René Descartes: La Búsqueda de la Certeza
René Descartes presenta una estructura argumentativa fundamental. Partiendo de la premisa de que no existe una verdad objetiva incuestionable en la filosofía, su propósito es hallar un principio indudable. Este argumento central se fundamenta en la duda metódica. A continuación, exploraremos las ideas clave expuestas y cómo se interrelacionan:
- Descartes cuestiona las meditaciones por su naturaleza subjetiva y su tendencia a generar debate.
- En el ámbito de las costumbres, considera necesario seguir opiniones inciertas como si fueran indudables.
- Para indagar la verdad, es imperativo rechazar todo aquello que pueda generar la más mínima duda.
- La duda metódica se argumenta a través de varios puntos: los sentidos nos engañan; los hombres pueden errar al razonar; y los pensamientos que tenemos despiertos pueden aparecer también durante el sueño.
- Todo lo que había concebido hasta ese momento no era verdadero.
- Cogito, ergo sum (Pienso, luego existo).
La Duda Metódica y el Cogito
Una vez expuestas estas ideas, procederemos a razonarlas y a unirlas para comprender cómo Descartes llega a la afirmación fundamental: Pienso, luego existo.
En la búsqueda de la verdad, Descartes anhela un principio que sea claro y distinto, exento de toda duda. Sin embargo, en el ámbito de las costumbres, considera indispensable seguir opiniones inciertas como si fueran indudables, ya que la acción no puede suspenderse y es preciso actuar con base en el conocimiento disponible en cada momento. Por consiguiente, para hallar la verdad, rechaza cualquier cosa que pueda ser objeto de duda. Así es como se inicia la duda metódica, un proceso sistemático orientado a descubrir la verdad. Comienza cuestionando los sentidos, pues estos nos engañan. Luego, extiende su razonamiento a la propia razón, reconociendo que los hombres pueden errar al razonar. Incluso contempla la posibilidad de un genio maligno que nos engañe, y señala que un sueño puede sentirse extremadamente real mientras se experimenta. En última instancia, duda de todo lo que había concebido en su mente. Es precisamente mientras duda que se percata de un hecho innegable: estaba dudando. Y si duda, entonces existe. Esta verdad se le presenta de manera tan clara y distinta que la adopta como el principio fundamental de su filosofía, un principio del que nadie, ni siquiera el más escéptico, podría dudar.
Aristóteles: Ética y Política
La Ética Aristotélica: El Bien Humano y la Felicidad
El objetivo primordial de la ética aristotélica es el bien humano, entendido como aquello que los hombres buscan, ya que el bien se equipara al fin último. Dentro de los bienes, destaca uno en particular: aquello que se busca siempre por sí mismo y nunca por otra cosa; a esto se le denomina felicidad (eudaimonía).
La felicidad se define como:
- Una vida razonable, ya que consiste en la plena realización del hombre como ser racional.
- Una vida conforme a la virtud (pues la virtud es la expresión de la vida razonable).
- La vida propia del sabio.
Clasificación de las Virtudes
La virtud se clasifica en dos grandes grupos:
- Virtudes dianoéticas: Relacionadas con el conocimiento y la inteligencia.
- Virtudes éticas: Relacionadas con el carácter y la moral.
En el caso de las virtudes éticas, estas se manifiestan siempre como un término medio entre dos extremos viciosos.
La Política Aristotélica: El Bien Común
Aristóteles sostiene que el hombre es un ser social por naturaleza (zoon politikon). El objetivo fundamental de la política es el bien común. Las formas puras de gobierno —monarquía, aristocracia y democracia— persiguen el bien común, mientras que las formas degradadas —tiranía, oligarquía y demagogia— solo buscan bienes particulares o el interés de los gobernantes.
Tomás de Aquino: Ley Natural y Existencia de Dios
La Ley Natural y el Bien Común
La ley natural se deriva de los fines o bienes inherentes a la naturaleza humana. Estos fines se manifiestan en distintos niveles:
- Como sustancia: la conservación del ser.
- Como animal: la unión sexual, la procreación y el cuidado de los hijos.
- Como ser racional: la búsqueda de la verdad y la vida en sociedad.
Las leyes humanas deben ajustarse a la ley natural. Todas las formas de gobierno son accidentales; lo esencial es la consecución del bien común.
La Existencia de Dios: Razón y Fe
Para Tomás de Aquino, la razón y la fe son distintas pero concordantes: pueden discrepar en los principios, pero llegan a un acuerdo en las conclusiones. La existencia de Dios no es evidente para nosotros, pero puede demostrarse mediante un razonamiento que parte de efectos conocidos por la experiencia. Existen cinco vías para probar la existencia de Dios:
- Como Primer Motor (a partir del movimiento).
- Como Causa Incausada (a partir de la causalidad eficiente).
- Como Ser Necesario por Sí Mismo (a partir de la contingencia).
- Como Ser Máximamente Perfecto (a partir de los grados de perfección).
- Como Inteligencia Causante del Orden (a partir de la finalidad).
En Dios, la esencia y la existencia coinciden: Dios es su propia existencia, mientras que los demás seres poseen la existencia como algo recibido y externo a su esencia.
Aristóteles: El Primer Motor Inmóvil
Según Aristóteles, el universo es un cosmos finito en el espacio y eterno en cuanto al tiempo, dividido en dos mundos: el sublunar o terrestre y el supralunar o celeste. En ambos mundos, el movimiento requiere un motor que lo produzca. Aristóteles deduce la existencia de un Primer Motor Inmóvil, que mueve todo el universo a través de la esfera de las estrellas fijas. Este Primer Motor mueve como causa final (como objeto de deseo o perfección que atrae el movimiento) y no como causa eficiente, ya que todo el universo tiende hacia él. Este Primer Motor es ‘Dios’ en el sentido de ser la causa suprema del universo, pero no se puede identificar con un dios personal y creador del mundo en el sentido teológico.