Lacan y Descartes

PLATONantiguaCTO:El elemento central de la filosofía de Platón es la teoría de las ideas, que afirmaba que las ideas abstractas procedentes de las matemáticas, de la ética y de toda realidad sensible existen en el mundo inteligible, que se encuentra más allá del mundo sensible, único alcanzable por los sentidos. Defiende, por tanto, una concepción dualista de la realidad. Las ideas o formas, son realidades objetivas, que existen con independencia de nuestro pensamiento y hacen referencia a los conceptos universales o esencia. Las ideas son la verdadera realidad, el mundo sensible es solo una apariencia. Las ideas son únicas, eternas, inmutables e inalterables, mientras que las cosas son sensibles, múltiples y cambiantes. Todas las ideas se encuentran en el mundo inteligible, y la más elevada de todas es la idea de bien. Las ideas son el modelo y la causa de las cosas, que son como son porque tienen parte de las ideas (participación) o las imitan (imitación). Las cosas sensibles son reflejos de las ideas. Para explicar esto, recurre al mito de la caverna: supongamos una caverna subterránea con una entrada por la que entra la luz y unos hombres encadenamos dentro desde niños, que solo pueden ver la pared del fondo. Tras ellos hay un fuego y un camino, por el que pasan hombres llevando diferentes objetos, cuyas sombras se reflejan en el fondo de la caverna. Los hombres encadenados solo pueden ver las sombras, que son para ellos la realidad. Si uno de ellos fuese liberado y saliera al exterior, quedaría deslumbrado por la luz del sol pero, tras un tiempo, comenzaría a vislumbrar los objetos reales, hasta poder mirar directamente al sol y comprender que es la fuente que da vida.
Si este prisionero volviese a la caverna, quedaría cegado por la oscuridad y resultaría torpe ante los ojos de los demás. Si tratara de guiar a los demás hacia el exterior, estos, convencidos de que las sombras son la realidad, podrían atacarle y matarle. La condición de los prisioneros de la caverna es la condición humana, pues nos movemos entre apariencias sin conocer la auténtica realidad. Las sombras de la caverna equivalen a la realidad sensible, el sol simboliza la idea suprema de Bien. La salida de la caverna es un camino difícil reservado solo a unos pocos, hacia el mundo inteligible. Para Platón, el conocimiento verdadero solo puede tratar de lo estable y permanente, lo que es, es decir, lo que es universal, las ideas o formas. El conocimiento científico consiste en la contemplación de las ideas y es la mediación del alma la que hace posibles las dos vías de acceso al conocimiento: la reminiscencia y la dialéctica. La teoría de la reminiscencia afirma que conocer es recordar, pues el alma ya contempló las ideas antes de unirse al cuerpo y por tanto podrá recordarlas al contemplar las cosas sensibles. El conocimiento es, por tanto, una reminiscencia o recuerdo de lo que ya está en el alma. La dialéctica es el método por el que se asciende desde el conocimiento sensible hasta el verdadero conocimiento, a través de diferentes niveles que Platón explica mediante el símil de la línea: supongamos una línea dividida en segmentos desiguales. El primer segmento representa al conocimiento del mundo sensible. De esta realidad no es posible hacer ciencia, por lo que Platón lo denomina doxa (opinión). La doxa se divide en imaginación o conjetura (grado más bajo de conocimiento, serían los reflejos de las cosas sensibles, equivalente en el mito de la caverna a las sombras) y creencia (opinión que tiene como objeto las cosas sensibles, incluyendo el estudio de la física pero sin ser propiamente ciencia, equivalente en el mito de la caverna a las figuras que llevan los porteadores). El segundo segmento representa el conocimiento del mundo inteligible y es la ciencia (episteme) que se correspondería con el exterior de la caverna. La episteme o ciencia se divide en pensamiento discursivo, propio de las matemáticas (equivalente a la visión de las cosas reflejadas con la visión cegada por el sol) y en inteligencia, ámbito de la dialéctica, que sería el auténtico conocimiento, equivalente a la visión de los objetos reales fuera de la caverna. Las matemáticas son un conocimiento más abstracto que la opinión, pero necesitan recurrir a representaciones de las ideas y a hipótesis que no pueden ser demostradas. Son una preparación para la contemplación de las ideas. La dialéctica parte de hipótesis para llegara los primeros principios, sin representaciones materiales, ascendiendo de idea en idea hasta llegar a la idea suprema de Bien. Hay, por lo tanto, una dialéctica ascendente, que va de lo particular a lo universal, que comienza por los objetos sensibles hasta captar las ideas y sus relaciones. Hay también una dialéctica descendente que va de lo universal a lo particular y permite definir lo que es cada cosa recurriendo a las ideas descendiendo desde el concepto más genérico (ej. Ser vivo) y subdividíéndolo (animal, mamífero, vaca). En el ascenso al conocimiento es esencial el amor (eros), que induce a una idealización progresiva del objeto amado hasta llegar a la idea suprema. El amor es una fuerza que empuja el alma.SER HUMANO: En el ser humano hay dos principios