Contexto Histórico: F. Nietzsche (1844-1900)
El siglo XIX es un período enormemente agitado, por eso se le ha llamado el siglo de las revoluciones. Las dos revoluciones que marcan el siglo son, por sus consecuencias, la Revolución Francesa (1789) y la Revolución Industrial. Sociológicamente Europa se transforma: hay que hablar ya de clases sociales.
Es la burguesía -capitalista e industrial- la que triunfa y se beneficia de la nueva situación. A su lado aparece el proletariado, que solo lentamente cobra conciencia de su condición. Crecen las ciudades, donde se instalan las nuevas industrias, configurándose una nueva situación social que provocará el nacimiento del movimiento obrero: hay barrios burgueses y barrios donde se hacina un proletariado sobreexplotado.
Frente a la extensión del liberalismo a través de Napoleón y las sucesivas revoluciones liberales (1830, 1848), el Congreso de Viena (1814) supuso, en principio, el triunfo de la Restauración y la reconstitución del mapa de Europa… Pero las cosas no vuelven a ser como antes: el Antiguo Régimen no se restaura realmente y los monarcas se ven obligados a hacer concesiones liberales.
Tampoco las fronteras de Europa vuelven a ser las mismas y se produce un fuerte movimiento nacionalista, que entre otros acontecimientos dará lugar a la independencia de las colonias americanas o la unificación de Alemania y derivará a finales de siglo en imperialismo colonialista.
Junto al liberalismo y el nacionalismo, ideologías típicamente burguesas y relacionadas con los movimientos democráticos, aparecen el socialismo y el anarquismo. Estos nuevos impulsos revolucionarios se intentan frenar desde el tradicionalismo, la Iglesia católica y la propia burguesía liberal. Las circunstancias políticas que influyen mayormente en Nietzsche fueron la guerra entre Francia y Alemania de 1870-1871 en la que participó y la proclamación del II Reich o Imperio alemán tras la derrota de Francia. Con el tiempo, profesará un sentimiento muy poco germánico y rechazará abiertamente el nacionalismo, su antisemitismo y el afán expansionista alemán.
Contexto Cultural
Centrándonos en el plano cultural, podemos destacar la notable difusión de la cultura que se produce en el siglo XIX a través de la lucha contra el analfabetismo, la obligatoriedad de la enseñanza primaria y la multiplicación de los periódicos y revistas. La Universidad vuelve a ser el centro principal de la cultura, sobre todo en Alemania y Francia, algo que no era así desde tiempos de Descartes. Por otra parte, y en consonancia con los movimientos filosóficos, nuevas corrientes artísticas recorren Europa.
Desde la perspectiva de la Historia de la Filosofía, podemos destacar dos corrientes filosóficas cuyas huellas están presentes en Nietzsche.
- Por un lado, el Romanticismo, que puede considerarse como una reacción frente a los ideales de la Ilustración que defenderá lo irracional como vía de acceso a la realidad. Exaltará también la tradición y la historia, así como la creatividad y la libertad del artista, influyendo notablemente en el auge de los nacionalismos.
- Por otro lado, el Positivismo aparece como una reacción frente al Romanticismo. Se trata de una nueva postura que quiere basarse en los hechos y en la ciencia. Aspira a que la ciencia se constituya en la única guía del hombre, pues no hay más razón que la razón científica y el progreso científico es la clave del progreso humano. Desde el punto de vista artístico, le corresponde el triunfo del Realismo y el Naturalismo (Stendhal, Balzac, Zola, Galdós…).
Esta exaltación de la ciencia está relacionada con el hecho de que en ese momento surgen nuevas ciencias -como la Psicología– que roban a la filosofía buena parte de su patrimonio. A finales de siglo y como reacción a la apropiación del ámbito de lo humano por parte del cientificismo naturalista, aparecerán el Historicismo y el Vitalismo (Dilthey), que conseguirán ganar un ámbito propio para las ciencias humanas y sociales: mientras que las ciencias naturales únicamente explican, aquellas tendrían la misión de comprender la realidad humana y de pensarla.
