La Concepción Aristotélica de la Naturaleza y la Realidad
La reflexión sobre la Naturaleza comienza con los presocráticos, que buscaban el arjé. Parménides defendía la inmutabilidad del ser; Heráclito afirmaba el cambio permanente; Platón situó la verdadera realidad en el mundo de las Ideas.
Oposición al Dualismo Platónico
Aristóteles se opone al dualismo platónico porque considera que la esencia de las cosas debe estar en las propias cosas sensibles, sometidas al movimiento, y no en un mundo separado. Por ello, estudia la realidad partiendo de las sustancias individuales, que son los auténticos seres naturales.
Para Aristóteles, la Naturaleza es el principio interno de movimiento y reposo de los seres naturales. Frente al mecanicismo materialista, propone una explicación teleológica: todo ser natural tiende a un fin inscrito en su propia esencia. La finalidad es interna, y el perfeccionamiento de algo consiste en la plena actualización de sus posibilidades.
Potencia y Acto: La Dinámica del Movimiento
El movimiento se entiende como paso de la potencia al acto:
- Potencia: Algo está en potencia cuando puede llegar a ser lo que todavía no es (como la semilla respecto al árbol).
- Acto: Algo está en acto cuando ya lo es.
No existe un no-ser absoluto del que pueda surgir algo; solo un no-ser relativo, aquello que aún no es pero puede llegar a ser. El acto es siempre anterior y superior a la potencia, porque es su realización.
El Hilemorfismo y las Cuatro Causas
Para explicar cómo son las sustancias, Aristóteles formula el hilemorfismo: todo ser natural es un compuesto de materia (principio indeterminado y de individuación) y forma (principio de determinación y esencia). La forma es lo que hace que un ser sea lo que es, y está siempre unida a la materia, no separada como en Platón.
El cambio requiere tres principios: un sustrato que permanece (materia o sustancia), una privación (la forma que falta) y la forma final que actualiza la potencia. Esto se completa con la teoría de las cuatro causas:
- Material: ¿De qué está hecho?
- Formal: ¿Qué es?
- Eficiente: ¿Quién lo produce?
- Final: ¿Para qué?
En los seres naturales, causa eficiente, formal y final coinciden porque la forma es a la vez lo que determina, lo que impulsa y lo que orienta hacia el fin.
Cosmología y Metafísica
En su cosmología, Aristóteles concibe un universo eterno, finito y geocéntrico, dividido en:
- Mundo sublunar: Cambiante y corruptible, formado por los cuatro elementos.
- Mundo supralunar: Perfecto y eterno, formado por éter.
El movimiento de los astros se explica mediante el Primer Motor Inmóvil, sustancia inmaterial y acto puro que mueve sin ser movido y constituye la causa final última del universo. Con esta noción, Aristóteles pasa de la Física a la Metafísica, dando cabida a un principio divino.
La Ciencia de las Causas Primeras
Aristóteles nos habla de las causas de las sustancias y distingue cuatro causas. Las ideas principales del texto son:
1. La Necesidad de la Ciencia de las Primeras Causas
Es preciso adquirir la Ciencia de las primeras causas, porque conocemos una cosa cuando sabemos su causa primera. De todos los modos de saber o de adentrarse en la verdad, Aristóteles habla de la ciencia o episteme, un saber demostrativo porque conoce la causa de algo, es decir, la necesidad de algo. Por eso, toda ciencia es un saber de las causas, es decir, del porqué esto es así y no puede ser de otra manera, pues la causa de algo es la razón necesaria de ese algo. Pero más allá de las ciencias particulares, está la Sabiduría, porque esta es la ciencia de las causas primeras, los principios básicos de la necesidad de algo.
2. La Sustancia y la Esencia como Primera Causa
Aristóteles considera que los principios básicos de algo, sus causas primeras, son cuatro, de las cuales la primera es la sustancia y la esencia. La sustancia es el núcleo de la realidad, el individuo concreto, la forma primera y fundamental de ser, lo que existe con independencia de otra cosa, de lo cual todo se predica y que ella misma no se predica de nada; mientras que la esencia es la sustancia segunda, aquello que define y determina lo que algo es (su estructura, funciones, características específicas y su finalidad). La esencia en Aristóteles es, por tanto, la naturaleza o la forma (la animalidad racional, por ejemplo, en el ser humano).
3. La Materia como Segunda Causa
La materia es aquello de lo cual está hecho algo, principio de individuación de la sustancia, indeterminada en sí misma, pero determinable por una forma. Toda materia está determinada por una forma y toda forma (principio de determinación de la materia) se da en una materia. A eso le denomina Aristóteles “hilemorfismo”, porque toda sustancia es un compuesto de materia y de forma.
4. La Causa Agente o Eficiente
La tercera causa es aquella de donde procede el principio del movimiento. Esta es la causa agente, el agente del cambio, también llamada eficiente, el motor que pone en marcha la transformación de la materia en algo nuevo, como el escultor que moldea el mármol, o el relojero que fabrica un reloj. Responde a la pregunta ¿qué o quién lo hizo? En los seres naturales la causa agente es la forma.
5. La Causa Final o el Telos
La cuarta causa es la causa final o el fin. Es el propósito, fin o meta para la cual una cosa existe o se hace. Es el porqué de las cosas, la razón de su existencia, y se dirige hacia la perfección o telos. La causa final de un reloj es medir el tiempo, el del hombre la eudaimonía. En los seres naturales, la causa final es la actualización de su forma, su perfección.
6. Precursores en la Búsqueda de Principios
Los filósofos presocráticos, en su intento de explicar racionalmente la Naturaleza y el cambio, buscaron el primer principio de todo, por el cual entendieron aquello de lo cual todo procede, de lo cual todo está hecho y aquello a lo cual va a parar todo cuando se destruye, además de la causa motriz. Por eso, ya hablaron de las causas y principios en varios de los sentidos en que posteriormente fueron entendidos por Aristóteles.
