Lacan y Descartes

REALIDAD:


La noción metafísica central en la filosofía cartesiana y en el Racionalismo es la de SUSTANCIA.
Una sustancia es «aquello que existe y se concibe por sí, con independencia de cualquier otra cosa». Como la sustancia lo que posee es EXISTENCIA INDEPENDIENTE en principio sólo debería admitirse que existe Dios, que Descartes caracteriza como SUSTANCIA INFINITA.
Por analogía con Dios, Descartes asume que existen dos sustancias (DUALISMO ONTOLÓGICO)
: la SUSTANCIA CORPÓREA y las SUSTANCIAS MENTALES.
Las sustancias poseen ATRIBUTOS, que son las propiedades esenciales, es decir, las que acompañan siempre a la sustancia: el pensamiento es el atributo de la RES COGITANS mientras que la extensión (estar en el espacio) es el atributo de los cuerpos (RES EXTENSA)
. La res extensa se rige por leyes deterministas y mecánicas (MECANICISMO)
, en tanto que la res cogitans puede autodeterminarse LIBREMENTE.
Puesto que el hombre es un compuesto de ambas sustancias, se plantea el PROBLEMA DE LA COMUNICACIÓN entre las SUSTANCIAS.
Descartes identifica la extensión (la espacialidad) con lo corpóreo, de modo que allí donde hay espacio hay cuerpo;
La conclusión es que el espacio constituye un plenum: está lleno de materia.

HOMBRE


Cuando Descartes establece la primera verdad (COGITO), se pregunta ¿Qué soy yo? Y responde: una cosa que piensa, duda, quiere, ama, teme, etc. Es decir, la IDENTIDAD PERSONAL radica en lo mental, no en lo físico. La res cogitans es inespacial y libre, mientras el cuerpo se concibe como una máquina (MECANICISMO)
Cuyo comportamiento se explica por medio de FUERZAS, MOVIMIENTO, CHOQUES, etc. El cuerpo y el alma se comunican entre sí a través de la GLÁNDULA PINEAL, un pequeño órgano recién descubierto y ubicado casi en el centro del cerebro al que Descartes atribuye esa función conectora.


Descartes CONOCIMIENTO:


El objeto de la filosofía cartesiana es claramente epistemológico: se trata de encontrar un “fundamente firme” para todas las ciencias y asegure el progreso del conocimiento. Para Descartes, el punto de partida del conocimiento son las IDEAS, es decir, los contenidos presentes en la MENTE.
Descartes distinguirá entre ideas que «parecen proceder de fuera de mi«, adventicias, como la de esta mesa, otras que parece que fabrica mi mente, facticias,  como la que representa a un unicornio y otras que, como la idea de mi mismo, parecen innatas, nacidas conmigo. 
Sólo cuando se haya asegurado de la existencia del mundo externo puede afirmar Descartes que las ideas no son todas ellas facticias. 
En la adquisición de conocimiento resulta fundamental seguir un método.  sin un método adecuado la razón o el ingenio discurren sin rumbo. Las REGLAS DEL MÉTODO :

EVIDENCIA

: no aceptar nada en lo que pueda haber motivo de duda; una idea es evidente cuando se presenta al examen de la mente con CLARIDAD DISTINCIÓN.

ANÁLISIS

Descomponer todas las dificultades hasta alcanzar los elementos simples, que son captados por INTUICIÓN y certeza; 

SÍNTESIS

Volver a reunir e integrar en totalidades los elementos simples; 

