Explorando la Filosofía de Platón: Ideas y su Impacto en la Realidad

La Teoría de las Ideas en Platón

La teoría de las Ideas es el núcleo central de la filosofía de Platón y el punto de referencia básico de todos los temas reflejados en la misma. Mediante ella, intenta explicar, fundamentalmente, la realidad (ontología). Es difícil hacer una separación de campos, pues en las Ideas se entrelazan el punto de vista ontológico, el punto de vista epistemológico y el punto de vista ético: ontológicamente, las Ideas constituyen los únicos objetos verdaderamente reales; epistemológicamente, son los objetos del conocimiento auténticos y, desde el punto de vista ético, las Ideas son los valores. En este apartado, se habla de las Ideas desde su perspectiva ontológica, es decir, desde la explicación de la realidad.

3.1.1. Noción de Idea en Platón

Las Ideas no son simples conceptos mentales, sino entidades subsistentes. En el diálogo Parménides o De las Ideas, Platón expone cómo concibe las Ideas. ¿Qué entiende Platón por Idea? Para Platón, la Idea no es un simple concepto mental, algo que solo exista en la mente, sino una entidad extramental, que tiene existencia objetiva en el mundo de las Ideas: hay, por ejemplo, multitud de cosas sensibles bellas; pues bien, según Platón, la Idea de la Belleza no es la mera construcción mental formada a base de los caracteres comunes de las cosas sensibles bellas, no es lo que habitualmente se conoce como el concepto o la idea de lo bello; la Idea de la Belleza existe por sí misma, más allá de la mente y con independencia de los objetos sensibles bellos. La Idea de Belleza existe en el mundo de las Ideas (y la podemos captar por la inteligencia) y las cosas bellas existen en el mundo sensible (que podemos captar por los sentidos). Lo que sí existe es una relación entre ambos: las cosas bellas participan de la Idea de Belleza, es decir, las cosas bellas del mundo sensible son bellas porque, en cierta medida, se asemejan o “tienen algo” de la Idea de Belleza (de la misma forma que una galleta se asemeja o “tiene algo” del molde con el que está hecha).

Lo mismo respecto de las Ideas de Bondad, Justicia, Verdad, Semejanza, etc. Todo lo que “existe” en el mundo sensible tiene su Idea en el mundo de las Ideas; es más, lo que “existe” en el mundo sensible se debe a que “existe” en el mundo de las Ideas. Aunque esto plantea problemas de los que el mismo Platón fue consciente: si Platón camina con paso firme a la hora de enjuiciar objetos de carácter epistemológico (lo verdadero, lo semejante), ético (lo bueno, lo justo) o estético (lo bello), se muestra vacilante, en cambio, a la hora de considerar los objetos naturales, tales como hombre, caballo, piedra…: en efecto, si a cada esencia o especie del mundo sensible corresponde una Idea, ¿hay que admitir también que existe algo así como un hombre ideal, un caballo ideal, una piedra ideal? Platón fue plenamente consciente de esta dificultad; de ahí que en los últimos diálogos someta su doctrina a autocrítica, revisión que, en el intento de hallar un principio unificador para las esencias específicas, cristaliza finalmente en la concepción de las Ideas como números.

Esta autocrítica de Platón fue ampliada y desarrollada por su discípulo Aristóteles, cuya filosofía estará basada en la crítica a la teoría de las Ideas de Platón.

3.1.2. Características Fundamentales de las Ideas

  • Las Ideas son las causas de las cosas: así, las cosas bellas son tales porque imitan o participan de la Idea de Belleza o Belleza en sí. Pero las Ideas son causas de las cosas solo en cuanto a su esencia o modo de ser verdadero: en efecto, Platón, además de la clase de causalidad que proporcionan las Ideas, habla también de la causalidad del sustrato material o materia última constitutiva de las cosas, por un lado, y de la causa ordenadora, que ha configurado las cosas teniendo por modelo las Ideas, por otro.
  • Las Ideas son inmutables y solo captables por el entendimiento: las Ideas son entidades inmutables: no nacen ni mueren, son eternas; no crecen ni disminuyen, no cambian; son simples, siempre idénticas a sí mismas, únicas, incondicionadas y absolutas. Solo por el entendimiento, inteligencia o raciocinio pueden ser percibidas. Solo ellas –y no los objetos sensibles– existen verdaderamente; el mundo de las Ideas o inteligible es el mundo real verdadero ya que es inmutable, no cambia, mientras que en el mundo sensible todo cambia y es perecedero; las cosas son, pero en algún momento dejan de ser, y esto no ocurre en el mundo de las Ideas, donde las Ideas han sido, son y serán siempre las mismas sin cambio alguno.
  • El mundo de las Ideas está jerárquicamente organizado: según Platón, hay infinidad de Ideas, tantas como conceptos universales existen. Ahora bien, este mundo ideal no es caótico, sino que tiene una estructura jerárquica rigurosa. La organización, el orden, la regularidad, el grado de perfección de las Ideas, su participación en la Idea de ser, está establecido y fijado por la Idea suprema de Bien, que se identifica con la Verdad y la Belleza, pues el Bien es lo verdadero y lo bello, el sol que ilumina y confiere existencia al mundo inteligible. Por tanto, este mundo ideal no solo tiene un carácter ontológico, sino también epistemológico y ético.

