La Ética: Fundamentos, Principios y Concepciones Filosóficas
La ética es una rama de la filosofía que reflexiona sobre la bondad o maldad de los actos humanos. Es un saber práctico que guía la acción humana libre hacia el bien, proporcionando criterios para decidir lo que debemos hacer.
1. La Ética como Filosofía Práctica y el Fin Último del Ser Humano
1.1. La Ética como Filosofía Práctica
La razón humana no solo sirve para conocer, sino también para actuar y valorar moralmente. La ética se distingue por ser práctica (orientada a la acción), directiva (proporciona criterios de actuación) y reflexiva (sobre la libertad del ser humano). Toda acción humana busca un bien, pues solo deseamos lo que consideramos bueno de algún modo.
Razón Práctica vs. Razón Técnica
Aunque distintas, ambas formas de razón organizan aspectos de la vida, como la ética en lo personal y la política en lo social.
1.2. El Bien y el Fin Último del Ser Humano
Según Aristóteles, todas nuestras acciones buscan un bien, y el bien supremo que todos anhelamos es la felicidad, el fin último del ser humano: un bien que se desea por sí mismo y da sentido a todos los demás fines. La ética no solo evalúa si un acto es bueno o malo, sino que orienta la vida hacia ese bien completo y perfecto. Aunque los filósofos discrepan sobre en qué consiste exactamente la felicidad (placer, virtud, etc.), coinciden en que debe ser un bien completo (que satisfaga plenamente), duradero (no pasajero) y auténtico (libre de todo mal).
Tipos de Bienes
Todo lo que deseamos lo hacemos porque lo consideramos un bien. Hay tres tipos:
Bien útil: se desea por su eficacia para lograr otro fin (ej. un medicamento).
Bien deleitable: se desea por el placer o satisfacción que produce (ej. una buena comida).
Bien honesto o racional: se desea por sí mismo, por ser objetivamente bueno, aunque no dé placer (ej. hacer una buena acción).
Estos tipos pueden combinarse: una acción puede ser moralmente buena, útil y placentera.
2. El Orden Moral: Recta Razón y Principios de la Acción
Aunque el ser humano busca el bien, no toda acción es moralmente buena. Para que lo sea, debe estar guiada por la razón y la libertad. Por eso, la ética estudia los principios que orientan la acción correcta.
2.1. Recta Razón y Ley Moral Natural
El ser humano tiene una naturaleza con un fin: alcanzar su perfección. La moral se basa en lo que conviene a esa naturaleza. Actuar bien implica usar la recta razón: la capacidad de reconocer lo que es bueno para la persona.
Ley moral natural: principios inscritos en nuestra naturaleza que permiten distinguir el bien del mal. Están en todos, aunque se pueden ignorar.
Conciencia moral: capacidad interna de aplicar esa ley moral a decisiones concretas, más allá del interés personal.
Ambas herramientas guían hacia una vida moralmente buena y plena.
2.2. Principios de la Razón Práctica
La ley moral se expresa en principios éticos, siendo el más básico “hacer el bien y evitar el mal” (sindéresis), guía fundamental de la acción moral. Este principio se concreta en otros, basados en las inclinaciones naturales humanas organizadas en tres dimensiones:
Dimensión viviente: conservar y cuidar la propia vida.
Dimensión animal: procrear, proteger y educar a la descendencia.
Dimensión racional: buscar la verdad, armonizar razón y emociones, vivir en sociedad.
Estas inclinaciones no son automáticas, sino orientadas por la razón. La virtud clave para aplicar estos principios es la prudencia: reflexionar antes de actuar, integrando razón y emociones, evitando decisiones impulsivas.
3. Principales Concepciones Éticas a lo Largo de la Historia
Concepción General
Históricamente se ha buscado definir en qué consiste una vida feliz, sin una única respuesta. Las éticas se dividen en:
Éticas eudemonistas: la acción se orienta hacia la consecución del bien (útil, deleitable o honesto).
Éticas no eudemonistas: lo importante es cumplir el deber o seguir acuerdos racionales.
3.1. Éticas Eudemonistas
Hedonismo (Epicuro): la vida feliz busca el placer, entendido como ausencia de dolor y turbación (ataraxia), no como disfrute descontrolado. Distingue entre placer dinámico (satisfacción de necesidades) y placer estático (estado estable de bienestar).
Estoicismo (Zenón, Séneca, Marco Aurelio): la felicidad se alcanza viviendo según la razón y practicando la virtud, único bien verdadero. Lo demás (riqueza, salud, etc.) son indiferentes. El sabio busca autodominio y paz interior.
Ética de la Virtud (Aristóteles): el fin perfecto del ser humano es la contemplación de la verdad (theoría), guiada por virtudes intelectuales. Como esto es difícil, propone una felicidad imperfecta basada en vivir según virtudes éticas.
Tomás de Aquino: adapta a la visión cristiana. El fin último es Dios. La felicidad perfecta es ver a Dios; la imperfecta, vivir moralmente. Esta ética resurge en el siglo XX.
Emotivismo y Utilitarismo
Emotivismo (David Hume): las acciones surgen del deseo, no de la razón.
Utilitarismo:
Jeremy Bentham: una acción es buena si genera placer; busca el mayor bienestar para el mayor número.
John Stuart Mill: también busca la felicidad colectiva, pero distingue placeres cualitativos: algunos son moralmente superiores. Una tristeza noble puede valer más que un placer vulgar.