REPASO

Puesto que la razón discurre por medio de largas cadenas de demostraciones es necesario asegurarse de que no se ha pasada nada por alto. La regla de la evidencia exige asegurarse de que las ideas y las creencias son INDUDABLES, lo que implica PONER TODAS LAS CREENCIAS EN DUDA.
El PROCESO DE DUDA es ascendente y concluye en el cuestionamiento del mundo externo y de las verdades matemáticas. La duda es una necesidad del método.
Es hipotética (porque hace uso de hipótesis, como la del genio maligno)e hiperbólica (porque llega hasta extremos no vistos en la duda de los escépticos griegos).
La duda cartesiana se diferencia de la duda escéptica en que su objetivo es fundamentar el conocimiento sobre bases firmes. 
DUDA DE LOS SENTIDOS, de que se pueda DISTINGUIR EL SUEÑO DE LA VIGILIA y de las VERDADES MATEMÁTICAS, suponiendo la existencia de un GENIO MALIGNO.
La duda concluye en el COGITO, el yo pienso, que es la primera verdad cierta e indudable. El COGITO sirve también para establecer la distinción entre la RES COGITANS y la RES EXTENSA.
Descartes examina sus ideas y las clasifica como INNATASADVENTICIAS FACTICIAS, pero se da cuenta de que es posible que todas sus ideas sean producidas por él mismo. 
Para poder DEMOSTRAR LA EXISTENCIA DEL MUNDO EXTERNO y refutar el SOLIPSISMO, Descartes demuestra antes la EXISTENCIA DE Dios


Dios:


Dios desempeña una función central en la filosofía cartesiana: por un lado es la SUSTANCIA INFINITA, el modelo de lo que es la sustancia y el ser, el paradigma que toman lo corpóreo y lo mental como referente. La existencia de Dios es el paso intermedio entre el COGITO y la EXISTENCIA DEL MUNDO EXTERNO. La demostración de la existencia de Dios es indispensable para superar el SOLIPSISMO.
Descartes demuestra la existencia de Dios mediante dos argumentos:
 1. 

Partiendo de la idea de un ser infinito

 a) esa idea no ha podido ser producida por él mismo (no puede ser facticia)
, ya que contiene más realidad objetiva de la que él es capaz de producir b) no puede haber más realidad en el efecto que en la causa; conclusión: la idea de Dios que hay en mi mente debe haber sido causada por algo tan perfecto o más que ella misma, y ese ser es Dios. 2. 
Yo no puedo ser causa de mí mismo, pues soy imperfecto; si fuese causa de mí mismo me habría dotado de toda perfección que puedo concebir. Tras demostrar la existencia de Dios como ser que contiene toda perfección, se sigue que no puede haber un «Dios engañador» y que, por tanto, no puede ser él la causa del error, sino la precipitación (juzgar antes de que se me presenten las cosas con claridad y distinción)
 o la prevención (no hacerlo cuando se dan esas condiciones que caracterizan la certeza) en mis juicios.


ÉTICA:


En obras como la Crítica de la razón práctica y la Fundamentación de la metafísica de las costumbres 
Kant desarrolla las líneas maestras de su teoría de la moralidad. Si en la Crítica de la razón pura investiga el uso teórico de la razón, en estas obras indaga por su uso práctico, es decir, orientado a la acción. Para Kant, lo único que puede calificarse como bueno sin condiciones es la buena voluntad.
La belleza o la inteligencia son cualidades buenas pero a condición de que haga uso de ellas una buena voluntad. Kant rechaza que la ley moral pueda fundamentarse en hechos empíricos, como la naturaleza humana o la voluntad de Dios, pues de principios a posteriori así nunca podrían deducirse principios universalmente válidos. Una buena voluntad es buena por lo que quiere, por lo que pretende (intención), no por lo que logra conseguir (consecuencias).
Así, una buena voluntad es la que se determina a sí misma por el deber.
Por ello, la noción de deber es central en la ética kantiana, y no la de felicidad o placer. 

La buena voluntad no busca ser feliz, sino merecer serlo

La buena voluntad no quiere conseguir esto o aquello, sino cumplir con el deber. El deber se identifica con la ley moral, es el modo en que la ley moral se presenta al sujeto.
El deber se expresa en forma de imperativos, por lo que Kant examina sus distintas clases. Un imperativo hipotético es aquel que exige que se realice una acción dada una determinada condición: si quieres A, haz B. En un imperativo hipotético, se pone de manifiesto una relación entre los medios (la acción) y el fin.
Son particulares y a posteriori ya que la exigencia de la acción sólo se establece después de fijado el fin. 

Kant considera que el fundamento de la moralidad tiene que ser un principio práctico sintético y a priori, lo que descarta a este tipo de imperativos.