opuestos: el cuerpo, que nos une al mundo sensible, y el alma, inmaterial e inmortal, que nos une al mundo de las ideas. El cuerpo nos arrastra hacia lo material y dificulta el ascenso del alma hacia las ideas. Se trata de un dualismo antropológico. El alma es inmortal, es una realidad intermediaria entre los dos mundos pues ha existido con anterioridad al cuerpo y le sobrevivirá después. Su lugar natural es el mundo de las ideas. Platón defiende la teoría de la transmigración de las almas, según la cuál el alma está condenada a habitar en el cuerpo como una prisión, por alguna falta cometida. Los deseos corporales arrastran al alma al mundo sensible. Mientras está unida al cuerpo debe purificarse y controlar las pasiones. La muerte es una liberación para el alma, pero si no está lo suficientemente purificada deberá transmigrar a un nuevo cuerpo y continuar con el ciclo de reencarnaciones. El alma está dividida en varias partes: – El alma racional, inmortal e inteligente, situada en el cerebro, afín al mundo de las ideas. – El alma irascible, situada en el tórax, de la cuál surgen las pasiones nobles (voluntad, valor…). Esta parte muere con el cuerpo. – El alma apetitiva o concupiscible, situada en el vientre, de la cuál surgen los apetitos y deseos corporales. Muere con el cuerpo. Para explicar las diferentes partes del alma, Platón utiliza el mito del carro alado: el alma racional se representa mediante un auriga que guía dos caballos (el alma irascible y el alma apetitiva). El caballo que representa al alma irascible es dócil, mientras que el caballo que representa al alma concupiscible se resiste a las órdenes del auriga. Este carro alado circula por el mundo de las ideas, pero si pierde el control, el alma perderá las alas y caerá al mundo sensible, quedando prisionera en un cuerpo del que solo deseará escapar para regresar al mundo de las ideas. MORAL: Platón defiende el intelectualismo moral:
La virtud es sabiduría, pues quien sabe lo que es el Bien, necesariamente obrará bien. El alma se purifica gracias al conocimiento. El sabio es el que se conduce correctamente porque sabe lo que es el Bien. La virtud implica desempeñar una función correctamente, por lo que la excelencia moral (areté) se alcanza por el conocimiento y gracias a la purificación. La justicia es la virtud suprema del alma y se define por la convivencia adecuada entre sus partes. Esta consiste en la armónía que surge cuando cada parte del alma cumple su función: la parte racional del alma (el auriga) debe ser prudente (sabia) para dirigirse al mundo de las ideas y guiar a la parte irracional. Le corresponde la virtud de la prudencia (phrónesis). La parte irascible del alma debe ser valerosa para afrontar los contratiempos. Le corresponde la fortaleza de ánimo (andréia) como virtud. La parte apetitiva del alma debe moderar los deseos corporales. Le corresponde la virtud de la templanza (sophrosyne) o moderación. POLÍTICA: El individuo depende de la comunidad y está supeditado a ella. La virtud en la vida pública y privada están por tanto relacionadas, ya que el Estado debe proporcionar los medios para alcanzar la sabiduría. Por tanto, ética y política son inseparables en Platón. En cada ciudadano predomina una parte del alma, por lo que el Estado debe decidir su educación en función de ello (independientemente de que sean hombres o mujeres). La comunidad se divide en tres clases sociales, que se corresponden con las tres partes del alma: los más valientes serán los guardianes o guerreros, que defenderán la ciudad porque en ellos predomina la parte irascible del alma y su virtud es la fortaleza. Los productores, en quienes predomina la parte apetitiva del alma y tienen la virtud de la templanza, se encargarán de abastecer la ciudad de bienes materiales. Los gobernantes están guiados por la virtud de la prudencia, pues en ellos predomina la parte racional del alma. La justicia de la ciudad depende de que cada clase realiza la función que le corresponde. El Estado platónico tiene una organización jerárquica estricta. El acceso al conocimiento está reservado a unos pocos, pero para cada clase el Estado se plantea como una institución educativa que vela por el servicio de cada ciudadano en función de su virtud. Las dos clases superiores (gobernantes y soldados) deberán renunciar a la vida privada y a la familia para evitar la corrupción. Segú la teoría de la evolución de las formas políticas de Platón, el paso del tiempo lleva inevitablemente a la degradación de un Estado. La aristocracia de los más sabios es la forma más perfecta de gobierno, pero degenera en timocracia cuando los guerreros toman el poder, llevados por la ambición. La timocracia, a su vez, degenera en oligarquía o gobierno de los ricos. Cuando el pueblo llano toma el poder, el Estado degenera en democracia y triunfa el desorden, ya que en la democracia el gobierno del Estado no está en manos de los más preparados. Este desorden, degenera en tiranía, el peor de los estados posibles, cuando un líder ambicioso y carismático aprovecha la situación para hacerse con el poder. Para evitar esta degradación, Platón plantea un modelo de Estado rígido y un control absoluto, convirtiéndolo en una utopía irrealizable.


