La Distinción Filosófica entre Saber y Opinión

Desde la Antigüedad, los filósofos se han preguntado si todo lo que creemos saber es verdadero, o si muchas veces confundimos nuestras meras opiniones con conocimiento auténtico. En un mundo saturado de información y juicios apresurados, esta cuestión se vuelve más relevante que nunca. ¿Es lo mismo saber que opinar? ¿Existe una línea clara que los separe?

A lo largo de esta disertación defenderé que sí existe una diferencia fundamental entre conocimiento y opinión, y que dicha distinción ha sido clave para la historia del pensamiento filosófico. El conocimiento se caracteriza por su justificación racional y su pretensión de verdad, mientras que la opinión, aunque pueda ser verdadera, no está fundamentada de forma suficiente. Esta tesis se sostendrá a través del examen de diversas posturas filosóficas desde Platón hasta Kant.

La Distinción en la Filosofía Antigua

Platón: Epistéme y Doxa

Uno de los primeros en establecer esta diferencia fue Platón, quien en su diálogo La República distingue entre epistéme (conocimiento) y doxa (opinión). Para él, la doxa es el conocimiento confuso del mundo sensible, sujeto al cambio, mientras que la epistéme se refiere al conocimiento verdadero, que se alcanza solo mediante la razón y el acceso al mundo de las Ideas. Según Platón, solo lo que es siempre y no cambia puede ser objeto de verdadero conocimiento (que es verdadero, necesario y universal), y esto excluye la percepción sensible, fuente de opiniones engañosas.

Esta crítica platónica a la opinión cobra sentido si consideramos lo que sucede cuando nos dejamos llevar por impresiones sin fundamento. Por ejemplo, opinar que una medicina funciona sin comprobar su efecto mediante pruebas es potencialmente peligroso.

Aristóteles: Tipos de Saber

Aquí entra en juego la diferencia epistemológica que también defendió Aristóteles, discípulo de Platón, quien distinguió entre distintos tipos de saber: la doxa (opinión), la epistéme (saber demostrativo) y la phrónesis (sabiduría práctica). Para Aristóteles, el conocimiento verdadero requiere una base racional, lógica y, en muchos casos, empírica. A diferencia de la opinión, que no puede demostrarse, la epistéme se basa en razonamientos válidos y principios universales. La phrónesis, por su parte, es un saber práctico basado en la experiencia, pero también racional.

La Búsqueda de Certeza en la Modernidad

Descartes: La Duda Metódica

En el pensamiento moderno, Descartes busca un conocimiento absolutamente cierto, distinto de toda opinión o creencia dudosa. Su método consiste en la duda metódica: rechazar como falso todo aquello que pueda ser dudoso. El conocimiento, para Descartes, debe tener la misma certeza que las verdades matemáticas. Así, queda clara su separación entre el saber racionalmente fundamentado y las meras opiniones sostenidas por la costumbre o la fe. Mediante la duda metódica, rechazó toda opinión para llegar a verdades claras y distintas, como el famoso “pienso, luego existo”.

Kant: Conocimiento Sintético

Por otro lado, Kant también aborda esta distinción al clasificar los juicios en a priori (independientes de la experiencia) y a posteriori (basados en la experiencia), y entre analíticos y sintéticos. El conocimiento científico, según él, es el resultado de una síntesis entre la experiencia sensible y las estructuras del entendimiento. Por tanto, el conocimiento implica una actividad activa del sujeto que da forma a los datos sensibles. Las opiniones, en cambio, carecen de este respaldo sistemático ni esa pretensión de necesidad.

Una Posible Objeción

Una posible objeción a esta tesis es que muchas veces actuamos y decidimos basándonos en opiniones, no en conocimientos demostrables. Esto es cierto, y es una característica inherente a la condición humana: no todo lo que pensamos o hacemos está basado en pruebas sólidas. Sin embargo, eso no invalida la distinción conceptual: simplemente muestra que en la vida cotidiana no siempre exigimos la misma rigurosidad que en la ciencia o en la filosofía.

Conclusión: La Importancia de la Distinción

En conclusión, la diferencia entre conocimiento y opinión es esencial para comprender cómo accedemos a la verdad y cómo distinguimos entre lo que simplemente creemos y lo que podemos justificar racionalmente. Desde Platón hasta Kant, los filósofos han coincidido en que el conocimiento exige justificación, evidencia y coherencia, mientras que la opinión puede ser verdadera o falsa, pero no está justificada de forma suficiente. Reconocer esta distinción es clave para pensar con rigor y no confundir lo que creemos con lo que realmente sabemos, evitando dejarnos arrastrar por la simple apariencia.

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