Platón: Verdad, Dialéctica, Justicia, Bien y Educación

Verdad en Platón

En la concepción platónica del término “verdad” nos centraremos en lo que se refiere a la verdad epistemológica y ontológica, dejando a un lado la noción de verdad en el ámbito moral, cuyo contrario vendría a ser la mentira o falsedad.

La verdad de la mente (verdad epistemológica) consistía, tal y como señaló Aristóteles, en la adecuación de nuestra mente a la realidad. Así, nuestras ideas mentales serán verdaderas siempre y cuando reflejen lo real. Pero en la filosofía platónica lo real, lo auténticamente real, no son las cosas físicas del mundo sensible, sino las Ideas que existen fuera y con independencia de la mente humana. La verdad, traducida en términos de claridad, no consistirá en el conocimiento de la physis, sino en el conocimiento de las Ideas eternas.

Si nos servimos del mito de la caverna, ¿quién estará en posesión de la verdad? No están en posesión de la verdad los prisioneros encadenados que toman por real las sombras que se proyectan sobre la pared. Estará en posesión de la verdad, sin embargo, el prisionero liberado que asciende por la escarpada y abrupta subida hasta contemplar la luz del sol. Desde el orden epistemológico, solo se halla en la verdad aquel que ha llegado al conocimiento radical de los modelos a través de la Dialéctica.

Pero en Platón aparece una noción de verdad más profunda, de orden ontológico, que tiene que ver con la verdad del Ser mismo.

Así, el Ser, la Idea, es verdadera en cuanto que es algo claro y que está abierto a la comprensión de la mente humana al poseer una forma racional (eidon, que tiene perfil, que está configurada, delimitada) y, por tanto, puede verse, puede conocerse.

Si la verdad es la realidad misma y la cumbre de toda la realidad es el Bien, la verdad suprema será el Bien que se difunde por toda la realidad y hace que esta sea diáfana. En cualquier caso, si hay una verdad epistemológica es porque previamente hay una verdad ontológica.

La verdad ontológica, en este sentido, no tiene nada que ver con el hecho de que yo conozca la realidad, sino con el hecho de que la misma realidad se muestre abierta, clara y comprensible. Por consiguiente, las cosas materiales serían también verdaderas en la medida en que participan y reflejan, en mayor o menor perfección, el modelo.

La palabra griega verdad, aletheia, significa des-velamiento, des-ocultamiento. De esa manera, algo es verdadero en la medida en que queda al descubierto y destapado. El papel de la mente humana para alcanzar la verdad de la realidad consistiría en llegar hasta la realidad y des-velarla.

La Dialéctica Platónica

La Dialéctica, el saber más excelso en la filosofía de Platón, constituye la Ciencia que proporciona un conocimiento radical y profundo de la realidad al ir orientada al conocimiento de las Ideas, que culminará con la Idea de Bien que lo explica y lo fundamenta todo. La Dialéctica representa la cumbre del proceso educativo a la que está llamado el futuro filósofo-gobernante que ejercerá sus labores de gobierno desde el conocimiento de las Ideas de Justicia y Bien.

Antes de encarnarse en un cuerpo, el alma contempló los Modelos intemporales (Ideas) y estos quedaron impresos en ella como un pálido reflejo en forma de idea o concepto mental. Al nacer el ser humano, el alma olvidó lo que había contemplado y estas ideas o conceptos mentales quedaron emborronados y oscurecidos. Para Platón, conocer es recordar.

El proceso dialéctico consta de dos fases. La primera, denominada de ascenso, va de lo particular de la physis a lo general del Modelo, de lo múltiple de la physis a lo uno del Modelo por la vía del recuerdo.

A través de la observación empírica de las cosas particulares de la physis, el alma puede, de manera natural y espontánea, recordar el Modelo o Idea. Lo empírico y sensible de la physis despierta y evoca o hace venir el recuerdo del Modelo porque la physis imita y participa del Modelo por la acción del demiurgo que modeló la materia de la physis a la luz de los Modelos.

En esta forma de entender el conocimiento, denominada contra-inductivo, no sacamos las ideas generales de las cosas particulares, como sostendrá Aristóteles por la vía de la abstracción, sino que la observación de las cosas particulares despierta el recuerdo de la idea que ya teníamos, aunque oscurecida.

En la segunda fase del proceso dialéctico, denominada de descenso, vamos de lo uno del Modelo a lo múltiple de la physis, de lo general del Modelo a lo particular de la physis. Conocemos plenamente las cosas particulares de la physis cuando conocemos la idea. Una vez recordado el Modelo, estamos en disposición de entender y comprender las cosas de la physis. Ahora ya sabemos que las cosas de la physis son copias y sabemos de qué son copias.

El alma racional del ser humano dispone de la facultad dialéctica que le permite pasar de la pluralidad a la unidad. De manera natural y espontánea, por la observación empírica de la physis, puede el alma recordar algunos Modelos como el Modelo de caballo. Para otros Modelos más complejos, como la Idea de Justicia, el alma racional precisará del rigor del método dialéctico cuyas fases son las siguientes:

  1. Se inicia con una pregunta (¿Qué es la Justicia?) que surge de la capacidad de asombro del ser humano.
  2. A esa pregunta se le ofrecen como respuestas provisionales unas hipótesis.
  3. A continuación, se inicia un diálogo en el que las diferentes hipótesis son sometidas a la crítica de la razón. Algunas de ellas no resisten la crítica racional y son echadas abajo, convirtiéndose en peldaños o trampolines desde los que se seguirá ascendiendo.
  4. La hipótesis que resiste la crítica de la razón se convierte en una hipótesis invicta, que deja de ser hipótesis para ser principio o tierra firme que contiene en su definición la esencia por la que se preguntaba al principio.
  5. Finalmente, se va ascendiendo de Idea en Idea, cada vez más generales, hasta llegar a la Idea de Bien que lo fundamenta y lo explica todo.

