El Punto de Partida: La Certeza del Yo Pensante (*Cogito*)
Nuestra mente es lo más cierto e indubitable. La mente humana es el *arjé* (principio fundamental). Pensemos lo que pensemos, sea ello verdadero o falso, lo cierto es que es indudable que pensamos y, por tanto, que somos.
Este primer principio significa que no hay nada más cierto que la propia existencia de nuestra mente. Al afirmar el principio “Pienso, luego existo”, estamos afirmando:
- Que existe algo, una sustancia: yo.
- En qué consiste mi ser, cuál es mi esencia: el pensar ideas. Yo existo, y yo consisto en pensar.
Solo se puede afirmar que yo existo como una mente que piensa; no tenemos razones suficientes para afirmar que yo existo como cuerpo. Estamos seguros de que nuestra mente piensa y existe, pero no de que el contenido de nuestros pensamientos coincida con la realidad externa. Descartes ya posee el principio o “gran verdad” que buscaba, un principio máximamente cierto y absolutamente indubitable. Sin embargo, el precio a pagar ha sido dudar de casi todo, y ahora debe empezar una difícil reconstrucción, en la que intentará devolvernos la seguridad de algunos de los conocimientos que han sido puestos en duda, como la existencia del mundo, de nuestro propio cuerpo, y también las matemáticas y la lógica. No se buscan motivos para dudar, sino demostrar.
El Criterio de Verdad Cartesiano: Claridad y Distinción
La proposición “Pienso, luego existo” proporciona a Descartes un elemento clave para toda su posterior filosofía: un criterio de verdad. El criterio de verdad es el conjunto de requisitos que debe cumplir cualquier conocimiento (una idea o una afirmación) para poder ser considerado como verdadero.
Descartes toma como modelo el principio “Pienso, luego existo” y establece que, para que algo sea verdadero, tiene que ser evidente (su verdad se impone con fuerza) y se compone por claridad y distinción.
Definición de Claridad y Distinción
- Claridad: Es la presencia manifiesta y diáfana de una idea en la mente que la piensa. La claridad es “la transparencia” con que vemos que algo es como es.
- Distinción: Consiste en la separación y delimitación de dicha idea con respecto a otras ideas.
Ejemplo: Si pensamos que 2+2=4, vemos claramente que es así; este conocimiento es por completo transparente y diáfano. Por otro lado, el juicio 2+2=4 expresa solo eso (que 2 y 2 son 4), sin que esta afirmación contenga nada más; no está mezclado con otros conceptos, es un conocimiento distinto, claramente delimitado.
La Demostración de la Existencia de Dios
Para introducir a Dios en su teoría, previamente es necesario demostrar su existencia. El ser humano tiene ciertas perfecciones, aunque no como las de Dios, solo poseemos “algo de perfección”. Hay dos opciones sobre de dónde vienen esas perfecciones: o nosotros mismos las hemos creado o alguien más perfecto las ha puesto en mí (Dios, el creador de nuestro ser).
Descartes solo puede recurrir a Dios, ya que es un ser bondadoso y, puesto que nos ha creado, no puede desear que nos engañemos cuando hacemos una operación matemática.
Argumentación de la Existencia de Dios a partir del Yo
¿Cómo se demuestra la existencia de Dios a partir del “Pienso, luego existo”?
- La idea de imperfección: Pensando sobre nosotros mismos, nos damos cuenta de que no somos seres perfectos, puesto que nuestro pensamiento está invadido por la duda. Si nos damos cuenta de que no somos perfectos, se debe a que en nuestra mente tenemos la idea de un ser más perfecto que no tenga dudas y que sepa la verdad (Dios).
- La causa de la idea de perfección: Pero, ¿cómo ha llegado esta idea a mi mente? La idea de Dios solo ha podido ser puesta en mi mente por un ser perfecto, el cual tiene todas las perfecciones de la idea de Dios. Es decir, solo puede haberla puesto Dios.
Demostración de que Dios ha creado al ser humano
¿Cuál es la relación entre Dios y yo? Descartes responde aportando la tradicional idea cristiana de la creación: yo he sido creado por Dios, de quien, por tanto, dependo. Descartes justifica esta idea religiosa mediante una argumentación:
- El ser humano tiene ciertas perfecciones, aunque no tantas como tiene Dios; es decir, el ser humano tiene “algo de perfección”.
- La causa de esas perfecciones que tenemos solo puede ser otro ser que las ha puesto en mí. Por tanto, la parte de perfección que hay en nosotros solo puede proceder de Dios, un ser con todas las perfecciones.
Así queda demostrado que Dios es el creador de nuestro ser.
La Reconstrucción del Conocimiento y la Garantía Divina
Descartes, apoyándose en Dios, procede al trabajo de reconstrucción de los conocimientos de los que había dudado anteriormente.
El primer paso es la definición de verdad, que termina de afianzarse con lo que ofrece Dios. El criterio de verdad emana de Dios; es Él quien nos ha creado y, puesto que Dios es perfecto, bueno y no se equivoca jamás, el criterio es absolutamente fiable. Cuando tenemos en la mente un conocimiento que cumple con el criterio de verdad (cuando ese conocimiento es evidente: claro y distinto) no es que nos parezca que ese conocimiento es verdadero, sino que lo es realmente. Dios lo garantiza.
Con este refuerzo divino del criterio de verdad, Descartes encuentra la forma de garantizar la seguridad y certeza de los conocimientos formales (matemáticas y lógica):
- Las afirmaciones de la matemática y de la lógica que están bien construidas son evidentes, es decir, claras y distintas.
- Percibir algo clara y distintamente es una garantía de que es verdadero, porque Dios es quien nos ha aportado ese criterio.
- Conclusión: Podemos estar cien por cien seguros de que lo que conocemos clara y distintamente en las matemáticas y en la lógica es plenamente verdadero.
Habiendo Descartes demostrado que Dios existe, la hipótesis del genio maligno queda descartada. Queda justificar la existencia del mundo, de nuestro propio cuerpo y de la semejanza entre nuestras ideas mentales.
Justificación del Mundo Exterior
La existencia del mundo material se justifica de la siguiente manera:
- Si Dios ha puesto en nuestra mente ideas como las de mesa, árbol, mi propio cuerpo…
- Y puesto que Dios es perfecto y verdadero, y algo creado por él no puede dar lugar a error, a engaños o a equivocaciones constantes;
- Entonces, podemos concluir que esas ideas deben tener un fundamento en el mundo material y, por tanto, nuestras ideas mentales de cómo son los objetos son similares a cómo son los objetos del mundo exterior.
