Explorando la Verdad: Ortega y Gasset y su Crítica al Racionalismo

líneas 15-30, classroom 1. Identificación y explicación argumentada de las ideas y del problema filosófico fundamentales del texto: El texto aborda el problema filosófico de la verdad, enfrentando la aparente unidad e inmutabilidad de esta con la diversidad y cambio propios de la experiencia humana. Ortega parte de una constatación existencial: a lo largo de la historia, distintas épocas, culturas e individuos han sostenido diferentes concepciones de lo verdadero. Esta multiplicidad hace inviable sostener una noción fija, absoluta y universal de «la» verdad.

Ante esto, Ortega critica la idea tradicional de una verdad objetiva y universal, accesible en sí misma, y propone en su lugar una visión relativista: solo existen verdades en función del sujeto, en relación con su circunstancia personal e histórica. Esta postura es un anticipo de su teoría del perspectivismo, según la cual toda visión del mundo está determinada por la perspectiva concreta del individuo.

El problema de fondo, entonces, es la naturaleza misma de la verdad: ¿es absoluta y objetiva o relativa y subjetiva? Ortega plantea una profunda revisión de la concepción clásica de la verdad, señalando la crisis de esta idea y cuestionando la posibilidad de un conocimiento completamente objetivo.

2. Relación de las ideas del texto con la filosofía del autor: El fragmento se inscribe de forma coherente en el marco del pensamiento de Ortega y Gasset, especialmente en su filosofía del raciovitalismo, que pretende integrar la razón en el contexto vital del ser humano, superando tanto el racionalismo abstracto como el vitalismo irracional.

Desde esta perspectiva, Ortega sostiene que la verdad no puede concebirse al margen de la vida del sujeto. En su doctrina del perspectivismo, defiende que no hay una única verdad absoluta, sino múltiples verdades parciales que surgen de las distintas posiciones desde las cuales el ser humano se enfrenta al mundo. La célebre expresión “yo soy yo y mi circunstancia” sintetiza esta idea: toda verdad es verdad para alguien, en una situación concreta.


Sin llegar a un relativismo extremo que niegue la posibilidad de conocimiento, Ortega propone una verdad que se construye mediante la interacción de múltiples perspectivas. Así, este texto refleja claramente su crítica a la verdad entendida como correspondencia absoluta y propone una verdad histórica, vital y situada.

3. Comparación con el tratamiento del problema en otra época o por otro autor:

Una comparación relevante es con René Descartes, figura central del racionalismo del siglo XVII. Para Descartes, la razón pura —universal y objetiva— es la vía segura hacia la verdad. Esta es entendida como absoluta, inmutable y ajena a las particularidades del sujeto. A través del método de la duda, Descartes busca una base firme e indudable del conocimiento, hallándola en el famoso «pienso, luego existo».

En contraposición, Ortega rechaza esta visión de la verdad como algo alcanzable por una razón desvinculada de la vida. Critica precisamente ese racionalismo que pretende encontrar verdades eternas ignorando las condiciones existenciales del ser humano. Frente al sujeto cartesiano, abstracto y universal, Ortega propone un sujeto concreto, histórico y biográfico, cuya perspectiva condiciona inevitablemente su comprensión del mundo.

Mientras que Descartes busca una verdad independiente de la experiencia personal, Ortega afirma que la verdad está arraigada en la vida concreta, cambiante y circunstancial del individuo. De este modo, la verdad ya no se alcanza a través de la razón pura, sino mediante una razón vital e histórica, abierta a la diversidad de miradas y a la complejidad de lo real.


líneas 45-64, classroom 1. Identificación y explicación argumentada de las ideas y del problema filosófico fundamentales del texto: En este fragmento, Ortega y Gasset reflexiona sobre la histórica tensión entre la razón y la vida, una dicotomía que, según él, ha marcado profundamente el pensamiento occidental desde el Renacimiento. El racionalismo, entendido como la aspiración a una verdad única, absoluta y permanente, representa para Ortega una renuncia a la vida concreta, cambiante y situada del ser humano.

La idea central del texto es una crítica a la separación entre la dimensión vital e histórica del ser humano y un supuesto “núcleo racional” abstracto y universal, como el que propusieron filósofos como Descartes o Kant. Ortega considera esta escisión como una forma de mutilación, una negación de la integridad del ser humano real.

