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Nos encontramos ante un texto del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, uno de los más importantes filósofos del Siglo XIX, padre del irracionalismo y del vitalismo. Desde muy joven destacó por su gran capacidad intelectual: siendo uno de los mayores genios de su tiempo, consiguió trabajar como filólogo en la Universidad de Basilea, pero también se granjeó la envidia de muchos de sus contemporáneos. Si unimos el rechazo que Nietzsche encontró en el mundo académico al difícil carácter del pensador alemán y a la enfermedad que le acompañó en sus últimos veinte años de vida, podemos entender un poco mejor el principal mensaje de su filosofía, resumida fundamentalmente en una palabra: crítica de todo y contra todo, principalmente de todos los valores propios de la civilización occidental. Enfrentándose a diversos valores y conceptos, Nietzsche irá ampliando el eco de lo que podríamos denominar su tesis fundamental: que la vida se imponga sobre la razón y el pensamiento.

De hecho, la obra a la que pertenece el fragmento a comentar está construida precisamente sobre esta propuesta. Se trata de Así habló Zaratustra, libro en el que Nietzsche encarna en el profeta Zoroastro el mensaje esencial de su pensamiento: una religión sin otro Dios que el hombre convertido en superhombre, es decir, al margen de cualquier limitación racional, moral o filosófica. La muerte de Dios es entonces el negativo de esa fotografía del superhombre que desarrolla Nietzsche a lo largo de toda la obra, en la que los aforismos y el lenguaje metafórico y simbólico pretenden constituirse ya como una ruptura con el discurso racional, argumentado y estructurado. A través de su predicación, Zaratustra trata de invertir los valores morales y culturales de Occidente, tanto en el contenido como en la forma de sus “sermones” de manera que el libro de Nietzsche supera, en cierto modo, el concepto tradicional de ensayo filosófico.

En concreto, el fragmento propuesto es un célebre pasaje en el que Nietzsche, a través de Zaratustra, describe la evolución moral del ser humano en lo que él denomina las “tres transformaciones”. Así, pasaríamos de un primer momento en el que el hombre es pura obediencia a cualquier autoridad exterior a una segunda forma de vida en la que se busca en la racionalidad el origen y el fundamento del comportamiento moral. Este cambio es el que aparece descrito en el texto. Pero también esta es una etapa transitoria: antes o después se desembocará en el tercer espíritu, capaz de crear valores por sí mismo. Con todo, la valoración de Nietzsche de este segundo espíritu, encarnado por el león no es del todo negativa, ya que abre el espacio de libertad necesario para la llegada del superhombre. Con este texto, se podría contestar a la siguiente pregunta: ¿Cuáles han sido los principales patrones de comportamiento del ser humano en el terreno moral? En el fragmento aparecen reséñados dos: la obediencia ciega y la búsqueda de una acción libre basada en la razón.

Una vez contextualizado el fragmento, pasemos a analizar los términos subrayados:

kkk Libertad: este concepto adquiere en Nietzsche un nuevo sentido vital y antropológico. No es la capacidad de elegir en cada caso, sino más bien la capacidad de elegirse, de hacerse, de crearse uno mismo en cada uno de nuestros actos. La libertad se convierte así en uno de los valores supremos de la propuesta nietzscheana, hasta el punto de proponer la desaparición de todo tipo de límites a esta nueva concepción de la libertad.

vvvv Debes: este verbo representa la autoridad moral exterior que trata de imponerse sobre cada uno de nosotros. Sea desde el campo de la religión, la moral o la política, a menudo el individuo recibe imperativos externos que cargan sobre sus espaldas la responsabilidad de llevar a cabo una acción determinada, sin que siempre esta sea deseada, querida o buscada. Por eso el deber se convierte en algo negativo, castrador de la vida.

nnn Yo soy: en este contexto, el dragón representa esa autoridad externa, por lo que cuando afirma ser todos los valores en realidad está tratando de que el sujeto no vea más allá de esas normas externas, más allá de esos valores creados, es decir, que no desarrolle su libertad. Las instancias externas antes referidas se atribuyen la legitimidad moral, cuando en realidad están imponiendo su voluntad.

llllll Quiero: Es la expresión más sencilla de la voluntad humana. El querer articula además las emociones, los sentimientos y las pasiones, todo aquello que la razón niega, y por ello se convierte en el gran enemigo del “deber”.

