1. Diferencia entre Moral y Ética
Aunque se usan a menudo como sinónimos, cuando hablamos de “moral” nos referimos a las costumbres, a las normas que dirigen los actos de las personas, que clasificamos como buenos o malos (actos morales o inmorales) según si se adaptan o no a ciertos valores morales. Reservamos el término “Ética” para referirnos a la reflexión acerca de la moral. Es una reflexión acerca no de cómo nos comportamos, sino de cómo deberíamos hacerlo (cómo está bien), de qué distingue un acto moral de uno inmoral, y esa reflexión nos ayuda a dirigir nuestra vida.
2. Relación entre Libertad y Moral
La moral es un rasgo humano: solo los humanos nos planteamos cuestiones morales (si nuestros actos están bien o mal), porque el ser humano es libre. A diferencia del resto de animales, no tiene instintos que le determinen a actuar de un modo u otro; se construye a sí mismo y es responsable de sus actos (lo cual significa que debe reconocerlos y asumirlos). Pues bien, es esa libertad la base de su carácter moral; es decir, es un sujeto moral porque es libre. Al tener que decidir todo lo que hace, se da cuenta de que hay unas opciones preferibles o “mejores” (a las que llamará “buenas”) y otras peores (“malas”).
3. Definiciones Clave en Ética
- Conciencia moral: Una especie de voz interna que valora nuestras acciones, que nos indica lo que está bien o mal, lo que debemos o no hacer, qué normas de conducta debemos seguir. Esta conciencia moral surge en el ser humano normal hacia los 4 años y va pasando por varias fases.
- Virtud: La tenemos cuando nos acostumbramos a hacer acciones morales, cuando adoptamos el hábito de actuar bien.
- Vicio: Cuando habitualmente hacemos un acto inmoral.
- Código deontológico: Es un conjunto de normas morales que deben seguirse en cada profesión (cada una tiene su código).
- Normas morales: Normas de conducta aprendidas. Estas normas se expresan en frases del tipo «debes…» o «no debes.» Las normas morales terminamos asumiéndolas como propias, reconociéndoles su valor, y las sentimos como autoobligatorias e incondicionales.
4. El Aprendizaje de la Moralidad
A ser moralmente bueno se aprende a fuerza de costumbre, de la misma forma que se aprende a ser malo. El que actúa bien muchas veces tenderá a actuar bien en el futuro, porque cada vez se sentirá peor actuando mal. Y el que empieza a hacer cosas malas, al principio se siente mal, pero si se consiente a sí mismo volver a repetir estos actos, al final se convierten en un hábito y tenderá a repetirlos; cada vez le costará menos hacerlos y le será difícil cambiar.
5. El Universalismo y los Valores Mínimos
El universalismo plantea que, aunque es cierto que hay diversidad de valores, hay unos mínimos en toda cultura que parece que han demostrado ser superiores en cuanto que nos ayudan a sobrevivir mejor como especie y a vivir mejor: la solidaridad, el respeto a los padres, la propiedad de los demás, la sinceridad… son valorados universalmente. Se trata de unos valores mínimos, y son los que se han tratado de reflejar en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), redactada por la ONU en 1948, tras el gran atentado contra los derechos humanos que fue el Holocausto judío. Es decir, no todo es relativo; hay actos y costumbres más valiosas que otras, hay costumbres culturales que atentan contra valores, contra los derechos humanos. Por tanto, aunque todas las culturas son respetables, no lo son todas las costumbres culturales.
8. Estoicismo y la Búsqueda de la Felicidad
Una corriente filosófica contemporánea al epicureísmo, el estoicismo, señaló que las personas felices son las que consiguen controlar sus pasiones, desapegarse de las cosas y de sus propios deseos, y aceptar de buen grado lo que les sucede, sacando provecho de las adversidades o contratiempos de la vida. Para ellos, la Naturaleza tiene un orden, un sentido, y hay que desapegarse de la posición propia para aceptar que lo que ocurre tiene que ocurrir. No se trata de resignación, pues defienden que luchemos por transformar lo que esté en nuestra mano para vivir mejor, pero a su vez aceptar lo que no podemos cambiar. Así que el lema de los estoicos es “Domínate y aguanta”.
También la filosofía oriental (el budismo) entiende que la felicidad procede de la aceptación de la realidad: el dolor es intrínseco a la vida. Cuando uno acepta que las cosas son fugaces, se da cuenta de que lo es tanto el dolor como la alegría, y no dramatiza con el dolor, ni engrandece los momentos de euforia (todo se pasa, al final); es decir, no se perturba, no se deja afectar, y puede ser feliz. Se trata de una felicidad no condicionada por las circunstancias externas, sino que solo depende de que uno esté en paz consigo mismo y con el mundo.
9. La Ética del Deber: Kant
a. Ética Formal Kantiana
Para Kant, una norma ética es buena si pensamos que es universalizable, que estaría bien que la hiciese cualquiera. Es decir, Kant no dice que esto o lo otro sea bueno (como las éticas materiales); lo que dice es que, para saber si un acto es bueno, lo que tenemos que hacer es pensar si nos parecería bien que lo hiciera todo el mundo y, por tanto, que nos lo hicieran a nosotros. Malo entonces es lo que no nos gustaría que nos hicieran (su idea se refleja en la popular frase “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran”).
Kant lo expresa afirmando que hay una norma, un “imperativo categórico”, un deber, que nos impone nuestra conciencia y que debemos obedecer si queremos actuar bien: “Obra de manera que la norma que guía tu acción pudiera convertirse en ley universal”. Es decir, debemos actuar pensando que la razón por la que actuamos podría convertirse en la forma de actuar de todos; si nos parece bien que así fuera, entonces nuestro acto estará bien.