ST TOMASmedieval:CTO: Según Tomás de Aquino, razón y fe son independientes. La razón (filosofía) aplica procedimientos lógicos y se basa en el conocimiento del mundo sensible, a partir del cual derivan otras verdades. Las verdades filosóficas son verdades naturales. La fe (teología), parte de verdades reveladas, que se asumen sin discusión y se encarga de lo sobrenatural. Fe y razón son complementarias, no puede haber contradicciones entre ellas, puesto que, si las deducciones se han hecho de forma correcta, la filosofía alcanzará las mismas verdades que la teología. La filosofía hace comprensibles algunos aspectos de la fe, pero no la sustituye. No se puede conocer y tener fe a la vez, pues la fe implica incertidumbre. Las verdades teológicas guían la filosofía, son un referente que permite diferenciar entre razonamientos filosóficos erróneos y verdaderos. La verdad última teológica es inalcanzable para la filosofía, que no puede desvelar todos los misterios de la religión: mediante el razonamiento filosófico se puede demostrar la existencia de Dios, pero no se puede llegar a entender el misterio de la Trinidad. Tomás de Aquino distingue entre esencia y existencia. La esencia es aquello que define a una entidad, se compone de materia y forma y es lo que comparten los seres de una misma especia, tanto con respecto a la forma como con respecto a la materia. Se identificaría, por tanto, con la potencia aristotélica, aquello que puede llegar a existir si se actualiza y pasa a ser en acto. La existencia es aquello por lo que la esencia existe y se identifica con el acto aristotélico, aquello que actualiza la esencia. Para dar respuesta al problema de la individuación (explicar cómo se distinguen los seres humanos), afirma que la individualidad tiene lugar cuando a la materia, que no es medible, se le dota de dimensiones medibles, es decir, cuando se le incorpora el accidente de la cantidad. El universo es contingente, por lo que requiere haber sido creado por Dios. Dios es, es decir, es acto puro, no se le puede identificar con la potencia. Las realidades concretas son algo, existen y tienen una esencia, pero la esencia de Dios consiste en no existir, por lo que es necesario y la Creación es contingente. Tomás de Aquino rechaza la existencia de ideas innatas en la mente, sino que ésta es una “tabula rasa”, todas las ideas que llegan a ella se han captado a través de los sentidos. Distingue dos tipos de conocimiento: sensible y abstracto. El conocimiento sensible tiene lugar cuando se capta la realidad por medio de los sentidos y después, a través de la imaginación, se forma una imagen de la realidad en la mente, denominada fantasma. El conocimiento abstracto tiene lugar cuando el entendimiento ejecuta dos operaciones, la abstracción (el entendimiento agente toma aspectos comunes a una diversidad de objetos) y la formación de conceptos universales por parte del entendimiento pasivo a partir de la información obtenida por el entendimiento agente. El ser humano solo puede conocer la realidad sensible, la divinidad queda fuera del ámbito de sus sentidos, pero sí puede tenerse un conocimiento indirecto de Dios. Existen unas formas o ideas ejemplares en el pensamiento de Dios que constituyen la esencia de las cosas. La captación de la forma mediante el proceso de abstracción permite al intelecto humano alcanzar el universal y formar conceptos. Los universales pueden darse de tres formas: ante rem (previos a las cosas, se dan en la mente divina y son las ideas ejemplares, anteriores a toda realidad); in re (en las cosas, son las formas de los individuos a partir de los cuales se clasifican en géneros y especies; está en las cosas mismas) y post rem (posteriores a las cosas, el ser humano conoce las formas por abstracción gracias al entendimiento; se alcanza como resultado final de un proceso iniciado en los sentidos). SER HUMANO. La concepción del ser humano de Tomás de Aquino sigue la teoría hilemórfica de Aristóteles, pues entiende al ser humano como una unidad sustancial compuesta de materia y dotada de una forma denominada alma. Existen tres tipos de almas: racional (propia del ser humano); sensitiva (propia de los animales) y vegetativa (propia de las plantas). La parte del alma racional correspondiente al entendimiento agente es capaz de realizar abstracciones y es inmortal. MORAL La ética de san Agustín es eudaimonista, pues todos los seres naturales tienden hacia un fin, la felicidad, equivalente a alcanzar la perfección y la excelencia. Felicidad es equivalente a virtud, entre las que distingue dos tipos: teóricas y éticas, que a su vez constituyen las vías para alcanzar la felicidad. La vía teórica, intelectual o contemplativa, desarrolla las virtudes teóricas y consiste en alcanzar la felicidad por la contemplación beatífica de Dios. Dado que el alma humana es inmortal y trasciende este mundo, la felicidad no puede hallarse en el reino terrestre, sino en el celestial. Es ser humano no puede acceder por sí mismo a la divinidad, por lo que necesita que la gracia de Dios ilumine su alma. La vía del hábito desarrolla las virtudes morales, pues otra forma de aproximarse a Dios consiste en adquirir el hábito de escoger, mediante la razón, la acción buena en cada momento. La ley natural está formada por unos principios básicos impresos en la naturaleza del ser humano. Es descubierta cuando la razón delibera respecto a un asunto moral. Las normas morales son el reflejo de la ley natural y no el resultado de la convencíón o costumbres de cada lugar. Es una ley no escrita, universal e inmutable que todos los humanos reconocen, aunque pueden incumplirla. La ley natural está impresa en su naturaleza en forma de tendencias y hábitos y al hecho de que puede conducirse racionalmente y escoger los medios adecuados para alcanzar los fines. El origen de la ley natural es el mismo que las leyes que rigen el cosmos: son leyes que nacen en Dios y establecen fines en los seres y objetos naturales y en