Introducción: La Crítica a la Filosofía Medieval y la Necesidad de un Método
Centrándonos en el texto, observamos que el tema principal de este es la crítica a la filosofía medieval por carecer de método y la necesidad de elaborar uno.
El Fundamento Racionalista
Sin embargo, para desarrollar el tema expuesto en este fragmento, debemos antes abordar una serie de conceptos. Para comprender al autor, primero hemos de acercarnos a las características del racionalismo previamente explicadas y, por consiguiente, al papel primordial que desempeñará la razón para Descartes. Para él, la razón será una y única, es decir, es la misma para todos los seres racionales y para todo tipo de conocimiento, y posee una naturaleza propia. Partiendo de esto, es necesario descubrir las leyes y principios de la razón que permiten producir conocimiento verdadero y puedan ser aplicadas como método que conduzca a un conocimiento científico universal.
Modos del Conocimiento: Intuición y Deducción
A partir de aquí, Descartes distingue dos modos de conocimiento: intuición y deducción.
- La Intuición permite conocer las ideas (ideas innatas) de manera autónoma, sin acudir a la experiencia. Estas serán tan claras que no han de ser verificadas o contrastadas. En este aspecto, se acerca a la concepción de la noesis de la teoría ontológica platónica.
- Por otro lado, conocemos la deducción, que consiste en el encadenamiento lógico de diversas intuiciones (ideas innatas); esto se relaciona a su vez con la diánoia platónica.
Estos dos modos que tiene la razón para conocer constituyen un dinamismo intrínseco para asegurar un verdadero conocimiento.
El Método Cartesiano
Esto nos conduce al método cartesiano, ideado para ser eficaz pero sencillo, y propuesto en su obra Discurso del Método.
Primera Regla: La Evidencia
El primer paso que propone, y del que emanan los demás, es el criterio de verdad: la evidencia. Parte del principio de que no se puede aceptar una idea como verdad que no sea totalmente evidente, y para ello, esta ha de ser clara y distinta. Buscará entonces una proposición que actúe de axioma para la filosofía.
La Duda Metódica
Para ello, realizará un radical ejercicio de escepticismo al analizar el origen de todo lo que conoce; analizará las fuentes de este hasta los límites más extremos. Este escepticismo teórico, que no práctico, se conoce como la duda metódica cartesiana, y en ella distinguimos tres etapas:
- La primera de ellas, explicada anteriormente, es la duda sobre el valor objetivo del conocimiento sensible, que recalca que este a veces equivoca y no es capaz de descubrir su equivocación y, por lo tanto, no será aceptable como axioma.
- La segunda parte de la imposibilidad de distinguir con seguridad el estado de vigilia del estado onírico, pues únicamente tras despertar de los sueños podemos identificarlos como tal. De esa misma forma, nuestra realidad podría ser producto de una fantasía; una vez más, no podremos categorizar de manera absoluta algo que procede de los sentidos.
- En la tercera, al plantear la posible existencia de un genio maligno, desarrolla un nivel de duda mucho más radical y totalmente absoluto. Esboza la posibilidad de que un ser infinitamente poderoso y malvado pueda manipular la mente humana, la razón, siendo imposible evidenciar ninguno de nuestros conocimientos. Aunque admite lo improbable de esta situación, afirma que es imposible desecharla por completo, llegando a la conclusión de que la razón humana no puede afirmar con seguridad ninguna proposición.
El Primer Principio: Cogito Ergo Sum
Es tras ejercer este ejercicio del escepticismo cuando llega a su axioma y, por último, al solipsismo. Partiendo de que necesariamente ha de dudar de cualquier verdad, entiende que ha de pensar; de lo contrario, el genio maligno no podría manipularle. De allí extrae el Cogito ergo sum, «pienso, luego existo», primera evidencia y axioma. Este juicio de intuiciones simultáneas será la base de las ideas claras y distintas.
La Existencia de Dios y del Mundo
La segunda proposición evidente para Descartes era la idea de Dios, que parte del argumento ontológico de San Anselmo y de la necesidad de un ser absoluto que contrarreste al genio maligno. De esa forma, escapa del subjetivismo y se libra de las manipulaciones del genio maligno, que por fuerza mayor no puede existir. La tercera proposición que evidencia es la existencia del mundo físico, partiendo de la idea del mundo que tiene nuestra razón, garantizada por Dios.
Las Reglas Restantes del Método
Desarrollada la verdad como evidencia, continúa el método cartesiano con las siguientes reglas:
- Análisis: Busca dividir cualquier proposición en los elementos cognoscitivos más simples posibles (naturalezas simples) para poder intuirlos.
- Síntesis: Busca relaciones lógicas entre las naturalezas simples (deducción).
- Enumeración y Revisión: Es la comprobación que debe llevarse a cabo de manera sistemática para asegurar no haber omitido nada.
Las Tres Sustancias Cartesianas
De este método válido para nuestra razón se extraen tres sustancias cartesianas, entendiendo como sustancia aquello que existe por sí mismo y no necesita de las demás realidades para existir. A la vez, estas tres son independientes y cerradas sobre sí mismas. Están compuestas por atributos (características propias) y modos (la manera concreta).
Tipos de Sustancia
Distingue:
- La Res Cogitans (sustancia pensante): La racionalidad, que comprende la inteligencia (conocimiento racional) y la voluntad (decisiones libres). Su atributo es el pensamiento.
- La Res Extensa (sustancia extensa): La extensión (el mundo material). Su atributo es la extensión, siendo sus modos la extensión concreta de cada ser (figura y lugar).
- Por último, la Res Infinita (sustancia infinita) o Dios: Sustancia simple, distinguida por la infinitud, atributo inalcanzable para nosotros por las limitaciones de nuestra razón. Tampoco comprende modos, pues Dios es ser único que agota todas las sustancias y por el que no puede darse otro Dios.