El Apriorismo Kantiano: Conocimiento, Fenómeno y Noúmeno

Apriorismo Kantiano

En el siglo XVIII parecen extraerse las últimas consecuencias del nuevo espíritu de los siglos XVI y XVII, en los que se produce un desarrollo de los conocimientos experimentales. Esto supuso un gran avance en el terreno científico y una notable modificación en la forma de hacer filosofía. Lo más característico de los ilustrados es, sin duda, la valoración extrema que hacen de la razón humana. La vida de Immanuel Kant (1724-1804) coincide en gran parte con el movimiento ilustrado. Al mismo tiempo, confluyen en su pensamiento las dos corrientes dominantes desde el siglo XVII: Empirismo y Racionalismo, a las que hay que sumar las teorías científicas de Newton.

Superación del Racionalismo y el Empirismo

A caballo entre el Racionalismo y el Empirismo, Kant es un filósofo de la razón, pero no es un racionalista. Se formó en la tradición racionalista de Leibniz; pero el conocimiento de la obra de Hume le hizo cambiar de perspectiva. Su lectura interrumpió su «sueño dogmático» y dio una nueva dirección a sus investigaciones. Concede validez indispensable a la experiencia, sin renunciar a la necesidad y causalidad propias del verdadero conocimiento. Así, del Racionalismo mantiene la convicción de que en la mente hay algo que posee un carácter universal y es anterior a toda experiencia (categorías y formas a priori). Del Empirismo conserva el principio fundamental de que todo conocimiento necesita de la experiencia, tal y como defiende también la ciencia de su época.

El Apriorismo Kantiano y el Criticismo

El sistema de Kant recibe el nombre de Criticismo, Apriorismo o Idealismo Trascendental. En él hace especial hincapié en la dimensión activa del sujeto en el conocimiento. Kant pretende, en su filosofía, responder a tres preguntas ya clásicas: ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué puedo hacer? y ¿Qué puedo esperar? A la primera de estas preguntas responde Kant en su obra Crítica de la razón pura; a la segunda, en la Crítica de la razón práctica, y a la tercera, en La religión dentro de los límites de la mera razón.

El Conocimiento Sensible: Fenómeno y Noúmeno

Kant afirma taxativamente que no se puede dudar de que todos nuestros conocimientos necesitan de la experiencia. El conocimiento requiere recibir algo que viene del exterior. La sensibilidad es una mera capacidad de recibir impresiones de las cosas. Las impresiones producen en nosotros una sensación que da lugar a una intuición empírica. Pero lo que conocemos por medio de la sensación no son las cosas tal como son en sí mismas (los noúmenos), sino tal como son en relación con la sensibilidad, tal como nos aparecen: constituyen el fenómeno. El fenómeno es, pues, el objeto de una intuición empírica. Ahora bien, en el fenómeno, Kant distingue aquello que proviene de la sensación, a lo que llama materia (los datos empíricos), y la forma (lo que ordena estos datos, reduciéndolos a una cierta unidad). La forma existe en el sujeto cognoscente con anterioridad a la recepción de cualquier dato empírico y, por eso, Kant la denomina categorías y formas a priori de la sensibilidad.

Límites del Conocimiento y la Revolución Copernicana

No hay, pues, fenómenos fuera de los sujetos ni conocimiento que pueda ir más allá de los fenómenos. Esto significa, al mismo tiempo, que no conocemos lo que es la cosa en sí, o noúmeno, el objeto tal cual es. Lo que nosotros conocemos son las cosas tal como se nos presentan a través de las formas a priori, lo que implica cierto grado de construcción del objeto conocido por parte del sujeto cognoscente. La radicalidad de esa afirmación lleva a Kant a hablar de revolución copernicana del conocimiento, dado que anteriormente se sostenía lo contrario. A partir de ella, no es el sujeto el que se adecua al objeto al percibirlo y lo conoce tal cual es, sino que es el objeto el que se pliega a la forma de conocer del sujeto, permaneciendo desconocido lo que sea la cosa en sí misma. Decimos que, según Kant, todo conocimiento necesita de la experiencia, pero procede de la razón.

Los Usos de la Razón: Teórico y Práctico

La aplicación de las categorías a objetos trascendentales lleva a tomar las ideas de la razón pura (alma, mundo y Dios) por objetos reales. ¿No se puede hacer, entonces, uso de la metafísica? Sí, pero no de una forma científica o, dicho de otro modo, no desde un uso teórico de la razón, pero sí desde un uso práctico de la misma. Kant distingue, pues, entre el uso práctico de la razón y el uso teórico (lo que suele llamarse «razón teórica (pura)» y «razón práctica»). (Las citamos entre comillas porque, en realidad, no es que se trate de «dos razones» distintas, sino de dos usos distintos de la ÚNICA RAZÓN).

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