Antropología Platónica
Platón defiende el dualismo antropológico, concibiendo al ser humano como la unión accidental de dos sustancias independientes y diferentes: el cuerpo y el alma. El alma es de origen divino, invisible y eterno, mientras que el cuerpo es de origen terrestre, corruptible y mortal. Según esta visión, el cuerpo es una cárcel para el alma, que accidentalmente se une a él. Platón concibe el alma como un huésped temporal en el cuerpo, ya que pasa de uno a otro. Al morir, el cuerpo se descompone, pero el alma continúa su existencia, ya sea mediante la reencarnación o liberándose por completo.
Las tres partes del alma
El alma está compuesta por tres partes, y cada una tiene una función específica:
- Parte racional: Es inmortal, está interesada por las Ideas y su función es conocer.
- Parte irascible: Es mortal, y su función es defender el cuerpo de las agresiones, tanto internas como externas.
- Parte concupiscible: Es mortal, está relacionada con los deseos y apetitos. Desea aquellas cosas necesarias para sobrevivir y su función es nutrirse.
Antes de encarnarse, el alma habitaba en el mundo de las Ideas, pero es obligada a beber del Río Leteo (Río del Olvido), olvidando así su origen. Según su teoría de la reminiscencia, que postula que conocer es recordar, el alma recuerda un 1% y olvida un 99%. La meta del alma es liberarse del cuerpo y regresar al mundo de las Ideas.
Los mitos del alma
Platón ilustra su concepción del alma a través de varios mitos:
- En el Fedro, expone el mito del carro alado: el carro es dirigido por un auriga (la parte racional) y es movido por un caballo blanco (la parte irascible) y un caballo negro (la parte concupiscible). Solo bajo la dirección del auriga el carro podrá alcanzar su meta.
- En República, a través del mito de la caverna, el alma es representada como el prisionero que escapa de la cueva (el cuerpo).
- También en República, en el mito de los metales, la sociedad se divide en clases según el metal presente en el alma de sus ciudadanos. Los dioses nos han creado mezclando metales, y cada metal corresponde a una parte del alma: el oro a la parte racional, la plata a la irascible y el bronce a la concupiscible. Según el metal que domine en cada individuo, este tendrá un rol específico en la sociedad.
Platón reacciona contra el suicidio en su diálogo Fedón, considerando la finalización voluntaria de la vida como una ofensa a los dioses que nos crearon, además de ser un acto propio de débiles y de cobardes. Sin embargo, esta postura parece matizarse en su diálogo Leyes, donde, si bien mantiene su visión negativa, admite ciertas circunstancias excepcionales en las que es comprensible y lo aprueba como método de escape del alma.
La Ética en Platón
Platón defiende el Intelectualismo moral, heredado de Sócrates. Según esta teoría, para hacer el bien hay que conocerlo. Quien obra mal es por ignorancia y debe ser enseñado, mientras que quien obra bien lo hace porque conoce el bien. La meta de su ética es la salvación, entendida como la liberación de la cárcel (el cuerpo) y de esta vida (la rueda de las reencarnaciones).
Sigue dos imperativos socráticos:
- «Conócete a ti mismo»: somos almas inmortales que debemos liberarnos del cuerpo.
- «Cuídate»: haz todo aquello que te ayude a liberar el alma del cuerpo.
La ética platónica también se ilustra en sus mitos. En el mito del carro alado (Fedro), la justicia consiste en que la parte racional del alma (auriga) domine sobre la parte sensible (caballo blanco y caballo negro). En el mito de la caverna, solamente conoce el bien aquel prisionero que se libera de la cueva (cuerpo). Y en el mito de los metales, vincula la ética con la política, pues según el metal que domine en cada individuo, este deberá dedicarse a una función específica en la vida.
El dominio de uno mismo
Una pregunta central en la ética griega, y por tanto en la platónica, es: ¿Eres dueño de ti mismo o esclavo de tus pasiones? Los griegos estaban obsesionados con la libertad. La peor esclavitud no era ser siervo de otro hombre o de otro Estado, sino ser esclavo de uno mismo. La antropología platónica es pesimista: el cuerpo es malo y pecaminoso, por lo que no debemos obedecerlo jamás. El mayor peligro corporal son los apetitos (deseos naturales cuya satisfacción provoca placer, como el sexo, la comida o la bebida). Son un peligro porque pueden causar adicción; si nos dejamos llevar por los instintos corporales, nos convertimos en esclavos.