Un imperativo categórico exige que se realice una acción sin condiciones, por lo que expresa un deber puro: Haz X
Kant expone tres diferentes formulaciones de ese único imperativo. 
a) «Obra de tal modo que quieras que la máxima de tu conducta se convierta en ley universal de la naturaleza«. Aquí destaca el carácter universalizable que debe tener una máxima (regla subjetiva de acción) para que la acción sea moral. 
b) «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio«. Aquí subraya la diferencia entre personas (fines en sí mismos que limitan todo capricho y que poseen dignidad)
cosas (objetos que están al servicio de una voluntad y poseen un precio); Las personas son objeto de respeto, y nunca pueden ser tratadas como simple medios; 
c) «Obra como si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de fines«. Aquí se destaca la autonomía del sujeto, es decir, su condición de legislador que cumple las propias leyes que él mismo promulga.
Es importante destacar que el deber y la ley moral no son algo impuesto desde fuera, por Dios o por la naturaleza, sino por el propio sujeto. Así, la moral kantiana establece el principio de autonomía.
La ética kantiana es rigorista.
 Así distingue entre las acciones contrarias al deber y las que son simplemente conformes con el deber, pero que se han realizado por otros motivos; esto incluye las que se realizan por amor, por temor a un castigo o por la expectativa de un premio.
El deber sólo puede imponerse a un sujeto que sea libre, esto es, que tenga la posibilidad de realizarlo o no realizarlo. Por lo tanto, aunque no sabemos si el hombre es libre, el alma inmortal o Dios existe, debemos pensar que es así como una necesidad práctica.


SOCIEDAD Y POLÍTICA:


La idea central de la filosofía social de Rousseau es que la sociedad no está fundada sobre bases racionales y justas, sobre los elementos más nobles del hombre, sino sobre el egoísmo y la barbarie.
Rousseau describe un estado de naturaleza en términos positivos: 
el hombre vive en paz, aislado, sin sentimientos de codicia o agresión, despreocupado por el futuro.
El hombre aún no se ha corrompido por la civilización.
El estado de naturaleza rousseauniano es muy diferente del que muestran Hobbes («El hombre es un lobo para el hombre») o Locke (la inseguridad en el disfrute de la propiedad y las libertades).
Para Rousseau, la sociedad surge como consecuencia de la propiedad privada, del acto arbitrario de apropiarse del trozo de tierra en el que se vive; 

La división del trabajo profundiza en las desigualdades y contribuye a la consolidación de las clases sociales

El Contrato Social busca sustituir ese primer contrato que ha dado lugar a sociedades injustas gobernadas por una clase privilegiada por un nuevo contrato en el que todos los ciudadanos aseguren a la vez su libertad y su igualdad.
A diferencia de Hobbes, los hombres no pierden libertades al cederlas al Estado. 
Rousseau es consciente de que es imposible una «vuelta a atrás», un regreso al estado de naturaleza, por lo que sólo cabe restablecer algunas de las carácterísticas de esa condición en el nuevo Contrato. Por medio del contrato social, el individuo entrega su voluntad individual al cuerpo de ciudadanos y a su voluntad general.
 Según Rousseau, el individuo no pierde libertad en este acto, ya que él mismo se integra en esa voluntad general.
La voluntad general no es la suma de las voluntades individuales, ni siquiera la voluntad de la mayoría ni aun de la voluntad de todos, sino la voluntad de una nueva entidad supraindividual:
El cuerpo de ciudadanos. La voluntad general se dirige al bien común y lo encuentra de manera infalible. 
Rousseau concibe la voluntad general como la voluntad de un nuevo sujeto:
El cuerpo de ciudadanos. Esa voluntad general es soberana, es inalienable, es infalible  y es buena.
La voluntad general y el estado son concebidos de un modo organicista:
El estado se ve como un organismo del que los ciudadanos son órganos, tejidos o células que no pueden vivir independientes y que deben contribuir y someterse al funcionamiento del organismo total.
La noción de voluntad general de Rousseau se ha discutido enormemente y algunos han visto en ella el fundamento de los totalitarismos del Siglo XX, en la medida en que supone la anulación del individuo y su integración en una totalidad que parece tener una vida y entidad propia, ajena a las voluntades de los individuos o las mayorías democráticas. Las ideas de Rousseau influyeron en Kant y en el Romanticismo, especialmente por su énfasis en los sentimientos y el regreso a la naturaleza.

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