lllllllValores nuevos: son los valores morales que han de dar paso al superhombre, invirtiendo la moral judeocristiana imperante en Occidente. A todos los valores teológico-racionales que se han venido desarrollando en la civilización occidental a lo largo de veinte siglos, le opone Nietzsche la vida y la voluntad como únicas alternativas viables para escapar de la decadencia.


llllll Valores nuevos: son los valores morales que han de dar paso al superhombre, invirtiendo la moral judeocristiana imperante en Occidente. A todos los valores teológico-racionales que se han venido desarrollando en la civilización occidental a lo largo de veinte siglos, le opone Nietzsche la vida y la voluntad como únicas alternativas viables para escapar de la decadencia.

En este texto, Nietzsche nos habla de una de sus ideas principales dentro de su filosofía, la muerte de Dios Se trata de un momento en el que se da cuenta que Dios no está, que por mucho que lo busca dentro de su ser y dentro de sus pensamientos no logra encontrarlo, que gracias a la manera de pensar de él y algunos filósofos más que aparecieron a partir de la Ilustración, la dependencia del hombre y del pensador hacia la figura de Dios ha dejado de tener la importancia y la relevancia que hasta entonces había existido en la mayoría de facetas de la vida mundana. Con la muerte de Dios, Nietzsche no solo está matando al Dios cristiano o al ser supremo de cualquier religión, sino que está desmitificando conceptos metafísicos tan esenciales en toda la historia, no solo filosófica sino humana como el alma, las esencias, lo divino, lo inmutable, las substancias, en definitiva, lo eterno y perfecto que tanto se había defendido desde el principio de los tiempos Para Nietzsche la invención del Mundo Racional proveniente del Platonismo trae consigo toda esta metafísica suprema, que gracias al cristianismo habían basado las doctrinas de comportamiento y pensamiento humanos, y según nuestro filósofo viene dado a consecuencia de la incapacidad de aceptar la realidad de la vida corpórea y el mundo de los sentidos, de una actitud totalmente contraria a la vida tal como la percibimos. Dios no existe, y por lo tanto la veracidad del cristianismo y sus ideas son una invención consecuente del resentimiento, de no aceptar el carácter trágico de la existencia humana. La moral cristiana es contraria a la naturaleza y a la vida, con el fin de crear para el pueblo la «moral de esclavos» donde el sometimiento, la debilidad y la idea principal de la culpabilidad pecaminosa quitan todo el valor al verdadero mundo, son negativos y totalmente contrarios a la vida. En este momento de la muerte de Dios aparece el Nihilismo, un sentimiento de vacío existencial y falta de sentido hacia la vida. Indica la falta de rumbo de los hombres al desaparecer. El objetivo último que les habían prometido existente en la vida en el paraíso. Pero el Nihilismo no solo trajo la confusión al enterrar la moral suprema existente hasta entonces, sino que también conlleva un cambio de valores totalmente nuevos, una nueva y revolucionaria forma de ver la vida y la llegada del superhombre. El superhombre es un nuevo concepto filosófico de vida, dionisíaco, donde se rechaza todo lo que sea contrario a la naturaleza del ser humano y a la vida a la cual ama por encima de todo Crea valores nuevos y normas en base a la vida, siendo en todo momento consciente de las limitaciones y siendo contrario a la moral esclavista y a la obediencia a cualquier regla externa que intenten imponerle. El superhombre no huye de enfrentamientos ni nuevos retos, no le preocupa el placer ni el dolor, los acepta como parte de la vida y pone por encima el crecimiento de la voluntad y el espíritu. Su sitio está en lo finito, y no espera a ningún Dios ni el premio de ningún paraíso. Es creador de su vida y su propio destino, su propio dueño y señor, un espíritu libre que ama la energía vital. Defensor del Vitalismo como teoría filosófica, donde la vida carece de sentido fuera de si misma, ya que ella posee valor propio como tal, entendiendo la existencia en una dimensión puramente biológica, instintiva e irracional, todo lo que vive debe morir, el dolor es una parte tan natural de la vida como la alegría, y usó la negación y la afirmación para intentar medir el valor de la metafísica y el comportamiento racional.

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