Conceptos Fundamentales de la Filosofía: Ética y Antropología

La Ética de la Justicia de John Rawls

El filósofo norteamericano John Rawls se planteó en su ética qué normas son justas, llegando a la conclusión de que una norma solo es justa cuando es equitativa e imparcial, es decir, cuando no beneficia a una parte de la población más que a otra, sino que es aceptable para todos.

El problema radica en que, a la hora de elaborar las normas, cada persona o grupo social querrá que se hagan normas que le favorezcan, aunque perjudiquen a otros. Por eso, Rawls propone un experimento mental al que llamó posición originaria: imaginemos que cada uno de nosotros va a participar en la elaboración de las normas. Como es natural, por propio y sano egoísmo, querrá que tales normas le beneficien. Pero, ¿y si en esa reunión para elaborar las normas no sabemos quiénes somos, porque estamos cubiertos por un velo de ignorancia que nos impide conocer tanto nuestras condiciones naturales como nuestras condiciones sociales?

Entonces, ¿qué normas querríamos que se establecieran, teniendo en cuenta que después, cuando acabe la reunión y se levante el velo de ignorancia, nos encontraremos con nuestra realidad?

Según Rawls, en esa situación imaginaria, por propio egoísmo natural e inteligente, preferiremos que se hagan normas que amparen especialmente a los más desfavorecidos, pues podría tocarnos a nosotros estar en esa situación desventajosa. Para que haya una verdadera igualdad de oportunidades, es necesario que el Estado implante un sistema de servicios públicos, financiado con impuestos progresivos, que ayuden más a quienes más lo necesitan. La desigualdad en las leyes solo estará justificada cuando sea a favor de los más desfavorecidos.

La Ética Kantiana: El Deber como Fundamento Moral

Kant no está de acuerdo con las éticas teleológicas, según las cuales las acciones morales son buenas o malas dependiendo de si nos acercan o alejan de ese fin último que es la felicidad. Para él, la moral tiene que ver con el deber. Una acción moral buena se ha de realizar por sí misma, porque es nuestro deber como personas. Si obráramos con vistas a conseguir algún fin, estaríamos obrando de manera interesada. Para Kant, una acción moral solamente es buena cuando la única intención con la que se hace es el puro respeto al deber y no por el interés de conseguir algo más. La acción moral debe ser un fin en sí misma y no un medio.

Actuar por deber es actuar por respeto a una norma o ley moral. Y las normas son «imperativos», es decir, «mandatos», «órdenes», porque se nos presentan como obligaciones que debemos cumplir. Según Kant, hay dos tipos de imperativos:

  • Imperativos hipotéticos o condicionales: Son las normas propias de la obligación moral.
  • Imperativos categóricos o incondicionales: Son normas universales y absolutas que nos mandan realizar acciones que son buenas por sí mismas y no por las consecuencias que nos traigan. Su estructura es: «Debes hacer esto» o su negativa, por ejemplo, «no debes robar». Para Kant, solo los imperativos categóricos son moralmente válidos, porque se guían únicamente por el deber y no por el interés.

Según Kant, todas las éticas teleológicas, que son medios o condiciones para conseguir el fin de la felicidad, tienen esta estructura: «Haz tal cosa si quieres ser feliz». Sin embargo, para Kant, estos imperativos no son moralmente válidos, porque se cumplen por interés. Las normas morales deben ser imperativos categóricos que, a la vez, se han de ajustar a una única norma moral o imperativo categórico universal, que él expresó de cuatro formas distintas, aunque la más célebre es la siguiente: «Actúa de manera que tu acción pueda convertirse en norma universal», es decir, que actúes de tal forma que lo que tú hagas valga de norma para el resto de las personas.

El Dualismo Antropológico: Cuerpo y Alma en la Filosofía

Los filósofos dualistas piensan que el ser humano y el alma son dos elementos distinguibles y que la parte espiritual (el alma) corresponde con la parte más valiosa de las personas. El dualismo antropológico afirma la existencia del cuerpo y el alma como dos realidades distintas.

La Visión Platónica

La visión de Platón establece una separación entre cuerpo y alma: el cuerpo es material y mortal, por lo que pertenece al mundo sensible; y el alma es la parte inmortal y espiritual, que pertenece al mundo de las ideas y que deja temporalmente para habitar en un cuerpo. Platón creía en la reencarnación y pensaba que nuestra alma racional había estado en contacto con el mundo de las ideas antes del nacimiento; esto es lo que hace posible el proceso de reminiscencia.

El Alma Humana en el Cristianismo

Según el cristianismo, nuestra alma inmortal no existe con anterioridad al cuerpo, sino que es creada por Dios para cada persona. Para los cristianos, el alma está asociada a la dimensión trascendente que hay en las personas, ya que aspira a la salvación que nos espera después de esta vida. Para el cristianismo, el cuerpo es un instrumento del que el alma se puede servir bien o mal para acercarse o alejarse de Dios, es decir, para salvarse o condenarse.

El Ser Humano en la Filosofía de Descartes

Para Descartes, el cuerpo, al que llama sustancia extensa, es material y está sujeto al determinismo; lo que ocurre en el cuerpo se puede explicar mediante las leyes de la física. En cambio, el alma es espiritual. El alma es una sustancia pensante que no está sujeta al determinismo. Nuestros pensamientos, deseos y decisiones no están sometidos a las leyes de la ciencia; por eso, el alma es libre e inmortal.

El Monismo Materialista Contemporáneo

En la época contemporánea, la mayor parte de filósofos y científicos mantienen una postura monista, en la que el ser humano es considerado como una única realidad de carácter material. Esto se debe a que, gracias a los avances de la ciencia, podemos explicar los procesos mentales del cerebro, por lo que el alma no es necesaria.

El Monismo Reduccionista

Sostiene que el ser humano es igual al resto de seres vivos, ya que los procesos psíquicos o mentales se pueden explicar desde la física y la química. Reduce todas las explicaciones de la conducta humana a una serie de procesos físicos y químicos. El cerebro humano es y funciona como una máquina, ya que todas las funciones intelectuales, emocionales y sensitivas son, en esencia, contactos entre neuronas llamados sinapsis. Para este tipo de monismo materialista, no existe más que la máquina cerebral humana con su funcionamiento sináptico.

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