Lenguaje ordinario o común. Filosofía

Friedrich Nietzsche

Contexto histórico

Nietzsche se sitúa en el Siglo XIX, siglo con fuertes revoluciones entre burguésía y proletariado así como el enfrentamiento entre el liberalismo burgués y el nacionalismo y entre el anarquismo, socialismo y comunismo. Alemania era un Estado liberal-nacionalista.

La cultura se basa en movimientos artísticos como el Romanticismo y el Modernismo, con escritores como Zola o Dostoievski, pintores como Manet o Van Gogh y músicos como Verdi o Wagner.

En Alemania destaca le ciencia experimental por sus progresos y aplicaciones. Es un siglo cientificista pues se considera que la ciencia hará progresar la humanidad, con importancia a los conceptos de energía y evolución.

En filosofía surge el idealismo absoluto de Hegel (centrado en la razón) el materialismo histórico de Marx (busca una acción revolucionaria sin clases sociales), el positivismo de Comte y el utilitarismo de Stuart Mill ( buscan sustituir la religión y la metafísica por la ciencia) el individualismo radical de Stirner o Feuerbach (el ser humano particular y su libertad es el valor fundamental y único) y el irracionalismo de Schopenhauer que considera la voluntad de vivir como el impulso irracional de luchar por la existencia lo cual provoca sufrimiento. El ser humano solo puede escapar de esto mediante el arte y la renuncia ascética de la vida. Esto lo tomó Wagner,  pues sus óperas pretenden liberar al espectador del dolor de la voluntad de vivir.

Su obra

Nietzsche no es un pensador que se exprese por medio de análisis sistemáticos al estilo de los filósofos tradicionales; su lenguaje es en todo momento el de un hombre que aspira a comunicar a los demás su propia experiencia existencial. Una experiencia que él cree tan profunda y rica como la de Sócrates, Buda o el mismo Cristo. Sin ningún lugar a duda, se puede afirmar que en el núcleo de la personalidad de N. Está un choque violento y permanente entre sus vivencias y la realidad, en los términos en que ésta aparece constituida en sus niveles religioso, político, ideológico, social, etc. De la tensión entre su conciencia y la «fuerza de las cosas» se origina la vocación subversiva que sella toda la obra nietzscheana. No resulta fácil reducir a escuetas líneas un pensamiento que toca temas tan múltiples y que se expresa mediante destellos fulgurantes de lenguaje, frases cortas, aforismos; tanto porque lo que hay de idea se halla revestido por una retórica abundante, cuanto porque en él son patentes innumerables contradicciones. Sólo se puede hacer un resumen atendiendo: a) a los caminos que recorre el mensaje nietzscheano, y b) los núcleos de insistencia y repetición de ideas. Como en toda persona con mentalidad profética, hay en N. Un mensaje que proclama llegado un tiempo de grandes transformaciones, lo que lleva consigo la urgencia de muchas demoliciones que hay que proponer a los contemporáneos y el anuncio de una etapa final en la que éstos deben creer. En la dinámica interna de su obra hay, por consiguiente, un impulso destructor y otro que trata de expresar una esperanza.

Apolo y Dionisio

En El nacimiento de la tragedia expone como en el mundo griego convivían el espíritu apolíneo y el dionisíaco en lucha constante: Apolo representa la medida, la individuación, la limitación racional libre de emociones salvajes. Dionisio representa la fuerza de vivir, lo informe e inacabado, los instintos vitales irracionales y la desmesura.

Ambos espíritus convivían en un equilibrio del que el hombre extraía fuerzas para afrontar lo trágico y el sufrimiento de la existencia. Ese sufrimiento es la forma de vida propia del hombre trágico. Así había una primera dimensión que inclinaba al hombre a dejarse llevar por la vida común, perdiendo su individualidad: es el instinto dionisíaco y así se entraba en contacto con la anónima voluntad de vivir. Una segunda dimensión aceptaba la vida individual: es el instinto apolíneo. El hombre debe asumir estas dos fuerzas a la vez: por una se reconcilia con la muerte, por otra se deja engañar por la belleza de la vida. El hombre debe afirmar la existencia entera, sin elegir, tal y como se manifestaba (afirmación dionisíaca) se acepta el ciclo completo en que los individuos iban a la muerte y regresaban a la vida.