En el mundo inteligible (mundo de las Ideas) hay conceptos, que forman parte de la ciencia, que captamos con el pensamiento discursivo (diánoia) y hay Ideas, que forman parte de la filosofía, que captamos con la inteligencia (nóesis). Para captar los conceptos necesitamos las matemáticas, mientras que para captar las Ideas necesitamos la dialéctica.

3.2. El Mundo Sensible

3.2.1. Noción y Origen del Mundo Sensible

El mundo sensible es la segunda clase de realidad; se trata de la realidad que perciben los sentidos, es engendrada, está en continuo devenir y es una copia del mundo de las Ideas. En el Timeo o Sobre la naturaleza, Platón trata de explicar el origen del mundo sensible. Así, distingue tres clases de ser: lo que nace o es engendrado (el mundo sensible), aquello a cuya semejanza es engendrado (las Ideas) y aquel lugar en el que nace o es engendrado y aparece (el lugar o receptáculo). Es difícil precisar el significado exacto de esta última noción, pues no está del todo claro si se trata de aquello a partir de lo cual se generan las cosas, la materia primigenia, o si se trata sin más del lugar donde se engendran, una especie de receptáculo donde nacen y aparecen.

De cualquier forma, Platón considera que el mundo sensible es, por un lado, fruto de la necesidad, propia de la materia originaria, caótica e informe y, por otro, de las Ideas que actúan como modelos. La concurrencia del primer elemento explica lo que en el mundo sensible hay de imperfección; la concurrencia de las Ideas explica lo que hay de orden, razón y belleza.

Ahora bien, ¿quién o qué principio lleva a cabo el proceso de configuración del mundo sensible según el arquetipo de las Ideas?

3.2.2. El Principio Ordenador: el Demiurgo

Platón soluciona el problema recurriendo a la intervención de un ser, el Demiurgo, inferior en perfección a las Ideas, pero eterno, inmutable, inteligente y bueno. No es un principio creador porque el concepto judeo-cristiano de creación de la nada es aún ajeno a Platón. El Demiurgo es un principio ordenador que, tomando a las Ideas como modelos ejemplares y teleológicos, a partir del elemento primigenio y amorfo, pero eterno, configura todas las realidades sensibles y las organiza según el mismo orden racional, belleza y armonía del mundo inteligible.

Contexto, Vida y Obra de René Descartes

El siglo XVII europeo estuvo marcado por decisivos cambios sociopolíticos, religiosos y culturales. En el terreno político, las grandes potencias europeas se organizaron en monarquías absolutas. En el siglo anterior tuvo lugar la Reforma protestante de Lutero, que supuso la ruptura de la unidad religiosa y el origen de numerosos conflictos entre católicos y protestantes; la guerra de los Treinta Años, finalizada con la Paz de Westfalia, fue uno de ellos. Por tanto, en Europa coexistían el catolicismo, el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo.

El descubrimiento de América de 1492 permitió el desarrollo del comercio marítimo y favoreció el surgimiento de la burguesía. De este modo, se transitó progresivamente de un sistema feudal a un capitalismo mercantilista que, a su vez, fomentó el traslado de la vida del campo a la ciudad y los flujos migratorios de Europa a otros territorios.

En el terreno cultural, la nueva ciencia, representada por los avances astronómicos en la tesis heliocéntrica, provocó un fuerte impacto en el pensamiento de la época. En el arte y la literatura tiene lugar el barroco, caracterizado por la exaltación y la desmesura.

René Descartes (1596–1650) nació en La Haye, Turena, Francia. Estudió con los jesuitas en La Flèche, donde recibió una educación filosófica y científica basada en la escolástica. Los estudios incluían humanidades, matemáticas y teología; pero Descartes no terminó satisfecho con dicha formación.

A partir de 1620, comenzó un periodo de viajes que le conducirían, entre otros lugares, a Italia; aunque no consiguió conocer a Galileo, cuyas ideas cosmológicas compartía. En 1628 se estableció en Holanda, donde publicó sus obras más importantes:

  • Discurso del método
  • Dióptrica
  • Los meteoros
  • Geometría

En los que desarrolla y explica su nuevo método; las Meditaciones metafísicas, los Principios de la filosofía y el Tratado sobre las pasiones del alma.

