1. Vida de Tomás de Aquino (10 líneas)
Tomás de Aquino nació en 1224 en una familia noble italiana, pero decidió ingresar en la orden dominica, dedicada a la predicación y el estudio. Se formó en Nápoles y fue profesor en la Universidad de París, centro del debate entre averroístas. Defendió la filosofía aristotélica junto a Alberto Magno, rechazando la teoría de la doble verdad. Se convirtió en el principal representante de la escolástica y una figura clave para la Iglesia católica, que acabaría canonizándolo. Su obra adopta la estructura de la quaestio, basada en exponer problemas, analizar objeciones y concluir racionalmente. Escribió obras polémicas, comentarios y grandes sumas teológicas. Tuvo el desafío de conciliar a Aristóteles con el cristianismo, frente a las interpretaciones averroístas que separaban fe y razón. Su labor permitió integrar la filosofía aristotélica dentro de la doctrina cristiana, consolidando la escolástica medieval.
2. Relación entre fe y razón (8 líneas)
Tomás distingue entre verdades de razón, captables por los sentidos, y verdades de fe, accesibles solo por la teología. Algunos temas son mixtos: los “preámbulos de la fe”, que pueden analizarse desde ambas vías. Fe y razón nunca pueden contradecirse, porque ambas proceden de Dios. Si parece haber contradicción, el error está en la interpretación filosófica. La razón debe demostrar racionalmente lo que la fe afirma como verdadero. Si la investigación racional no llega a resolver la contradicción, el filósofo debe detenerse y aceptar la verdad revelada. Para Tomás, la armonía entre fe y razón es esencial para el conocimiento humano.
3. Conocimiento y verdad (8 líneas)
Su criterio de verdad es la adecuación entre entendimiento y realidad (adaequatio rei et intellectus): el intelecto debe ajustarse a lo que las cosas son. El conocimiento comienza en los sentidos y se completa con la abstracción intelectual. Adapta la teoría aristotélica: lo universal está en las cosas, no en un mundo separado. El entendimiento separa lo material y extrae las formas universales comunes. Los universales no existen fuera de las cosas, sino en ellas (in re) y en la mente tras el proceso de abstracción. Conocer es captar las esencias presentes en la realidad sensible. La epistemología tomista busca unir experiencia sensible y reflexión racional.
4. La existencia de Dios (10 líneas)
Rechaza el argumento ontológico, pues no se puede demostrar a Dios solo desde la idea de perfección. Defiende las pruebas a posteriori, que parten de la experiencia sensible hacia la causa primera. Estas pruebas siguen el modelo causal aristotélico: hecho empírico, búsqueda de causas, rechazo del retroceso infinito y conclusión en Dios. Desarrolla las Cinco Vías:
- Movimiento: Dios como motor inmóvil.
- Causa eficiente: Dios como causa incausada.
- Ser necesario: Dios como fundamento de lo contingente.
- Grados de perfección: Dios como modelo supremo.
- Orden del mundo: Dios como inteligencia ordenadora.
Cada vía muestra que el mundo requiere un fundamento último que no dependa de nada. De ello deduce los atributos divinos: motor inmóvil, causa eficiente, ser necesario, perfecto e inteligente. Para hablar de Dios propone la vía negativa, la analogía y la eminencia, como métodos para aproximarse a su esencia.
5. Antropología (8 líneas)
El ser humano es una sustancia compuesta de materia (cuerpo) y forma (alma), siguiendo el hilemorfismo aristotélico. Aunque unidos, el alma es inmortal y el cuerpo será recuperado en la resurrección. La materia individualiza a cada ser humano, asegurando la continuidad personal tras la muerte. Distingue tres tipos de alma:
- Vegetativa: Nutrición y crecimiento.
- Sensitiva: Percepción y movimiento.
- Racional: Pensamiento y comunicación.
El alma racional permite el conocimiento científico y distingue al ser humano del resto de seres vivos. El cuerpo y el alma forman una unidad natural, no dos realidades separadas accidentalmente.
6. Ética y política (10 líneas)
Su ética es eudaimónica: la felicidad última es la contemplación de Dios, alcanzada plenamente solo tras la muerte. La ley divina orienta todas las cosas a su finalidad, y los humanos participan en ella mediante la ley natural conocida por la razón. La sindéresis es la capacidad moral básica que dicta “hacer el bien y evitar el mal”. El ser humano puede actuar contra la ley natural por su libre albedrío, lo que constituye pecado. La vida virtuosa combina virtudes aristotélicas (intelectuales y éticas) con virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). En política, el Estado es natural y está orientado al bien común y a la convivencia. Las leyes positivas deben obedecer a la ley natural y no contradecirla. Si una ley positiva es injusta, no obliga moralmente, pues el poder civil está subordinado a la ley divina y, en último término, a la Iglesia.