Por su parte, en las ciencias biológicas se producen importantes descubrimientos impulsados entre otros por Pasteur, creador de la microbiología, Koch, que consiguió aislar los bacilos de la tuberculosis, o Mendel, que investigó las leyes de la herencia. Pero el acontecimiento que genera una verdadera conmoción en las creencias de la cultura europea fue la publicación del libro El origen de las especies de Darwin. El gran biólogo inglés demostró que las especies, incluida la humana, no habían sido creadas directamente por Dios como se pensaba desde la tradición bíblica, sino que habían surgido en una lucha por la supervivencia en la que habían sobrevivido los más fuertes. La tendencia de Nietzsche a reducir todo fenómeno cultural a raíces biológicas del hombre y el tema del superhombre o de la voluntad de poder hay que ponerlas en relación con esta circunstancia científica.
Contexto Filosófico
La influencia más importante del contexto filosófico de mediados del siglo XIX fue la que ejerció sobre el joven Nietzsche la obra de Schopenhauer El mundo como voluntad y representación. Su autor consideró que la esencia del mundo era algo comparable a una Voluntad ciega, sin lógica, de la que se originan todos los fenómenos de la naturaleza y de la vida humana, que por ello son absurdos, dolorosos, injustos, atroces. Nietzsche comparte esa idea de Voluntad con Schopenhauer, aunque estará muy lejos de concluir en su pesimismo.
Respecto al marxismo, para Nietzsche no era más que una forma enmascarada de cristianismo, defensor como este de la moral del rebaño, y tampoco confiaba en su excesivo optimismo. También se opuso al ideal positivista de un saber objetivo y carente de presupuestos. Nietzsche piensa que la ciencia se basa en presupuestos extracientíficos y el científico es una especie de asceta fascinado por un mundo de matemática, perfecto y simple, muy distinto del caótico mundo real. Frente al positivismo, la realidad no es un conjunto de datos que se unen necesariamente, sino un conjunto de interpretaciones que dependen de la perspectiva individual de cada individuo.
Posiblemente Nietzsche es uno de los filósofos que mejor supo entender su época y profetizar fenómenos y acontecimientos futuros. Su idea del nihilismo expresa la conciencia de una crisis profunda de la que Occidente tardaría en recuperarse -si es que lo hizo-, y el signo para él de esa crisis era un espíritu decadente que invadía Europa, que se expresaba por ejemplo en la poesía simbolista de Rimbaud, que manifiesta un mundo sin ideales ni ilusión, sin valores ni principios morales fijos.
Surge en ese contexto la figura del bohemio, del artista elitista y provocador que renuncia a vivir según los valores tradicionales y que busca incesantemente nuevas experiencias para encontrar un sentido para la vida. Por su parte, Dostoievski va a hacer suyo ese mensaje nietzscheano de vivir más allá del bien y del mal, es decir, de vivir superando los valores morales tradicionales que encorsetan la vida, sustituyéndolos por unos valores estéticos, por la búsqueda de la belleza, el juego, etc. Se trataba para Nietzsche de volver a la inocencia del niño.
Pronto Freud va a prestar atención a la infancia y va a señalar al impulso de Eros, al principio del placer, como principio rector de la vida del niño. Así, Freud también denunciará a una sociedad neurótica que ha impuesto a los seres humanos prohibiciones que les impiden llevar una vida psicológicamente equilibrada. Nietzsche, Marx y Freud son lo que Paul Ricoeur llamó maestros de la sospecha, pues son los tres grandes cuestionadores de los cimientos de una tradición occidental que nunca antes se había visto sometida a una auto-crítica tan profunda y demoledora.
Los textos seleccionados corresponden al capítulo tercero -La razón en la filosofía- de la obra El ocaso de los ídolos (o como filosofar a golpe de martillo). Se escribió en los primeros días de septiembre de 1888 y fue enviada a su editor con el título Vagabundeos de un psicólogo. Apareció con su título actual en 1889, después del hundimiento psicológico de Nietzsche en Turín. Se enmarca pues en el tercer y último periodo de su obra, el llamado periodo de transvaloración de los valores (también voluntad de poder), en el cual se muestra febrilmente creativo. La obra consta de un prólogo y once capítulos y su objetivo es la transmutación de todos los valores.