El Legado Político de Kant: Libertad, Derecho y la Visión de la Paz Perpetua

La Filosofía Política de Kant: Libertad, Derecho y Paz Perpetua

El Pensamiento Político Kantiano

Kant no escribió nunca una gran obra sobre filosofía política, al estilo de las tres Críticas, sino lo que se han considerado siempre «obras menores» en las que no se ha querido ver una filosofía política, como Ideas para una historia universal en clave cosmopolita, La paz perpetua: un esbozo filosófico, y Metafísica de las costumbres, entre otras. Y todo ello pese a que con su escrito de 1784, ¿Qué es la Ilustración?, ha quedado fuertemente asociado a los ideales políticos de la Ilustración, conocedor ya de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, y a quien se presenta como un firme defensor de los ideales de la Revolución Francesa, siguiendo las opiniones de Heine, primero, y de Marx y Engels, después.

El pensamiento político de Kant está dominado por los ideales de libertad, igualdad y valoración del individuo, propios de una Ilustración a la que Kant se suma y defiende en sus escritos políticos. Al igual que en la ética, en la política el individuo será considerado también, en cuanto ciudadano, el sujeto creador del campo de la actividad pública común.

El Imperativo Categórico y el Derecho

La capacidad legislativa del ser humano se funda en el carácter formal con el que Kant concibe la ética, y que se expresa en el imperativo categórico. Este imperativo, como principio formal de la razón práctica, se extenderá a todos los campos de aplicación de esta, incluida la actividad política. No es de extrañar que Kant haya propuesto tres definiciones del imperativo categórico, subrayando ya el carácter universal de la norma moral, ya el valor intrínseco del individuo como fin en sí mismo, dada su naturaleza racional y su autonomía.

La política, en cuanto espacio público del ejercicio de la libertad, está ligada a la noción de derecho, haciéndola posible. En consonancia con el carácter formal de la moralidad, el derecho no se concibe como un sistema normativo de regulación de la convivencia, sino como el marco formal en el que se establecen las condiciones y los límites de la acción en el campo de la convivencia, del ejercicio de la libertad. La ley jurídica ha de tener, por lo tanto, al igual que la moral, un carácter universal y a priori; mientras la ley moral se autoimpone al individuo, la ley jurídica se le impone mediante una coacción externa.

La ley jurídica, siguiendo el imperativo categórico, ha de ceñirse a la naturaleza racional del ser humano, por lo que Kant afirmará la existencia de derechos naturales, que serán el límite de la acción del Estado. Las relaciones entre los individuos y la organización de la convivencia tienen una naturaleza racional, por lo que la ley jurídica no puede actuar en contra de esa naturaleza. La filosofía política kantiana entronca así con la filosofía política moderna del estado natural y de las teorías del contrato. Hay una naturaleza, anterior a la organización política de los seres humanos, que es la fuente de derechos universales contra los que no se puede legislar, y que actúan por sí mismos como principios de organización de la vida política, que debería tender a una República universal. Además de los derechos naturales, el legislador, en función de las necesidades históricas, podrá desarrollar leyes que correspondan al desarrollo de la sociedad civil.

Del Estado de Naturaleza al Estado Civil

En el estado de naturaleza, los seres humanos se encuentran en una situación de constante inseguridad, debido a las amenazas de otros que, por derecho natural, siguen su propia voluntad sin tener en cuenta la voluntad de los demás. Viviendo en familia o en pequeñas comunidades, los seres humanos se encuentran a merced de las violencias de otros seres humanos ajenos a su comunidad. En el interior del grupo hay normas de convivencia y una autoridad que sanciona su incumplimiento, pero no hay una autoridad que se imponga a todos los grupos dispersos, por lo que no hay seguridad.

El estado civil, instaurado mediante el contrato, supone la sumisión a una autoridad común, por lo que pasa a ser el terreno de la seguridad y del derecho. En ese paso del estado natural al estado civil no hay ruptura, para Kant, sino continuidad: mediante la imposición de una autoridad común, los derechos naturales, que ya se poseían en el estado natural, se pueden ejercer realmente con seguridad. Kant concibe el contrato social como la condición que hace posible la instauración del derecho público, por el que quedan garantizados los derechos naturales.

En realidad, Kant admite un solo derecho natural: la libertad, del que derivan todos los demás, los derechos civiles de igualdad y de autonomía. El derecho de libertad, al tiempo que garantizado, queda limitado por el derecho de los demás, según el acuerdo tomado por la voluntad pública. La idea de voluntad pública es claramente de corte rousseauniano, pero en Kant representa la garantía de la libertad individual, se establece como un vínculo jurídico formal entre los ciudadanos, en el que se funda el Estado. Por lo demás, para Kant el contrato no tuvo nunca lugar, no es un hecho histórico, sino una categoría que opera como un eje de referencia en la construcción de lo político y del Estado. Vemos cómo Kant intenta reducir a una única síntesis los dos elementos fundantes procedentes: 1) de las teorías liberales y 2) de las teorías democráticas, que todavía sigue inspirando en la actualidad a autores como J. Rawls, en sus intentos por fundamentar sus respectivas teorías del consenso.

La Paz Perpetua en la Visión Kantiana

Para Kant la paz es el sentido último de la historia. En el opúsculo Idea de una historia universal en sentido cosmopolita explica el curso de la historia a partir del concepto teleológico de intención de la Naturaleza: los antagonismos entre los hombres se convierten en causa de orden. El individuo es movido por una ‘insociable sociabilidad’, que le inclina a entrar en sociedad y oponer resistencia egoísta a los demás. Son las resistencias las que estimulan la creatividad y terminan por encontrar un acomodo en un orden social adecuado. Pero, una vez creada la sociedad, el antagonismo se traslada a los Estados.

La esperanza de Kant es que este juego de antagonismo conduzca a ‘una gran federación de naciones’ y a la paz perpetua. En el opúsculo Sobre la paz perpetua Kant traza ya el esbozo de un Derecho Internacional: la paz debe ser el objetivo del ordenamiento político. La firmeza que Kant mostró en la defensa de la libertad personal y de la convivencia pacífica, como exigencias de la condición racional humana, iluminó muchas teorías políticas posteriores. Por ello, podemos considerar a Kant el precursor de la Sociedad de Naciones y, después, la ONU.

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