Aristóteles: Crítica a Platón y Teoría del Cambio

Aristóteles es ante todo un científico al que le apasiona la vida, la estudia observándola y buscando la causa de los fenómenos. Aristóteles no contempla la existencia del mundo de las Ideas, pero si la de cosas concretas. Sueña con un sistema político pragmático que combine lo mejor de la aristocracia y la democracia. Coincidía con Platón en que la felicidad de la ciudad es fundamental para la felicidad individual siguiendo un fin (telos), su concepción teleológica. A pesar de las coincidencias políticas y aunque fue su alumno durante 20 años, Aristóteles fue su principal crítico ya que concebía la realidad de manera más realista frente al trascendentalismo.

Criticaba el carácter trascendental de la creación del mundo de las Ideas y defendía el inmanentismo, es decir, que la causa de ser de las cosas reside en ellas mismas. Y se centró en el mundo terrestre para explicar la realidad desde la observación de la naturaleza.

Cambio y Movimiento

Su segunda crítica era en relación al cambio relativa al ser y el devenir. Reprochaba que Platón no oponía ni relacionaba ambas concepciones en su modo de conciliarlas, sino que estableció dos mundos diferentes. Criticaba que concibiese el ser como quietud en el mundo de las Ideas, mientras que en el de las copias todo estuviese en constante cambio, sin causar contradicción.

En su lugar, Aristóteles define la vida como cambio, ya que observa claramente el movimiento en los seres vivos. Para él, la vida es cambiar y el cambio es movimiento. Define este como el paso de potencia a acto, entendiendo por potencia aquello que no es, pero puede llegar a ser; y, a estar en acto, lo que ya es. Utiliza ambos términos para explicar el movimiento. Con esta teoría da respuesta a la contradicción que decía que el movimiento no se puede explicar, ya que supone pasar del no ser al ser, y el no ser no puede, a la vez, ser. Pero según Aristóteles, el ser en potencia es un “no-ser” especial, ya que puede llegar a ser, aunque todavía no sea. Potencia es un “no ser relativo” que supera esta contradicción.

Cambio Accidental y Substancia

No obstante, se da cuenta de que, en todo cambio, no todo cambia: parte del ser queda igual y parte cambia. Por lo tanto, distingue dos componentes: el ser en sí mismo que no cambia y no depende de otro para existir, al que denomina “substancia”; y esas cosas de menos importancia que sí cambian y que dependen de la substancia para existir, a las que denomina “accidentes”. Esto lo denomina cambio accidental.

Además, existe otro tipo de cambio, la muerte, que es un cambio substancial, porque ha desaparecido el ser mismo. Cuando un ser muere, aunque la forma substancial desaparece, permanece la materia informe. El sistema metafísico de Aristóteles se llama “Hilemorfismo” y considera a los seres compuestos homogéneamente de materia y forma.

Forma Substancial y Causas del Cambio

La forma substancial es el principio que hace que la materia sea un ser vivo, y que cuando desaparezca, este quede reducido a pura materia informe. Se identifica la forma substancial con la esencia del ser, lo que un ser tiene que le da vida y le hace pertenecer a una especie concreta. Esta nos hace pertenecer a una especie, lo universal en un ser; mientras que la materia es lo particular en ese ser. En esto se parece y difiere de Platón, porque defiende la existencia de verdades universales, pero no hay un mundo aparte donde están, sino que se encuentran unidos homogéneamente a la materia en este mundo.

Principio de Causalidad y Primer Motor

La investigación no se detiene ahí: ¿qué causa los cambios? Aristóteles llama causa a todo lo que interviene en el cambio. Existen cuatro: dos internas y dos externas. Las internas están compuestas por la Causa Material, la materia; y la Causa Formal, la forma substancial. Las externas están compuestas por la Causa Eficiente y la Causa Final, el motivo.

Aristóteles ve que la causalidad está presente en todo y es de los procesos más importantes del mundo por lo que formula el Principio de Causalidad, que expresa que, “Todo efecto tiene una causa proporcionada”.

El primer motor debe ser pura actividad, no puede tener potencialidad, porque si no, necesitaría algo que le hiciese pasar de potencia a acto. Este debe ser acto puro, pura forma, pero sin ser materia. Un ser pleno, actividad pura, para nada pasivo; para el cristianismo, Dios.

El Hombre y el Alma

El Hylemorfismo también estudia al hombre, que es un ser vivo y como tal tiene substancia y accidentes. Su substancia está formada de la materia de la que está hecho su cuerpo y forma substancial, lo que da forma a la materia y además anima el movimiento.

El alma es la esencia de las especies, ya que les da movimiento y les hace pertenecer a esa especie al darles una forma concreta. Pero evidentemente, hay distintos tipos de almas y de seres vivos. Los vegetales son seres vivos básicos con funciones vitales, su alma se denomina vegetativa. Los animales, además de tener esas funciones, se desplazan y tienen conocimiento sensible, por lo tanto, tienen un alma sensitiva. Por último, los seres humanos, que además de todas las funciones anteriores, poseen conocimiento intelectual, su alma se denomina intelectiva y es libre gracias a que tiene la razón, ya que el intelecto nos permite elegir. Finalmente, el ser humano desaparece como tal ser vivo y la materia se descompone en pura materia, por lo tanto, niega el concepto de inmortalidad.

En su epistemología, explica cómo el mundo exterior entra por nuestros sentidos y forma en ellos imágenes. Estas imágenes representan individuos que, llevadas a la mente del hombre, estas forman el entendimiento. El entendimiento las elabora, llamándolo entendimiento agente, ya que es el que actúa sobre las imágenes recibidas, quedándose solo con la substancia. Una vez hecho este trabajo, “lo manda” al entendimiento paciente, el que recibe la información elaborada y la capta.

Así que los sentidos perciben lo individual y el entendimiento percibe lo universal. Este conocimiento consiste en conocer las leyes universales. Esto lo formula Aristóteles diciendo que “el objeto propio del entendimiento humano es el universal”

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