el ser humano. Las leyes positivas son las que forman el derecho y son las leyes y normas escritas para organizar la sociedad. La naturaleza humana incluye la tendencia a vivir en sociedad y como la organización social requiere leyes escritas, Tomás de Aquino afirma que la ley positiva es una exigencia de la ley natural. Las normas de las leyes positivas deben inspirarse en la ley natural y carecerían de legitimidad si promovieran conductas opuestas a dicha ley. Esta corriente que defiende la existencia de leyes naturales se conoce como iusnaturalismo./POLÍTICA Según Tomás de Aquino, el ser humano es un animal social por naturaleza, pero también tiene un fin transcendente. Esta condición se refleja en la organización social, que gira en torno al poder terrenal y al sobrenatural. Estado e Iglesia son independientes y autónomos. El Estado debe buscar el bien común, que se identifica con la ley natural. El poder político y el religioso son autónomos y compatibles, pero, en último término, el poder político está subordinado al poder religioso, pues su finalidad es hacer cumplir la ley natural. Dios: Según Tomás de Aquino, razón y fe son independientes. La razón (filosofía) aplica procedimientos lógicos y se basa en el conocimiento del mundo sensible, a partir del cual derivan otras verdades. Las verdades filosóficas son verdades naturales. La fe (teología), parte de verdades reveladas, que se asumen sin discusión y se encarga de lo sobrenatural. Fe y razón son complementarias, no puede haber contradicciones entre ellas, puesto que, si las deducciones se han hecho de forma correcta, la filosofía alcanzará las mismas verdades que la teología. La filosofía hace comprensibles algunos aspectos de la fe, pero no la sustituye. No se puede conocer y tener fe a la vez, pues la fe implica incertidumbre. Las verdades teológicas guían la filosofía, son un referente que permite diferenciar entre razonamientos filosóficos erróneos y verdaderos. La verdad última teológica es inalcanzable para la filosofía, que no puede desvelar todos los misterios de la religión: mediante el razonamiento filosófico se puede demostrar la existencia de Dios, pero no se puede llegar a entender el misterio de la Trinidad. Santo Tomás considera necesario demostrar la existencia de Dios, pues entiende que esta idea no es innata. Rechaza que la existencia de Dios pueda demostrarse a partir de su definición, ya que no existe una única definición. Para probar la existencia de Dios, recurre a unas demostraciones o vías con una estructura similar: parte de una evidencia procedente de los sentidos, se aplica un principio metafísico aceptado que llevaría a conclusiones absurdas al negar la existencia de Dios y se concluye que Dios existe. Las cinco vías son: Vía del movimiento: las cosas están en movimiento, todo lo que se mueve requiere de un motor que lo ponga en marcha. Este motor ha sido puesto en marcha por otro motor, pero como no puede haber una secuencia infinita, debe haber un primer motor inmóvil que mueva a los demás pero que no esté en movimiento. Este motor es Dios. Vía de la causa eficiente: todos los seres que existen tienen una causa eficiente que los ha creado, ya que nada puede generarse a sí mismo. Como no puede haber una secuencia infinita de causas, debe haber una primera causa que no ha sido causada, Dios. Vía del ser necesario: todo lo que existe, muere, por lo que se deduce que todo es meramente posible. Todos los seres existen, pero podrían no existir, es decir, todo lo que nos rodea es contingente, procede por generación de otros seres contingentes. Como no puede haber una cadena infinita de generaciones y de la nada no puede surgir nada, es necesario que haya una divinidad creadora que ha existido siempre, Dios. Vía del ser supremo: todas las personas pueden juzgar hechos y acciones y calificarlos como mejores o peores, gracias a que existe un bien supremo en función del cuál se juzga todo lo demás. Ese bien supremo es Dios. Vía del gobierno del mundo: todo lo que ocurre está dirigido a un fin. Ese fin ha tenido que ser impreso por una mente superior divina, Dios


DESCARTESmoderna:CTO: Descartes, Siglo XVII, es el fundador de la Filosofía Moderna y principal pensador de la corriente filosófica del Racionalismo. El Racionalismo es una escuela filosófica que considera a la Razón, frente a los sentidos, como única fuente de conocimiento verdadero. Para Descartes lo fundamental es buscar un conocimiento cierto y seguro sin ningún tipo de duda. Por ello, su prioridad será buscar un método que nos ayude a modo de guía a razonar. Además, este método debe ser compatible con la forma de pensar de la Razón humana, pues si no sería inútil. Por ello, lo primero que hace es analizar la forma de actuar de la propia Razón. En la Razón, que es la misma para todos los hombres, se distinguen dos modos de conocimiento seguros: la intuición o luz natural, conocimiento de las ideas simples que surgen de la propia razón de forma clara y distinta, cuya verdad es evidente e indudable; y la deducción, que es el conocimiento de una sucesión de intuiciones de las ideas simples y de las conexiones que la razón descubre entre ellas para llegar a verdades complejas, juicios o leyes. Por ello, el método deberá cumplir cuatro reglas que permitan desarrollar estos modos y que nos lleven a un conocimiento seguro. La primera regla es la evidencia, que consiste en aceptar como verdadero solo aquello que se muestra de forma clara y evidente. La segunda es el análisis, por el que se dividen las ideas complejas hasta llegar a las ideas simples y evidentes para que puedan ser intuidas. La tercera es la síntesis que busca desde lo ya intuido construir las verdades complejas. Y, por último, la cuarta es la enumeración, por la que al final se deben revisar los pasos anteriores para estar seguros de su correcta aplicación. Descartes aplicará este método para buscar una verdad indudable y llegar así a una metafísica cierta y segura. Para encontrar