El problema filosófico que subyace, entonces, es la relación entre razón y vida: ¿puede la razón desligarse de la existencia concreta y seguir siendo una vía válida hacia la verdad? Ortega anticipa su respuesta proponiendo una razón nueva, que no se oponga a la vida sino que brote de ella: la razón vital.

2. Relación de las ideas del texto con la filosofía del autor: Este texto se enmarca de lleno en el raciovitalismo, la propuesta filosófica de Ortega que busca superar tanto el racionalismo abstracto como el vitalismo irracional. En lugar de concebir la razón como una facultad separada de la vida, Ortega propone una razón que nace y se desarrolla en el seno mismo de la existencia humana.

Frente a la figura del “ente racional” —idealizado, atemporal, desarraigado de su biografía—, Ortega sostiene que el ser humano es un ser situado: histórico, biográfico y condicionado por su circunstancia. En este sentido, no puede existir una razón pura y universal; toda razón es vivida y aplicada desde una posición concreta en el mundo.

Así, el texto expresa su rechazo al racionalismo ilustrado y al idealismo tradicional, y anticipa su propuesta de una filosofía que tenga como punto de partida la vida, entendida como realidad radical. Pensar, para Ortega, no puede consistir en abstraerse de lo vivido, sino en enfrentarse a la realidad desde dentro de ella.


3. Comparación con el tratamiento del problema en otra época o autor:

La postura de Ortega contrasta claramente con la de René Descartes, uno de los máximos exponentes del racionalismo del siglo XVII. Para Descartes, la razón es una facultad eterna y universal que permite alcanzar verdades indudables. Su modelo de conocimiento parte de un sujeto racional, abstracto y desvinculado de la experiencia vital. A través de su método de la duda, Descartes llega al cogito («pienso, luego existo»), que constituye la base firme del conocimiento.

Ortega, en cambio, rechaza esta abstracción radical. Para él, el gran error del racionalismo fue tratar de conocer la realidad desde fuera de la vida, ignorando que todo pensar ocurre dentro de una existencia concreta, cargada de historia, cultura y circunstancias.

Mientras Descartes busca una verdad independiente del devenir humano, Ortega insiste en que la verdad debe nacer del contacto con la vida misma. El pensamiento no puede colocarse por encima de la existencia, sino que debe servirla y partir de ella. En este sentido, la razón vital de Ortega representa una nueva forma de racionalidad, más humilde, situada y comprometida con la realidad vivida.


líneas 85-100: 1. Identificación y explicación argumentada de las ideas y del problema filosófico fundamentales del texto: En este fragmento, Ortega defiende la idea de que toda visión de la realidad está necesariamente condicionada por una perspectiva. Lejos de ser una distorsión, la perspectiva es una forma legítima —y necesaria— de acceder a lo real. Para Ortega, es absurdo pensar en una realidad que se muestre idéntica desde todos los puntos de vista, pues lo real se organiza precisamente en función de la posición concreta desde la que se observa.

El autor critica la idea de un conocimiento absoluto, objetivo y desvinculado del sujeto —como la «species aeternitatis» de Spinoza—, señalando que ese supuesto punto de vista eterno y ubicuo es una construcción útil, pero irreal. Lo abstracto no capta lo vivo ni lo concreto: solo genera abstracciones.

A partir de esta concepción, Ortega plantea un cambio profundo en la filosofía: la verdad ya no es única ni universal, sino que se construye desde la pluralidad de perspectivas individuales. La diferencia entre lo que ven dos sujetos no debe entenderse como contradicción, sino como complemento, ya que cada uno capta un aspecto legítimo de la realidad.

El problema filosófico central, por tanto, es el de la naturaleza del conocimiento y la verdad: ¿puede haber una única verdad absoluta o existen múltiples verdades parciales desde diferentes puntos de vista?

2. Relación de las ideas del texto con la filosofía del autor: Este texto expresa con claridad uno de los núcleos del pensamiento orteguiano: el perspectivismo. Según esta doctrina, todo conocimiento está inevitablemente condicionado por la situación concreta del sujeto: su biografía, su cultura, su tiempo, su circunstancia.

