad adivinatoria o profética. Eran muy importantes en la vida pública, ya que determinadas actividades (guerras, viajes, etc.) no se realizaban sin antes consultar con el oráculo. Las prácticas religiosas estaban muy vinculadas a la vida pública aunque coexisten con otro tipo de prácticas en las que únicamente podían participar los iniciados. Se las conocen como cultos mistéricos, porque los participantes tenían prohibido revelarlas bajo pena de muerte.


El orfismo es un culto de tipo mistérico que pregona la inmortalidad y la transmigración de las almas, concibiendo el cuerpo como una especie de cárcel para el alma. Esto nos recuerda plenamente a Pitágoras y Platón en su teoría del alma. En el mundo griego, la religión se identificaba con la mitología, cuya divulgación estuvo, sobre todo, en manos de los poetas. El mito es una narración en la que fenómenos naturales y sociales son explicados por la intervención caprichosa de los dioses y hombres heroicos. Lo que se narra en ellos no significa que algo concreto ocurrió y pasó, sino que el relato es vivido como atemporal. El mito es un paradigma, un modelo de comportamiento ofrecido a los hombres. El poeta griego no se diferencia mucho del oráculo. Como él, es una especie de médium que conoce el destino. El mito pretende reflejar una situación intemporal, que forma parte del pasado, del presente y del futuro. Platón hace un uso frecuente de los mitos en sus escritos, pero su intención es más que nada didáctica, es decir, facilitamos la comprensión. En el siglo V a.C. la sociedad griega alcanza su apogeo y Atenas, vencedora de las guerras médicas, representa el esplendor cultural y político que ha dejado atrás a la vieja sociedad aristocrática y agrícola. Escultura La acrópolis de Atenas, que los persas destruyeron en el 482 a.C. fue reconstruida y engrandecida bajo el gobierno de Pericles (del 443 al 429). El arquitecto Ictinos y el escultor Fidias fueron los encargados de poner en práctica las obras durante diez años.


Las esculturas del periodo clásico (s. Vy IV a.C.)

se caracterizan por las proporciones corporales perfectas, la idealización de las figuras, la serenidad y el equilibrio entre movimiento, y estabilidad. (ejemplo: el discóbolo de Mirón). Más adelante, debido a la popularización de esculturas el Helenismo, se potencia mucho más la expresividad: el dolor, el desenfreno, la sensualidad, etc. (ejemplo: la Venus de Milo). Se centra en el ser humano que en los dioses o los héroes: el retrato y los atletas son los motivos preferidos. Entre otros destaca Praxiteles. Literatura representa en Atenas la culminación de la tragedia griega y del género histórico. La tragedia se originó en torno al culto a Dionisos, cuya evolución ya con Sófocles y Eurípides adquiere la forma clásica de personajes y coro con que la conocemos hoy. Herodoto y Tucidides fundan el saber histórico como seña de identidad colectiva del pueblo.

Contexto filosófico

El primer maestro de Platón fue Crátilo, un discípulo de Heráclito. Platón toma de Heraclito la concepción del mundo sensible como un perpetuo fluir, la diferencia fundamental de que para Platón se trata de un mundo que no es verdaderamente real, mientras que para Heráclito si lo es. Más influencia ejerce en su filosofía Parmenides. Podemos decir que las Ideas platónicas poseen los mismos rasgos que el Ser de Parménides. Tiene que haber algo inmóvil, el objeto del conocimiento, que sea la auténtica verdad. Esa verdad debe ser conocida por nuestro órgano de conocimiento: la mente, la razón. La distinción entre el saber: conocimiento por la razón o el pensamiento y la opinión: conocimiento por los sentidos. De tal modo que a los objetos permanentes, que tienen mismas características que el ser de Parménides, los denominará Ideas (ontología). Son el objeto de la ciencia (gnoscología) y solamente son cognoscibles por el alma (psicología). La ciencia se contrapone a la opinión.


El Pitagorismo fue un referente continuo en su obra, la creencia en la inmortalidad del alma, la doctrina de la reencarnación, la concepción dualista del hombre y la consideración del cuerpo como sepulcro (soma-sema). Hay autores que piensan que el platonismo no es en realidad más que una «racionalización del pitagorismo». En su primer viaje a la Magna se acerca hasta Tarento únicamente con la intención de conocer a Arquitas. Hecho muy importante, pues, antes de regresar a Atenas, decide pasarse por Siracusa, donde intentará en tres ocasiones llevar sus ideas políticas a la práctica, con los resultados ya comentados. En menor medida, Anaxágoras, expresa Platón su decepción cuando comprueba que Anaxágoras, a la hora de explicar los procesos naturales, no recurre a la inteligencia ordenadora sino únicamente a causas mecánicas. La concepción de la materia en Platón es básicamente la misma que la de los atomistas (Leucipo y Demócrito): caótica, informe, eternamente en movimiento. Aristóteles señala esta semejanza en su Metafísica: «Hay algunos, como Leucipo y Platón, que afirman que la actividad existe desde siempre, ya que desde siempre hay movimiento». Obviamente la influencia más profunda y determinante es la de Sócrates. Todo el pensamiento platónico está teñido de socratismo: el intelectualismo moral, la valoración de la razón frente al mundo cambiante de las opiniones, la concepción de la filosofía como permanente diálogo, la preocupación por la política y por la educación del ciudadano, el desinterés por los temas de la Naturaleza… Su teoría de las ideas supone una extensión y una radicalización de la convicción socrática de que existen esencias universales.


El Pitagorismo fue un referente continuo en su obra, la creencia en la inmortalidad del alma, la doctrina de la reencarnación, la concepción dualista del hombre y la consideración del cuerpo como sepulcro (soma-sema). Hay autores que su existencia garantiza un conocimiento definitivo, claro y verdadero. Cuando se aparta del ejemplo de su venerado maestro, como en su decisión de escribir textos filosóficos, lo hace de la manera más fiel: reproduciendo una conversación con la mayor verosimilitud posible. El Sócrates que aparece en los diálogos de Platón no es el Sócrates real, pues defiende ideas que están más allá de su filosofía y pertenecen más bien a la de Platón. El hecho de que éste decidiera hacerlo protagonista de la mayor parte de sus diálogos debe entenderse como un reconocimiento al maestro. Los sofistas. que testimonian mucho de lo que Platón más rechazaba. Es cierto que cabe hablar de dos generaciones bien distintas, constituyendo la segunda la que más trató- una degeneración de la primera, pero Platón manifiesta igual hostilidad a las doctrinas de ambas. Criticó el relativismo y el escepticismo que ve como una afrenta al dignidad y al poder del pensamiento filosófico.

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