En Crepúsculo de los ídolosCómo se filosofa con el martillo Nietzsche denuncia el fin del equilibrio dionisíaco-apolíneo por la cultura occidental al ensalzar el instinto apolíneo relegando el dionisíaco como antinatural.

Crítica a la cultura de Occidente

Nietzsche afirma que Platón y Sócrates fueron los grandes corruptores de la filosofía al introducir la dialéctica y la racionalidad como únicos caminos hacia la virtud. Así rechazan el instinto dionisíaco y consideran que el apolíneo es el único humano. De este modo crean al hombre abstracto que se desvincula de sus pasiones e instintos. Sócrates ya comienza una perversión a partir del bien en sí y del espíritu puro. Platón defendía la dialéctica rechazando el mundo sensible que para Nietzsche es el único real. Se creó la ilusión de que lo que cambia no es, mientras que lo inmutable es lo real.  Esto originó un ser estático solo aprehendido por la razón, menospreciando los sentidos, que quedan en el mundo del devenir y la opinión. Nietzsche recupera el pensamiento de Heráclito de que el ser inmutable es una ficción vacía y lo real es lo cambiante (el mundo aparente es el real).

En la antigüedad griega, lo bueno era lo noble, constitución vigorosa, saludables, libres, basados en la moral de los señores, aman la tierra y dicen sí a la vida. El judaísmo y el cristianismo invirtieron esos valores, se basaron en un miedo a la vida, un espíritu de venganza propio de los débiles, basada en una moral de esclavos. Nietzsche llamó señores a los que buscan su voluntad de poder por encima de todo, sin mirar a los demás y se reservan definir lo bueno y lo malo. Los cristianos eran esclavos y estaban imposibilitados para ser señores, elevando la piedad a virtud impónían reprimir su voluntad en atención a los débiles, y así todos se debilitaban. El cristianismo prestigiaba la libertad y el amor para protegerse de los hombres superiores, era la religión de los resentidos. Su moral obligaba a la renuncia de los instintos poderosos, era una venganza contra la vida. Era preciso elevarse más allá de todo juicio moral, del bien y el mal, la moral era una ficción. Haciendo caso a la moral que impónían se considera a todos los demás hombres como a sí mismo, el hombre dejaba de seguir sus deseos e impulsos.

En su libro Sobre verdad y mentira en sentido extramoral critica el problema de la verdad. Nietzsche piensa que las palabras no son más que reproducciones fonéticas de impulsos nerviosos. El lenguaje es un sistema de metáforas cristalizadas que indican la relación de las cosas con los hombres. El hombre inventa una designación arbitraria para las cosas que es socialmente aceptado como verdad o mentira. Así creemos que el concepto se identifica con el original cuando lo que hace es igualar lo que no es igual, generalizar impresiones sensibles. Entonces la verdad es un concepto inventado. Pero el hombre solo puede escapar de la gran mentira del lenguaje olvidándose de sí mismo y convirtiéndose en el hombre intuitivo y estético que desarrolla su creatividad artística.

Crítica del lenguaje y del concepto de verdad

Nietzsche realiza una profunda crítica del problema de la verdad y la mentira como conceptos que aparecen en respuesta a las necesidades de la vida humana. Las palabras no son más que reproducciones fonéticas de impulsos nerviosos. El lenguaje surge como un sistema de metáforas cristalizadas que indican la relación de las cosas con los hombres. El hombre se inventa una designación arbitraria para las cosas; un sistema de metáforas que nada tiene que ver con las cosas mismas pero que socialmente es aceptado y acaba definiendo la verdad y la mentira. Lo que llamamos verdad no es más que un conjunto de metáforas, de generalizaciones de las que hemos olvidado el origen. Creemos que el concepto, da igual si hablamos del concepto de hoja o del concepto de honradez,  se identifica con el original cuando lo único que hace es igualar lo que no es igual, prescindir de los datos particulares de los objetos y generalizar impresiones sensibles a través de las metáforas. El problema es que acabamos pensando que en la naturaleza existe algo como hoja o la honradez y que estos conceptos nos aproximan al conocimiento de la realidad cuando  no es así.

Por lo tanto, no existe la verdad, no es más que un concepto inventado por los filósofos temerosos e insatisfechos del mundo en devenir que ansían el mundo del ser estático en el que reside la hipotética verdad que es exactamente lo que ocurre con el mundo platónico de las Ideas, un lugar estático que da sentido al mundo sensible y constituye el destino del alma racional.

El hombre solo puede escapar de la gran mentira del lenguaje olvidándose de sí mismo y convirtiéndose en el hombre intuitivo, estético, que desarrolla su creatividad artística. A través del arte podemos huir de la falsedad de los conceptos porque el hombre intuitivo es el único que puede situar el arte sobre la vida.

El Nihilismo y la transmutación de los valores

El hombre se ha creído que existe una finalidad que daría un significado a todo. Pero nada tiene sentido, no hay finalidad: la interpretación moral del mundo ha concluido en el Nihilismo. Las categorías de finalidad, verdad o mundo verdadero son falsas, el Nihilismo pasivo renuncia a la existencia y muestra un sentimiento de pérdida y odio frente a la vida.
Nietzsche anuncia la muerte de Dios, lo que significa reconocer la falsedad de los valores de la virtud, la justicia o el amor al prójimo. Nietzsche sin embargo propone el Nihilismo activo, que busca crear unos valores nuevos sin resignarse a la nada, buscar todo lo que fortalece a los valores.


La voluntad de poder, el superhombre y el eterno retorno

La voluntad de poder es la voluntad de superación, de vivir más. Donde hay vida hay voluntad de poder. El vacío por la muerte de Dios y la decadencia de los valores harán que la voluntad de poder sea una voluntad creadora de valores, es hermenéÚtica y reinterpreta el tema de la verdad. Ahora hay que preguntarse no si un juicio es verdadero sino si favorece la vida. Para la transmutación de los valores hay que superar al hombre y llegar al superhombre.  En su libro Así habló Zaratustra expone las transformaciones de espíritu necesarias:

1) El camello: Paciente y se arrodilla bajo los valores superiores. Es la moral de los esclavos, de los cristianos, amando incluso a los que los desprecian.

2) El león: quiere conquistar su libertad. Destruye los antiguos valores y es dueño de su destino

3) El niño: Olvido y nuevo comienzo. Espíritu libre con nuevos valores

El niño representa el superhombre, consciente de la muerte de Dios, que afronta el Nihilismo creando sus propias normas: unos nuevos valores sin criterio externo. El superhombre es el sentido de la tierra, asumiendo que la vida no tiene ninguna finalidad fuera de ella. También es voluntad de dominio, pues se libera de los valores del pasado y se rige por la moral de los señores, más allá del bien y del mal. El  superhombre afronta la vida en todas sus facetas encarando tragedia y sufrimiento porque acepta el sufrimiento sin compensación ulterior. Los que viven sin hacer esta apuesta son los decadentes, los que no se atreven a tomar las cosas como son, sino que desean una vida eterna como premio al sufrimiento actual.

La noción de lo bueno y lo malo cambian de sentido. Lo bueno es lo que aumenta las propias fuerzas, la capacidad de producir obras bellas, y  hace sentir más voluntad de poder;  lo malo es lo que debilita y aleja de la autoafirmación.

La existencia de Dios implicaba una recompensa apoyada en la concepción lineal del tiempo, en que cada momento es irrepetible, pero entonces el hombre se centra en el futuro y no es feliz porque ningún momento vivido tiene plenitud de sentido.  Nietzsche, sin embargo, recupera la idea del eterno retorno de dos formas:

-En sentido ético: no hay hechos puros con valor moral, sino que cada instante tiene valor absoluto. Tampoco hay condenación eterna pues lo hechos no tienen una interpretación teleológica. El hombre superior sabe que lo que decida en un momento se repetirá eternamente, así que impondrá su voluntad buscando la satisfacción propia y la felicidad. Este eterno retorno solo es deseado por personas felices con apego a la tierra y que viven con plenitud. El eterno retorno  solo puede ser deseado por personas felices que tengan apego a la tierra y vivan cada instante en toda su plenitud.

-En sentido cosmológico: Todos los estados del universo ya han tenido lugar, por lo que no hay ni pasado ni futuro.

El concepto del amor fati (amor al destino) unifica las ideas del superhombre, la voluntad de poder y el eterno retorno. El superhombre impone su voluntad de poder eternamente y acepta que cualquier acontecimiento coincide con el sentido de la propia vida.   La grande del hombre instintivo y creador reside en querer ser siempre como es, en el presente, el pasado y el futuro.

WITTGENSTEIN

Contexto histórico

Wittgenstein nacíó en Viena en 1889 y muere en Cambridge en 1951. Fue testigo de las dos Guerras Mundiales, de la Revolución Rusa, del auge de los fascismos de Hitler de Mussolini y de la Guerra Civil española. Conocerá el auge social de las clases media y de cómo irán influyendo en el ámbito político.  A partir del Siglo XX se observará con mucha prevención las aportaciones de la ciencia y de la técnica, sobre todo por las consecuencias catastróficas de su uso inadecuado y por sus aplicaciones bélicas. Personalidades renombradas de esta época son Freud , Klimt, Mahler entre otros. Filosóficamente hablando podemos hablar del historicismo de Dilthey, el vitalismo de Nietzsche y el raciovitalismo de Ortega y Gasset, la fenomenología de Husserl, el existencialismo de Heidegger y Sartre, la Escuela de Frankfurt y los desarrollo lógicos de Frege y Russell.


Su obra

El «primer Wittgenstein»

El lenguaje es el límite del mundo, como sostiene en Tractatus , porque las palabras son como un mapa o dibujo de la realidad. Existe la misma relación entre los hechos y las cosas que entre las diferentes oraciones que las expresan. Pero el lenguaje es imperfecto, ya que permite afirmaciones contra la lógica que son el origen de la mayoría de problemas en filosofía, por eso hay perfeccionarlo. Para hacerlo habrá que ir justamente fuera de los límites de este lenguaje, a las cosas que se muestran por intuición o de manera mística, ya que no se puede buscar la fundamentación del lenguaje dentro de éste.

El «segundo Wittgenstein«

Posteriormente, sobre todo en las Investigaciones , afirma que el auténtico significado de las palabras está en su uso (una corriente cercano a la pragmática ) y toda comunicación es, de hecho, un juego de lenguaje, en el sentido de que se dota de un contexto ficcional con reglas el mensaje para que pueda ser entendido por el receptor. Los filósofos llevan siglos buscando la esencia de las palabras, suponiendo que ésta existe, pero él les anima a intentar explicar cómo se usan los conceptos para resolver problemas reales, ya que todo lenguaje es comunicación y la hipótesis de un lenguaje sólo privado , independiente de la realidad, absurda.

Pensamiento filosófico

Los objetivos de Wittgenstein son+ encontrar el verdadero sentido de la filosofía y el sentido y el límite del lenguaje. Se da cuenta de que no tenemos ninguna otra vía de acceso para pensar el mundo que no sea la del lenguaje, ya que no podemos hacer nada sin el lenguaje, ni siquiera pensar.

En su pensamiento se distinguen claramente dos etapas: la que corresponde a la redacción del “Tratactus Lógico-philosophicus” y la que culmina con la redacción de su obra más importante, “Investigaciones filosóficas”.

EL TRATACTUS: el primer Wittgenstein

El tema central de esta obra es distinguir aquellos enunciados que tienen sentido de los que carecen de él, mediante un análisis lógico del lenguaje. Partiendo del isomorfismo entre el pensamiento, el lenguaje y la realidad, analiza el lenguaje bajo dos supuestos fundamentales:

Que la estructura del lenguaje es revelada por la lógica (teoría de la función de verdad).

Que la función esencial del lenguaje es representar el mundo (teoría figurativa del lenguaje).

Wittgenstein afirma que la filosofía consta de lógica y metafísica. En lógica, las proposiciones son tautológicas (expresiones verdaderas a priori que no pueden ser verificadas ni refutadas por los hechos) y, por tanto, vacías. La lógica es puro cálculo a priori que determina si ciertas combinaciones de símbolos son válidas o no. La lógica no describe el mundo, sin embargo, es condición necesaria para describirlo, porque sus principios nos dicen cómo pensamos, cómo se nos presenta el mundo. La lógica constituye así la base de la epistemología, y se puede aplicar a cualquier sistema lingüístico que pretenda describir la realidad.

Podemos aplicar  la lógica a nuestras proposiciones, contrastándolas con los acontecimientos del mundo: los límites de mi lenguaje significan los límites del mundo. Nuestro lenguaje conecta con el mundo porque los nombres tienen referencia: están en lugar de los objetos, se refieren a ellos. La proposición figura, es decir, representa la realidad.

El pensamiento es intencional, se refiere a la realidad como conjunto de hechos que acontecen. Como el pensamiento se expresa por medio de signos o palabras que constituyen proposiciones, se deduce que la proposición (signo) es un modelo de la realidad tal como la pensamos, que representa un estado de cosas determinadas (un hecho). Si este hecho es real, decimos que la proposición es verdadera; en caso contrario, es falsa. Ambas tienen sentido y por lo tanto describen hechos. Las proposiciones que no describen hechos carecen de sentido, no describen ninguna relación entre objetos. Es el caso de las proposiciones lógicas que, sin embargo, constituyen la forma de nuestro lenguaje, y de las proposiciones filosóficas que tratan en vano de ir más allá de los límites del mundo, es decir, del lenguaje.


Tradicionalmente, la Filosofía se consideraba como una teoría que servía de fundamento para los demás conocimientos y la lógica tenía un carácter meramente instrumental. Para Wittgenstein, la Filosofía es una actividad lógica que se ocupa de aclarar los problemas del lenguaje. Las proposiciones verdaderas constituyen la ciencia natural, mientras que las falsas son las que tradicionalmente se han aplicado a la Filosofía. (a la Filosofía le corresponde determinar lo que se puede decir). De aquí que cuando sus proposiciones van más allá de los límites del lenguaje, traspasan el campo de la lógica y carecen de significado, son proposiciones sinsentido.

Wittgenstein, nos sitúa en el ámbito de lo que tan sólo puede ser mostrado, único ámbito capaz de proporcionarnos los valores que deben orientar nuestra conducta. En el Tractatus todas las proposiciones tienen igual valor, sin que el sentido del mundo se revele en ninguna. Este sentido no está en el mundo, sino fuera de él. Ese es el territorio de la ética, de la estética y de la religión. Sus proposiciones expresan valoraciones que no aluden a ningún hecho (proposiciones sinsentido). La ética, como la lógica, es trascendental: sin valores morales no hay mundo. De cómo es el mundo nos habla la ciencia, pero lo importante no es cómo sea el mundo, sino que sea. Dicho de otra forma, la ética no cambia los hechos, pero sí los límites del mundo hasta hacerlo distinto según seamos felices o infelices. El sentido de la vida, el territorio de la ética y de la religión, lo místico y trascendente, es sentir el mundo como un todo limitado, pero eso no puede decirse, sólo puede ser mostrado. Por eso, la filosofía, una vez cumplida su función esclarecedora se revela como un sinsentido al no poder mostrar el sentido de sus proposiciones. Esto, paradójicamente, ocurre cuando se ha comprendido el mensaje.

INVESTIGACIONES Filosóficas. El segundo Wittgenstein

En esta obra varía la función de la filosofía, no se busca un lenguaje ideal, sino establecer los usos cotidianos para poder aclarar los que estén confusos.

En esta nueva etapa, Wittgenstein está convencido de la imposibilidad de determinar el sentido de las proposiciones mediante la lógica. Wittgenstein analiza ahora el lenguaje ordinario y, en su segunda obra, Investigaciones filosóficas, tras criticar la lógica como único lenguaje con sentido, expone sus nuevas teorías que tienen como ejes centrales la Teoría de los juegos del lenguaje y la Teoría de la determinación del sentido por el uso.

El lenguaje es como un juego y no hay un único lenguaje sino muchos . Wittgenstein llama juego de lenguaje al todo formado por el lenguaje y las acciones con las que está entretejido.

Las palabras presentan multitud de funciones que se diferencian sólo por lo que hacemos con ellas; son como las herramientas de una caja. En apariencia, todas son uniformes, pero cuando las utilizamos nunca se nos presentan con tanta claridad. Al igual que las herramientas, una palabra puede tener diversos usos. Decir que las palabras describen el mundo es atender a uno solo de sus usos. Ahora se defiende una pluralidad de propósitos en el uso de la lengua. El significado de una palabra sólo puede determinarse teniendo en cuenta el uso que se hace de ella en el lenguaje cotidiano: son los juegos del lenguaje. El significado de una palabra no es otra cosa que el conjunto de actividades definidas por unas reglas determinadas que gobiernan los diversos usos de las palabras en nuestro lenguaje.