Frente a la tradición racionalista e idealista, que buscaba un conocimiento objetivo y universal, Ortega propone una filosofía que asuma la subjetividad como elemento constitutivo de la verdad. Cada individuo, desde su posición única en el mundo, capta una parte de la realidad, y solo mediante la suma de múltiples perspectivas puede aproximarse a una visión más completa.


Este enfoque se relaciona directamente con su famoso principio: “Yo soy yo y mi circunstancia”, que expresa cómo la vida y el conocimiento están anclados en una experiencia concreta, histórica y personal. Así, Ortega no niega la posibilidad de verdad, pero la concibe como plural, contextual y dinámica.

3. Comparación con el tratamiento del problema en otra época o autor:

La propuesta de Ortega se opone frontalmente al racionalismo cartesiano de René Descartes. En la filosofía de Descartes, el conocimiento verdadero se alcanza a través de la razón pura, desde un sujeto abstracto, universal y desarraigado de su experiencia concreta. Su célebre cogito ergo sum implica una confianza absoluta en la razón como vía para descubrir verdades universales e independientes de cualquier circunstancia individual.

Ortega, por el contrario, sostiene que no existe ese sujeto puro ni una razón desligada de la vida. Para él, todo conocer está mediado por la perspectiva del sujeto concreto. La verdad no se halla fuera del mundo ni fuera del sujeto, sino que se construye desde su vivencia situada.

Mientras Descartes considera que la divergencia de opiniones indica error o ignorancia, Ortega entiende que esa divergencia es inevitable y enriquecedora. No hay contradicción entre diferentes visiones del mundo, sino complementariedad. Así, el perspectivismo orteguiano implica una revolución filosófica: no se busca eliminar la subjetividad, sino integrarla como parte constitutiva del conocimiento.


line 5-15 1. Identificación y explicación argumentada de las ideas y del problema filosófico fundamentales del texto: En este fragmento, Ortega y Gasset reflexiona sobre la relación entre cultura y vida, rechazando la oposición radical entre ambas. El autor critica el exclusivismo cultural, es decir, la idea de que solo la cultura otorga sentido y valor a la vida, y plantea la necesidad de reconocer también la importancia de la vida en sí misma como fundamento indispensable para la cultura.

Lejos de rechazar la cultura —como podrían suponer algunas interpretaciones—, Ortega afirma que esta mantiene su valor, pero que no debe imponerse como superior o independiente de la vida. Ambos ámbitos, lo biológico (la vida) y lo cultural (la creación simbólica, intelectual y trascendente), deben reconocerse mutuamente y situarse al mismo nivel, sin subordinaciones.

El problema filosófico que se plantea es, por tanto, cómo deben entenderse las relaciones entre cultura y vida: ¿es la cultura superior a la vida o deben concebirse como dimensiones complementarias y en diálogo? Ortega sugiere una superación de esta dicotomía mediante una síntesis en la que vitalismo y culturalismo dejen de ser opuestos y se integren en una visión más completa del ser humano.

2. Relación de las ideas del texto con la filosofía del autor: Este texto se enmarca plenamente dentro del raciovitalismo de Ortega y Gasset. En su pensamiento, la vida es la realidad radical desde la que todo debe partir, incluida la cultura y la razón. Ortega sostiene que la cultura no puede desarrollarse de forma autónoma o desligada de la vida real del ser humano; necesita nutrirse de ella para tener sentido.

En este contexto, Ortega critica tanto el vitalismo extremo que desprecia la cultura como el intelectualismo que pretende gobernar la vida desde una abstracción racional o cultural. Propone, en cambio, una integración: la razón debe estar al servicio de la vida, y la cultura debe enraizarse en la existencia concreta del ser humano.

La idea de “síntesis” a la que alude el texto refleja precisamente esa superación de los extremos. Solo al reconocer la igualdad entre vida y cultura es posible construir una filosofía equilibrada, en la que ambas dimensiones cooperen en lugar de excluirse.


3. Comparación con el tratamiento del problema en otra época o autor:

La posición de Ortega puede compararse con la de filósofos del racionalismo clásico, como René Descartes, quien representa una visión intelectualista en la que la razón y el pensamiento abstracto ocupan el lugar central en la búsqueda de la verdad y del sentido humano. En ese modelo, la vida concreta, histórica y biográfica del sujeto queda relegada a un segundo plano.

