Exploraciones Filosóficas: Del Ser a la Naturaleza y la Existencia Humana

1.1 La pregunta por el ser

La palabra «metafísica» hace alusión a un tipo de saber al que en otras épocas se consideraba superior a la ciencia física, en el sentido de que mediante ella se buscaba el conocimiento de una realidad más fundamental que las meras apariencias fenoménicas.

En la tradición metafísica, «ser» es la palabra que se utiliza para designar esa existencia en un sentido fundamental, o sea, la existencia de la que dependen los «seres» como conjunto de sus manifestaciones o de sus expresiones concretas. El objetivo del saber metafísico era descubrir un significado generalizable del ser.

1.2 Cambio y movimiento

En la filosofía griega se planteó la pregunta sobre qué son las cosas de verdad y lo permanente en la realidad, a lo que se llamó naturaleza, esencia o ser.

Aristóteles ofreció la explicación más inteligente del cambio como el proceso en el que la esencia, de la mera posibilidad o potencia, se transforma en algo real (acto) gracias a la forma.

1.3 Realidad virtual entre apariencia y realidad

Decir que la realidad virtual está entre la apariencia y la realidad significa que tiene forma y efectos perceptibles como una apariencia, pero está diseñada para parecer una realidad, aunque no lo sea completamente. Es una «apariencia tecnológica» de la realidad.

El término «apariencia» puede entenderse en dos sentidos: como algo falso que oculta tras ella la realidad verdadera, o bien como el rostro mismo y verdadero de la apariencia en el que se muestra la realidad misma. En nuestros días, se llama Realidad Virtual (RV) al conjunto de escenas y de objetos de apariencia real que es creado y desarrollado íntegramente mediante un ordenador.

2.1 La naturaleza según Aristóteles

La física aristotélica trata sobre la realidad que tiene dentro de sí el principio de movimiento. Plantea una concepción dinámica de la naturaleza, en la medida en que utiliza los conceptos de potencia y de acto para explicar el desarrollo y el cambio de la naturaleza.

En la concepción aristotélica, el universo, en el que la Tierra ocupa el centro, está formado por una serie de esferas concéntricas. Además, el universo se divide en dos ámbitos con características diferentes: el mundo sublunar, por debajo de la esfera de la Luna, y el mundo supralunar.

2.2 Filosofía de la naturaleza y ciencia moderna

La naturaleza se concibe como una realidad mensurable y cuantificable mediante las matemáticas. El movimiento que se observa en la naturaleza ya no se explica por ninguna causa final (teleología). La naturaleza es susceptible de ser dominada por los seres humanos, pero para lograrlo hay que conocerla. El desarrollo del método hipotético-deductivo implica que la naturaleza puede ser interrogada para que nos revele sus leyes y sus principios.

2.3 La naturaleza en la filosofía contemporánea

La concepción moderna de la naturaleza, pensada en términos mecanicistas y de su dominio técnico, se ha modificado por una visión consciente de su fragilidad. La principal aportación de Hans Jonas es la defensa de una ética «orientada al futuro», es decir, de una reflexión moral que tenga en consideración la limitación y la fragilidad de la naturaleza y el derecho de futuras generaciones a vivir en un medio ambiente saludable.

3.1 La física antigua

En las primeras corrientes filosóficas de la antigua Grecia se consideró que existían uno o varios elementos que constituían la esencia de toda la realidad. Platón argumentó que la realidad material es una copia de unos modelos ideales, eternos e inteligibles. La esencia de la realidad sensible radica, pues, en unas entidades externas a la propia naturaleza.

Aristóteles, en cambio, rechaza la existencia de un mundo separado de las Ideas. Para él, la realidad está en el mundo sensible, en las sustancias individuales que combinan materia y forma. La forma no está en otro mundo, sino en las cosas mismas.

3.2 El mecanicismo moderno

La imagen del universo y de los seres humanos del mecanicismo implica que la naturaleza consiste en un conjunto de engranajes y resortes conectados entre sí de forma mecánica y necesaria, de tal modo que el movimiento de uno de estos elementos conlleva un movimiento en otros componentes del mecanismo de la naturaleza. Diversos científicos y filósofos de la Modernidad, como Descartes o Leibniz, trataron de salvaguardar la libertad humana, pese a aceptar el modelo mecanicista de la ciencia natural moderna. La concepción mecanicista de la naturaleza de estos filósofos no afecta a la libertad humana, es decir, no implica el determinismo (la negación de nuestra libertad). Por ejemplo, Descartes distinguía entre la sustancia extensa (la materia), sometida a las leyes naturales, y la sustancia pensante (el alma), clave de la libertad.

Por el contrario, Spinoza, que negaba esta dualidad de sustancias y que era determinista, defendía que los seres humanos creemos que somos libres porque ignoramos las verdaderas causas de nuestras acciones.

3.3 Los límites del mecanicismo

Según la teoría del caos, propuesta por Edward N. Lorenz, el universo no es un mecanismo que funciona con total regularidad y exactitud, sino que en él se producen fenómenos aparentemente aleatorios e impredecibles. Uno de los conceptos que acuñó Lorenz fue el de «efecto mariposa». Mediante esta expresión, Lorenz hace referencia a la disparidad entre la causa y el efecto.

4.1 El sentido de la existencia

En la metafísica se ha reflexionado acerca del sentido de la existencia humana y sobre el lugar que los seres humanos, como especie, ocupamos en el universo. Se pueden distinguir tres concepciones del ser humano que provienen de orígenes diferentes:

  • La visión griega clásica: el ser humano es un animal racional y capaz de dominar la naturaleza. Además, solo dentro de la comunidad política se realiza plenamente.
  • La concepción cristiana del ser humano: los seres humanos ocupamos un lugar privilegiado en la creación.
  • La comprensión del ser humano que ofrecen las ciencias naturales: los seres humanos somos el producto de la evolución biológica de los homínidos, que no se detiene en nuestra especie.

4.2 Deísmo, teísmo, ateísmo y agnosticismo

  • Deísmo: La creencia en la existencia de Dios es necesaria para explicar el origen del universo; por tanto, es una creencia fundada racionalmente. Fe y razón son compatibles.
  • Teísmo: Se considera que la creencia en Dios tiene un fundamento emocional, no solo racional.
  • Ateísmo: Negación de la existencia de cualquier dios.
  • Agnosticismo: Postura que sostiene que no es posible saber si Dios existe o no.

4.3 La muerte y la necesidad de trascendencia

Dostoyevski analizó las consecuencias de la inexistencia de Dios.

Ya Platón concebía la filosofía como una meditación sobre la muerte, como una preparación para la vida futura, en la que el alma se separaría del cuerpo.

Para Montaigne, meditar sobre la muerte nos permite superar los miedos y las angustias, y vivir con libertad.

Spinoza definió la filosofía como meditación sobre la vida, pues solo así se conseguiría una auténtica libertad.

Epicuro ya había advertido del absurdo del temor a la muerte y de la necesidad de adoptar una actitud jovial.

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