Como comprender la revelación de Dios por medio de la razón filosofía

Santo Tomás:


Indica las ideas principales

El argumento que demuestra la necesidad de la teología para la salvación es que Dios, fin al que el hombre se dirige y que, por tanto, debe conocer, no puede ser comprendido solo por la razón; además, hace falta la revelación. Solo con las razón, la verdad de Dios sería conocida por muy pocos y con muchos errores. En cambio, la revelación proporciona un conocimiento siempre verdadero. Además de la filosofía, ciencia de la razón, es necesaria una doctrina sagrada o teología, ciencia de la revelación.

Explícalas

Según Tomás de Aquino, para que podamos salvarnos no es suficiente la razón humana, la filosofía; además, es imprescindible la revelación. Fe y razón son fuentes distintas de conocimiento. El conocimiento racional parte de la experiencia sensible y está limitado por lo que podamos deducir de ella. Pero el fin del hombre es Dios y, para alcanzarlo, dicho fin debe ser conocido. Ahora bien, nuestra razón no puede llegar al conocimiento pleno de Un Dios que no se ofrece a nuestros sentidos; hemos, por tanto, de recurrir a la fe, que se fundamenta en la revelación divina y que amplía perfectamente la razón. Tomás de Aquino hace referencia a unas verdades accesibles tanto desde la fe como desde la razón, los preámbulos. Según él, hay un ámbito del conocimiento exclusivo de la razón (las leyes de la física, por ejemplo), uno exclusivo de la fe (los misterios, como el de la Santísima Trinidad) y un campo intermedio a ambas facultades. Ejemplos de preámbulos serían: Dios existe, el alam es inmoratl o el mundo es creado. Las llamadas «cinco vías» son demostraciones racionales de la existencia de Dios, el primero de esos preámbulos. Todas parten de efectos sensibles que la razón conoce (el movimiento, las causas, etc.) y nos permiten deducir la existencia de Dios. Por tanto, la razón nos puede llevar a conocer que Dios existe, pero nada nos aclara cobre cómo es Dios. Si no conocíéramos estos preámbulos también mediante la revelación, muy pocos llegarían a ellos y, además, dada la limitación de nuestra razón, podría conducirnos a errores. Por tanto, la revelación permite que los hombres conozcan de forma más fácil y segura la divinidad. Por esto, son necesarias la revelación y la teología, ciencia que, al ocuparse del fin supremo, es ella misma suprema. .

Muestra las relaciones entre ella


Para justificar la tesis de la necesidad de la teología, además de la filosofía, para lograr la salvación, se exponen dos argumentos: -El fin del hombre es conocer a Dios, pero el conocimiento de Dios excede la comprensión de nuestra razón. -Si no pudiéramos conocer a Dios por revelación, solo unos pocos hombres lo conocerían y con muchos errores.

Sitúa al autor en su

Filósofo cristiano del Siglo XIII, representa la cumbre de la escolástica. Es el responsable de la adaptación de la filosofía aristotélica a la tradición filosófica y religiosa del cristianismo.

Señala el tema o el problema del texto

Para la salvación humana no basta la razón, la filosofía; hace falta también la revelación divina, la teología


Vigencia en la actualidad
La vigencia actual de las ideas que Tomás de Aquino expone en el texto depende de si creemos en las premisas de su argumentación. Podemos considerar que el argumento que presenta es correcto lógicamente; es decir, es formalmente demostrativo. Pero, como toda argumentación lógica, da por supuesta la verdad de las premisas. Así, para aceptar la conclusión (es necesaria la revelación para la salvación humana), debemos estar de acuerdo con Tomás de Aquino en que Dios es el fin al que se dirige el hombre (en Él está la salvación) y en que su comprensión excede la capacidad de la razón. En ese caso, sería necesaria la teología. Esto es indudablemente para los cristianos, pero para quien niegue la verdad de esas premisas, el argumento no tiene sentido.Más discutible sería, hoy en día, defender, como en la Edad Media, que la teología es la ciencia suprema, bajo la cual se sitúan los demás saberes, y que de ella debe ser sierva la filosofía. Esta convicción llevó a la condena de ideas y de pensadores que, como Galileo, fueron víctimas de la falta de separación radical entre fe y razón. Mezclar ambos campos genera confusión y, frecuentemente, intolerancia y represión. Podríamos decir que Tomás de Aquino inició el proceso de separación entre fe y razón, pues consideró que la razón tenía cierta autonomía (aunque estuviese subordinada a la fe); después, Ockham defendíó una separación mucho mayor, y, finalmente, la Modernidad culminó la autonomía del pensamiento racional. No debemos renunciar a ese logro de la razón humana.

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