Concepto de Felicidad en Hobbes
Hobbes considera que la felicidad consiste en el éxito continuo, en el logro de las cosas que las personas desean tener, ya sean objetivos, metas, etc. Sostiene que es muy difícil obtener la tranquilidad del ánimo, ya que siempre se está en constante movimiento para buscar lo que la persona desea o para apartarse de lo que nos genera aversión. Nos caracteriza como seres hedonistas (más similares a la posmodernidad y no a Epicuro). Por lo anterior, le parece poco comprensible el concepto de felicidad de los escolásticos (que son los que profesan el cristianismo); dice que es muy difícil la visión beatífica (es un privilegio divino que consiste en el conocimiento inmediato de Dios, es decir, establecer un contacto directo con Dios a través de la oración).
A diferencia de la concepción de felicidad de Aristóteles, que la consideraba un fin último o un bien supremo, para Hobbes siempre es una cadena de deseos, no hay un fin último. Concluye diciendo que ese proceso de ir de deseo en deseo se vincula con el poder: las personas no solo se conforman con satisfacer sus deseos presentes, sino que también buscan asegurar sus deseos futuros y por eso quieren tener poder. Además de hedonistas, nos caracteriza como ambiciosos y con una ambición por sentirnos superiores a los demás.
La Concepción Política de Hobbes: El Leviatán, Capítulo XIII
En este capítulo, el autor describe las características de la vida en el estado de naturaleza y presenta argumentos para comprender por qué fue necesario establecer un contrato social.
Los Hombres Iguales por Naturaleza
Comienza diciendo que somos mucho más semejantes que diferentes, tanto en el aspecto físico como en el mental o intelectual. En cuanto a lo físico, puede haber personas más fuertes que otras; sin embargo, los más débiles pueden unirse e ir en contra del más fuerte o también pueden utilizar maquinaciones mentales (estrategias). En cuanto a lo mental o intelectual, también hay más semejanzas que diferencias; las únicas excepciones son los científicos, los escritores (en el texto son mencionados como hombres de letras) y los artistas. El autor señala que la prudencia, entendida como sabiduría en la toma de decisiones, es algo que todos pueden desarrollar aprendiendo de las experiencias. Sin embargo, y en esto también somos semejantes, tendemos a creer que somos más sabios que los demás, puede ser a causa de que nuestro intelecto lo conocemos directamente, mientras que el de los demás lo percibimos de forma indirecta, a través de sus expresiones, por ejemplo.
De la Igualdad Procede la Desconfianza
Al ser más iguales que diferentes, todos nos sentimos con derecho a obtener las mismas cosas y, como estas son escasas o no suficientes, se va a dar un conflicto entre los seres humanos para quedarse con dichas cosas.
En el capítulo del Leviatán, el autor describe cómo era la vida de los seres humanos en el estado de naturaleza y, a lo largo del texto, argumenta por qué surgió la necesidad de establecer un contrato social. Señala que un usurpador se apodera, a través de la fuerza o por maquinaciones mentales, de los bienes de otras personas, e incluso también se apodera de su propia vida o de la de su familia. Sin embargo, luego el usurpador va a desconfiar de los demás, porque los otros se sienten con los mismos derechos a unir sus fuerzas con otros para quitarles lo que él les robó.
De la Desconfianza, la Guerra
Teniendo en cuenta la situación anteriormente mencionada, el autor señala que protegerse de los demás a través de la previsión o incluso intentar controlar a los demás, ya sea por la fuerza o por estrategias astutas, es algo adecuado. Por eso dice que, como está en juego la autoconservación, todos los recursos están permitidos. Algunos están a la defensiva y por eso el clima es de guerra de todos contra todos. Los seres humanos no encuentran placer en esta situación, sino por el contrario un gran sufrimiento, y por eso desean que haya un poder superior capaz de atemorizarlos a todos. Aquí el autor está argumentando por qué fue necesario el establecimiento del contrato social. Concluye diciendo que las tres causas de desacuerdo entre los seres humanos son:
- La competencia
- La desconfianza
- La gloria
La competencia se produce debido a que cada hombre se apropia de los bienes de los demás para adquirir ganancia y poder; de ahí se hace necesaria la desconfianza como forma de protegerse y de controlar a los demás. Y, por último, la gloria tiene como fin adquirir reputación o prestigio, pero este se basa más en el temor que en el respeto. Por ese motivo, una sonrisa es interpretada como falsa, un halago a la familia o a la casa como un sarcasmo o como envidia, y una alabanza a la patria como ironía.
El autor expresa que hay un clima de guerra constante mientras no exista un poder superior. Por eso realiza una comparación con el clima atmosférico: cuando hay un periodo de mal tiempo se caracteriza por días grises y aguaceros; del mismo modo, en el estado de naturaleza hay etapas de guerra y etapas de paz, pero esta es tensa, pues consiste en la preparación para una nueva confrontación, una nueva guerra.
Las Incomodidades del Estado de Guerra
El autor señala que si se hubiera permanecido en ese estado de guerra constante, no habría sido posible la construcción de viviendas, la navegación, el desarrollo de instrumentos, los cultivos, y todas las manifestaciones culturales. De esto se deduce que la vida en sociedad y todos los beneficios que conlleva, fue resultado del establecimiento del contrato social. Concluye señalando que en aquel estado se vivía en un constante peligro de padecer una muerte violenta, y la vida del hombre era solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta.