Platón y Aristóteles
Platón
Platón propone una concepción idealista del Estado. En su obra La República, plantea que el gobierno debe estar en manos de los filósofos-reyes, quienes poseen el conocimiento del Bien. La finalidad del Estado es alcanzar la justicia, entendida como la armonía entre las distintas clases sociales, donde cada quien cumple su función natural.
Su modelo de gobierno ideal es la aristocracia filosófica, en la que gobiernan los sabios. Rechaza la democracia porque la considera inestable y propensa a convertirse en tiranía. La política, para Platón, está subordinada a la ética y la justicia, y solo es legítima si refleja el orden racional del alma: razón, espíritu y apetito.
Aristóteles
En cambio, Aristóteles ofrece una visión más realista en su obra Política. Sostiene que el Estado es una comunidad natural que surge para satisfacer las necesidades humanas. Su finalidad es lograr la eudaimonía (felicidad) de los ciudadanos, mediante una vida virtuosa.
Aristóteles prefiere un gobierno mixto, que combine elementos de democracia y aristocracia para evitar los excesos de ambas. No establece una jerarquía rígida de clases, pero considera que una clase media fuerte es esencial para la estabilidad. Aunque ve riesgos en la democracia, la acepta si es moderada. Considera que el ser humano es un animal político (zoon politikon), y que solo en comunidad puede realizarse plenamente.
Clasifica las formas de gobierno en tres buenas (monarquía, aristocracia, politeia) y sus tres respectivas corrupciones (tiranía, oligarquía, democracia degenerada).
Maquiavelo y el Gobierno
Nicolás Maquiavelo, en El Príncipe (1513), rompe con la tradición clásica que relacionaba la política con la moral. En el contexto de crisis de la Italia renacentista, plantea una teoría política pragmática, donde lo importante es la eficacia y no la virtud moral.
Para Maquiavelo, el poder no se sostiene por principios éticos, sino por la capacidad del gobernante para conservarlo. Introduce el concepto de virtù (astucia, fuerza, determinación) que debe usarse para dominar la fortuna (el azar o las circunstancias). Un buen gobernante debe ser tanto león como zorro: fuerte y astuto.
Defiende que el fin justifica los medios: si se trata de conservar el Estado, se permite el uso de la crueldad, el engaño o la represión. Cree que es mejor ser temido que amado, aunque lo ideal es no ser odiado.
También plantea que la religión puede utilizarse como herramienta de control social, pero no debe ser la base del poder. El príncipe debe contar con un ejército propio, no depender de mercenarios, y necesita el apoyo del pueblo para mantener la estabilidad.
Contractualismo: Hobbes, Locke y Rousseau
El contractualismo es una corriente que sostiene que el Estado surge de un contrato social entre individuos, no de la voluntad divina ni de jerarquías naturales. Surge en la Edad Moderna como base de las teorías políticas liberales y democráticas.
Thomas Hobbes
En Leviatán (1651), Hobbes sostiene que el estado de naturaleza es una situación de guerra de todos contra todos (“el hombre es el lobo del hombre”). Para salir de ese caos, los individuos ceden todos sus derechos a un soberano absoluto que impone orden. El resultado es un Estado absoluto, que no debe ser cuestionado. La libertad individual solo existe dentro del orden impuesto por el soberano.
John Locke
Locke, en Dos tratados sobre el gobierno civil (1689), ofrece una visión más optimista. En el estado de naturaleza hay libertad y cierta paz, pero se vuelve inestable por los conflictos sobre la propiedad privada. El contrato social se establece para proteger los derechos naturales: vida, libertad y propiedad. El gobierno debe ser limitado y representativo, con división de poderes. Si no cumple su función, el pueblo tiene derecho a rebelarse.
Jean-Jacques Rousseau
Rousseau, en El contrato social (1762), afirma que el ser humano era libre e igual en el estado de naturaleza, pero fue corrompido por la propiedad privada. El contrato social debe restablecer la libertad a través de la voluntad general, que expresa el bien común. Propone una democracia directa donde el pueblo ejerce soberanía activa. La libertad consiste en obedecer la ley que uno mismo ha contribuido a crear.
Neocontractualismo: John Rawls
John Rawls retoma el contractualismo en el siglo XX, proponiendo una teoría de la justicia que busca principios racionales para una sociedad justa. En Una teoría de la justicia (1971), introduce el concepto de “posición original”: una situación hipotética en la que personas racionales, sin conocer su situación social (gracias al “velo de la ignorancia”), eligen los principios de justicia de manera imparcial.
Rawls formula dos principios de justicia:
- Igualdad de libertades básicas: todos deben tener los mismos derechos fundamentales (libertad de expresión, religión, asociación, etc.).
- Principio de diferencia: las desigualdades solo se justifican si benefician a los menos favorecidos y si todos tienen igualdad de oportunidades para acceder a cargos o posiciones.
Rawls critica el utilitarismo, ya que considera injusto sacrificar los derechos de una persona por el bien de la mayoría. Su teoría ha influido en la filosofía política, el derecho y las políticas públicas contemporáneas.