Ética y Política: La Vida Buena en la Polis
La filosofía práctica de Aristóteles, desarrollada en la Ética a Nicómaco y en la Política, mantiene una estrecha relación entre ética y política dentro del marco natural de la polis.
La Ética Eudaimonista y la Virtud
La ética aristotélica es eudaimonista, porque considera que el fin supremo del ser humano es la felicidad. Esta no consiste en placeres, honores o riquezas, sino en vivir conforme a aquello que es propio del hombre: el uso de la razón. La felicidad se alcanza mediante una vida racional y virtuosa, cuya expresión más alta es la vida contemplativa. No obstante, también requiere ciertos bienes externos (salud, medios materiales, amistades) ordenados siempre según el justo medio.
Aristóteles subraya que no basta conocer el bien, sino que es preciso quererlo y practicarlo. De ahí la importancia de las virtudes morales, entendidas como hábitos que sitúan al individuo en el justo medio entre exceso y defecto, según determina la virtud intelectual de la prudencia. La educación es esencial para la formación de estos hábitos.
El Hombre como Animal Político (Zoon Politikon)
Sin embargo, la conducta individual solo cobra pleno sentido dentro de la comunidad política. El ser humano es un animal político por naturaleza, dotado de lenguaje para expresar lo justo y lo injusto. La polis es una comunidad natural y es, además, el fin último de todas las asociaciones humanas: aunque aparece la última cronológicamente, estaba en potencia desde el principio. Es la comunidad perfecta, autosuficiente, y la única capaz de proporcionar las condiciones materiales y morales para que el hombre viva conforme a la razón y alcance la perfección y la felicidad. Por ello Aristóteles afirma que la polis “nace para vivir, pero existe para vivir bien”.
Análisis de las Formas de Gobierno
La política estudia las condiciones necesarias para que la polis permita esa vida buena. A diferencia de Platón, Aristóteles no construye un Estado ideal, sino que analiza las formas de gobierno reales. Una constitución es justa cuando busca el bien común: esto ocurre en la monarquía, la aristocracia y la politeia o república. Son injustas cuando buscan el beneficio de quienes gobiernan: la tiranía, la oligarquía y la demagogia o democracia degenerada. En la realidad de su tiempo, Aristóteles considera que la forma más adecuada es la politeia, donde predomina la clase media, capaz de gobernar con moderación y estabilidad.
El fundamento de la vida política es la justicia, entendida como obediencia a la ley cuando esta incorpora la equidad, es decir, tratar igual lo que es igual y garantizar el bien común. Aristóteles asume, sin embargo, la desigualdad social de su época: ni esclavos ni mujeres son considerados ciudadanos, los primeros por carecer de capacidad deliberativa, y las segundas por poseerla de manera insuficiente.
En definitiva, ética y política se orientan al mismo fin: la perfección moral de los ciudadanos y la realización de la vida buena en la polis. El hombre es el mejor de los animales cuando vive bajo la ley y la justicia; apartado de ellas, se convierte en el peor.
La Distinción Específica del Ser Humano: Logos
El texto aborda el tema de la naturaleza social y política del hombre. En él, el autor plantea la cuestión de qué es aquello que convierte al hombre en el animal más social de todos y de forma específica y exclusiva en un animal cívico. La respuesta del autor es “la palabra”, con la que manifestamos el sentido de lo bueno y de lo justo.
1. El Hombre es por Naturaleza un Animal Cívico
Al igual que su maestro, y en perfecta consonancia con la tradición griega, Aristóteles concebía al individuo en función de la ciudad. Uno de los rasgos esenciales que distinguen al hombre del resto de los animales es que el hombre no solo es un animal social por naturaleza, sino que es también y fundamentalmente un animal político (zoón politikón), ya que está destinado naturalmente a vivir en una comunidad política (llámese ciudad, comunidad cívica, polis, Estado), y solo en ella puede llegar a desarrollar todas las perfecciones que le son propias, es decir, su racionalidad, virtud moral y felicidad. La polis es el fin último de todas las uniones sociales. Fuera de ella el hombre puede ser el peor de los animales.
2. La Palabra (Logos) como Distintivo Cívico
Lo que convierte al hombre en un animal cívico o político es la palabra (logos), no la voz, ya que esta también la poseen los otros animales. Aristóteles afirma que el hombre es un animal dotado naturalmente de lenguaje (zoón logon). Si la naturaleza nos ha dotado de esta facultad, que solo posee el hombre y que lo distingue del resto de los animales, es para algún fin concreto (principio de teleología universal), porque la naturaleza no hace nada en vano, y ese fin es fundar la comunidad política.
3. La Función Moral y Política del Logos
La palabra, y no la voz (que también poseen el resto de los animales para indicar el placer y el dolor), existe para manifestar lo conveniente y dañino, lo justo y lo injusto, algo que poseen de modo exclusivo el hombre y en ello se funda la familia y la ciudad. El animal, mediante la voz (phoné), expresa el placer y el dolor, pero el hombre mediante el logos o la palabra distingue lo justo y lo injusto, lo conveniente de lo inconveniente, algo que diferencia al hombre del resto de los animales, pues solo el hombre la posee. Y es esta capacidad de distinguir lo bueno de lo malo o lo justo de lo injusto es, además, nuestra diferencia específica, lo que nos hace seres morales y políticos y lo que nos permite establecer comunidades como la familia y sobre todo la ciudad, donde establecemos leyes para regular la convivencia según el criterio de lo justo e injusto. Sin palabra y sin sentido moral, no existiría la ley ni, la polis.
