Fundamentos de la Ética: Virtud, Placer y Deber en la Filosofía Clásica y Moderna

La Adquisición de Virtudes: La Ética Aristotélica

Es fundamental que se adquieran una serie de virtudes. Entre ellas se encuentra la prudencia, virtud que permite a quien la posee saber en cada momento de la vida qué es lo más conveniente hacer. Aristóteles afirma que hay que tener como regla racional y general de conducta el elegir el término medio entre los extremos. Según Aristóteles, la pauta ética más adecuada es escoger siempre el término medio óptimo entre dos extremos de conducta.

No hacemos buenas acciones porque “seamos” buenos, sino que, al hacer buenas acciones, “conquistamos” la bondad. El ser humano no es bueno o malo por naturaleza, sino que cada persona es buena o mala dependiendo de sus hábitos de conducta.

La Teoría Ética de Epicuro: Placer y Ataraxia

La teoría ética de Epicuro nos propone un modelo de vida feliz.

El Hedonismo Epicúreo

Epicuro es un filósofo hedonista. Esto significa que el bien supremo de la vida humana es el logro del placer (hedoné). La cuestión radica en qué es “el placer” para Epicuro. El placer está asociado a la satisfacción de un deseo.

Epicuro distingue tres tipos de deseos:

  • Deseos naturales y necesarios: Aquellos relacionados con las necesidades básicas. No satisfacerlos trae consigo “dolor y molestia corporal”.
  • Deseos naturales y no necesarios: Aquellos deseos relacionados con apetencias asociadas a necesidades básicas, pero cuya no satisfacción no provoca “dolor y molestia corporal”.
  • Deseos no naturales y no necesarios: Son deseos que provienen de creencias erróneas sobre lo que se necesita para alcanzar la felicidad.

Según Epicuro, todos los seres humanos buscan mediante sus acciones lo mismo: evitar el dolor y alcanzar el placer.

La Ataraxia Epicúrea

La felicidad es también ataraxia: tranquilidad mental, imperturbabilidad. Este estado de “paz psicológica” se alcanza cuando el ser humano logra desterrar de su mente los miedos y temores que le provocan angustia.

Los temores o miedos que más nos angustian son el miedo a la muerte y el miedo a los dioses.

  • En primer lugar, nadie puede experimentar su propia muerte.
  • En segundo lugar, nada hay que temer respecto a lo que pueda haber después de la muerte, pues el ser humano es enteramente mortal.

La Teoría Ética Kantiana: El Deber y el Imperativo Categórico

Las teorías éticas anteriores eran teorías éticas materiales o de contenido. Estas teorías éticas establecen un bien supremo y una serie de normas o reglas concretas para conseguirlo. La ética kantiana, en cambio, se limita a señalar cómo debemos obrar siempre, independientemente de la acción concreta de que se trate.

Según Kant, un individuo actúa moralmente cuando lo hace por respeto al deber. Para entender esto, conviene señalar que Kant distingue tres tipos de acciones:

  • Acciones contrarias al deber: Aquellas acciones que infringen una norma moral.
  • Acciones conforme al deber: Aquellas acciones que se ajustan a la norma, pero lo hacen por razones ajenas a la moral.
  • Acciones por deber: Aquellas acciones en las cuales se cumple la norma por el deber de cumplirla, por puro respeto al deber.

Kant propone el llamado imperativo categórico como norma suprema (una “regla de oro”) por la que se deben regir las acciones morales concretas. Esta “regla de oro” es una regla que cada uno de nosotros puede descubrir haciendo uso de la razón.

Kant propone dos formulaciones principales del imperativo categórico:

  1. Primera formulación: Cualquier regla de acción ha de ser tal que el sujeto pueda querer que se convierta en norma para todos los seres humanos, es decir, en ley universal. Lo importante de esta formulación del imperativo categórico es la exigencia de “universalidad” propia de una moral racional (lo que se quiere para uno mismo debe quererse también para el resto de seres humanos).
  2. Segunda formulación: Establece lo siguiente: “Obra siempre de tal manera que trates a los demás seres humanos como fines en sí mismos y nunca como medios para conseguir algún fin”. Esta fórmula del imperativo categórico expresa con gran claridad la dignidad del ser humano.

La Teoría Ética Utilitarista: La Maximización de la Felicidad

Las acciones deben ser juzgadas según la “utilidad” que tienen para conseguir alguna ventaja o beneficio que incremente la felicidad de las personas individuales y de las sociedades humanas. El utilitarismo identifica “lo bueno” con “lo útil”, y “lo útil” es todo aquello que contribuye a una mayor felicidad personal o social.

Desde este punto de vista, la teoría ética utilitarista es una teoría consecuencialista: el valor de una acción se juzga por los resultados o consecuencias que produce, y no por sus intenciones.

Bentham propone lo que él denomina “principio de la maximización de la felicidad”; según este principio, las sociedades humanas deben regirse de tal manera que la felicidad se extienda al mayor número de individuos que componen esa sociedad, y cualquier acción que contribuya (“que sea útil”) a maximizar esa felicidad colectiva ha de ser aprobada y justificada. Para Bentham, el objetivo es la felicidad para el mayor número de personas.

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