Lacan y Descartes

Descartes 2. EL Método El conocimiento.
Revolución filosófica de Descartes: el sujeto (la conciencia y sus contenidos e ideas) es el fundamento y punto de partida de todo conocimiento. Giro subjetivista e idealismo frente al Realismo de la filosofía antigua y medieval. ¿Cuál había sido el motivo de los horrores filosóficos anteriores? Si la razón humana es la misma ¿por qué puede hacer progresar a la ciencia y no a la filosofía? La respuesta del Cartes es que la ciencia tiene un método que le permite la seguridad en el conocimiento, pero a la filosofía le falta un método adecuado. Para superar esta carencia, propone un método eficaz el método utilizado por los geómetras. Así, introduce un método matemático en la filosofía. Toma las matemáticas como modelo de ciencia e intenta extender el método matemático a todas las ramas del saber. De acuerdo con Galileo, ve la matemática como la ciencia racional que pone orden en el caos de datos que nos proporciona la experiencia. En el discurso del método, establece las cuatro reglas fundamentales de su método:
la evidencia (intuición), la del análisis, la de la síntesis y la de la enumeración. El primero era no aceptar nunca nada como verdadero sin conocer evidentemente lo que fuera, es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención (prejuicios) y no incluir en mis juicios nada más que lo que se presentara a mí espíritu tan clara y distintamente. El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinará en tantas partes como fuera posible. El tercero, conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ascender despacio hasta el conocimiento de los más complejos. Y el último, hacer en todo recuentos tan completos y revisiones tan generales que llegara a estar seguro de no omitir nada. Considero válidos dos operaciones de conocimiento: intuición y deducción. Intuición: es la captación directa inmediata de conceptos por la razón misma una especie de luz natural que aprehende las ideas simples sin posibilidad de error. Deducción: es la captación de las conexiones entre las ideas simples, una especie de intuición sucesiva.

2.3. La duda y la primera verdad (epistemología)

La realidad y Dios

Lo más sensato es cuestionarse absolutamente todos los conocimientos recibidos. Es su famosa duda universal y metódica, que se fundamenta en las razones siguientes, los cuatro motivos de la duda metódica: 1. La incertidumbre de los datos sensoriales. Durante milenios, los hombres afirmaron que la tierra inmóvil era el centro de universo. Los sentidos nos han engañado muchas veces. 2. Los errores de razonamiento. Una buena parte del saber tradicional escolástico se fundamenta en la razón, pero en la época de Descartes, este saber se ha vuelto confuso en incierto. Además, la historia de la ciencia demuestra que incluso los matemáticos han cometido errores. 3. La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia. Al despertar es cuando reconozco el sueño como sueño, no mientras sueño. Por eso, existe la posibilidad de que todos los pensamientos del estado de vigilia sean en realidad sueños que no reconozcamos como tales. 4. La hipótesis del genio maligno. Supone la existencia de un genio maligno, astuto y engañador, que le lleva a considerar como evidentes cosas que no lo son (duda hiperbólica). Ciertamente, la duda cartesiana lleva más allá de la duda, se autosupera. Cuando dudo, pienso, y la acción de pensar implica la existencia de un ser que piensa, si estoy pensando entonces también estoy existiendo. «Pienso, luego existo» es la primera verdad incuestionable, es una intuición clara y distinta. El cógito no es una deducción, sino una verdad intuitiva: al pensar intuyo que yo (mi mente y mi consciencia) existo. Cumple dos funciones bien determinadas. A. Justifica la existencia de un yo pensante diferenciado del cuerpo.
B. Se convierte en un principio modélico, todo lo que sea evidente claro y distinto será aceptado como verdad. El cogito se utiliza como criterio de verdad. 

2.4 Las tres sustancias Metafísica Realidad y el hombre
Llegó a distinguir cuáles son las tres sustancias que componen la totalidad de todo lo que es real: el yo pensante, Dios y el mundo. Entiende la realidad como sustancia.
Para Descartes, sustancia es aquella cosa que existe de tal manera que no necesita de ninguna otra para existir. En sentido propio, sólo sería sustancia Dios, pero en sentido análogo, lo son también el yo y el mundo.

1. El yo pensante. Puedo dudar de la existencia de mi cuerpo y del mundo que me rodea, porque tengo información a través de los sentidos y los sentidos no son fiables. Pero no puedo dudar de la existencia de mis pensamientos, de mis ideas, de mi subjetividad. El yo que existe con absoluta seguridad en virtud de cógito es sólo el alma (la consciencia), no el cuerpo. ¿La idea que yo tengo de mi cuerpo se corresponde con la realidad? No lo sé con certeza, ya que toda la información que tengo en mi cuerpo proviene de los sentidos. Así pues, el gran reto que debe superar Descartes es encontrar la manera de conocer si las ideas sobre el mundo no son sueños ni ilusiones. El yo piensa a diferentes ideas, tres clases de ideas: 1. Adventicias o adquiridas. Provienen de fuera, de la experiencia sensible, de mi percepción. Estas ideas fácilmente pueden resultar erróneas, ya que muchas veces tenemos ideas diferentes sobre un mismo objeto externo. 2. Facticias o artificiales. Son las ideas que inventamos o fabricamos arbitrariamente nosotros mismos.  3. Innatas o naturales. Son las ideas que no proceden de la percepción de los objetos exteriores ni han sido construidas por nosotros, sino que emergen de la propia facultad de pensar. Son las únicas ideas que pueden ser claras y distintas, por lo tanto, evidentes. 

