Contexto histórico, filosófico y cultural de Platón
El pensamiento de Platón se desarrolla en un siglo marcado por el enfrentamiento entre los griegos y los persas. Tras la victoria griega en las Guerras Médicas, se consolidó la hegemonía política y militar de Atenas en todo el Mediterráneo oriental.
Posteriormente, las polis griegas se enfrentaron entre sí en la Guerra del Peloponeso, que culminó con la derrota de Atenas. Tras la derrota, se instauró la dictadura de los Treinta Tiranos. Un año después, se restauró la democracia en Atenas. Fue bajo este régimen cuando se produjo la condena y muerte de su maestro, Sócrates, un evento que marcó profundamente a Platón y lo llevó a abandonar su vocación política para dedicarse por completo a la filosofía.
Durante el siglo V a.C., Atenas se erigió como el gran foco cultural del mundo griego. En esta época de esplendor, conocida como el Siglo de Pericles, representaron sus obras los grandes poetas trágicos como Esquilo, Sófocles y Eurípides. Además, se embelleció la Acrópolis con obras arquitectónicas y escultóricas que perduran hasta hoy.
Principales influencias filosóficas
Tres influencias clave se reflejan en su Teoría de las Ideas:
- Crítica a presocráticos y diálogo con sus contemporáneos: Platón rechaza el devenir constante de Heráclito, pero lo asume como una característica propia del Mundo Sensible. En contraposición, apuesta por el Ser permanente, eterno e inmóvil de Parménides, cuyas características atribuye a las Ideas que constituyen el Mundo Inteligible. Frente al mecanicismo de Demócrito, Platón recoge la concepción teleológica de Anaxágoras, según la cual el orden del cosmos se debe a una inteligencia ordenadora (Nous). También adopta de los pitagóricos la importancia de las matemáticas para entender la realidad, la creencia en la inmortalidad del alma y el dualismo antropológico (cuerpo y alma).
- Crítica a los sofistas: Platón se opone firmemente al relativismo y escepticismo de los sofistas, quienes negaban la existencia de verdades absolutas y universales.
- Influencia de Sócrates: La influencia de su maestro es fundamental. La búsqueda socrática de conceptos universales (definiciones) conduce directamente al planteamiento platónico de la Idea como modelo, esencia y prototipo de la realidad y del conocimiento. Asimismo, hereda la preocupación por la virtud (areté) y el intelectualismo moral, la convicción de que el conocimiento del Bien es necesario para la vida feliz y para el justo gobierno de la ciudad.
La Teoría de las Ideas y el Mito de la Caverna
El texto de referencia parece aludir al Mito de la Caverna, que Platón narra en el libro VII de su obra República. En esta alegoría, Platón expone su pensamiento haciendo referencia al Mundo Sensible, representado por el interior de la caverna donde los prisioneros están encadenados. Estos hombres, que solo ven sombras proyectadas en la pared, no conocen la existencia de un Mundo Inteligible (el exterior de la caverna), por lo que consideran su realidad de sombras como la única y verdadera. El mito muestra la ignorancia en la que, según Platón, vive la mayoría de la humanidad.
El mundo visible de los prisioneros son solo sombras, una metáfora de los objetos del Mundo Sensible. Platón sostiene que solo la educación (paideia) puede liberarnos de las cadenas de lo sensible y permitirnos ascender al conocimiento de la Idea del Bien. Para Platón, educar es reorientar el alma para que mire correctamente hacia lo inteligible, hasta alcanzar la contemplación de la Idea del Bien. Conocer esta Idea suprema nos permite conocer la verdad y, en consecuencia, actuar adecuadamente. Esto fundamenta su teoría política: solo quienes conocen el Bien, los filósofos-gobernantes, pueden gobernar, pues son los únicos que conocen la verdad y pueden instaurar un Estado justo.
Dualismo Ontológico: Mundo Sensible y Mundo Inteligible
Platón postula la existencia de dos realidades o mundos distintos: el Mundo Inteligible y el Mundo Sensible.
El Mundo Sensible
El Mundo Sensible es el mundo físico que percibimos a través de los sentidos, el que comúnmente llamamos «mundo real». Sin embargo, para Platón, este no es el mundo verdaderamente real, sino una copia imperfecta del auténtico mundo: el de las Ideas. En él se encuentra la pluralidad de los seres naturales, cuyas propiedades son opuestas a las de las Ideas: son múltiples, perecederos, cambiantes y materiales.
El Mundo Inteligible
El Mundo Inteligible está integrado por una pluralidad de Ideas (o Formas), que son eternas, inmateriales, inmutables y universales. Para Platón, no son conceptos subjetivos que existen en nuestra mente, sino entidades reales que existen de forma independiente y objetiva. La teoría platónica afirma que las Ideas existen separadas de las cosas particulares, siendo entidades que poseen una existencia real e independiente. Las Ideas son el principio ontológico de la realidad; sin ellas, el mundo sensible no tendría consistencia. Se deduce que la existencia de las cosas particulares se debe a que imitan o participan de las Ideas.