esta verdad evidente aplicará la duda metódica: a través de un proceso de duda se buscará llegar hasta aquello que resulte evidente e indudable. En la primera duda, dudará del conocimiento que proviene de los sentidos pues pueden engañarnos. En la segunda duda, dudará de la existencia de la realidad extramental ya que resulta imposible distinguir la vigilia del sueño. Y por último, en la tercera duda, dudará del conocimiento que proviene de la razón, de las ideas de razón o de los razonamientos, pues se puede suponer la existencia de un genio maligno que nos lleva hacia el error cuando creemos estar en lo cierto. Sin embargo, afirma Descartes, no podemos dudar que dudamos, mientras pensamos no podemos dudar que estamos pensando y por lo tanto que existimos. La primera intuición de una verdad indudable es pienso, luego existo (cogito ergo sum). Y si existo lo hago como un yo pensante, un cogito, afirmando, pues, la existencia de la sustancia pensante (el cogito) como primera verdad indudable. Descartes partirá del cogito, la verdad indudable, para construir su metafísica. El cogito piensa ideas que pueden dividirse hipotéticamente en tres tipos: adventicias, que parecen provenir del exterior; facticias, que construye la mente a partir de otras ideas; e innatas, aquellas que la razón tiene en sí misma y no son ni adventicias ni facticias. Tras la demostración de la existencia de la sustancia infinita o Dios (a partir de la idea de infinito) Descartes afirmará la existencia de tres sustancias: la sustancia pensante o el cogito, la sustancia infinita o Dios, y la sustancia extensa o realidad exterior. Descartes definirá “sustancia” como todo aquello que existe independientemente de cualquier otro ser, y por ello, en sentido estricto, sólo Dios sería sustancia pues es el único que no necesita una causa ajena a sí mismo para existir. Sin embargo, como la sustancia extensa (la realidad exterior) y la sustancia pensante (el cogito) son independientes entre sí estima que también pueden ser consideradas sustancias. Dios Entre las ideas innatas se encuentra la idea de Infinito, que Descartes identifica con la idea de Dios, idea que tiene la mayor realidad objetiva (carácterísticas y cualidades) pues incluye las máximas perfecciones. Según Descartes, la idea de Infinito (Dios) que existe en nuestra mente no es adventicia, pues no puede proceder del exterior, ni facticia, pues no puede ser producida por la mente, así pues tiene que ser innata. Descartes aplicará a continuación el principio de causalidad sobre la idea de Dios para demostrar la existencia de Dios. Descartes afirma que toda idea tiene unarealidad objetiva dada, sus carácterísticas y propiedades, y su causa debe tener una realidad formal, existencia real actual con cualidades determinadas, igual o mayor y por lo tanto proporcional a la realidad objetiva de la idea causada. La idea de infinito (Dios) no puede haber tenido como causa a un ser finito, pues no habría proporción entre la realidad formal de la causa (las cualidades del ser real que ha originado la idea de infinito en el sujeto) y la realidad objetiva del efecto (las carácterísticas o propiedades de la idea de infinito). Por tanto, esa idea de infinito ha tenido que ser causada por un ser real que es infinito y, por ello Descartes afirmará que Dios existe como sustancia infinita pues es la causa necesaria de nuestra idea de Dios-infinito. Además de esta demostración, Descartes defenderá también una variante del Argumento Ontológico según la cual el propio concepto de Dios al implicar todas las perfecciones necesariamente conlleva la afirmación de su existencia pues si no supondría una imperfección. Igualmente, considerará que Dios debe existir por la necesidad de una primera causa para la sustancia pensante que sea, a su vez, incausada. El Dios afirmado por Descartes, la sustancia infinita, es infinito, omnisciente, perfecto y bueno. Así, Dios existe sin duda alguna y es la garantía, el fundamento, de que a mis ideas sobre el mundo exterior les corresponde una realidad extramental, pues Dios es bueno y no me engaña. Por tanto, ya no podremos dudar de la existencia de la realidad extramental. Esta sustancia extensa es concebida como si fuera una máquina y será explicada a través del Mecanicismo. MORAL Descartes afirmará un dualismo según el cual alma (el cogito) y cuerpo (sustancia extensa) mantienen una lucha permanente siendo dos sustancias diferentes. La relación entre estas dos sustancias se da a través de la glándula pineal, haciendo posible al alma gobernar el cuerpo a través de dicha conexión. El ser humano es propiamente la sustancia pensante (el cogito), independiente de la sustancia extensa (que en este caso es su cuerpo físico). El cuerpo, como toda la realidad física, actúa como una máquina (tal y como defiende el Mecanicismo) y no puede comportarse de forma libre. Sin embargo, el alma (el cogito), que es inmortal, actúa de forma libre y debe gobernar a esa misma máquina. Con el desarrollo de la perfección del alma se consigue la felicidad. Descartes identifica el desarrollo de la perfección del alma con el desarrollo de la libertad. La libertad se consigue con el dominio y guía de los deseos y pasiones que surgen del cuerpo pues entonces es cuando el sujeto no se encuentra dominado por la sustancia extensa sino que gobierna en él su cogito siendo, por tanto, auténticamente libre. La libertad es así concebida como la realización por la voluntad de lo que propone el entendimiento como bueno y verdadero. Descartes no presenta un sistema ético terminado sino que defenderá una moral provisional. Como resultado de la duda como método y mientras se construye una ética indudable y cierta, los seres humanos deberán actuar moralmente de forma moderada, de acuerdo a las costumbres y leyes de los distintos lugares. Así, con esta moderación el error no será nunca absoluto mientras se busca, de ahí que sea una moral provisional, esa ética cierta que producirá la Razón.


