Lacan y Descartes

Descartes COGITO

La duda llevada a este extremo de radicalidad parece conducir al escepticismo. Sin embargo, Descartes encontró una verdad absolutamente cierta, inmune a toda duda, por muy radical que ésta sea: la existencia del propio sujeto que piensa y duda. Si pienso que el mundo existe, tal vez me equivoque en cuanto a la existencia del mundo, pero no cabe error en cuanto a que yo lo pienso;
puedo dudar de todo menos de que yo dudo. Mi existencia, pues, como sujeto que piensa
Que duda, que se equivoca, etc.-
está exenta de todo error y de toda duda posible. Descartes lo expresa con su célebre frase:
«pienso, luego existo» («je pensé, donc je suis» afirmaen el Discurso del método; «cogito, ergo sum», en las Meditaciones metafísicas).

Hay que insistir en el carácter intuitivo -y no deductivo-

Del cogito

La conjunción “luego” puede dar la falsa impresión de que nos encontramos ante un razonamiento. No es así, la trascripción más fiel a Descartes sería: «pienso-existo». Se trata de una intuición, acto de la evidencia misma.

Descartes sentencia que dicha verdad resiste las más extravagantes suposiciones de los escépticos y, por lo tanto, constituye el primer principio de la filosofía que andaba buscando, a partir del cual podremos intentar descubrir otras verdades igualmente seguras.
Este principio de la filosofía se presenta en el corazón mismo de la duda radical a la que nos expone el planteamiento cartesiano.

Mi existencia como sujeto pensante no es sólo la primera verdad y la primera certeza, sino también el prototipo de toda verdad y de toda certeza. La existencia del sujeto pensante es absolutamente indudable, porque es evidente; o, lo que es lo mismo, porque se percibe con toda claridad y distinción. De aquí deduce Descartes su criterio de verdad:
todo cuanto perciba con claridad y distinción será verdadero y, por lo tanto, podrá afirmarse con inquebrantable certeza.

Que la filosofía cartesiana parta de la existencia del yo como primera verdad, y no de la existencia de Dios, es un rasgo que le confiere un carácter moderno y que la diferencia de la filosofía escolástica anterior.

PLANTEAMIENTO KANTIAN
O DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
Responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? Exige señalar los principios y límites del conocimiento científico. Kant defendíó en un primer momento la metafísica dogmática racionalista, para la que era posible, por pura deducción racional, alcanzar el conocimiento metafísico de la realidad, pero la lectura de Hume le despertó de este “sueño dogmático”. Kant creyó necesario para los intereses y fines últimos del hombre una Crítica o examen de la propia Razón sobre sí misma y sus límites, y propuso, frente a la “filosofía dogmática” una “filosofía crítica”. El problema es el de si es posible la Metafísica como ciencia y para solucionarlo debemos investigar antes las condiciones que hacen posible la ciencia. En esta tarea distingue dos tipos de condiciones: empíricas (particulares y contingentes) y a priori o transcendentales (universales y necesarias). La investigación de estas últimas dará lugar a la filosofía transcendental. Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, se preguntará por las condiciones que hacen posibles los juicios científicos. Lo que exige establecer los tipos fundamentales de juicios, que clasificará así: tenemos juicios analíticos si el predicado se incluye en el sujeto (no dan información nueva alguna, no son extensivos) y juicios sintéticos cuando el predicado no se incluye en el sujeto (son juicios extensivos y amplían nuestro conocimiento); y juicios a priori si su verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia, ya que su fundamento no se halla en ésta (juicios universales y necesarios) y juicios a posteriori si su verdad es conocida a partir de la experiencia (particulares y contingentes). Los juicios más importantes son los juicios sintéticos a priori, que por ser sintéticos amplían nuestro conocimiento, y por ser a priori son universales y necesarios.
Hume
: Crítica a la idea de sustancia (yo, mundo, Dios): la metafísica es, desde esta perspectiva, una ciencia sin contenido empírico y contrastable. Si otro empirista como Ockham ya criticó en su día las vacías abstracciones a las que tendía el pensamiento filosófico en general, y el metafísico en particular, Hume adoptará también esta crítica, y negará la posibilidad de conocer algo así como sustancias o esencias. De hecho, si todo lo que sabemos del mundo está mediatizado a través de las impresiones, ni siquiera podemos tener una certeza absoluta de la existencia del mismo, por lo que deberemos olvidarnos de la obsesión cartesiana por el conocimiento indudable, y dejarnos llevar por la creencia, la costumbre y el hábito, que serán analizados un poco más adelante. Hume negará la existencia de las tres sustancias que tradicionalmente habían sido objeto de estudio de la metafísica, y que también afirmara Descartes dentro de su sistema filosófico: no existe el yo (pues no tenemos una impresión del mismo), y por la misma razón también están vacíos de contenido conceptos como el de Dios, sustancia o esencia. La metafísica sería así, una abstracción más, una ilusión vacía de contenido. Para Hume, la sustancia sería un haz o manojo de impresiones unidas por la imaginación, que proyectaría una unidad indemostrable en la realidad. La sustancia es una ficción de la imaginación por la que presuponemos un sustrato oculto más allá de las cualidades que percibimos y que sostiene la multiplicidad de impresiones que nos llegan de los objetos. Igualmente, el cogito cartesiano sería, a juicio de Hume, una mera invención: no existe certeza de la conciencia, pues tampoco tenemos una impresión de la misma. La crítica a la metafísica, que ya iniciara Ockham y que es común a todo el pensamiento empirista, alcanza en el pensamiento de Hume sus grados más altos.

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