Corrientes Fundamentales del Pensamiento Ético: De Aristóteles a Kant

La Acción y la Madurez Moral

La Acción Moral

La acción moral es aquella que puede ser calificada como buena o mala. Va acompañada de la conciencia de estar actuando bien o mal, la cual se denomina conciencia moral, que actúa como un juez en nuestro interior y nos hace sentir culpables o no por nuestros actos.

Para que una acción sea considerada moral, debe cumplir ciertas condiciones:

  • Acciones conscientes: No forman parte de la moral los actos inconscientes, como estornudar.
  • Acciones libres y voluntarias: Entre las acciones conscientes, muchas se realizan por costumbre, como saludar, y no necesariamente tienen que ver con la moralidad. La acción moral implica libertad y voluntariedad.
  • Acciones buenas o malas: Muchas decisiones se toman por considerarse moralmente buenas, aunque no se deseen llevar a cabo.

La Madurez Moral según Kohlberg

Lawrence Kohlberg sostiene que la conciencia moral, es decir, la capacidad de saber si se está haciendo algo bueno o malo, se desarrolla durante el crecimiento de la persona a través de distintas etapas:

  • Nivel preconvencional: Las acciones se juzgan en función de sus consecuencias. El comportamiento se rige por el miedo al castigo.
  • Nivel convencional: La persona busca integrarse en la sociedad y asume las normas sociales como propias para mantener el orden. Se alcanza una madurez moral basada en la conformidad.
  • Nivel postconvencional: La conciencia ética se basa en principios universales que están por encima de las normas sociales. La persona actúa según su propia conciencia y principios éticos autónomos.

El Eudemonismo Aristotélico

Aristóteles es el principal representante de las éticas teleológicas (del griego telos, fin), para las cuales las actividades humanas buscan alcanzar un bien concreto e inmediato. El fin último de toda acción humana es la Eudaimonia (felicidad en griego).

La Búsqueda de la Felicidad (Eudaimonia)

La felicidad es el fin último, no un medio para conseguir otra cosa. Ha de tener valor en sí misma y ser el bien supremo. Aristóteles examina y descarta varias opciones como la felicidad última:

  • Riqueza: Es un medio para conseguir otras cosas, no un fin en sí mismo.
  • Placer: Aunque la vida buena puede ser placentera (vida voluptuosa), hay placeres que no son buenos y no pueden constituir el fin último.
  • Honor, fama y gloria: La fama depende de quien la otorga, no de quien la recibe, por lo que no puede ser el bien supremo.

La Virtud como Camino

Para Aristóteles, la vida virtuosa y excelente es la única vida buena y feliz. El ser humano se compone de dos partes:

  • Parte volitiva: El carácter de la persona, que impulsa las formas de enfrentar las situaciones.
  • Parte racional: Los pensamientos y deliberaciones.

El Término Medio y la Prudencia

Una buena decisión, y por tanto una vida virtuosa, se encuentra en el término medio entre dos extremos (un vicio por exceso y otro por defecto). Este término medio es siempre relativo y depende de cada persona y circunstancia. La virtud de la razón que nos ayuda a encontrarlo es la prudencia: la capacidad de ser precavidos, valorar alternativas y aprender de la experiencia práctica.

La Sabiduría y la Vida Contemplativa

La vida feliz consiste en el desempeño de la actividad más propia del ser humano: la razón. Para él, esta es la vida contemplativa, es decir, vivir para conocer, siendo este el fin último. El hábito de captar la verdad de los aspectos universales es la sabiduría. Por esta razón, según Aristóteles, los niños o los animales no pueden ser felices, ya que no pueden alcanzar esta vida dedicada al conocimiento.

Las Escuelas Helenísticas

Cinismo

Los cínicos, como Diógenes de Sinope, rechazaban cualquier forma de vida social. Criticaban todas las convenciones sociales porque pensaban que, en realidad, separaban a los individuos de una vida natural y auténtica.

Estoicismo

Para los estoicos, como Séneca o Epicteto, la finalidad de la vida es la buena vida, que se alcanza viviendo en auténtica armonía con la naturaleza. Creían en el destino y que la naturaleza es determinista e inexorable, por lo que resulta vano rebelarse. A través de nuestra razón, debemos asumir todo lo que ocurre y controlar las pasiones para alcanzar la ataraxia (imperturbabilidad del alma). El sabio podrá ser feliz, pero esto no significa huir de la vida social y política.

Epicureísmo

Su fundador, Epicuro, intentó dar solución al problema de la felicidad identificándola con el placer. La felicidad consiste en evitar el dolor físico y anímico. Se debe buscar un placer moderado que no produzca un dolor posterior. Para ello, proponía liberarse de los principales miedos humanos:

  • Miedo a los dioses.
  • Miedo a la muerte.
  • Miedo al dolor y al fracaso.

