El Pensamiento Inductivo y su Relación con la Verdad
Llamamos pensamiento inductivo a aquel que parte de la observación, el recuento y la síntesis. Es decir, se basa en la valoración de diferentes elementos de la experiencia, de los casos concretos que denominamos «casos particulares», con el objetivo de llegar a «principios generales» (que no son conclusiones definitivas). Uno de los problemas del pensamiento inductivo es precisamente que no llega a conclusiones absolutas. Es útil, pero no suficiente para establecer verdades universales.
Las conclusiones definitivas son propias del pensamiento deductivo, el cual está íntimamente relacionado con las verdades analíticas.
El Empirismo: Concepto y Filósofos Clave
John Locke y David Hume son filósofos empiristas (del gr. empeiría, experiencia). Esta corriente se refiere a todo aquello que puede percibirse a través de los sentidos; es decir, la experiencia sensible. Según los empiristas, solo conocemos aquello de lo que tenemos experiencia. Por lo tanto, para decidir si algo es bueno o malo, atenderemos a nuestra experiencia: si nos ha hecho bien, es bueno; si no, es malo.
En términos ético-morales, los empiristas son emotivistas. Para describir el bien, sostienen que lo que realmente existe es aquello que nos beneficia, lo que nos conviene y no nos causa daño. Así, se les clasifica como:
- Empiristas en lo epistemológico (teoría del conocimiento).
- Emotivistas en lo moral (definición del bien).
El Racionalismo: Fundamentos y su Impacto en el Pensamiento
El racionalismo defiende que el conocimiento de la verdad de las cosas se produce principalmente a través de la razón, otorgando un papel secundario a la experiencia sensible. Desde el punto de vista de Descartes, el ser humano es fundamentalmente razón, considerando el cuerpo como secundario.
Aunque Descartes pensaba epistemológicamente (no políticamente), el sujeto racional cartesiano posee una virtualidad política que él no había previsto. Esto se evidencia tempranamente en un autor discípulo de Descartes, François Poulain de la Barre (s. XVII), quien en su obra De la igualdad de los dos sexos (o De la educación de las damas) afirma que, si somos razón y el cuerpo es secundario, no hay motivo alguno para no educar a las mujeres de la misma manera que a los hombres. Se le considera uno de los primeros autores del feminismo clásico.
El feminismo clásico, también conocido como feminismo de la Ilustración, surge al hilo del racionalismo y la Ilustración. De hecho, Mary Wollstonecraft (ilustrada británica), autora de Vindicación de los derechos de la mujer (1792), es un ejemplo clave. Ella critica que en El contrato social de Rousseau (1762) se excluya a las mujeres de la «asamblea de los iguales», argumentando que la igualdad propugnada por los pensadores ilustrados no es universal y, por tanto, no es verdadera igualdad.