Descartes duda y certeza

El Cógito y la Res Cogitans



Descartes ha extendido la duda a todos los ámbitos del conocimiento buscando una verdad evidente. Sin embargo, no ha obtenido resultados, solo duda. El fracaso, hasta el momento, en esta búsqueda de la verdad evidente parece incitarlo al escepticismo (no es posible el conocimiento).
Descartes se encuentra en una situación en la que duda de los sentidos, duda de la realidad, duda de las demostraciones matemáticas, duda de todo. Pero en el hecho mismo de dudar, ¿no hay ya una certeza? Es indudable que hay un yo, un individuo, que duda. Hay un sujeto que duda y piensa (independientemente de que lo que piense sea erróneo). Ahora bien, para pensar ¿no es necesario primero existir? Si no se existe no se puede dudar. Por tanto, no se puede dudar de la existencia del sujeto que duda. De aquí extrae Descartes su primera verdad evidente: pienso, luego existo (- 

Cogito ergo sum


– en Latín)


Descartes ha encontrado, por fin, la primera verdad evidente, capaz de resistir cualquier duda por radical que sea. El Cogito es la primera piedra a partir de la cual construir el edificio del conocimiento. Todas las demás verdades que ayuden a levantar este edificio tendrán que poseer las mismas carácterísticas del Cogito. Así, Pienso, luego existo, se convierte en modelo de toda verdad, en criterio de verdad

. Todas las ideas que aceptemos como verdaderas tendrán que presentarse de la misma manera que el Cogito. ¿Cómo se presenta el Cogito? Pues como una idea evidente, es decir, clara y distinta. Para que una idea pueda ser considerada verdadera tendrá que presentarse a nuestra mente de forma clara y distinta: perfectamente comprensible en todo sus extremos y distinguible de cualquier otra idea. Toda idea que se perciba con igual claridad y distinción será verdadera.

Descubre Descartes todavía algo más gracias al Cogito ergo sum: la Sustancia Pensante (


Res Cogitans – en Latín). El pienso luego existo no solo demuestra la existencia de un sujeto que piensa, sino que nos habla de la naturaleza, de las carácterísticas de ese sujeto. Esa primera realidad de la que Descartes ha demostrado su existencia se caracteriza por pensar. Su actividad primordial, la que fundamenta su experiencia es el pensamiento. Es un ser cuya naturaleza consiste en pensar. Además afirma Descartes que este ser nada tiene que ver con el cuerpo, que el cuerpo es algo completamente distinto de él. Puedo fingir que no tengo cuerpo y sigo existiendo, pero no puedo fingir que dejo de pensar y seguir existiendo. Ese yo, o alma, es la Res Cogitans y su atributo (carácterística principal) es el pensamiento.

Las Ideas


Tiene ya Descartes su primera verdad y el criterio para identificar adecuadamente las nuevas. Sin embargo, el Cogito no implica la existencia de ninguna otra verdad. Que sea cierto que pienso no quiere decir que lo que piense sea verdadero.
Descartes no encuentra ninguna otra verdad más allá del Cógito. Se cierne entonces sobre su filosofía el peligro del solipsismo. El solipsismo del yo consiste en que el yo no puede demostrar ninguna otra verdad mas allá de su propia existencia. Se queda, digámoslo así, atrapado en sí mismo, sin poder descubrir ninguna verdad exterior a su pensamiento.
Descartes debe superar esta dificultad sin recurrir a nada más que a su propio pensamiento. De su existencia es de lo único que está seguro. Por tanto solo queda un camino a seguir: indagar cuales son los elementos que componen el pensamiento para intentar descubrir en ellos alguna vía que le permita escapar del solipsismo.
Descartes distingue tres elementos que participan en el pensamiento. En primer lugar, el yo que piensa, del que ya está demostrada su existencia; en segundo lugar, el objeto que es pensado, cuya existencia es dudable; pero hay algo más, en tercer lugar están las ideas de los objetos pensados. El yo no posee en su pensamiento el objeto pensado, sino una representación de él: una idea. El pensamiento piensa ideas. El objeto del pensamiento no es la realidad en sí misma sino las ideas


Descartes sigue esta nueva línea de investigación con la esperanza de encontrar en la ideas el camino que le lleve a la salida del solipsismo descubriendo alguna realidad extramental (mas allá del yo). En su estudio de las ideas distingue tres tipos

:

– Adventicias: son las ideas que provienen de la experiencia externa (ejemplo: árbol)



– Facticias: son ideas construidas en la propia mente a partir de otras ideas (ejemplo: unicornio)


Estos dos tipos de ideas no son útiles, para el propósito de Descartes de encontrar una verdad exterior a la mente. Las ideas que proporcionan los sentidos ya sabemos que no son fiables (duda). Las Facticias solo son un constructo mental.
– Hay un tipo de ideas que no provienen de la experiencia, ni son producto de la combinación de ideas, por tanto, han debido estar siempre alojadas en nuestra mente. Son las ideas innatas
. El pensamiento las posee en sí mismo (ejemplo: perfección. No viene de la experiencia externa, ni resulta de la combinación de otras ideas)
Las ideas innatas son una de las piezas clave del pensamiento de Descartes, y de todo el Racionalismo. La creencia en la ideas innatas permite a los racionalistas concebir la posibilidad de construir el edificio del conocimiento sin necesidad de recurrir a la experiencia sensible.

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