La religión esta o ha estado al servicio de las clases dominantes ?

La alienación


Para Marx, el ser humano es un ser natural, surgido de la naturaleza, y que se distingue de los animales por el hecho de que ha de fabricar los medios para sobrevivir, transformando la naturaleza en la que vive. Esta transformación de la naturaleza se realiza mediante el trabajo. Somos seres “activo-productivos” que necesitamos transformar la naturaleza para sobrevivir. Es precisamente en esta actividad productivo-transformadora como entramos en relación con los otros seres humanos y nos socializamos. Nuestro ser dependerá, por ello, de las circunstancias socioeconómicas. Así, para Marx, “no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino por el contrario, su ser social el que determina su conciencia”. No cabe, pues, una consideración meramente abstracta del ser humano. El ser humano piensa y actúa determinado por las circunstancias sociales en las que se ve inmerso, las cuales, a su vez, están dadas por el sistema productivo concreto.

Además, para Marx, el ser humano es lo superior al ser humano. No hay una trascendencia más allá de esta vida. La creencia en Dios no deja de ser una ilusión que nace por el descontento humano con las malas circunstancias de la vida.

La situación del ser humano dentro del capitalismo industrial es una situación de alienación, pues el ser humanos (que es el esencia un ser trabajador)
No se realiza en su trabajo, sometido a unas condiciones indignas, con un salario de mera subsistencia que no le permite llevar una vida verdaderamente humana.

Esta situación de alienación puede cambiar si se cambian las circunstancias, de modo que el trabajador pueda autorrealizarse en su trabajo. Para ello es necesario que el producto de su trabajo le pertenezca, sea suficiente para satisfacer sus necesidades materiales y, al mismo tiempo, le permita disponer de tiempo libre para desarrollar su personalidad y realizarse como ser humano.

1. La alienación económica

La situación de alienación básica es la que padece el trabajador dentro del proceso productivo en la realización de su trabajo. Marx detalla esta situación refiriéndola principalmente al obrero industrial dentro del sistema capitalista del Siglo XIX.

Al respecto, Marx distingue entre el “sujeto productivo-transformador” y el “objeto producido”. El sujeto (el trabajador) en la realización del objeto (el producto) “sale de sí mismo” y entra en contacto con la naturaleza y los demás (a esto Marx lo llama exteriorización), realizando un esfuerzo en la elaboración del producto que le produce un desgaste o pérdida de energía(a esto lo llama Marx “enajenación de sí mismo”). Hasta aquí no hay nada negativo en el proceso, pues tanto la “exteriorización” como la “enajenación de sí mismo” resultan inevitables y necesarias para producir el objeto. Pero es a partir de la producción del objeto, y del modo en que éste es realizado, cuando se muestran los aspectos negativos del proceso productivo, que Marx resume en dos:

-El objeto producido no le pertenece al trabajador, sino al empresario, producíéndose una “expropiación del sujeto”.

-El trabajador es utilizado como un medio de producción dentro de una cadena de producción, deviniendo en una mercancía que e compra y se vende. Al limitarse a desarrollar tareas mecánicas, al igual que las máquinas que utiliza en su trabajo, se le restringe su capacidad creativa. En definitiva, es tratada como un objeto y no como un sujeto. A esto Marx lo denomina “reificación” o “cosificación del sujeto”.

El resultado es que el trabajador no se realiza en su trabajo, se encuentra explotado física y mentalmente, y no se pertenece a sí mismo, sino al empresario que paga por su esfuerzo un salario miserable. Tampoco puede identificarse con el objeto producido, pues una vez realizado ya no le pertenece, sino que pertenece al empresario. Todas estas circunstancias vienen dadas por el sistema de producción capitalista. La única manera de cambiar  la situación de alienación económica es cambiar por completo el sistema capitalista por otro sistema, en el que el trabajador se realice en su trabajo, no sea tratado como un objeto y el producto de sus manos le pertenezca.

2. Las alienaciones social, política e ideológica

De la alienación económica derivan otras situaciones de alienación de tipo social, político e ideológico.

– La alienación social. La configuración del proceso de producción, en el que básicamente cabe distinguir entre quien desarrolla el trabajo productivo- los trabajadores- y quien lo dirige-los empresarios- , determina la división social de la sociedad en clases dominantes y clases dominadas. Esta división y separación de clases resulta negativa y produce una situación d enfrentamiento entre las clases sociales. La situación debería ser, muy al contrario, una situación de igualdad, en la que no hubiera división de clases sociales. Ello no será posible-piensa Marx- si no cambia el sistema de producción capitalista por otro en el que no haya distinción entre empresarios y trabajadores.

-La alienación política. Tanto el Estado como su sistema legal amparan y protegen el sistema económico vigente en la sociedad. Por eso, el Estado es en realidad un “Estado burgués”, en manos de la burguésía, que está al servicio de sus intereses económicos. El proletariado ve entonces en el Estado a un enemigo cuando el Estado debería ser y estar al servicio de todos. Para Marx, no se ha cumplido el ideal hegeliano de la identificación con el Estado porque el Estado liberal, lejos de ser neutral, es un Estado que, con su política de no intervención en la economía, favorece a la clase dominante, dejando a su suerte a los más débiles.

-La alienación ideológica. La conciencia del ser humano-lo que piensa- depende de las condiciones materiales de la vida. El proletariado se encuentra alienado ideológicamente porque la ideología dominante es la de la clase dominante. Tanto la filosofía como la religión- dice Marx- han contribuido, hasta ahora, a mantener esta alienación.

a) La filosofía se ha dedicado a explicar lo que pasa y no a criticarlo. Ha jugado siempre a favor de los intereses de las clases dominantes, que de esta manera ven teóricamente justificada su posición dominante. Por eso dice Marx: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos, hora es ya de transformarlo”.Pero mientras esta crítica no se produce, el proletariado se encuentra desarmado ideológicamente. A su mala situación económica se une una conciencia ideológica alienada por la filosofía, que le explica (y así le justifica) la inevitabilidad de su situación.

b) La religión proyecta al hombre fuera de este mundo, prometíéndole un mundo ficticio donde todos sus males serán resueltos. Además, predica la sumisión y la aceptación del sufrimiento en este mundo para alcanzar el premio en el otro. Por eso, Marx la considera “el opio del pueblo”. Su función social es servir de “dormidera” de todos los anhelos revolucionarios y emancipadores de la clase trabajadora. Juega, por tanto, a favor de las clases dominantes, que de esta manera no ven amenazada su posición de predominio. La Iglesia sirve a este propósito al predicar la mansedumbre y la resignación; se convierte así-según Marx- en un instrumento de la burguésía para reprimir los intentos de revolución del proletariado.

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