Ortega, en cambio, propone una inversión de esta jerarquía: no se trata de eliminar la cultura o la razón, sino de reconocer que solo pueden tener valor si se construyen desde la vida. Frente al idealismo y al culturalismo excluyente de épocas anteriores, Ortega defiende una filosofía que parta de la existencia concreta del ser humano y que integre armónicamente cultura y vida.

Mientras que Descartes establece una dualidad entre cuerpo y mente —dando primacía a esta última—, Ortega insiste en que no puede haber pensamiento auténtico ni cultura viva si no se alimentan de la experiencia, de la biografía, de la circunstancia. Así, su propuesta de síntesis entre vida y cultura representa un giro vitalista dentro de la filosofía contemporánea.


lineas 1-14 1. Identificación y explicación argumentada de las ideas y del problema filosófico fundamentales del texto: En este fragmento, Ortega y Gasset reflexiona sobre la relación entre el pensamiento —especialmente el científico y filosófico— y el contexto histórico en el que surge. Parte de la idea de que existe una afinidad profunda entre las concepciones científicas o filosóficas y las generaciones o épocas en que se desarrollan. Es decir, el pensamiento no se produce en un vacío, sino que está condicionado por el espíritu del tiempo.

Sin embargo, esta afirmación plantea un problema: ¿significa esto que toda verdad es relativa a su época? ¿Que las convicciones filosóficas o científicas solo valen dentro de un contexto temporal determinado? Ortega advierte del peligro de caer en el relativismo si se acepta que toda verdad es transitoria y limitada a una época. Esta doctrina, muy extendida en el siglo XX, sostiene que no hay verdades universales, sino que toda verdad depende del punto de vista histórico o cultural.

Para Ortega, esta cuestión no es meramente técnica o secundaria, sino central: nos conduce directamente al tema de nuestro tiempo, es decir, a la necesidad de repensar la noción de verdad en una época marcada por la crisis de los absolutos.

El problema filosófico fundamental que se plantea, entonces, es: ¿la verdad es absoluta o relativa? ¿Es posible afirmar algo como verdadero al margen de las condiciones históricas y culturales, o toda verdad está inevitablemente condicionada por su tiempo?

2. Relación de las ideas del texto con la filosofía del autor: El texto se vincula estrechamente con el perspectivismo y el raciovitalismo de Ortega y Gasset. En su filosofía, Ortega reconoce que todo conocimiento se produce desde una circunstancia concreta, lo que implica que la verdad no es atemporal ni universal en sentido tradicional. Sin embargo, también rechaza el relativismo absoluto, ya que este disuelve toda posibilidad de conocimiento objetivo.


Ortega propone una solución intermedia: la verdad no es independiente de la vida ni de la historia, pero eso no la hace inválida. Se trata de una verdad situada, que reconoce la perspectiva del sujeto sin caer en el escepticismo. La verdad debe construirse desde la vida y para la vida, integrando razón y existencia concreta.

Por eso, en lugar de aceptar el relativismo como una conclusión inevitable, Ortega lo señala como uno de los síntomas del pensamiento moderno que debemos superar. Su filosofía busca una forma nueva de entender la verdad: no como algo eterno y absoluto, sino como un proceso que se despliega en el tiempo, abierto a la revisión, pero no por ello arbitrario.

3. Comparación con el tratamiento del problema en otra época o autor: La concepción de la verdad que Ortega critica —el relativismo extremo— contrasta con la noción clásica de verdad defendida, por ejemplo, por Descartes en el siglo XVII. Para Descartes, la verdad es objetiva, inmutable y accesible a través de la razón pura. Su método racionalista pretendía alcanzar conocimientos absolutamente ciertos, válidos para cualquier época y circunstancia.

Frente a esto, Ortega subraya que toda verdad está enraizada en una situación histórica. Pero, a diferencia del relativismo posmoderno o escéptico, no renuncia a la verdad, sino que intenta redefinirla en términos vitales e históricos. Ortega no niega la posibilidad de verdad, pero afirma que debemos repensarla desde la experiencia del presente, reconociendo su vínculo con la vida y el tiempo.

Mientras Descartes cree en un sujeto universal que conoce desde la razón pura, Ortega insiste en un sujeto encarnado, biográfico, situado en su época. Así, el texto refleja una crítica a las pretensiones atemporales de la filosofía tradicional y una invitación a una filosofía que afronte con honestidad la complejidad del presente.

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