El platonismo y el aristotelismo habían dominado absolutamente el pensamiento occidental hasta bien entrado el siglo XVI. Sin embargo, a partir de esta fecha, debido a las consecuencias filosóficas de la Revolución Científica (como el abandono del finalismo y del esencialismo aristotélico, y la adopción de una concepción mecanicista y matematizada de la naturaleza), se produjo una profunda transformación filosófica.
No obstante, fue en el siglo XVII cuando surgió la nueva filosofía, la filosofía moderna, de la mano de René Descartes, científico y filósofo. Esta nueva corriente filosófica recibe el nombre de Racionalismo. La novedad y el atrevimiento de las tesis racionalistas provocaron la oposición de los filósofos escolásticos, pero, sobre todo, del Empirismo, un poderoso movimiento filosófico surgido, casi simultáneamente, en las islas Británicas.
Síntesis Doctrinal de Descartes
El Cogito y el Criterio de Verdad
Descartes, tras años de estudio, se sentía decepcionado y desorientado. Como él mismo comenta en el Discurso del Método: «procurando instruirme no había conseguido más provecho que el de descubrir cada vez más mi ignorancia».
Descartes encontró la solución en sí mismo, en su propia razón. Para él, la razón es la «facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso», una capacidad «naturalmente igual en todos los hombres» e innata a ellos. Sin embargo, para alcanzar un juicio acertado, no basta con poseer ingenio, sino que es fundamental aplicarlo correctamente; una práctica que no ha sido común a lo largo de la historia. La razón, por tanto, es una y la misma para todos los seres humanos, y su uso correcto, el método, también debe ser único para todas las ciencias. Esto se debe a que, en esencia, la ciencia es una, aunque se ocupe de diferentes objetos.
Descartes estaba plenamente convencido de las capacidades de la razón y de la utilidad del método racional para alcanzar la verdad y la auténtica ciencia. Pero, ¿de dónde partir? Descartes decidió partir de la duda. Esto implicaba rechazar como falsas todas aquellas ideas en las que pudiera existir la menor sospecha de duda.
Dado que resultaba imposible examinar uno por uno todos los objetos o realidades existentes, Descartes estableció una serie de motivos o criterios que servirían como norma negativa de la verdad. Solo aquellas realidades capaces de superar cada uno de estos criterios podrían ser consideradas verdades indudables. Estos motivos o criterios son los siguientes:
La Duda Metódica y sus Motivos
Los Sentidos
Descartes había comprobado que los sentidos frecuentemente nos engañan; por consiguiente, no podemos fiarnos nunca de lo que nos muestran.
El Mal Uso de la Razón
Las razones que creemos rigurosas y verdaderas pueden, en realidad, ser erróneas y falsas.
La Indistinción entre Sueño y Vigilia
Mientras soñamos, las cosas nos parecen reales, y solo al despertar descubrimos que eran falsas. En ese caso, ¿cómo distinguir si ahora no estamos soñando y las cosas que percibimos no son meras imaginaciones?
La Hipótesis del Genio Maligno
Con los motivos anteriores, las verdades de la matemática quedaban a salvo de la duda. Para establecer una duda universal y absoluta, llevándola hasta el extremo, Descartes recurrió a la hipótesis del genio maligno. De esta manera, incluso las proposiciones matemáticas quedarían sometidas a ella.
Los motivos de duda previos, aunque el relativo a la indistinción entre sueño y vigilia pueda parecer algo artificioso, pueden considerarse naturales. Sin embargo, Descartes no se conforma con ellos y recurre también a razones artificiales. Así, nos propone suponer la existencia de un genio maligno, extremadamente poderoso, que nos engaña constantemente y nos impide distinguir cualquier conocimiento cierto. Con esta hipótesis, todo el edificio del conocimiento se derrumba. ¿De qué podemos estar seguros? Para Descartes, el conocimiento, para ser verdadero, debe ser indudable. Una vez que todos los conocimientos anteriores han sido puestos en duda, es crucial comprender la aplicación y estructura de su método, el único camino para alcanzar la verdad.
El Método Racional de Descartes
En cuanto al método de la razón, no es un método cualquiera, sino uno que se fundamenta en la propia estructura y proceder de la razón. Descartes lo define como «reglas ciertas y fáciles cuya rigurosa observación impide que jamás se suponga verdadero lo falso, y hace que la inteligencia, sin gasto inútil de esfuerzos […] aumentando siempre la ciencia, llegue al verdadero conocimiento de todo lo que es capaz» (4ª regla de las Reglas para la dirección del espíritu).
El método es, por tanto, un conjunto de reglas sencillas y claras que aseguran (garantizan) al sujeto que las observe la verdad (certeza) de todo aquello que es capaz de conocer.
Aunque en las Reglas para la dirección del espíritu (1628) formuló 36 reglas, en el Discurso del método (1637) las redujo a cuatro, que son las siguientes:
Las Cuatro Reglas del Método Cartesiano
Regla de la Evidencia
«No admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentara tan clara y distintamente a mí espíritu, que no hubiese ninguna razón de ponerlo en duda»
Explicación: Esta regla establece, por un lado, que el criterio de certeza es la «evidencia», es decir, la «percepción clara y distinta»; y, por otro, que hay que evitar tomar por verdadero lo que es falso (= evitar la «precipitación»), así como negarse a aceptar lo que es verdadero (=evitar la «prevención»).
Regla del Análisis
«Dividir cada una de las dificultades que examinare, en cuantas partes fuese posible y en cuantas requiriese su mejor solución».
Explicación: Esta regla trata de hacer posible la intuición, al establecer que, dado un problema, hay que dividirlo en sus partes más simples.