2. Dios, sustancia perfecta e infinita. Ofrece dos argumentos para probar la existencia de Dios: 1. Argumento del origen de la idea de Dios (ser infinito y perfecto). El yo pensante posee la idea de perfección. La idea de un ser prefecto es la idea de Dios. Esta idea de perfección o de Dios no puede provenir de nosotros, seres imperfectos, por lo tanto, tiene que haber sido una realidad divina la que la ha hecho surgir de nuestras mentes. Así, del conjunto de ideas que posee el yo pensante, sobresale una idea muy privilegiada, una idea que permite ir más allá de la propia subjetividad. El principio de causalidad afirma que la causa ha de ser igual o más perfecta que el efecto, pero nunca menos. Este principio se aplica tanto a las cosas como a las ideas. Si lo aplicamos a la idea de un Ser Perfecto e Infinito, que es evidente que nuestra mente puede entender, resulta que la causa de esta idea solo puede ser un Ser realmente Perfecto e Infinito, es decir, Dios. La demostración de la existencia de Dios es una pieza fundamental en la metafísica cartesiana. Dios es la realidad que permite superar mi subjetividad. Fuera de mí yo hay otra realidad, la sustancia perfecta, un ser que no puede permitir que mis ideas claras y distintas sean un engaño. Descartes da un paso más, Dios se convierte en garantía de conocimiento. En Dios existen las grandes verdades eternamente establecidas por él, todas las verdades matemáticas que descubrimos están en Dios y  las leyes de la naturaleza son decretadas por Dios.
2. Argumento del contenido de la idea de Dios (argumento ontológico) Incorpora el antiguo argumento ontológico de San Anselmo. Así como la idea de triángulo es inseparable de sus propiedades, la esencia de Dios es inseparable de su gran propiedad, la existencia. A este ser perfecto no le puede faltar una perfección como es la existencia. El enunciado «Dios no existe» sería una contradicción porque al ser la existencia una perfección y al ser la idea de Dios la de un ser absolutamente perfecto equivaldría a decir «el ser absolutamente perfecto que tiene la perfección de existencia, no existe».

3. El mundo, sustancia extensa ANTROPOLOGÍA ¿Qué ocurre con el mundo exterior y con mi propio cuerpo? ¿Puedo hablar de ellos con certeza y garantizar su existencia? Si yo tengo una idea clara y distinta de mi cuerpo extenso y existe un Dios perfecto y veraz, este Dios, no puede permitir que me engañe cuando hago uso adecuado de mi razón. Así, la bondad de Dios me garantiza la grandísima inclinación o tendencia natural humana a creer en la eficiencia de las cosas extensas y no engañosas. La duda metódica, por un lado conduce al idealismo (porque todo lo que hiciste tiene que deducirse del pensamiento, de las ideas.) Por otro lado, continúa siendo realista, porque acaba afirmando la existencia sustancial del yo, de Dios y del mundo. Además de la sustancia pensante, existe otro tipo de sustancia finita y creada: la de los cuerpos todos ellos con un atributo fundamental: la extensión, la materia. Cualquier vida, la de mi propio cuerpo, la de los animales o la de las plantas, no es nada más que un mecanicismo, un conjunto de piezas articuladas y extensas que fabrican el movimiento. El yo pensante y la materia pertenecen a órdenes diferentes. Los animales son meros autómatas y el cuerpo humano es un autómata mecánico, igual al de los animales, pero el hombre además tiene alma. ¿Cómo se comunican entre sí estas sustancias tan diferentes? En medio de nuestro cuerpo se encuentra la glándula pineal, y en ella se alojaría el alma, que desde allí se conectaría con el cuerpo para modificar los movimientos de este.

2.5 Libertad y mecanismo.

Ética y el bien

El cuerpo, como toda cosa, extensa como toda la materia, está gobernado por leyes mecánicas que lo determinan. El universo mecánico de Descartes frente al cosmos orgánico de Aristóteles. Si el yo pensante no fuera una sustancia completamente separada y desligada del cuerpo, no habría lugar para la libertad. La libertad es un bien cuya existencia Descartes proclamó, sólo porque era libre podía dudar de todo. El alma es una sustancia que de ninguna manera se puede someter a las leyes mecánicas y deterministas que rigen el cuerpo. Rechaza las formas sustanciales y las causas finales aristotélicas. Toda la naturaleza está formada por cuerpos que llenan todo el espacio, el vacío no existe, y que se mueve mecánicamente en virtud de leyes matemáticas, válidas para todas las regiones del espacio (universales). Formula la ley de inercia y del principio de conservación de la cantidad de movimiento.

2.6 La moral provisional. Las cuatro reglas del método permiten cuestionarse todos los conocimientos recibidos. Pero, mientras los cuestiona, debe seguir viendo y por lo tanto puede permanecer indeciso en sus acciones: es por eso que propone una moral provisional consistente en tres o cuatro máximas. 1. «La primera era obedecer las leyes y las costumbres de mi país, y manteniendo constantemente la Legión en que Dios me ha hecho la gracia de ser educado desde la infancia y guiándome en toda otra cosa por las opiniones más moderadas». 2. » ser tan firme y decidido como pudiera en mis acciones una vez me hubiera determinado por ellas.3. Procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a la fortuna y cambiar mis deseos más pronto que el orden del mundo. 4. Dedicar toda mi vida a cultivar la razón y avanzar tanto como pudiera en el conocimiento de la verdad.

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