Con el lenguaje no solamente nombramos objetos; con el lenguaje hacemos las cosas más diversas sin que podamos determinar ni un lenguaje único, ni una definición que los englobe a todos, porque continuamente lo estamos recreando.

Wittgenstein sostiene que el lenguaje no solamente es algo necesario para poder comunicarnos con los otros o para describir la forma que representa el mundo, sino que ante todo, el lenguaje es un modo de hacer, de concebir el mundo, es una forma de vida: la expresión “juego de lenguaje” debe poner de relieve que hablar el lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida.

Si el lenguaje constituye una actividad, no puede afirmarse sin más (como hacía el primer Wittgenstein) la existencia de un único modelo de lenguaje como era el formal y referencial. Tampoco cabe que haya un único juego de lenguaje con significado, como serían el lógico y el científico. Hay muchos lenguajes con significado. Toda actividad lingüística exige el seguimiento de unas reglas, más o menos convencionales, que lo hacen posible. Estas reglas dependen  de la situación a la que tratamos de responder y es el uso el que determina el significado en función de las jugadas.

La práctica del lenguaje es una habilidad que se adquiere con el aprendizaje y se desarrolla con el uso.


En conclusión, si queremos determinar el significado de las palabras, debemos atender a cómo las usan los hablantes del lenguaje. Para realizar esta tarea Wittgenstein propone, como objetivo de la actividad filosófica, el análisis del uso correcto del lenguaje con el fin de curar sus enfermedades.  El lenguajees un juego en el que tomamos parte y que  implica una serie de reglas gramaticales, las cuales no siempre están claras ni deben cubrir todos los huecos. Wittgenstein diferencia entre:

Gramática superficial: Analiza la función sintáctica. Distingue dos generalizaciones empíricas: todas las rosas tienen espinas  (puedo imaginarlo) y todos los listones tienen longitud (no puedo imaginar listones sin longitud). La primera es proposición experimental, la segunda es conceptual.

Gramática profunda: Contiene el sentido de las proposiciones.

3. La filosofía como terapia del lenguaje

Para determinar el sentido de las proposiciones, Wittgenstein propone analizar los criterios de los diversos usos del lenguaje, examinando las reglas que determinan su funcionamiento. No existe un criterio único y preciso de significado. Tampoco podemos identificar previamente las proposiciones que tienen sentido frente a las que no las tienen. Tendremos que determinar las proposiciones con sentido de acuerdo con las reglas seguidas para su constitución.

Si analizamos el lenguaje de este modo, constatamos que los problemas filosóficos surgen como consecuencia de una mala interpretación de los usos del lenguaje.

La investigación filosófica es una investigación gramatical. Si usamos mal las palabras, surgen malentendidos. Esto ocurre cuando usamos palabras como ser, objeto, conocimiento, yo…, para tratar de captar la esencia de las cosas. En tales casos, la filosofía reconduce esas palabras a su empleo cotidiano. Por su parte, la filosofía debe describir el uso eficiente del lenguaje, puesto que todo lo que deseamos decir puede ser dicho con el lenguaje ordinario. Desde este punto de vista, el objetivo de la filosofía es  mostrar a la mosca la salida de la botella.

Los problemas lingüísticos, los sinsentido, adquieren ahora la categoría de síntomas de una enfermedad que la filosofía debe hacer desaparecer, comprendiendo que se ha ido más allá de los límites del lenguaje. La filosofía se convierte en una terapia del lenguaje y asume una función terapéÚtica. Se trata de remediar los problemas causados por el uso incorrecto del lenguaje, corregir el mal uso adaptándolo en cada momento, evitar los posibles malentendidos, analizar las formas de expresión en el lenguaje ordinario, entender el lenguaje como una caja de herramientas y comprender que los problemas del lenguaje no son empíricos, sino lingüísticos. La labor del filósofo es resolver los problemas del lenguaje corrigiendo el mal uso que de él se hace.

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