HUMEmoderna:MORAL: Hume realizará una crítica de todas las teorías éticas presentadas por los filósofos anteriores a él que basan la moral en la razón. Afirma que nuestros juicios morales no son producto de la razón pues no proceden de ninguno de los tipos de conocimiento racional. Las afirmaciones de la moral no son el resultado del conocimiento de relaciones entre ideas (razonamiento a priori), pues los juicios morales no son analíticos a priori. Pero, tampoco son el resultado del conocimiento de cuestiones de hechos (razonamiento a posteriori) ya que no describen una realidad sino que la juzgan como buena o mala produciendo así un juicio de valor del que es imposible tener impresión. Además, añade Hume que si bien la razón puede ayudarnos a clarificar la utilidad de las acciones humanas no puede impulsarnos o motivarnos a realizarlas. Así, según Hume, la moral no se fundamente en nuestra razón.Hume defenderá el emotivismo moral según el cual el fundamento de la moral está en el sentimiento moral que surge del interior del individuo. Este sentimiento moral se presenta como una emoción o “gusto” interior que brota del sujeto, desde su propia esencia o naturaleza, y que expresa agrado o desagrado ante las acciones. Esta emoción moral es universal y común a todas las personas debido a la universalidad de la naturaleza humana. Este sentimiento moral se basa en dos principios: la utilidad y la simpatía. La utilidad depende de la expectativa del placer que una acción puede ocasionar. Así, aquellas acciones que más placer podamos prever que van a procurar las tenderemos a calificar como buenas. Por ello, una parte de la calificación moral de las acciones se basará en criterios pragmáticos. En segundo lugar, está la simpatía, que Hume define como la inclinación que todos los seres humanos poseen a participar de los sentimientos y de las inclinaciones de los otros seres humanos y que nos lleva a obrar moralmente buscando la felicidad del otro. De esta forma, la moral humana no es ni resultado de un frío cálculo racional ni tampoco de un puro sentimiento, sino que ambos factores se interrelacionan. Esta mutua relación garantiza que el sentimiento moral no sea individual ni egoísta y que la moral no sea meramente convencional, sino que se constituya desde un sentimiento moral carácterístico de la propia humanidad y su naturaleza siendo, por tanto, universal. ROUSSEAUmoderna.Política:La sociedad corrompe así al hombre, pero Rousseau es consciente de que no se trata de volver a un estado primitivo, que ni siquiera se puede demostrar que existíó, sino que hay que analizar esta sociedad, que produce esa infelicidad y egoísmo en el ser humano, para ver cuál es su causa y reformarla de forma tal que pueda ser una comunidad que haga felices a los hombres. Y para realizar esta tarea seguirá dos pasos: en primer lugar, situar el origen del mal social; y, segundo, proponer una serie de reformas para transformar esta sociedad. Para Rousseau el origen del mal en la sociedad es la desigualdad. Esta es fruto de la propiedad privada que al surgir produjo que los hombres acabaran siendo socialmente desiguales pues unos empezaron a atesorar privilegios frente a otros. Además, esto produjo un permanente enfrentamiento social donde lo que primaba era el egoísmo y no la cooperación, pues el deseo era poseer más y por tanto se fomentaba la codicia y el enfrentamiento entre todos. Así, la sociedad actual es injusta y además impide la realización plena de los seres humanos pues no los lleva a la felicidad. Para reformarla, Rousseau propone un Contrato Social. Se debe reformar la sociedad, pero no se puede volver al estado de naturaleza, sino que la idea del estado natural debe servir para crear las bases de una sociedad justa, legítima de acuerdo al ser humano. Se trata de establecer las bases para un pacto social justo, donde se pueda armonizar libertad, igualdad y poder político. En este pacto social, que es un contrato social, el pueblo es el soberano.Esta soberanía popular se expresa en la voluntad general que no es una mera suma de las voluntades de cada individuo sino el interés social común. Efectivamente, la voluntad de todos sería la suma de intereses egoístas de cada uno; sin embargo, la voluntad general es la del sujeto colectivo que siempre pretende el bien común. Así, con el Contrato Social el individuo renuncia a sus egoísmos personales para someterse a las leyes que establecen derechos y deberes desde la voluntad general. Cada individuo renuncia así, según Rousseau, no a la libertad como ciudadano sino a la libertad de obrar de acuerdo al egoísmo propio y en contra de la comunidad, asegurándose así la igualdad y libertad de todos los ciudadanos. Además, opina Rousseau, para la creación de esta nueva sociedad será fundamental la educación ya que la educación interesa a los padres, pero también interesa al Estado porque hay que formar al hombre y al ciudadano. Rousseau, en su obra Emilio, considera que a los