Las virtudes del alma
Cada parte del alma tiene sus propios deseos y virtudes correspondientes:
- La parte racional desea saber y sus virtudes son la prudencia y la sabiduría.
- La parte irascible desea honores y fama y sus virtudes son la fortaleza y el valor.
- La parte concupiscible desea posesiones y placeres y sus virtudes son la moderación y la templanza.
Las virtudes del alma son necesarias para contrarrestar sus deseos y evitar los excesos. Por lo tanto, el alma es virtuosa cuando conoce con prudencia, defiende con valor y desea con moderación. Además, Platón cree en la existencia de premios y castigos después de la muerte: el castigo es la reencarnación en un cuerpo inferior, y el premio es la liberación definitiva del alma.
Ontología y Epistemología Platónica
Platón defiende el dualismo ontológico: existen dos realidades, la visible (mundo sensible) y la invisible (mundo inteligible).
- El mundo inteligible (la realidad invisible) tiene las características del Ser de Parménides: está compuesto de Ideas eternas, inmutables y universales que constituyen la auténtica realidad. Accedemos a él mediante la razón.
- El mundo sensible (la realidad visible) comparte las características del devenir de Heráclito: es una realidad aparente, subjetiva y en constante cambio. Accedemos a él mediante los sentidos.
Ambos mundos tienen una relación de imitación: el mundo sensible es una copia imperfecta del mundo inteligible, que es el real.
El origen del mundo sensible
Platón relata en su diálogo de vejez, el Timeo, la génesis del mundo sensible, explicando su existencia a través de cuatro causas:
- Causa eficiente: El Demiurgo, un dios artesano que da forma al mundo sensible imitando las Ideas.
- Causa formal: Las Ideas, que sirven de modelo.
- Causa material: Una materia eterna y caótica, sin forma.
- Causa final: Ordenar el cosmos para hacerlo lo más perfecto y bueno posible, a imagen del mundo inteligible.
Teoría del conocimiento
En cuanto al conocimiento, Platón defiende el dualismo epistemológico: hay dos tipos de conocimiento, el verdadero, al que llama Episteme (ciencia), y el aparente, al que llama Doxa (opinión).
- El conocimiento verdadero (Episteme) tiene por objeto las Ideas, es objetivo, universal y eterno. Se alcanza mediante la razón.
- El conocimiento aparente (Doxa) tiene por objeto los seres sensibles, es subjetivo, particular y contingente. Se obtiene a través de los sentidos.
Aquí podemos ver la influencia de Parménides, quien en su poema distingue dos vías de conocimiento: la vía de la verdad (el Ser, la razón) y la vía del error (el no-ser, los sentidos). Platón es el padre del racionalismo y del innatismo. Según su teoría, conocer es recordar (anámnesis o reminiscencia), ya que el alma, al haber habitado en el mundo de las Ideas antes de encarnarse, posee conocimientos innatos. Para Platón, los sentidos son fuentes de error y se deben evitar.
Grados de conocimiento: El símil de la línea
En República, Platón utiliza el símil de la línea para explicar los distintos grados de realidad y conocimiento. El grado de conocimiento es proporcional al grado de realidad: a mayor realidad, mayor conocimiento, y viceversa. Distingue los siguientes niveles:
Mundo Inteligible (Episteme)
- Noesis (Inteligencia o Dialéctica): Conocimiento directo de las Ideas (Filosofía). Es el nivel superior.
- Dianoia (Pensamiento discursivo): Conocimiento de los objetos matemáticos.
Mundo Sensible (Doxa)
- Pistis (Creencia): Conocimiento de los objetos físicos (Biología, Física), basado en la observación.
- Eikasia (Imaginación o conjetura): Conocimiento de las sombras e imágenes (Arte). Es el nivel más bajo.
El objeto de la ciencia es lo universal. El problema es que el sujeto y el objeto de conocimiento no están en la misma realidad; la solución está en la teoría de la reminiscencia. El mundo sensible despierta los recuerdos del alma, y a este proceso de ascenso hacia el conocimiento verdadero Platón lo llama dialéctica ascendente.