La Jerarquía de las Ideas
En el Mundo de las Ideas existe una jerarquía. En la cúspide se encuentra la Idea del Bien, que es el origen y el principio unificador de todas las demás Ideas. Es la causa de la verdad y de la ciencia, y su conocimiento es indispensable para el futuro gobernante. La Idea de Bien es, por tanto, el principio último de la realidad y el fundamento del conocimiento.
El Origen del Cosmos: El Demiurgo
El origen del Mundo Sensible es explicado por Platón en su diálogo Timeo. Allí afirma que el cosmos es el resultado de la acción de una inteligencia ordenadora, el Demiurgo, que modela a los seres del universo a partir de una materia caótica y eterna, utilizando como modelo las Ideas perfectas. Es importante señalar que tanto la materia caótica como las Ideas son preexistentes y eternas, anteriores a la acción del Demiurgo. Esto marca una diferencia fundamental entre la concepción platónica del origen del universo y la creación ex nihilo (de la nada) de la tradición cristiana.
Relación entre los dos mundos
La relación entre ambos mundos es descrita por Platón con los términos de participación (méthexis) o imitación (mímesis). Las cosas sensibles son una imitación porque son copias imperfectas que intentan asemejarse a su modelo ideal. A su vez, hay una participación, ya que las cosas «participan» de la perfección y de la esencia de su correspondiente Idea.
Teoría del Conocimiento y Antropología Platónica
Epistemología: Opinión y Ciencia
Esta división ontológica entre el Mundo Sensible y el Mundo de las Ideas tiene su correlato en la teoría del conocimiento. Platón distingue dos tipos fundamentales de conocimiento: la opinión (doxa) y la ciencia (episteme). La ciencia es el conocimiento de las Ideas, es universal y da lugar a la verdad, siendo un saber absoluto e indudable. Por el contrario, la opinión se basa en el mundo sensible, por lo que es un conocimiento variable, particular y relativo. Para explicar los distintos grados del ser y del conocer, Platón propone la alegoría del símil de la línea dividida.
Dentro de la ciencia (episteme), distingue entre el pensamiento discursivo (dianoia), propio de las matemáticas (que parte de supuestos y se apoya en figuras sensibles), y la inteligencia pura o dialéctica (noesis), que es el conocimiento de las Ideas y su relación jerárquica hasta alcanzar la Idea del Bien. En el ámbito de la opinión (doxa), también hay dos niveles: la conjetura o imaginación (eikasia), que es el conocimiento de las sombras e imágenes, y la creencia (pistis), que es el conocimiento de los objetos físicos. Ambos son niveles de conocimiento inseguros.
La Teoría de la Reminiscencia (Anámnesis)
Platón debe justificar cómo es posible que el ser humano, estando inmerso en el Mundo Sensible, pueda llegar a conocer el Mundo Inteligible. Para ello, formula la Teoría de la Reminiscencia o anámnesis.
El Alma como Prisionera del Cuerpo
Platón presenta una concepción antropológica dualista. El ser humano es un compuesto de cuerpo y alma. El cuerpo pertenece al Mundo Sensible, es material y mortal. El alma, por su parte, pertenece al Mundo Inteligible, es inmaterial e inmortal. Platón afirma que el alma preexiste en el mundo de las Ideas antes de encarnarse. Cuando el alma se une al cuerpo, olvida la existencia de este mundo y cae en la ignorancia. Por ello, el cuerpo es considerado la «cárcel del alma». Sin embargo, el alma posee un conocimiento innato de las Ideas, aunque lo haya olvidado. Se inicia entonces un camino en el que el alma, a través del contacto con los objetos sensibles (que son copias de las Ideas), puede ir recordando lo que ya sabía, en un proceso que culmina con la contemplación de la Idea de Bien. Por lo tanto, para Platón, conocer es recordar.
El Camino hacia el Conocimiento: Dialéctica y Virtud
La dialéctica es el método filosófico que permite el acceso al conocimiento de las Ideas. Platón la considera el verdadero camino del conocimiento y la ciencia suprema, un proceso ascendente que nos lleva desde la multiplicidad de lo sensible hasta la unidad de la Idea del Bien.
La reminiscencia explica la posibilidad del conocimiento, mientras que la dialéctica es el método para alcanzarlo. Sin embargo, este camino no es solo intelectual; también es necesaria la virtud (areté), que es un camino de purificación del alma hacia el Bien y la Justicia. Según Platón, el ser humano necesita de la comunidad política (la polis) y del cultivo de la virtud para poder realizar plenamente su naturaleza y ascender hacia el mundo de las Ideas.