niños se les debe instruir desde la libertad, huyendo del academicismo y el mero aprendizaje memorístico. Para esta educación se debe tener en cuenta que los niños tienen una mentalidad diferente a los adultos, buscando abrir su mente a la curiosidad y deseo de saber a través, fundamentalmente, del contacto con la naturaleza. Esta educación tiene como finalidad última formar buenos ciudadanos y contribuir a la mejora social despertando el amor por las leyes justas que representan el interés común. De esta forma, y según Rousseau, los seres humanos pueden entrar en un nuevo estado que no es ni el social anterior donde primaba el egoísmo individual ni tampoco el natural. Este nuevo estado consiste en una sociedad racional y libre donde se erradicará el mal moral y la injusticia y permitirá que cada uno de los seres humanos pueda alcanzar su felicidad y plena realización. 


NIETZSCHEcomtemporanea:CTONietzsche criticará la metafísica tradicional surgida con Platón. La metafísica tradicional ha considerado como verdadera realidad de las cosas a las esencias y por tanto la realidad es concebida como algo estático, fijo e inmutable. La metafísica ha distinguido entre una realidad verdadera y superior, y una realidad falsa o aparente. Pero la “invención” de este otro mundo superior es producto en realidad producto del resentimiento y temor hacia la vida de los filósofos, que rechazan la vida tal y como esta es. Este impulso contra la vida es denominado por Nietzsche “Voluntad de Verdad” y consiste en utilizar la razón para afirmar la supremacía de las esencias, lo estático, vengándose así del devenir de la realidad, de la vida que no se puede dominar. Toda la filosofía ha sido, en realidad, un platonismo encubierto y contrario a la vida. Frente a la metafísica tradicional, Nietzsche afirma la realidad como devenir sin finalidad ni meta. Esta realidad cambiante y múltiple se presenta al ser humano a través de perspectivas. Estas perspectivas en las que se da la realidad son propias de cada momento de la vida individual. Por ello, no existe una perspectiva verdadera y la Voluntad de Verdad, que pretendía una verdad absoluta, única, universal e inmutable, es falsa. Por ello, Nietzsche defenderá la “Voluntad de Poder” que supone asumir y enfrentarse a la realidad cambiante afirmando una perspectiva individual de forma temporal para vivir más plenamente. Con la Voluntad de Poder se reconoce la realidad como cambiante y la inexistencia de la verdad, admitiendo la elección de una perspectiva entre las múltiples posibles para potenciar la propia vida. Desde la Voluntad de Poder se comprende que los conceptos no son en realidad más que metáforas. Además, estas metáforas se generan a través de un proceso que nos aleja cada vez más del original, la cosa real individual. La primera metáfora es la imagen mental conformada por nuestra percepción. A su vez, esta imagen la convertimos en palabra que expresa nuestra forma individual y original de captarla, siendo así una metáfora de la primera metáfora. Luego esa palabra se establece como única para una multiplicidad de realidades cambiantes, posibilitando el “olvido” de la multiplicidad y de los cambios. De esta manera, las ideas más abstractas solo son las metáforas más alejadas de la realidad que hemos olvidado que solo son metáforas. Estas metáforas se convirtieron en conceptos por la necesidad y el deseo del ser humano de vivir en sociedad. Para ello se hizo un pacto llegando a una convencíón en el lenguaje. Se establecieron así los nombres y significados de las cosas imponiendo ciertas convenciones como las correctas por mera utilidad. Con el tiempo se olvidó el origen metafórico, afirmándose erróneamente el concepto universal (expresión de la esencia) como la verdadera realidad. De esta forma, la filosofía, al tratar de los conceptos más abstractos, llama “verdad” a lo más alejado de la realidad: lo creado al final del proceso por el pensamiento, el producto más imaginativo. También las ciencias positivas que matematizan lo real son criticadas por Nietzsche, pues sólo expresan la realidad cuantitativamente sin atender a las diferencias reales y cualitativas. Así, para Nietzsche no hay verdad absoluta y sólo podrá considerarse “verdad” aquello que favorezca a la vida. El criterio de verdad es la “Voluntad de Poder” que asume y justifica el error necesario para vivir como válido. Por ello, exaltará el poder de la metáfora como una perspectiva que se reconoce como tal, que selecciona e interpreta la realidad sin identificarse nunca con ella. La metáfora se sabe que es una perspectiva que nos ayuda a vivir plenamente. Dios,SH ymoral:Nietzsche afirma una visión pesimista del hombre, un animal cuya única arma para defenderse del mundo es la inteligencia. El ser humano es débil e indigente y sin embargo se cree el centro de la naturaleza. Por ello, Nietzsche considera que el ser humano sigue evolucionando y es solo un puente hacia el superhombre. El hombre es algo