El método dialéctico, a diferencia del método matemático, no se sirve de nada empírico ni sensible en su proceder, sino del poder dialéctico de la razón y de las Ideas tomadas en sí mismas. Además, se dirige hacia el fundamento que lo explica todo, la Idea de Bien, lo que le permitirá proporcionar del Ser una visión más clara que el método matemático.

El Concepto de Justicia

Justicia”, escrito con letra mayúscula, se refiere a la Idea de Justicia, lo justo en sí. La Idea de Justicia estaría anclada en la Idea de Bien, pues solamente su conocimiento hará posible la realización de la Justicia. Para Platón, solamente un estado justo podrá garantizar el bien común que hará posible la felicidad del individuo.

justicia”, escrito con letra minúscula, aparece referida a la virtud que en Platón presenta una doble dimensión: individual y social. Dicha virtud consiste en poner orden y armonía entre las partes de un conjunto, asignando a cada elemento la función que le corresponde dentro del conjunto. Así, en el ser humano, armoniza las tres almas (vegetativa, irascible y racional), mientras que en la sociedad, pone orden entre los tres grupos sociales (productores, guardianes auxiliares, filósofos-gobernantes).

Platón entiende la justicia en términos de proporcionalidad y no de igualdad, de tal manera que ni es justo que gobiernen todos los miembros la vida de la polis (solo el filósofo, que ha completado la Dialéctica, cultiva las virtudes y sirve a la comunidad de forma desinteresada, está en condiciones de ejercer la labor de gobierno), ni es justo que el alma del individuo esté conducida por otro auriga que no sea el alma racional.

La Idea de Bien

La Idea, Modelo o Arquetipo en Platón constituyen la auténtica Realidad; siendo las ideas los conceptos mentales que quedaron impresos en el alma racional cuando esta contempló los Modelos antes de encarnarse en un cuerpo.

Las ideas son claras y racionales. Solo podemos ver y conocer lo que tiene un perfil; en el caso de las Ideas, un perfil racional. Son consistentes, al ser un siempre ser al margen del espacio y ajenas al paso del tiempo. Y unificadoras, en el sentido de que en torno a ellas queda unificada la multiplicidad de la physis.

La Idea de Bien representa la cumbre de toda la Realidad y del proceso educativo de la Dialéctica. Dada la dificultad de su definición, el mismo Platón se servirá de la metáfora del sol para ofrecernos una definición causalista. A partir de lo que hace este en la physis, pretenderemos remontarnos a lo que hace el Bien en la realidad toda.

En ese sentido, el Bien es principio ontológico de todo cuanto hay. A la Idea de Bien le deben todas las cosas su ser y su esencia, el hecho real de existir y su modo de ser. Es también causa de conocimiento y verdad, principio epistemológico. Así, el Bien ha dotado a las Ideas de un perfil racional (verdad ontológica), lo que hará posible la Ciencia entendida como un conocimiento verdadero (verdad epistemológica). Finalmente, la Idea de Bien orienta e ilumina la vida personal (dimensión ética) y la acción pública (dimensión política), de tal manera que quien aspire a gobernar su vida y la vida de la comunidad deberá educarse en su conocimiento.

La Educación en Platón

Educación es un término clave en la filosofía de Platón. De hecho, la vía educativa es la que propone para instalar su República.

Platón concibe la educación como un giro del alma de lo que nace y muere (mundo sensible de la naturaleza) hacia lo que es un siempre ser (mundo de las Ideas) y, concretamente, hacia la parte más brillante, la Idea de Bien.

Sócrates proponía la vía de la interioridad (conócete a ti mismo), de tal manera que en un proceso de diálogo racional el maestro acompaña al discípulo a que este alumbre desde su interior los conceptos generales que ya están ahí, siguiendo el método de la mayéutica.

La propuesta platónica supera el interiorismo socrático al haber fundamentado los conceptos generales en el orden de la realidad y apuntar a la Idea de Bien que lo explica y lo fundamenta todo.

En Platón, el giro del alma deberá ser realizado por todo el ser humano y no solamente por una de sus partes (alma racional) para que resulte efectivo. Para Platón, la educación no consiste en la mera transmisión de conocimientos del que sabe al que no sabe, tal y como la concebían los sofistas, infundiendo ciencia o conocimiento a un alma que no la tiene o la vista a unos ojos ciegos. El ser humano posee innata la facultad del conocimiento y deberá orientarla hacia el Bien para así regir su vida personal y la vida de la comunidad.

La Dialéctica representa la cumbre del proceso educativo y será completado únicamente por los futuros filósofos-gobernantes, bajo cuyo gobierno la polis vivirá a la luz y no entre tinieblas.

La educación, asumida por el Estado, se inicia con la selección de una minoría de individuos en virtud de una determinada predisposición natural. Esa minoría será sometida a un riguroso proceso de formación que concluirá con la Dialéctica, reservada a los futuros gobernantes. En un primer ciclo elemental, el currículum educativo se inicia con la música y la gimnasia. Posteriormente, y después de otra selección, se iniciará el estudio de las llamadas artes auxiliares, entre las que se cuentan las matemáticas (aritmética y geometría), la música y la astronomía. Finalmente, el proceso educativo se completará con la Dialéctica.

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