El Contrato Social y la Ética: Pensamiento de Locke, Hobbes, Rousseau, Rawls y Kant

Teorías del Contrato Social y la Ética Moderna

John Locke

Tras el regreso de su exilio, su autoridad fue enorme y se convirtió en el padre del nuevo régimen liberal. En su estudio del estado de naturaleza, considera que los hombres no tienen un derecho ilimitado a todo, sino que el derecho de cada uno está limitado por el derecho igual de los demás hombres.

Este derecho incluye la potestad de castigar a los ofensores del derecho a la vida y la libertad del individuo, convirtiendo a los seres humanos en ejecutores de la ley de la naturaleza. Sin embargo, como cada persona castiga de una manera diferente, se recurre a un pacto social. Por él, los seres humanos ceden algunos de sus derechos a la sociedad y deciden vivir en comunidad; en esta, los seres humanos deben obedecer a quienes gobiernan.

El poder de los gobernantes no es ilimitado, sino que se centra principalmente en la aplicación de castigos a quienes no respetan los derechos de los demás. Los seres humanos son libres e iguales, y el Estado debe respetar sus derechos. La intervención del Estado debe ser mínima. Para evitar los abusos de poder, propuso la división del poder en ejecutivo, legislativo y federativo, que de este modo se limitan y controlan mutuamente.

Thomas Hobbes

Este filósofo inglés (1588-1679) justificó el poder absoluto mediante la teoría del pacto social. Hobbes tiene una concepción materialista de la realidad. En su opinión, en el estado de naturaleza cada ser humano es dueño de sí mismo. Los seres humanos están dominados por el principio de conservación, son egoístas y luchan por su supervivencia, aunque para lograrla tengan que pasar por encima de la de los demás. Por tanto, en esta lucha, cada uno se convierte en un lobo para los demás. La ley del más fuerte rige la vida del hombre en el estado de naturaleza.

En esta guerra de todos contra todos, cada hombre corre el peligro de perecer. Acuden, por ello, a un contrato social en el que los individuos transfieren sus derechos a una autoridad soberana a cambio de una situación de paz, orden y cooperación. Hobbes piensa que ceder los derechos al soberano es irrevocable una vez realizado y que este tiene que ejercer el poder de forma absoluta, puesto que los hombres siguen siendo egoístas.

Jean-Jacques Rousseau

Nació en Ginebra. Su obra más importante es El contrato social. Esta obra parte de la idea de que hay un claro contraste entre el ser humano moderno, producto de la sociedad civilizada, y el ser humano primitivo que vivió en el estado de naturaleza. El primitivo era bondadoso y llevaba una vida pacífica, libre y solidaria, pero tenía dificultades para subsistir y, mediante el contrato social, se decidió a unirse con otros seres humanos para vivir en sociedad.

Sin embargo, la vida en sociedad es el origen de todos los males, sobre todo en la sociedad moderna competitiva, que trata desigualmente a los seres humanos, dando a unos más oportunidades que a otros. La solución radica en transformar la sociedad elaborando leyes justas y legítimas; se trata de instaurar un Estado que sea la expresión de la voluntad general en busca del bien común.

El Estado así entendido permite a los individuos disfrutar de la posibilidad de una forma superior de libertad. Al obedecer la voluntad general, cada individuo se obedece a sí mismo, por lo que pueden disfrutar de la libertad. La nueva sociedad es soberana y está regida por la voluntad general, que tiende al bien y de la cual proceden las leyes. El Gobierno ocupa un lugar intermedio entre los ciudadanos y el cuerpo político soberano y se ocupa de la ejecución de las leyes. Los Gobiernos tienden a anteponer su voluntad a la voluntad general, pero el verdadero soberano es el pueblo.

John Rawls

Reelabora la teoría contractualista de la sociedad con el fin de dar una solución al enfrentamiento entre libertad e igualdad. Concibe el pacto social como un pacto fundacional, imparcial y razonable. El primer problema es determinar en qué situación deben estar los participantes en el acuerdo para poder elegir en condiciones óptimas.

Pretendió abordar esta cuestión desde el egoísmo racional, pero la falta de sentido moral de esta solución le llevó a adoptar una posición cuasi-transcendental desde la que superar dicho egoísmo: el “velo de la ignorancia”. Este se da cuando quienes realizan el acuerdo desconocen el lugar de cada uno en la sociedad. Al ignorar las circunstancias, los participantes han de elegir principios válidos para todos y para siempre. Se pretende liberar del egoísmo a los que elaboran el contrato para que puedan participar en condiciones de imparcialidad.

El velo de la ignorancia hace posible adoptar una noción de justicia procedimental. La posición original de los que realizan el pacto asegura unos principios de justicia muy superiores a los que hubiera garantizado el criterio de utilidad que surgía del egoísmo. Propone dos principios fundamentales de justicia:

  1. Toda persona posee igual derecho a la más amplia libertad, compatible con una igual libertad para todos.
  2. Las desigualdades solo se pueden aceptar si es razonable que actuarán en beneficio de todos y si las posiciones a las que se vinculan están abiertas a todos.

Existe, pues, en su pensamiento una prioridad de la libertad, en la que solo cabe admitir restricciones para conseguir la misma libertad para todos. A él se oponen tanto los liberales radicales como los socialistas.

Immanuel Kant

A partir del siglo XVI, se producen en la sociedad europea cambios muy profundos: se pasa a una concepción antropocéntrica y el ser humano se convierte en el centro de la política, la ciencia, el arte y la moral. La confianza en la razón para conocer la naturaleza y reorganizar la sociedad se extiende a todos los campos de la actividad humana; es el siglo de la Ilustración.

Kant (1724-1804) propone atreverse a pensar siempre por sí mismo, y para él ese es el espíritu de la Ilustración. Consiste en buscar el fundamento de todo en la razón. Solo así el hombre se liberará de la superstición y podrá ejercer su libertad.

Al aplicar estos ideales a la moral, afirmará que los valores no se le pueden imponer al ser humano desde fuera, sino que tienen que provenir de él mismo, de su propia razón. El ser humano solo obrará bien cuando obedezca los mandatos de su propia razón, cuando sea autónomo. Obedecer mandatos que proceden de otro es ser heterónomo.

Solo una ética autónoma es compatible con su dignidad. Al obedecer a otro, se convierte en un medio para el fin que es el otro, y el hombre solo posee dignidad cuando él mismo es el fin de su comportamiento, cuando cumple el deber por el deber. Obrar moralmente consiste en cumplir la ley por respeto a la ley misma. La bondad o malicia de las acciones depende de la intención de la voluntad al actuar.

La de Kant es una moral formal en la que lo importante es la forma, el cómo se actúa. Esto se puede apreciar en los imperativos de los que habla Kant, que son meramente formales. En uno de sus imperativos se recoge magistralmente la relación entre moral y dignidad humana: no se dice lo que hay que hacer (contenido), sino que se señala cómo hay que actuar (forma).

Esto no significa que cada persona posea una moral diferente de la de los demás. Kant piensa que la razón es la misma en todos los seres humanos, es universal. Este carácter universal de su moral se puede apreciar en su imperativo categórico: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre, al mismo tiempo, como principio de una legislación universal”. La ética kantiana es, por tanto, una ética deontológica (basada en el deber), en contraposición a las éticas teleológicas (basadas en los fines o consecuencias).

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