cambiante, en tanto que es vida, y tras una serie de transformaciones conseguirá superarse a sí mismo en el superhombre, aquel que tiene Voluntad de Poder, no de verdad. El hombre débil, anterior al superhombre, sigue los dictados de la moral tradicional. Se trata de una moral de los esclavos donde lo fundamental es la resignación y el rechazo a la vida. Es antinatural, niega los instintos vitales, y su fundamento ha sido Dios, o la Razón entendida también como un Dios por la Voluntad de Verdad. Además, Dios o la Razón entendida como Dios, ha sido el fundamento no solo de la moral sino también de la idea de que existe una verdad única y de que la vida individual concreta debe ser sacrificada en aras a otra vida futura. Así, Dios, o la Razón como Dios, es el fundamento último de la Voluntad de Verdad y del platonismo y por lo tanto es el gran enemigo frente al surgimiento del superhombre que tiene Voluntad de Poder. Por ello, para que el superhombre pueda llegar a ser, para afirmar absolutamente la vida, hay que acabar con Dios y acabar con la Voluntad de Verdad que éste representa. Dios ha sido la gran objeción contra la vida y es necesario para dar valor a la vida negar a Dios. Esta negación ha ocurrido en la época moderna donde Dios ha muerto. Con ello, todos los valores tradicionales se derrumban, se quedan en nada, surgiendo una nueva época dominada por el Nihilismo. Este puede tener dos sentidos: uno negativo en cuanto a que con el derrumbe de los valores tradicionales se cae en la pasividad, en el sinsentido de la existencia; otro, positivo, en cuanto a que la muerte de Dios es la oportunidad para la transmutación de los valores y el surgimiento del superhombre. Así, deberán transmutarse los valores. Esta transmutación de los valores no implica solo crear valores diferentes sino cambiar radicalmente la misma forma de valorar. Efectivamente, la transmutación de los valores implica que ya no se valorará desde el resentimiento contra la vida sino desde la “Voluntad de Poder”, desde los instintos que en cada caso potencien la vida. Esta transmutación será hecha por el superhombre, producto de la evolución desde el hombre débil, racional y dominado por la Voluntad de Verdad, hacia un ser humano fuerte, instintivo, con Voluntad de Poder, destructor y creador constante que acepta lo trágico de la vida, su devenir, multiplicidad y sus diversas perspectivas. Esta evolución del espíritu hasta el superhombre pasa por tres estadios: el camello, que todavía asume su deber racional; el león, el nihilista que se rebela frente a todo, pero aún es incapaz de crear nuevos valores; y el niño, o el bailarín, que hace de la vida un juego y una creación artística. Éste último es la representación del superhombre, que tiene la Voluntad de Poder y admite la vida como un Eterno Retorno, es capaz de crear una vida tan intensa que la posibilidad de que pueda ser repetida infinitas veces le parece maravillosa. El superhombre rechaza la moral del esclavo y la conducta gregaria, siendo contrario al igualitarismo. Frente a estos valores de los hombres débiles, el superhombre es un creador constante de nuevos valores, vive en un mundo sin trascendencia y haciendo de su vida su propia creación, su obra de arte


ORTEGAGASSETcontemporanea:Política:Para Ortega, la historia se puede analizar de acuerdo a las generaciones. En su Teoría de las generaciones, Ortega asume que en toda sociedad humana conviven distintas generaciones. Estas generaciones se cumplen en periodos de quince años y hay dos tipos fundamentales: las establecidas, las mayores que ya poseen el control social, y las emergentes, las nuevas. Cuando los presupuestos teóricos de ambas son compatibles, la sociedad se desarrolla sin sobresaltos; cuando, sin embargo, hay una contraposición y ruptura entre las concepciones de la generación establecida y la emergente surge la crisis social. Según Ortega, en nuestra época y sociedad se da una crisis pues ha ocurrido un fenómeno especial: la rebelión de las masas. Para Ortega los hombres pueden dividirse en hombre masa y en minoría selecta. No se trata de una división de acuerdo al puesto social que se ocupa sino de acuerdo a una forma de ser y actuar en la vida. El hombre masa es aquel que se encuentra satisfecho de sí mismo creyéndose completo moral e intelectualmente y que actúa como el niño mimado que pretende que todo esté para él sin exigirse nada, pidiendo todos los derechos sin reconocer sus obligaciones. Sin embargo, y frente a esto, la minoría selecta es aquel tipo de persona que se exige a sí mismo más que a los demás y vive su vida buscando alcanzar ese desarrollo máximo ateniéndose a deberes y al trabajo vital. El problema actual, piensa Ortega, es que el hombre masa gobierna la sociedad sin atender a la minoría selecta, imponiendo su capricho uniformador y poco respetuoso con la auténtica libertad individual y creando, por ello, una crisis social 

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