En el pensamiento de Descartes no hay una verdadera evolución –en el sentido de transformaciones notables–, sino un esfuerzo continuado por desarrollar una idea y concluir su trabajo. De este modo, el proyecto cartesiano supone la unificación de todas las ciencias en una nueva ciencia única, lo que da lugar a la formulación de un método; la formulación de unas normas de moral provisional (puesto que la moral definitiva solo puede ser construida al final) y el desarrollo de las diversas ciencias, comenzando por la metafísica –que “contiene los principios del conocimiento”–, siguiendo por la física –en la que ofrece una visión mecanicista y “examina cómo está compuesto el universo en su conjunto”–, y concluyendo con las matemáticas. El hecho de que la metafísica se incluya entre las ciencias (cosa que negarán los empiristas y Kant), y que sea su “raíz”, determinará todos los desarrollos científicos de Descartes: su física no será exclusivamente “científica”, sino que se basará en presupuestos metafísicos. Este será el principal atractivo, pero también la gran debilidad, de la física cartesiana.

Por último, el éxito fulgurante y la novedad de la filosofía racionalista cartesiana desataron numerosas polémicas. Es desde la Universidad, dominada por la enseñanza aristotélica, desde donde más se le ataca. Pero también surgen los discípulos y los entusiastas, a veces más peligrosos aún por su mala comprensión de la nueva filosofía. Cansado de la lucha, Descartes acepta la invitación de la reina Cristina de Suecia, y en octubre de 1649 llega a Estocolmo. Allí muere poco después, el 11 de febrero de 1650.

David Hume

David Hume (Edimburgo 1711 – 1776) desarrolla su pensamiento en plena Ilustración. Eso significa que su filosofía tendrá una actitud mucho más crítica que en periodos anteriores y un mayor optimismo en el progreso, aunque termine planteando un escepticismo radical. Además, en la época en la que Hume desarrolla su obra, surgen grandes avances en las ciencias de la naturaleza; pero también en la psicología, considerada todavía como campo filosófico, donde son muy comunes los problemas de las ideas mentales, la memoria, la imaginación, la voluntad, etc.

Sus obras más significativas son las siguientes:

  • Tratado de la naturaleza humana
  • Investigación sobre el entendimiento humano
  • Investigación sobre el principio de la moral
  • Ensayos morales y políticos
  • Diálogos sobre la religión natural

Hume es uno de esos filósofos que recibe muchas influencias sin seguir directamente ninguna (pensamiento ecléctico). Ciertamente, suele ser clasificado como un pensador empirista gracias al influjo de Locke y Bacon; pero también se sintió atraído por el deísmo de Voltaire, el escepticismo de Montaigne y Bayle, el racionalismo de Descartes y Malebranche o el cientificismo de Newton. En cuanto a su filosofía práctica, que es donde se muestra más ilustrado, plantea una ética emotivista, siguiendo la moral del sentimiento de Hutcheson. Mientras que en el terreno político establece un pensamiento de tipo utilitarista. Según Hume, gracias al sentimiento de “simpatía”, es posible construir una teoría ética que tenga como fin la aprobación colectiva y, por lo tanto, la utilidad política para la sociedad en general.

Los principios en los que se apoya y desarrolla toda la obra de Hume pueden ser sintetizados de la siguiente manera:

  • En primer lugar, los antecedentes más claros de los que parte su filosofía están en Bacon, Locke y los nominalistas (Ockham). Asimismo, su modelo de conocimiento es la ciencia experimental moderna. A diferencia de los racionalistas como Descartes y Leibniz que se habían fijado solamente en una ciencia, las matemáticas, ahora el campo se amplía a las ciencias experimentales porque es en esta época cuando están comenzando a florecer (conviene recordar que Newton vive entre 1642-1727, es unos setenta años más joven que Hume).
  • De acuerdo con lo anterior, la tesis principal del empirismo de Hume es que el origen del conocimiento es la experiencia. Nuestra mente al nacer está como un papel en blanco (idea que sostenía Locke), no tenemos ideas innatas como sostenían los racionalistas. Sin embargo, Hume también admite una experiencia interna (reflexión) y diversas facultades distintas de los sentidos como la imaginación, la memoria, la reflexión, etc. Su modo de razonar se inclina más hacia el inductivismo, propio de las ciencias experimentales, que al deductivismo, más propio de los racionalistas y de las matemáticas.
  • Por consiguiente, la obra filosófica de Hume tiene una finalidad crítica, sobre todo frente a los dogmas de la metafísica. Además, la razón no solo está limitada por la experiencia, sino que tiene también una parte práctica en el campo de la moral, de la política y de la religión. Finalmente, es preciso destacar que Hume influyó en la filosofía de la ciencia, el positivismo lógico y otras muchas corrientes filosóficas posteriores. I. Kant, por ejemplo, consideraba que Hume había sido un estímulo para su pensamiento filosófico porque había logrado despertarle de su “sueño dogmático”.

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