El Emotivismo Moral de David Hume

David Hume critica el racionalismo moral, argumentando que los juicios morales nos impulsan a comportarnos en un sentido o en otro; es decir, nos mueven a la acción, algo que la razón por sí sola no puede hacer. La moral tiene su fundamento en el sentimiento de aprobación o desaprobación que una acción despierta en nosotros. Por ello, su teoría se considera emotivista: las afirmaciones éticas no son verdaderas ni falsas, sino que se limitan a expresar un sentimiento. La elección moral se sitúa fuera de la esfera de la razón, en el terreno de las emociones.

La Simpatía como Fundamento Moral

El sentimiento desinteresado que permite la comprensión del otro se denomina simpatía (lo que hoy conocemos como empatía): la capacidad de dejar de lado nuestro propio interés para situarnos en la perspectiva de otra persona, lo que fundamenta y hace posible la vida moral.

Crítica al Racionalismo y la Falacia Naturalista

Hume argumenta que la inclinación de la naturaleza humana hacia el bien proviene de la utilidad para la vida social. Así se explica la justicia, que no tendría sentido en una sociedad de bienes ilimitados. Los filósofos que pretenden construir una ética puramente racional caen en la falacia naturalista, que consiste en intentar derivar un ‘deber ser’ (un juicio moral) a partir de un ‘es’ (un hecho). Para Hume, por ejemplo, no puede justificarse moralmente la violencia basándose únicamente en hechos observables.

El Formalismo Kantiano

Immanuel Kant considera que la acción moral es un fin en sí mismo y no un medio. En lugar de ser teleológica, su concepción es deontológica (del griego deon, deber), porque la acción buena es aquella que se basa en el deber. Él no es un moralista que pretenda dictar nuevas normas de conducta; toma como punto de partida la moral que comparten la mayoría y no se pregunta qué se considera bueno o malo, sino por qué se considera así.

La Buena Voluntad

Para Kant, la buena voluntad es lo único realmente bueno sin restricción. Cualquier otra característica del ser humano, como el talento o la inteligencia, es moralmente ambivalente, pues puede usarse para el bien o para el mal. La buena voluntad es lo que garantiza que alguien trate de actuar de la mejor forma posible. Esta idea ha sido a menudo criticada, ya que se considera que promueve una moral de intenciones que se desentiende de las consecuencias. Sin embargo, Kant aclara que la buena voluntad supone poner todos los medios que estén a nuestra disposición para alcanzar un fin determinado; es ser consciente de que se puede hacer todo lo posible para obrar bien y, aun así, no lograrlo.

El Deber

El deber es la necesidad de obrar de una determinada manera por respeto a una norma de conducta. Actuar por deber es lo contrario de actuar por interés. Obrar moralmente supone actuar de forma desinteresada, únicamente porque uno cree que es su deber, aunque esta acción pueda acarrear consecuencias negativas.

Kant distingue entre:

  • Actuar por deber: El deber es la única motivación de la acción, sin pensar en las consecuencias. Es el acto moral auténtico. Por ejemplo, ayudar a un amigo sin buscar nada a cambio.
  • Actuar conforme al deber: Se realiza la acción correcta, pero existe un interés o una motivación externa a la acción misma.

El Imperativo Categórico

Actuar por deber es actuar por respeto a una ley moral (por ejemplo, cumplir las promesas). Kant simplifica todas las normas morales en una única ley a la que denominó imperativo categórico.

Imperativo Hipotético vs. Categórico

  • Imperativo hipotético: Representa la necesidad práctica de una acción como un medio para conseguir otra cosa (ej. «Si quieres aprobar, debes estudiar»). Son imperativos pragmáticos, formados por reglas.
  • Imperativo categórico: Es un mandato universal y necesario que prescribe acciones como buenas en sí mismas, con independencia de las consecuencias. Se trata del imperativo propiamente moral porque nos indica si nuestras acciones son o no por deber.

Formulaciones del Imperativo Categórico

Kant ofrece varias formulaciones. Las dos más conocidas son:

  1. «Obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal». Este imperativo indica la forma que han de tener los principios morales: han de ser principios universales. Toda acción puede ser examinada confrontándola con este principio. Si al universalizar una acción se observan consecuencias indeseables o contradictorias, sabremos que detrás de ella no están la buena voluntad y el deber.
  2. «Procede de modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de los demás, siempre como un fin en sí mismo y nunca meramente como un medio». Esta formulación resalta la característica que diferencia a los seres humanos del resto de seres: la dignidad. La dignidad es la cualidad que hace que una persona haya de ser considerada como un fin en sí misma y lo que impide que pueda ser utilizada como un simple medio para conseguir otros objetivos.

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